16 noviembre 2009

Sobre el informe Augustine

Hace ya casi tres semanas que os debo una entrada sobre mis impresiones tras leerme el informe completo de la Comisión Augustine encargada de estudiar el futuro del programa espacial tripulado norteamericano. La verdad es que entre que tardé un tiempo en leerlo y que luego anduve un poco liado y dejé el blog algo abandonado, el tiempo ha ido pasando sin que escribiera la entrada prometida. Pero bueno, como lo prometido es deuda, aunque a estas alturas ya parezca un poco desfasado (sólo en apariencia, porque lo cierto es que nada ha cambiado en este tiempo), aquí va una breve reseña al respecto.

La verdad es que el nuevo informe no aporta nada realmente nuevo sobre lo ya publicado en el informe preliminar. Simplemente lo complementa y lo pone en contexto, que es importante, pero el fondo no cambia. Lo que sí ha cambiado es mi impresión: el informe definitivo sí desprende la sensación de informe bien hecho, sí rellena todas las lagunas que se planteaban en el informe previo. Sigue sin ser el informe ideal para decidir entre varias opciones: para eso tendría que ser más directo, esquemático y visual, con más tablas y gráficos; pero es que va dirigido a políticos, no a técnicos, así que es normal. De todas formas, sí da datos suficientes (aunque obliguen a una farragosa lectura; eso es lo peor, teniendo en cuenta que quienes leen estas cosas suelen buscar el resumen) para poder analizar las ventajas y desventajas relativas de cada opción presentada, aunque lo haga siempre de forma más cualitativa que cuantitativa. En este sentido, el informe también deja entrever cuál es la opción recomendada por la comisión, aunque no se presente así en ningún momento.

En cuanto a estrategias de exploración, el informe parece dejar claro que recomienda (sin decirlo) la opción “flexible”; es decir, no centrarse en ir a la Luna, sino en hacer un sistema que permita ir realizando misiones “más baratas”, como visitas a asteroides, a los puntos de Lagrange, o sobrevuelos lunares o marcianos, que puedan ir extendiéndose en el futuro con nuevos módulos que permitan alunizajes o amartizajes, por ejemplo. La verdad es que suena bastante razonable, aunque no sé yo si de cara a la opinión pública es muy vendible que unos astronautas lleguen al punto “L2” del espacio, un punto “en medio de la nada”, y vuelvan sin hacer nada más; algo mejor es acercarse a un asteroide y hacerle un par de fotos, pero creo que lo de mostrar astronautas dando saltitos por la Luna es definitivamente más vistoso. Como casi siempre, tenemos aquí la dualidad ciencia-política…

En cuanto a las arquitecturas de lanzadores, esas famosas opciones que ya quedaron delineadas en el informe preliminar, es quizás la parte del informe donde más se amplía la información, rellenando bastantes lagunas y respondiendo bastantes dudas que surgían cuando se leía el esquemático sumario publicado unas semanas antes. Pero además de esto, que ya es importante, y de la aportación de datos cualitativos que permiten comparar unas opciones con otras en referencia a determinados parámetros, también se aportan datos nuevos que no aparecían en el informe previo. Por ejemplo, uno de los que me llamó la atención fue el descarte de la opción Delta IV Heavy o similares para lanzar la nave Orión, frente al Ares I actual. Ésta era una de las opciones de las que más se habló en el último año (o par de años) como alternativa lógica, rápida y económica al Ares I: la adaptación de este lanzador pesado de Boeing, actualmente operado por la Fuerza Aérea, para enviar al espacio la nueva nave tripulada norteamericana. Parecía que el informe preliminar, con su opción de lanzar la Orión por medio de lanzadores comerciales, pudiera incluir esta posibilidad de usar el Delta IV Heavy, pero ahora queda claro que no: este lanzador queda descartado por la comisión, al considerar que en estos momentos no tendría ventaja de plazo o coste sobre la continuación con el Ares I, el resultado sería similar, y por tanto no merece la pena. Ojo, que eso tiene una doble lectura: si hacer el cambio en estos momentos, con un Ares I ya bastante avanzado en su desarrollo, daría como resultado plazos y costes equivalentes, eso quiere decir que de haberse elegido el Delta IV Heavy en un principio hubiera sido más rápido y barato. Pero en fin, no es momento de mirar al pasado…

Por tanto, la opción “comercial” presentada por la comisión, se entiende que requeriría la introducción de un nuevo lanzador. Lo que sí deja claro el informe es que la opción comercial no significa confiar en pequeñas empresas sin experiencia, sino que aquí entran gigantes como Lockheed o Boeing, entre otros; esto parece una perogrullada, pero no lo es, porque muy interesadamente los defensores de un lanzador puramente NASA habían querido centrar la opción comercial en los desarrollos del programa COTS, donde pequeñas empresas están dando sus primeros pasos en la arena espacial, con un riesgo asociado considerable. El informe recuerda que estos no son más que los últimos llegados a la arena comercial, pero que las grandes empresas aeroespaciales norteamericanas también son entes comerciales, y de hecho han estado involucradas en el desarrollo de los lanzadores de la NASA desde sus orígenes. Así que la opción “comercial” bien podría significar el uso de lanzadores de estos grandes fabricantes. Algo que, aunque en el fondo siempre fue evidente, algunos no querían que se viera así.

