30 abril 2008

El accidente de la Soyuz TMA-11 fue culpa de las mujeres

Parece que el machismo en Rusia sigue estando a la orden del día. Aunque la verdad es que no sólo pasa en Rusia... no hay más que recordar las "perlas" que ha soltado recientemente Berlusconi sobre la composición del nuevo gobierno español (con más mujeres que hombres), o algunas que también hemos oído y leído por estos mismos pagos al respecto...

Pero sí, volviendo al principio, parece que Anatoly Perminov, director de la agencia espacial rusa (Roskosmos) necesita unas cuantas clases de diplomacia cuando se trata de hablar de mujeres en el espacio. Bueno, y quizás también necesita un poco de cultura científica para dejar de creer en absurdas supersticiones. O a lo mejor simplemente necesita un par de leches, a ver si espabila (perdón, que uno se va calentando...)

El caso es que, no contento con haber decidido recientemente eliminar el número 13 en la contabilidad de las misiones Soyuz TMA, no sea "que pase algo" (con lo que pasaremos de la Soyuz TMA-12 a la 14 directamente), ahora se nos despacha con que quizás el hecho de que hubiera dos mujeres a bordo de la última nave Soyuz que volvió a la Tierra podría haber sido la razón de los serios problemas experimentados durante la reentrada. Y el tío se queda tan serio...

Como sabéis, el pasado sábado día 19 tenía lugar el retorno a la Tierra de la misión Soyuz TMA-11 procedente de la Estación Espacial Internacional. A bordo viajaban el cosmonauta ruso Yuri Malenchenko, la norteamericana Peggy Whitson (primera mujer comandante de una tripulación a bordo de la ISS), y la astronauta surcoreana So-Yeon Yi. Es decir, dos mujeres y un hombre (algo que parece que a Perminov le chirría bastante). Y la vuelta de esta nave a la Tierra fue de lo más accidentada, perdiéndose contacto por radio desde los inicios de la reentrada, descendiendo en una trayectoria balística (no la habitual) que sometió a sus ocupantes a tremendas aceleraciones, y aterrizando a más de 400 km del lugar previsto, sin que el control de la misión conociera el estado ni el paradero de la nave hasta 30 minutos después del aterrizaje. Un descenso repleto de fallos gravísimos, en lo que pudo haber sido una repetición del accidente de la Soyuz 5 en 1969 (en el que su único ocupante casi muere incinerado), y que está siendo investigado con seria preocupación. No me enrollo más, porque en el próximo número de Espacio (junio) dedico un artículo completo al análisis de este grave incidente.

Pues bien, en una rueda de prensa sobre estos problemas, alguien le preguntó a Perminov (también el periodista se las trae…) si pensaba que el problema podría estar relacionado con una superstición rusa que dice que tener mujeres a bordo de un barco da mala suerte. Y nuestro hombre, tan tranquilo y convencido responde que “como usted sabe, en Rusia estas cosas son de mal augurio, pero gracias a Dios, todo salió bien. Por supuesto, en el futuro intentaremos que el número de mujeres no supere al de hombres”. Al escuchar esto, otro periodista entró al trapo acusándole de sexismo, a lo que Perminov respondió que “Esto no es discriminación. Simplemente digo que cuando hay mayoría de mujeres, a veces surgen algunos comportamientos no autorizados o bien ocurren otras cosas”. No explicó a qué se estaba refiriendo.

En fin, creo que no merece más comentarios por mi parte. Hacedlos vosotros mismos.

