21 marzo 2011

La luna gigante... y las tonterías que se oyen

De nuevo, como ocurre a menudo cuando los medios generalistas se ponen a dar noticias científicas, en los últimos días estamos escuchando montones de tonterías sobre la Luna. Bueno, en realidad montones no, sólo una: que la Luna está en su posición más cercana a la Tierra en los últimos 18 años.

Pero alma de cántaro, vamos a ver… si la Luna da una vuelta a la Tierra cada 28 días, si describe una órbita completa alrededor de nosotros en menos de un mes… ¿cómo es posible que ahora esté más cerca que en los 18 años anteriores? ¿No se repetirá esta cercanía cada 28 días, y no cada 18 años?
Pues sí: la Luna sigue una órbita ligeramente elíptica alrededor de nuestro planeta, que la pone a veces en su posición más alejada (apogeo) y 14 días después en su posición más cercana a nosotros (perigeo). Y vuelta a empezar.

Así que, de más cercana que nunca, nada. Pero algo debe haber para haber hecho saltar la noticia, ¿no?

Pues sí, pero no tiene nada que ver con supuestas cercanías fuera de lo corriente: lo que pasa es que esta vez ha coincidido el punto de máximo acercamiento a la Tierra (perigeo, ese que se repite cada 28 días) con la fase de luna llena. Y eso es lo que sólo ocurre de vez en cuando, la coincidencia exacta de ambos fenómenos.

Pero vamos, que tampoco es para tanto… que sí, que si hacemos coincidir una luna llena “exacta” (llena-llena de verdad, sin que le falte ni una rodajita mínima por ningún lado) con el punto exacto del perigeo, la probabilidad de que coincidan es bajísima. Pero si dejamos un margen de unas cuantas horas (que nadie va a notar), esta coincidencia se produce mucho más a menudo. De hecho, en 2008 tuvimos una coincidencia muy similar a la actual, con un desfase entre luna llena y perigeo de 4 horas. En la de ayer, la diferencia fue casi nula, menos de 1 hora. Pues vale, pues me alegro. Como curiosidad teórica, bien. Pero vamos, que el que se perdiera el espectáculo del sábado no sólo lo puede volver a intentar hoy (vale, a la luna ya le faltará una rodajita, no será completamente llena, pero bueno…) sino que puede esperar a la próxima casi-coincidencia entre luna llena y perigeo, que tendrá lugar… el próximo 17 de abril. Vale, no coincidirán exactamente por 20 horas, pero… ¿creéis que se va a notar? Ya os digo yo que no.

En cualquier caso, siempre es una buena ocasión para disfrutar de una visión especialmente bella de nuestro satélite. ¿Verdad que está chula la Luna?

01 marzo 2011

Especulación en el espacio

¿Quién ha dicho que el terreno de la especulación es exclusivo de las bolsas de valores o los negocios inmobiliarios? También hay quien especula con “terrenos” en el espacio. Y no me refiero a vender parcelitas en la Luna o Marte, sino a algo mucho más intangible: se trata de parcelitas orbitales.

No os digo nada nuevo si recuerdo que nuestra vida moderna depende en gran medida de los satélites: llamadas telefónicas, retransmisiones por radio y televisión, o el pronóstico del tiempo, por decir los casos más sencillos, dependen en gran medida de estos aparatos. Y en estos tres casos concretos (aunque no son los únicos), los satélites que lo hacen posible son satélites geoestacionarios, situados en una órbita ecuatorial a unos 36.000 km de altura. Se trata de una órbita muy exclusiva y muy deseada, lo que hace que a día de hoy esté ya bastante saturada. Esto es así hasta el extremo de que se ha establecido un organismo internacional encargado de regular el uso de dicha órbita geoestacionaria, concediendo permisos de uso de su espacio. Y aquí es donde entran los especuladores…

Efectivamente, si yo consigo de ese organismo el permiso para ubicar un determinado satélite en un punto dado de la órbita geoestacionaria, luego puedo alquilar el uso de ese espacio a otras compañías interesadas en explotarlo. Dado que los tratados internacionales conceden derechos de uso a los países que puedan necesitarlo en base a unos ciertos criterios, algunos de esos países que realmente no necesiten ese espacio para un satélite propio (generalmente países pequeños y poco desarrollados) pueden vender luego esos derechos a terceros más desarrollados y ávidos de explotar la banda geoestacionaria.

Es el caso, por ejemplo, de Tonga. Sí, un pequeño archipiélago perdido en la Polinesia, en medio del Pacífico, con sus reyes aborígenes, sus collares de flores, sus jóvenes nativas de bonitos pechos y faldas vegetales… vale, vale, me dejo de tópicos, pero ya os hacéis una idea…

Pues bien, en 1980 un americano espabilado acudió a la familia real de Tonga para proponerles un plan: según los acuerdos internacionales, a Tonga le correspondía un espacio en la órbita geoestacionaria, siempre que demostrase que estaba en condiciones de utilizarlo. Si se podía convencer al organismo responsable de esto último, se entraría en posesión de un hueco de alto valor estratégico en la órbita geoestacionaria, por estar en una posición idónea para las comunicaciones entre Asia y América.

El americano y la casa real tonguesa (o tongana, o como se diga) montaron una compañía que bajo el nombre de Tongasat se suponía que ofrecería servicios de telecomunicaciones, para lo cual se solicitaron siete espacios en la órbita geoestacionaria, que le fueron concedidos entre 1991 y 1992. Pero para “probar” que se estaba en condiciones de utilizarlos, había que poner en órbita algún satélite, algo para lo cual aquel país no tenía ni la necesidad, ni las ganas de invertir el dinero necesario. Pero si no se hacía algo al respecto, si Tonga no demostraba que estaba en condiciones de utilizar las ubicaciones concedidas, dicha concesión podría terminar revocándose.

Pues nada: se compra un satélite viejo y listos, pensaron los especuladores de Tongasat. De modo que en 2002 compraron un satélite de comunicaciones obsoleto, el Comstar 1D, lanzado en 1981 y ya totalmente desfasado por aquel entonces, y lo rebautizaron como Esiafi 1. Tongasat ya tenía un satélite. Que sirviera para algo era lo de menos…

En su web, Tongasat ofrece los servicios de este satélite (algo que claramente nadie está interesado en comprar a día de hoy, dada su obsolescencia… si es que aún funciona), a la vez que anuncian que se hayan en posesión de 9 ubicaciones en la órbita geoestacionaria, varias de ellas desocupadas, y que “estarían encantados de explorar los posibles usos de los huecos no utilizados con potenciales clientes”. ¿Quién dijo que para la especulación inmobiliaria era necesario tener terrenos? (Foto: Hughes)