Estoy convencido de que ésta será una vuelta a la Tierra de lo más inquietante para más de uno. Especialmente, para los astronautas y sus familias, pero seguro que también para centenares de técnicos y gestores en la NASA. Y es que volver con algunas losetas del escudo térmico dañadas, por mucho que los análisis en Tierra hayan demostrado que es seguro, es algo que inevitablemente siembra la inquietud y hace que la imagen del Columbia desintegrándose a su ingreso en la atmósfera no se te vaya de la cabeza.
No pretendo decir que haya motivo para la inquietud, más allá de la preocupación lógica en cualquier reentrada de cualquier misión espacial, pero una cosa es lo que te dice la razón, y otra la inquietud interior, casi subconsciente, que es mucho más difícil de eliminar. Y es que uno puede confiar en los técnicos, estar convencido de que han realizado a la perfección su trabajo, que han estudiado exhaustivamente el problema y ensayado probetas que simulan el comportamiento del daño durante la reentrada hasta llegar a la conclusión de que todo va a ir como la seda... Uno puede saber todo eso y estar firmemente convencido de que es así... pero cuando te toca a ti de cerca, la duda irracional siempre queda; creo que es inevitable.
Por eso, en esta misión más que nunca, no me gustaría estar en el pellejo de los directamente involucrados. Porque hasta que el Endeavour no aparezca enfilando la pista en el Centro Kennedy en Florida, muchos estarán conteniendo la respiración y cruzando los dedos, por más que intenten quitarse de su cabeza las ideas negativas con pensamientos razonados. Es inevitable.
Personalmente, estoy convencido de que todo saldrá bien, más allá de la incertidumbre y el peligro siempre asociados a cualquier misión espacial, que hacen que uno nunca pueda estar realmente seguro de nada. Pero sí estoy seguro de que los técnicos han realizado su trabajo a conciencia, probablemente con mayor celo aún del ya habitual, al tener también ellos la sombra del Columbia sobre sus cabezas, y si han dicho que el retorno es seguro, es que están convencidos de que lo es. La principal diferencia con lo que sucedió en el Columbia es que entonces no se tenía constancia real del daño, la principal duda era si había sucedido un daño o no, no había evidencia visual del mismo. Ahora el daño es perfectamente conocido, y por tanto se ha podido estudiar perfectamente su impacto con seguridad. Pero, como digo, una cosa es la convicción de la razón, y otra la del corazón... Y ésa no se tendrá hasta tenerlos a todos de vuelta sanos y salvos sobre la Tierra. Así sea.
HISTÓRICO: Por si alguno no ha seguido el tema: en una especie de repetición de la última misión del Columbia, el Endeavour fue golpeado por un fragmento de espuma desprendida del depósito central durante su lanzamiento. El impacto dañó dos losetas térmicas en toda su profundidad, hasta llegar a exponer el metal base, creando un desconchón de un tamaño de 9x5 cm en la superficie y 2,5x0,5 cm en su base. Aunque desde el primer momento se comunicó que el daño no representaba riesgo para la seguridad del vehículo y sus ocupantes, sí podría significar serias reparaciones a la estructura subyacente tras el aterrizaje, por sobrecalentamiento. Ello hizo que durante varios días se considerase la posibilidad de una reparación en órbita, algo que fue finalmente descartado. (Foto: NASA)
No pretendo decir que haya motivo para la inquietud, más allá de la preocupación lógica en cualquier reentrada de cualquier misión espacial, pero una cosa es lo que te dice la razón, y otra la inquietud interior, casi subconsciente, que es mucho más difícil de eliminar. Y es que uno puede confiar en los técnicos, estar convencido de que han realizado a la perfección su trabajo, que han estudiado exhaustivamente el problema y ensayado probetas que simulan el comportamiento del daño durante la reentrada hasta llegar a la conclusión de que todo va a ir como la seda... Uno puede saber todo eso y estar firmemente convencido de que es así... pero cuando te toca a ti de cerca, la duda irracional siempre queda; creo que es inevitable.
Por eso, en esta misión más que nunca, no me gustaría estar en el pellejo de los directamente involucrados. Porque hasta que el Endeavour no aparezca enfilando la pista en el Centro Kennedy en Florida, muchos estarán conteniendo la respiración y cruzando los dedos, por más que intenten quitarse de su cabeza las ideas negativas con pensamientos razonados. Es inevitable.
Personalmente, estoy convencido de que todo saldrá bien, más allá de la incertidumbre y el peligro siempre asociados a cualquier misión espacial, que hacen que uno nunca pueda estar realmente seguro de nada. Pero sí estoy seguro de que los técnicos han realizado su trabajo a conciencia, probablemente con mayor celo aún del ya habitual, al tener también ellos la sombra del Columbia sobre sus cabezas, y si han dicho que el retorno es seguro, es que están convencidos de que lo es. La principal diferencia con lo que sucedió en el Columbia es que entonces no se tenía constancia real del daño, la principal duda era si había sucedido un daño o no, no había evidencia visual del mismo. Ahora el daño es perfectamente conocido, y por tanto se ha podido estudiar perfectamente su impacto con seguridad. Pero, como digo, una cosa es la convicción de la razón, y otra la del corazón... Y ésa no se tendrá hasta tenerlos a todos de vuelta sanos y salvos sobre la Tierra. Así sea.
HISTÓRICO: Por si alguno no ha seguido el tema: en una especie de repetición de la última misión del Columbia, el Endeavour fue golpeado por un fragmento de espuma desprendida del depósito central durante su lanzamiento. El impacto dañó dos losetas térmicas en toda su profundidad, hasta llegar a exponer el metal base, creando un desconchón de un tamaño de 9x5 cm en la superficie y 2,5x0,5 cm en su base. Aunque desde el primer momento se comunicó que el daño no representaba riesgo para la seguridad del vehículo y sus ocupantes, sí podría significar serias reparaciones a la estructura subyacente tras el aterrizaje, por sobrecalentamiento. Ello hizo que durante varios días se considerase la posibilidad de una reparación en órbita, algo que fue finalmente descartado. (Foto: NASA)
4 comentarios:
Pues no sé, Javier: no me fío un pelo.
Y no es que no confíe en los técnicos, sino que no me fío de la burocracia empresarial. Me imagino al técnico diciendo: había un coeficiente de seguridad que antes era 1,3 y a hora es 1,1 y sale el representante ante la prensa diciendo que no hay problema y que todo es seguro ...
Y sólo falta añadir el "nunca pasa nada". Es una lástima que quienes hablan a la prensa sean siempre los que menos cálculos hacen. Definitivamente, no; no me gustaría estar en el pellejo de los astronautas.
Salud!
Bueno, yo no soy tan desconfiado, pero tienes mucha razón :-)
De todas formas, creo que eso que apuntas es un tema bastante complejo. Es cierto que a veces se toman decisiones erróneas que llevan al accidente (véase el Columbia, sin ir más lejos), pero también es cierto que las decisiones hay que tomarlas, aunque a veces sean difíciles. En fin, creo que has hecho un comentario que da para sacarle mucho jugo, así que, la respuesta que estaba preparando para darte aquí creo que se va a convertir en un nuevo articulillo. Nos vemos allí :-)
Gracias. Estaré atento :-)
Buenas noticias: aterrizaje sin novedad. ¡Uf!
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