Pocas más novedades reales hay, excepto la comparativa entre opciones. Recordemos que había dos grandes grupos básicos de opciones: aquellas que entraban en el presupuesto asignado para los próximos años, y aquellas que requerían un “pequeño” incremento en dicho presupuesto. La comisión había llegado a la conclusión de que con el presupuesto actual poco se podía hacer que tuviera verdadera relevancia (es decir, ir más allá de la órbita terrestre), así que sintieron la necesidad de presentar opciones “verdaderamente atractivas” aunque se salieran de los límites que les había impuesto previamente la Casa Blanca.

Entre las opciones “dentro del presupuesto” recordaréis que sólo había dos: la opción 1, que era seguir con el programa Constellation en su arquitectura actual (Ares I y Ares V), y que obligaba a abandonar la ISS en 2015 (porque el dinero no daba para más); y la opción 2, que permitía alargar la vida de la ISS hasta 2020, cambiando el Ares I por servicios comerciales para el envío de astronautas a la órbita terrestre, y el Ares V por una versión reducida del mismo llamada Ares V “Lite”. Eso sí, con ninguna de estas opciones había dinero para enviar a los astronautas a ningún sitio hasta bastante más allá de 2020.

Ya dijimos cuando se publicó el informe preliminar que la opción 1 estaba claramente muerta, pues nadie en su sano juicio abandonaría la ISS justo después de terminarla. Y ahora, el informe definitivo, lo deja claro: en la comparativa, la opción 2 gana a la 1 por goleada. Eso sí, recordemos que el informe sólo es eso, un informe, la elección de una opción u otra la realizará el presidente a su criterio (y el de sus asesores).

Entre las opciones “fuera del presupuesto” había 6 variantes, 3 centradas en la estrategia de ir a la Luna (opciones 3, 4A y 4B), y 3 centradas en la estrategia “flexible” o posibilidad de ir a varios sitios, pudiéndose empezar por misiones “baratas” para ir añadiendo complejidad con el tiempo (opciones 5A, 5B y 5C).

De las opciones “lunares”, la primera (3) es la versión actual del programa Constellation, abandonando la ISS en 2015 (de nuevo, impensable); tanto la 4A como la 4B mantendrían la ISS hasta 2020 y confiarían en servicios comerciales para acceder a la órbita terrestre, diferenciándose entre ellas en el lanzador pesado que usarían para misiones de espacio profundo: el Ares V Lite en la opción 4A, o un derivado del Shuttle en la 4B. Pues bien, la comparativa deja claramente fuera a la opción 3, al presentarla como inferior a las otras dos en prácticamente todos los parámetros comparados; y de las otras dos, la 4A aparece como ligeramente superior a la 4B, aunque no excesivamente.

En cuanto a las opciones “flexibles”, todas contemplan el mantenimiento de la ISS hasta 2020, y todas se basan en el uso de servicios comerciales para acceder a la órbita terrestre. En cuanto a lanzadores pesados a utilizar, la 5A usaría el Ares V Lite, la 5B un derivado de un lanzador comercial, y la 5C un derivado del Shuttle. La comparativa en este caso no muestra un claro ganador, destacando unas opciones ligeramente en algunos parámetros, y otras en otros. Quizás únicamente la 5C aparezca como un poquito inferior a las otras dos.

Y, por último, se hace una comparativa entre una opción “representativa” de cada grupo (lo de “representativa” indica por dónde van las preferencias de la comisión: la 4A en el primer grupo, y la 5A en el segundo, ambas basadas en la combinación comercial+Ares V Lite). De esta comparativa, realizada frente a la opción 3 (Constellation), el programa actual sale claramente derrotado, siendo la opción 5A la vencedora y quedando la 4A en una posición intermedia.

De esta forma, queda claro que la recomendación solapada de la comisión Augustine es la de abandonar la estrategia lunar por una estrategia de objetivos flexibles de exploración (empezando con objetivos más modestos, de sobrevuelo, antes de llevar a cabo misiones de descenso sobre otros cuerpos celestes), y de basar la arquitectura de lanzadores en un Ares V Lite (versión ligeramente reducida del Ares V actualmente planteado). El Ares I sería borrado para siempre de la historia de la NASA, y los servicios de envío de astronautas a la órbita terrestre serían transferidos a empresas comerciales. Ésa es la apuesta de la comisión. Ahora, la Casa Blanca tiene la palabra.