Como decía al principio, el sexismo sigue existiendo en buena parte del mundo. Pero lo cierto es que tanto la sociedad rusa como su programa espacial siempre han sido tremendamente sexistas, a pesar de que la propaganda soviética haya querido dar imagen siempre de lo contrario. Es cierto, la primera mujer en el espacio fue una rusa, Valentina Tereshkova, en una época en la que en los Estados Unidos nadie se planteaba incluir a mujeres en tareas de estas características. Pero lo cierto es que Tereshkova voló por decreto, por decisión política para, precisamente, hacer propaganda de cara al exterior sobre lo democrático que era el régimen comunista, “incluso para las mujeres”. Y lo hizo con el desagrado de todos los responsables del programa espacial soviético, empezando por Korolev. La muestra es que pasarían nada menos que 19 años hasta que otra mujer rusa subiera al espacio, Svetlana Savitskaya, en agosto de 1982. Y de nuevo se trató más bien de propaganda, para adelantarse a los norteamericanos ante la próxima puesta en órbita de la primera mujer por su parte, Sally Ride, en junio de 1983. Savitskaya volvió al espacio en julio de 1984, de nuevo para batir a los americanos con el primer paseo espacial femenino, 3 meses antes de que Kathryn Sullivan pudiese anotarse el tanto para los Estados Unidos. Elena Kondakova sería la terrcera y última mujer rusa en el espacio, formando parte de una tripulación a bordo de la Mir entre 1994 y 1995. Desde entonces, las mujeres han ido logrando un espacio cada vez mayor (aunque aún menor que los hombres) en el programa espacial norteamericano, pero ninguna más ha subido al espacio por parte rusa. A día de hoy, no hay mujeres en el cuerpo de cosmonautas ruso. Significativo, ¿no? (Foto: Roskosmos)

ACTUALIZACIÓN: Como me señala Pepe en los comentarios, sí hay a día de hoy una mujer en el cuerpo de cosmonautas ruso: se trata de Yelena Serova, seleccionada en octubre de 2006 y que aún puede considerarse "aspirante" al encontrarse en proceso de entrenamiento. Gracias a Pepe por la corrección.

Hablando claro: el futuro del programa espacial norteamericano

El pasado 9 de abril hubo una convención espacial en Colorado Springs (¿alguien me puede explicar por qué muchas de estas convenciones se hacen en lugares de vacaciones?), una de cuyas sesiones fue una mesa redonda con antiguos administradores de la NASA. Como personas que ya habían abandonado la administración pública habiendo trabajado en uno de sus puestos más altos (en línea directa con el Presidente), lo que pudieran decir tenía su interés, especialmente por el hecho de que, libres ya de ligaduras con el estado, podían hablar con cierta claridad. Aunque, claro está, nunca se puede esperar una franqueza total en estos casos.

Lo cierto es que no hubo grandes revelaciones en la charla, pero me alegra ver que no soy el único en pensar de determinada forma respecto a cómo se está desarrollando el programa espacial norteamericano. Me refiero a las declaraciones de Robert Frosch, físico teórico y administrador de la NASA en el periodo 1977-1981, durante la administración Carter; y a las de James Beggs, su sucesor entre 1981 y 1985, bajo la administración Reagan. Ambos coinciden con muchos de los comentarios que yo vengo haciendo en este blog y otros sitios desde que Bush anunció su nueva política espacial en 2004.

Por ejemplo, Frosch habló bastante claramente sobre el escaso sentido que tiene abandonar la Estación Espacial Internacional justamente cuando puede empezar a dar frutos científicos, y lanzarse sin más preparación a repetir unos viajes a la Luna que, de la forma que se están planteando, tienen poco que aportar tanto científica como tecnológicamente (algo que ya dije yo casi exactamente aquí). En palabras de Frosch, “personalmente nunca me ha entusiasmado tanto eso de volver a la Luna como nuestro próximo objetivo. Yo me inclinaría más hacia hacer de Marte nuestro objetivo, y preguntarnos cómo utilizar la estación y cuál sería el plan estratégico para ir a Marte”. Por ejemplo, utilizar la estación como base de ensamblaje de futuras naves al planeta rojo, y como centro de investigación de cara a los problemas que se podrían encontrar en dicho viaje.

También Beggs apoyó esta línea de comentarios: para él, el programa planteado por la “Visión para la Exploración del Espacio” de Bush, “no se sostiene”. “Si vamos a ir a Marte (y me gustaría que así fuera), hay un montón de tecnologías que deberíamos estar empezando a desarrollar”. Esto es prácticamente idéntico a lo que yo dije hace 4 años, tras el discurso de Bush. “Volviendo a la Luna no atacamos ninguno de estos problemas. La pregunta es: ¿cómo encaja la estación en todo esto?” Para Beggs, la ISS es el lugar perfecto para ensayar nuevas tecnologías de soporte vital, por ejemplo.

Poco más puedo rescatar de interés de esta convención de administradores “jubilados”. Simplemente insistir en lo que dije justo después del discurso de Bush, y que ahora se ha repetido más o menos aquí: si de verdad se quiere lanzar un ambicioso programa de exploración tripulada del Sistema Solar, hay que empezar por la base, desarrollando las tecnologías básicas necesarias para llevarlo a cabo. Tecnologías de propulsión avanzada, tecnologías de soporte vital que no fallen cada dos por tres (como ocurre con las actuales), y, no nos olvidemos, atacar directamente el grave problema del elevado coste del acceso al espacio, a través de la investigación en lanzadores de nueva generación. Todo ello requiere tiempo e inversión, inversión en investigación básica, justamente lo que más se ha recortado en los últimos años para derivar fondos hacia un programa que simplemente desarrollará una nave y un lanzador no muy diferentes de los que se utilizaron en los años 60 para ir a la Luna. Para mí, y parece que también para algunos antiguos administradores de la NASA, claramente éste no es el camino.

11 abril 2008

¿Quieres ser astronauta? ¡Esta es tu oportunidad!

Si eres ciudadano de un país miembro de la ESA, te consideras en buen estado físico y de salud, tienes una formación académica y una edad adecuadas, y quieres ser astronauta… ¡entonces no debes dejar pasar esta oportunidad, porque no se dan todos los días!

Esta es la tercera vez que la Agencia Espacial Europea lanza una convocatoria de selección de futuros astronautas, desde que fue constituida en 1973. La primera tuvo lugar en 1978, y no hubo más hasta 1992. Ahora, en 2008, toca la tercera. Quién sabe cuándo habrá otra…

El proceso de selección dará comienzo el próximo 19 de mayo, así que tenéis un mes para pensároslo. A partir de entonces, no tenéis más que entrar en www.esa.int/astronautselection y seguir las instrucciones oportunas. Los requisitos exactos aún no han sido publicados, aunque se dice que el candidato ideal “debería ser competente en disciplinas científicas relevantes, incluyendo aunque no restringidas a ello, ciencias de la vida, física, química y medicina, y/o ser ingeniero o piloto, así como haber demostrado habilidades excepcionales en investigación, aplicaciones o en el campo educativo, preferiblemente incluyendo habilidades operativas. Además, se esperan de todos los candidatos características como una buena memoria y capacidad de razonamiento, concentración, aptitud para la orientación espacial y destreza manual”. Además, debes hablar inglés de forma fluida (el ruso es un plus) y mostrar una gran motivación, flexibilidad, capacidad de trabajo en equipo, empatía y estabilidad emocional.

En cuanto al proceso de selección, lo primero será enviar la solicitud una vez abierto el plazo, a través de la web indicada. Hará falta también un certificado médico análogo al exigido por las autoridades nacionales para expedir el título de piloto privado. Luego habrá dos fases de exámenes donde se analizarán las competencias personales y profesionales, y el perfil psicológico del candidato. Le seguirá una extensa evaluación médica, y finalmente entrevistas personales. El que supere todo el proceso, cuyos resultados se publicarán en 2009, pasará a formarse en el Centro Europeo de Astronautas en Colonia, Alemania.