Hay alguna otra cosilla del informe que me ha resultado interesante, aunque ha sido algo ajeno a este gran debate sobre el futuro del programa espacial tripulado norteamericano. En una futura entrada hablaré sobre ello.

Agua en la Luna

No es que tenga mucho que añadir, pero se le está dando tanto bombo que al final habrá que decir algo… Pues sí, parece que hay agua en la Luna. Pero no, no se ha encontrado ningún río, ni ningún lago. Ni siquiera un charco. Por ahora, todo lo que sabemos, es que hay moléculas de agua, y que posiblemente en lugares muy concretos exista algo de escarcha o hielo. Punto.

De hecho, esto ya se había anunciado unas semanas atrás, a partir de datos registrados por la sonda india Chandrayaan-1. Desde su órbita alrededor de la Luna, la Chandrayaan había observado con un espectrómetro la “firma” inconfundible del agua sobre la superficie lunar. Claro que todo parecía limitarse a unas cuantas moléculas, que se formarían por la interacción de partículas de hidrógeno del viento solar con los materiales de la superficie lunar. Nada que nos permitiera poner una fuente o cavar un pozo para saciar la sed de futuros exploradores…

Ahora, el re-descubrimiento de lo que ya se había descubierto ha venido por otro camino: el análisis de los materiales levantados por el impacto de la sonda LCROSS sobre la superficie lunar al final de su vida útil, el pasado 9 de octubre.

La LCROSS se hizo impactar sobre uno de los lugares de la Luna donde más se ha buscado agua en los últimos años: en la zona de sombras perpetuas de un cráter situado en el polo sur de nuestro satélite. Desde hace tiempo se sospecha que podría existir cierta cantidad de agua en forma de hielo o escarcha en esas zonas donde nunca llega la luz del Sol. De hecho, desde la década de los 90 ha habido sondas alrededor de la Luna que han tenido entre sus principales objetivos la búsqueda de esta hipotética agua helada en las zonas de sombra de los polos lunares; y, aunque en ocasiones se habían detectado posibles indicios, nunca hasta ahora se había obtenido ninguna prueba concluyente. En este caso, en cambio, los análisis de los desechos levantados por el impacto de la LCROSS (y de la última etapa, Centaur, de su lanzador, que seguía la misma trayectoria) han confirmado que hay agua. ¿Cuánta? Eso es lo que por ahora nadie puede decir. Sí parece claro que en este caso es bastante más que las moléculas dispersas que se habían detectado con anterioridad, por lo que podríamos estar ante el descubrimiento de un poquillo de escarcha superficial, o incluso de alguna lámina de hielo. Que sea en cantidades lo suficientemente significativas como para que pueda llegar a ser aprovechable por misiones futuras, es imposible decirlo por ahora.

Y eso es todo. Una noticia que, si bien tiene su interés, sin duda, no es el revolucionario descubrimiento que pudiera parecer si uno se deja llevar por el impacto que ha tenido en los medios. Al menos, de momento no hay datos para pensar que lo es, y tampoco se puede decir que haya sido una sorpresa, ya que, como decíamos, en el fondo se buscaba probar lo que ya se sospechaba hace tiempo. En cambio, uno ya empieza a leer titulares como “En la Luna hay agua suficiente para bañarse” o a oír chorradas en sesudos debates radiofónicos y similares donde algunos de esos tertulianos-expertos-en-todo ya hablan de que si hay agua hay vida, etc, etc. Ya estamos sacando los pies del tiesto por lo que posiblemente no pase de anécdota científica… Aunque bien es cierto que siempre son bienvenidas este tipo de publicidades para el tan olvidado mundillo científico. (Imagen: NASA)

13 noviembre 2009

Japón apuesta por la energía solar… desde el espacio

Es como el Santo Grial de la energía en los últimos años, después del entusiasmo inicial por la fusión nuclear (hoy aún muy lejana a nivel comercial) o por la fusión fría (esa anunciada revolución energética que nadie pudo nunca reproducir). Ahora, la promesa energética del futuro próximo es la generación de energía eléctrica en el espacio a través de placas solares, con su posterior envío a la Tierra a través de enlaces de microondas.