Evidentemente, no será fácil llegar a la meta, pero está claro que para conseguirlo al menos hay que intentarlo. Aún recuerdo cuando leí el anterior anuncio de búsqueda de astronautas para la ESA, publicado en un tablón de la Escuela Técnica Superior de Ingnieros Aeronáuticos de Madrid el último año de mis estudios de ingeniería aeronáutica. Nunca me planteé en serio presentarme, pero recuerdo haber leído el anuncio con cierto estremecimiento. A aquel anuncio respondió Pedro Duque, y terminó volando dos veces al espacio. Quizás en el futuro puedas hacerlo tú… (Foto: NASA)

09 abril 2008

Obama y la NASA

A veces tengo la impresión de que casi escribo un blog sobre el programa espacial norteamericano, o sobre la política espacial de aquel país. No es mi intención, ya me gustaría poder comentar (y criticar, si se tercia) la política espacial rusa o europea, pero la verdad es que de la primera todavía se filtran pocas cosas hasta occidente, y en cuanto a la segunda, todavía tiene un perfil tan bajo que le cuesta trabajo llamar la atención. Aunque en el fondo creo que lo que más influye es que en los Estados Unidos es donde el conjunto de los aficionados al espacio tiene mayor nivel, mayor acceso a los medios, o es más activo en cuanto a divulgar estos temas, así que al final los que observamos el conjunto tenemos mucha más información de los más pequeños detalles de allí que de la visión global de otros países como Rusia (no digamos ya China, por ejemplo).

Bueno, al grano. El caso es que hoy vengo a comentar parte de las intenciones del candidato demócrata a la presidencia Barack Obama en cuanto al programa espacial de su país. Unas intenciones que vienen a confirmar solapadamente lo que ya venía yo insinuando desde que Bush lanzase su "visión sobre la exploración del espacio" en 2004: que todo se quedará en aguas de borrajas.


Ya estaba claro desde el discurso de Bush que la mención a los viajes a Marte no era más que burda propaganda para llamar la atención (eso se veía ya en su discurso, sin más que analizarlo un poco críticamente), aunque le propuesta de volver a la Luna parecía bastante más concreta. Los pequeños avances realizados por la NASA desde entonces en cuanto al futuro programa lunar, parecían irle dando poco a poco más solidez al proyecto (cuanto más se ha avanzado en un determinado proyecto, más difícil es para nadie cancelarlo), aunque eso tampoco significaba mucho: por ahora los planes lunares no pasan de estudios sobre el papel, y eso es fácilmente desmontable por cualquier administración sin armar ningún ruido. No es por darme importancia (en realidad era algo evidente para cualquiera), pero ya decía yo desde el principio que todos estos planes quedaban a expensas de que las siguientes administraciones siguieran apoyándolos, lo cual distaba mucho de estar garantizado.

Pues bien, parece que Barack Obama, uno de los que tienen a día de hoy más papeletas para sentarse en el despacho oval, no lo apoya. Es decir, apoya la continuación de los trabajos en el lanzador Ares y la nave Orión como sustitutos del transbordador (la alternativa sería quedarse sin acceso al espacio, y eso sería inaceptable para cualquier presidente), pero desaparece cualquier referencia a futuros planes de misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre.

Hasta aquí, nada que objetar. Se veía venir, y, como ya he comentado en varias ocasiones, la utilidad de las misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre es, cuando menos, dudosa (por mucho que sean excitantes para todos los aficionados), así que es lógico que unos políticos tengan opiniones a favor y otros en contra, si ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo al respecto. Pero lo que sí voy a criticar (¿no creeríais que iba a hablar de política espacial sin criticar a alguien?) es la forma en que Obama ha presentado, indirectamente, esta nueva política espacial.

Pues bien, Obama incluye en su programa una iniciativa social de gran interés, para promover la educación infantil gratuita de los 0 a los 4 años. Hasta ahí, nada que objetar, todo lo contrario. Este programa social le costaría al gobierno americano 18.000 millones de dólares por año, y Obama ha anunciado que, para evitar aumentar el déficit público, estas cifras se recortarán de otras partidas del presupuesto de la nación. ¿Y a que no sabéis de dónde se le ha ocurrido recortar? No, hombre, no, no seáis tan malpensados... ¿de verdad creéis que va a recortar fondos de ciencia para promover la educación, desvistiendo un santo para vestir a otro? ¿Quizás pensáis que va a recortar el ya exiguo 0,55% del presupuesto federal adjudicado a la NASA para dedicarlo a este programa, teniendo a la vista la quinta parte de los fondos totales de la nación, el 20,5 % dedicado a Defensa? Caramba, pues sí que tenéis vista, habéis acertado de pleno. Quién lo iba a pensar...

Pues sí, muchachos (y muchachas): cómo vamos a recortar gastos en Defensa, por ejemplo, para educar a los niños, si podemos recortárselo a esos técnicos y científicos que se gastan nuestros impuestos en divertirse con sus cosas sin generar nada de interés... Al menos los soldados generan muertos, que ya es algo. Perdonad la ironía y la evidente demagogia, pero es que estas cosas, por mucho que estés acostumbrado a ellas, no dejan de ser indignantes. Que no soy ningún idealista que piense que los ejércitos no hacen falta (aunque los Estados Unidos, en mi opinión, lo llevan al otro extremo), es que es una cuestión de magnitudes: si necesitas recortar 2 mil millones de algún lado (redondeando), se notará menos recortándoselo a una partida de 575 mil millones (Defensa) que a una partida de 15 mil millones (NASA), ¿no? En el primer caso les reduces un 0,3%, y en el segundo un 13%. Evidentemente, es una presentación simplista, y siempre puedes repartir el recorte entre diferentes partidas haciendo que el impacto en cada una sea prácticamente despreciable. Pero no, se lo recortas todo a la NASA, que, total, no vale para nada.

Y es que eso es lo que trasluce detrás de estas propuestas: que existe la sensación generalizada de que la NASA no es importante, que es un gasto inútil, y que sus fondos estarían mejor repartidos en otras actividades. Y si además lo presentas como un recorte para promover la educación infantil, quién se va a negar… ¿es que estás en contra de la infancia o qué? Eso sí que es demagogia, por supuesto, en toda regla, pero es de lo más habitual.

Por supuesto que la NASA tiene sus problemas, y sus ineficiencias, y sus derroches de dinero poco aprovechado… como cualquier otra parte de cualquier administración. Pero la NASA hace ciencia y tecnología. Eso es lo que parece olvidarse. Se recorta la ciencia y la tecnología para promover la educación infantil. Eso, en román paladino, es hacer un pan como unas hostias. Pero refleja perfectamente la visión generalizada que se tiene de la NASA y la actividad espacial no sólo en los Estados Unidos, sino en buena parte del mundo: un gasto inútil, del que prácticamente nadie sabe que es un gasto ínfimo, prácticamente despreciable en el conjunto de los gastos de la nación (el 0,55%, frente al 20,5% de Defensa, por poner un ejemplo claro).

Bueno, volviendo a los hechos objetivos: Obama declara específicamente que esos fondos se recortarán a la NASA, y en concreto al programa Constellation. No detalla cómo se recortará este programa, pero dado que por otra parte defiende la continuación de los trabajos en el Ares I y el Orión al ritmo actual, para minimizar el hueco tras la retirada del Shuttle, sólo queda intuir que el recorte afectará a la otra parte del programa Constellation: es decir, al lanzador pesado Ares V (la base de futuros vuelos más allá de la órbita terrestre) y al programa lunar.

Como ya he dicho antes, en esto no hay gran cosa que objetar: habrá gente a favor de que se olviden los planes de misiones tripuladas por el Sistema Solar, y gente en contra, pero es una cuestión de opiniones (con sólidos argumentos en cada caso). Pero que se decidan cancelar estos planes no es lo mismo que recortar el dinero asignado a esos planes; más que nada porque dicho dinero ya fue recortado en su día (no hace mucho) a otros proyectos de la NASA, precisamente en su mayor parte a proyectos de ciencia básica. Si se quiere (y está en su perfecto derecho, ya digo) eliminar la visión de Bush, hágase, pero reasignando los fondos liberados dentro de la agencia, no quitándoselos por las buenas sin más reflexión para asignárselos a otra partida presupuestaria, por muy interesante que ésta sea.