La idea tiene unos cuantos años, aunque lo cierto es que últimamente los defensores de esta forma de generar energía han empezado a armar bastante ruido, consiguiendo hacer conocida a nivel popular esta promesa energética. Aunque en principio el concepto no se diferenciaría mucho de la generación energética que ya conocemos a través de placas solares fotovoltaicas, presenta la ventaja frente a las placas terrestres de una mayor eficiencia, por contar con más horas de iluminación (buscando la órbita adecuada se podría llegar a una iluminación casi ininterrumpida) y con una mayor intensidad de la radiación solar, al eliminarse el filtro impuesto por la atmósfera. Y, por supuesto, sin tener que preocuparse por los días con mal tiempo…

Los inconvenientes se encuentran en dos aspectos principales: por una parte, la transmisión de la energía generada, aunque ya se han llegado a realizar experimentos en tierra que validan el concepto (aunque siempre con potencias muy inferiores a las que se utilizarían en caso de poner la idea en funcionamiento). Y, por otra parte, el mayor inconveniente está en el coste de la instalación: la fabricación y puesta en órbita de los enormes satélites encargados de generar la energía en el espacio hacen que esta idea a día de hoy sea prácticamente inviable económicamente, más que nada por el coste de lanzamiento.

De hecho, éste es uno de los argumentos más utilizados por aquellos que propugnan el desarrollo de nuevos lanzadores reutilizables (a menudo bajo el concepto “avión espacial”) que deberían reducir significativamente el coste de acceso al espacio; como digo, los defensores de estos sistemas a menudo aluden a la generación de energía solar en órbita como una de las tecnologías que serían posibles gracias a la introducción de esa nueva generación de lanzadores de bajo coste. Pero todo esto, a día de hoy, no son más que palabras.

Por eso, me ha sorprendido encontrarme con unas declaraciones que, aunque por ahora tampoco pasan de palabras, sí parecen contar con un respaldo más sólido que el que tenía todo lo oído hasta ahora. Me refiero al plan del gobierno japonés de poner en marcha un proyecto encaminado a obtener energía eléctrica solar espacial a partir de 2030. Y para ello, los ministros japoneses de Ciencia y de Economía han anunciado la creación de un consorcio de empresas dedicado a la investigación en este ámbito. Entre las empresas involucradas hay gigantes como Fujitsu, Mitsubishi Heavy Industries, NEC o Sharp.

La verdad es que todo esto no quiere decir mucho en el fondo, todo podría quedarse en una serie de estudios sobre papel y poco más. Pero es significativo que un gobierno como el de Japón ya empiece a interesarse tan seriamente por este tema. Quién sabe, quizás la generación de electricidad desde el espacio no esté tan lejos como podríamos pensar… Aunque la realidad no cambia: mientras no tengamos un sistema capaz de abaratar muy significativamente el envío de grandes cargas al espacio, de poco sirve desarrollar las tecnologías de generación de energía espacial: si el kilowatio generado sale a precio de oro, esa energía estará muerta antes de nacer. Pero bueno, por algo se empieza…

12 noviembre 2009

Griffin, en la Politécnica de Cataluña

Da gusto ver cómo ganan dinero ciertas personas cuando se retiran a base de dar conferencias. Griffin, Aznar, Al Gore… vale que algunos tienen algo más que decir que otros, pero en general todos se llevan una pasta por charlar un rato. Ahora, Griffin va a dar una charla en la Universidad Politécnica de Cataluña al “módico” precio de 650 euros por asistente; ah, y eso incluye el café del descanso, un chollo. Lástima que me pille un poco lejos y se me salga un pelín del presupuesto, que tendría su morbo ver a Griffin después de todo lo que le he criticado en este blog…

Qué tiempos aquellos en los que Miki (ya va siendo hora de tutearnos, ¿no?) iba soltando una perla detrás de otra durante su estancia en la NASA, dándonos montones de material para debatir, criticar, o simplemente ironizar en este blog. Qué pena haber vuelto a la normalidad habitual en la que el Administrador de la NASA es un desconocido para el gran público y un gran ausente en los medios… Qué aburrimiento para el blog desde que Griffin no está… Snif… ¡Vuelve, Miki! ¡Sin ti, la astronáutica ha perdido su morbo!

Bueno, pues nada: si alguno andáis por Barcelona y no sabéis en qué emplear esos 650 euros que os queman en el bolsillo, siempre podréis pasar un rato viendo la bonita cara de Griffin subido a un estrado. ¡Daos prisa, no os toque buscar las entradas en la reventa! Más información aquí.

Nota: Esta entrada no pretende ser ninguna descalificación hacia Michael Griffin. Aunque personalmente creo que ha hecho y dicho cosas muy criticables durante su mandato, y aunque pienso que su gestión en la NASA ha tenido tantas luces como sombras, creo que es un buen profesional y merece mi respeto. Pero después de tanta sequía en el blog, me apetecía un poquito de cachondeo…