En fin, sólo quería destacar este punto: que, lamentablemente, esto demuestra que la percepción de la NASA como un organismo que dilapida ingentes masas de dinero público en cosas inútiles está enormemente extendida por todas partes. Aunque los números digan exactamente lo contrario.

04 abril 2008

¡Que vienen los rusos!

Como sabéis, últimamente está habiendo bastante debate en los Estados Unidos sobre la "tragedia y humillación" que para el orgullo e intereses nacionales (¡y hasta la seguridad!) norteamericanos les supondrá el tener que depender de los rusos y sus Soyuz para el envío de sus astronautas a la ISS una vez que el transbordador sea dado de baja en 2010.

También he comentado ya por aquí en alguna ocasión alguna de las perlas del Administrador de la NASA, Griffin, al respecto, hablando incluso del riesgo de transferencia tecnológica hacia Rusia que supondrá la compra de plazas en sus vehículos (no sé, ¿pensarán que esa transferencia tecnológica se da porque los astronautas americanos son más listos, y a los rusos "se les pega" algo durante el viaje juntos? porque si no, no veo yo transferencia tecnológica por ningún lado). Recientemente, el Washington Post publicó un artículo que reflejaba estas declaraciones alarmistas de unos y de otros. Por poneros en contexto, algunos de los comentarios reflejados en el artículo del Post eran los siguientes:

"El Administrador de la NASA Michael Griffin dice que esta situación le causa "grandísimo disgusto y grandísima preocupación". Durante la mayor parte de los cinco años de hueco [entre el Shuttle y el Orión], "dependeremos en gran medida de los rusos, y ésta es una situación terrible para los Estados Unidos. Estoy preocupado, y mucha más gente lo está."

"El Senador Bill Nelson (....) va más allá: "Se trata de una seria traición a los intereses americanos”, dijo. “Esta será la primera vez desde el Sputnik en la que los Estados Unidos no tendrán una superioridad espacial significativa. Estoy anonadado de que hayamos permitido que aparezca esta seria amenaza a nuestra seguridad nacional”.

Seria preocupación, traición a los intereses de la nación, seria amenaza a la seguridad nacional… La verdad es que más que de comprar asientos en las Soyuz, parezca que hablen de amenazas terroristas o algo similar. Como decía, declaraciones de este tipo vienen repitiéndose hace tiempo en los Estados Unidos, pero este artículo del Post generó un pequeño revuelo en un foro internacional de técnicos y aficionados involucrados de una forma u otra en la actividad espacial; y alguno de los comentarios me parecieron tan reveladores que he querido reflejarlo aquí (con bastante retraso, porque he andado muy liado y la cosa no era de urgente actualidad, así que lo fui dejando aparcado hasta hoy).

La principal crítica que subyace en los comentarios cruzados entre esta “gente de a pie" (de uno y otro "bando", es decir, comentarios de americanos, rusos, europeos...) es que resulta vergonzoso que desde un punto de vista "oficial" se esté cooperando en el espacio (Estación Espacial Internacional), y que luego se oigan este tipo de expresiones de profunda desconfianza mutua, que recuerdan casi a los años de la Guerra Fría. Pero hubo un comentario que me gustó especialmente, por lo bien que expresaba lo absurdo de esta situación; un comentario que partía de un norteamericano que en su día trabajó en la CIA y que en la actualidad trabaja en el sector espacial de su país, Edwin Cameron. Paso a reproducir a continuación buena parte de su comentario:

Es una pena que incluso existiendo cooperación oficial entre los Estados Unidos y Rusia, aún exista tanta desconfianza por ambas partes. Los ingenieros y científicos de todo el mundo probablemente trabajarían en armonía si no hubiera políticos.

Los rusos que he conocido no son diferentes del resto de personas de todo el mundo. Los rusos no son malvados, aunque quizás su imperio lo fue. Igualmente, los americanos no son malvados, pero los temores de los políticos americanos a perder una significativa superioridad en el espacio podrían hacer revivir muchos de los elementos de la Guerra Fría. Desde el punto de vista de uno de los muchos que estudiamos los intereses rusos y soviéticos en el espacio desde los más altos niveles de la inteligencia americana, esta visión no tiene sentido. Si bien América ha sido capaz de construir maquinaria muy sofisticada para llevar a cabo una determinada tarea, también lo han hecho los soviéticos y los rusos. Cuando no era más que un jovenzuelo en los entresijos de la inteligencia, no hacían más que repetirme que los rusos no podían hacer esto o aquello porque su tecnología era muy inferior a la nuestra. De hecho, para mi se convirtió en un reto y en una larga búsqueda el demostrar cuánto iban “estos rusos” por delante de América en cuanto a misiles, cohetes y vehículos espaciales. Ningún transbordador norteamericano podría volar dos órbitas y aterrizar sin astronautas a bordo. La URSS podía producir grandes cristales de arseniuro de galio mucho antes que los Estados Unidos, y perfeccionaron muchos procesos de fabricación de titanio que aún hoy no han sido igualados. La lista podría seguir sin fin en cuanto a temas en los que la transferencia tecnológica ha sido HACIA los Estados Unidos. Así que, ¿en dónde está esta significativa superioridad [norteamericana]? ¿En tomar fotos de matrículas desde el espacio? Cuando los rusos tenían una necesidad, satisfacían esa necesidad. (…) Por supuesto, ir a la Luna fue un gran logro, ¿pero qué ha pasado desde entonces? Desde luego, la superioridad norteamericana claramente no ha estado en mantener plataformas orbitales o en mantener una presencia humana en el espacio, cualesquiera que fueran las razones.

Probablemente fue el hecho de expresar abiertamente estos hechos, más que ninguna otra cosa, lo que me hizo perder aquel excitante trabajo en la inteligencia. Pero personalmente quiero dar las gracias a los rusos y al N1 por haber puesto a 12 hombres en la Luna. También agradezco a los rusos el haber mantenido viva la ISS a pesar de sus propios desastres económicos y recesión.

Si la cooperación [con los americanos] que buscaban el Dr. G.I. Severin y los profesores del Instituto de Aviación de Moscú en 1990 se hubiese llevado acabo, algo intentado de nuevo en 1991 por ingenieros y constructores como el Dr. V.K. Karrask, no tengo ninguna duda de que el Energiya habría hecho viajes a la Luna, y ahora estaríamos preparándonos para ir, o incluso para volver, a Marte. En cambio, América está ahora criticando su propia miopía, con el temor de que algún otro, quizás incluso China, pueda arrebatarle un liderazgo que quizás nunca ha sido real o significativo.

Se trata de la humilde opinión de un antiguo oficial de inteligencia resentido y científico espacial.


(Imagen: ModernHumorist.com)

02 abril 2008

Keroseno: el último descubrimiento anti-contaminación (ironía)

No sé si va a parecer que soy excesivamente crítico con EFE y El Mundo, porque, en cuanto a prensa se refiere, tienen el récord de críticas en este blog, de forma abrumadora. Por cierto, que El Mundo tiene el “honor” de haber inaugurado la serie de críticas periodísticas en este blog con aquel ínclito artículo propio (sin EFE de por medio) que destripamos aquí (no pongo el link al artículo, al igual que no mencioné la fuente en su día, para no herir demasiado a su autor, aunque los realmente interesados sabrán cómo buscarlo). Tampoco es que yo sea un asiduo lector de El Mundo; de hecho, casi siempre me entero de sus cagadas (con perdón) indirectamente, bien porque alguien me comenta que sale tal o cual noticia (de temas espaciales, hablo) o bien, como ahora, por pura casualidad. Pero al menos habrá que reconocerle una cosa: que es prácticamente el único periódico español que toca asuntos de ciencia y, en concreto, del espacio, asiduamente. Pero por favor, tanto en El Mundo como en EFE, que contraten a alguien con una mínima base para que haga de filtro, por caridad...

La noticia de hoy (en realidad de hace unos días, pero yo la he visto hoy) está relacionada con el nuevo vehículo de turismo suborbital anunciado por la empresa americana XCOR, el Lynx. El anuncio oficial se hizo el día 26 de marzo, EFE emitió su nota de prensa el 27, y El Mundo publicó su artículo el 28. Y la cagada de hoy es de jardín de infancia, porque basta con pensar un poco lo que se dice para darse cuenta de que es absurdo. Me refiero a la frase "utilizará un combustible "respetuoso con el medio ambiente", a base de oxígeno líquido y queroseno, que en su combustión generará agua". Genial. Acabamos de solucionar el efecto invernadero, y la mayor parte de la contaminación: a partir de ahora, quemar hidrocarburos no contamina, sólo generamos agua.

¿Qué forma el agua? Supongo que hasta ahí sí llegará cualquier redactor, siendo la fórmula H2O la más conocida y repetida de toda la química; es decir, hidrógeno y oxígeno. Y si este motor quema oxígeno y keroseno, salvo que se crea que el keroseno es otra forma de llamar al hidrógeno, pues difícilmente obtendremos sólo agua. Si además sabemos, como creo que también sabe casi todo el mundo, que el keroseno es lo que queman los aviones, creo que tendremos más pistas. Que no estoy pidiendo que se sepa que el keroseno es un hidrocarburo poco refinado similar al gasoil, sólo pido que se piense un poco: ¿un avión contamina? Hombre, no demasiado, pero creo que todos sabemos que sí, que lo que echa por el escape no es agua. Así que el motor del Lynx producirá algo similar, ¿no?

En realidad, el motor del Lynx sí es más “ecológico” que el de un avión, dado que no utiliza aire para quemar el keroseno, sino oxígeno puro. Ello evita, por ejemplo, la formación de óxidos de nitrógeno en el proceso, que son contaminantes. También la eficiencia de la combustión prácticamente evita la emisión de monóxido de carbono, o CO (algo que apenas sucede tampoco en los turborreactores, por la misma razón). Pero los gases seguirán compuestos en su mayor parte por CO2 (responsable del efecto invernadero), más todos aquellos compuestos originados a partir de las impurezas del keroseno, como óxidos de azufre, por ejemplo, responsables de la lluvia ácida. Y sí, también agua. Pero ni mucho menos sólo agua.

No es que me esté poniendo alarmista: efectivamente, un motor cohete de oxígeno y keroseno es, tal y como está el panorama general a día de hoy, relativamente poco contaminante, al igual que son poco contaminantes los turbofanes utilizados en aeronáutica (otra cosa es su contribución al cambio climático, ya que toda emisión de CO2 suma en este aspecto). Pero decir que un motor de este tipo "sólo genera agua", indica que no se piensa lo que se escribe. O al menos, prefiero pensar eso, que ya es bastante malo...

Por cierto, que motores cohete impulsados por keroseno y oxígeno son y han sido siempre de lo más habitual en los lanzadores, sobre todo en primeras etapas: este propulsante es la base de los distintos modelos Soyuz, Atlas, Delta (excepto Delta IV), Zenit… o, hablando de cohetes históricos, también los Redstone que pusieron al primer americano en el espacio, o los Saturn que enviaron al hombre a la Luna (los Atlas y R-7 que pusieron en órbita a Glenn y Gagarin respectivamente ya estaban incluidos en el grupo anterior de lanzadores actuales, al ser los orígenes de las familias Atlas y Soyuz). No parece que el Lynx vaya a ser muy innovador en este terreno, por tanto, pese a estas declaraciones; bueno, si consiguen que sólo eche agua, entonces sí, ¡será revolucionario!