25 septiembre 2008

¿Mentiras espaciales? No eran exclusivas de los soviéticos

Uno ya tiene una edad en la que empieza a no sorprenderse de casi nada. Con el tiempo te vas dando cuenta de que nada es blanco ni negro, que nada es totalmente bueno o totalmente malo, y que no todo es lo que parece. Sin embargo, no deja de ser triste encontrarse con hechos como el que voy a relataros aquí.

En el contexto de la historia espacial, siempre se ha puesto a la época soviética como un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas en materia de transparencia informativa. Efectivamente, durante décadas los rusos no sólo ocultaron buena parte de lo que ocurría en su programa espacial (y en muchas otras áreas, por supuesto), sino que a menudo mintieron descaradamente e incluso llegaron a falsificar documentación, como los famosos retoques de fotografías para eliminar a personajes que con el paso del tiempo se habían convertido en personas “non gratas” (lo que daría pie a numerosas leyendas sobre cosmonautas muertos en misiones secretas, demostrando que a menudo lo que se consigue con el secretismo es mucho peor que lo que se pretendía evitar).

Frente a esto, la NASA y los Estados Unidos aparecían como un ejemplo de honestidad y transparencia. Por supuesto, la parte militar siempre ha estado “clasificada” y nunca se ha dado información sobre ello (bueno, ahora, cinco décadas después, empiezan a desclasificarse documentos sobre algunas de las primeras misiones), pero esto parecía lógico, y de todas formas no es lo mismo ocultar algo que mentir sobre ello.

Pues bien, no es así. La NASA también miente cuando le interesa. Y por razones no muy diferentes a las que originaban muchas de las mentiras soviéticas. ¿Recordáis todas esas misiones rusas que se declaraban como “un éxito”, que transcurrían “sin novedad”, y que con el paso de los años se demostró que habían estado repletas de fallos en ocasiones de suma gravedad? Parecía que eso nunca ocurriría con la NASA, ¿verdad? Inocentes…

No me refiero a ocultar algún dato o a intentar suavizar algún problema. Uno puede entender que ciertos incidentes menores ocurridos durante las misiones no se cuenten a la opinión pública; al fin y al cabo, a nadie le agrada exponer los trapos sucios. También se puede entender que se intenten minimizar los problemas de cara al exterior con una sonrisa mientras por dentro se sufren sudores para solucionarlos. Esto se entiende. Pero hablamos de algo mucho más grave, desde mi punto de vista.

No es la primera vez que la NASA miente. Seguro que lo ha hecho muchas veces, pero en el contexto que comentaba arriba, muchas “mentirijillas” pueden considerarse “pasables”. Mintieron, por ejemplo, cuando en 1997 quisieron quitar importancia al grave incendio que tuvo lugar en el interior de la Mir comunicando que su duración había sido de 90 segundos. Cuando el astronauta norteamericano que lo sufrió a bordo volvió a la Tierra y se sintió indignado ante esta mentira, explicando a la prensa que el fuego se mantuvo sin posibilidad de ser extinguido durante 15 minutos, la NASA se justificó diciendo que seguramente alguien había añadido por error un punto entre el 1 y el 5, convirtiendo los 15 minutos en 1,5, es decir, 90 segundos. En fin, se les vio el plumero, pero al menos nunca ocultaron que el fuego había existido.

Pero lo que voy a contaros ahora me parece bastante serio, y para mi supone un importante descrédito para la política informativa de la agencia norteamericana. Se trata del intento de ocultar el grave problema ocurrido durante el aterrizaje de la misión STS-37 del transbordador espacial, el 11 de abril de 1991, habiéndose llegado a tergiversar documentos oficiales para encubrirlo.

Me refiero al informe de la misión, el “Mission Report” que se edita para cada una de las misiones del transbordador espacial. Este informe recoge los principales eventos de la misión, incluidos pequeños problemas, con una extensión que en este caso concreto es de 33 páginas. Se trata de un documento que la NASA ofrece como de acceso público, en lo que parece una fantástica muestra de transparencia informativa, al tratarse de un documento puramente técnico. El problema es que esta transparencia se convierte en una estafa cuando se demuestra que el documento miente flagrantemente.

No creo estarme pasando al decir esto, teniendo en cuenta que en la página 3 del documento (página 8 del pdf disponible a través del servidor de documentos técnicos de la NASA) dice, refiriéndose al aterrizaje, que éste “fue normal en todos los aspectos”. No sabía que ahora se consideraba normal aterrizar fuera de pista porque al piloto le había resultado imposible llegar a alcanzarla.

El informe no habla en ningún otro lugar de los problemas sufridos durante la fase de aproximación y aterrizaje. A esta fase, que generó momentos de gran tensión tanto en tierra como a bordo del Atlantis, el informe le dedica un único párrafo de 5 líneas en la página 3, con las horas de toma de contacto con tierra y el comentario de que “fue normal en todos los aspectos”. Señores, esto para mi es una flagrante mentira, y que luego me ofrezcan este documento técnico magnánimamente como prueba de transparencia, me parece una tomadura de pelo. ¿Qué credibilidad le doy a toda esta información suministrada “abiertamente” por la NASA a partir de ahora?

No me extenderé mucho sobre los problemas de la misión STS-37 durante su aproximación y aterrizaje a la Base Aérea de Edwards, porque requerirían un artículo específico (está hecho, y saldrá en el número de octubre de Espacio), pero os diré brevemente que, debido a una combinación de fuertes vientos en la zona de aterrizaje, mala comunicación entre el control de la misión y la tripulación, y algún pequeño fallo humano adicional del piloto, la tripulación del Atlantis se encontró en la fase final de la aproximación con su aparato cayendo a tierra sin posibilidad alguna de alcanzar la pista de aterrizaje. La toma de contacto con el suelo se produjo 1600 pies antes de la cabecera de pista (casi 500 metros), y no terminó en catástrofe gracias a que se producía sobre la perfectamente llana extensión de un lago seco. De haberse producido este mismo problema en la pista pavimentada del Centro Espacial Kennedy, en Florida, es muy posible que la misión hubiera terminado en desastre. Todo esto lo sabemos gracias a que lo ha revelado el que fuera entrenador de vuelo de los astronautas para la fase de aterrizaje en aquella época, Daniel Deger. También la revista Aviation Week mencionó muy brevemente el problema tras la finalización de la misión, a través de unas breves declaraciones del comandante a su corresponsal, pero sin dar ningún tipo de detalle. Por parte de la NASA, no parece que nunca haya habido información oficial del incidente. No puedo asegurarlo al 100%, ya que en 1991 Internet no era lo que es hoy día, y para comprobar exhaustivamente la prensa de aquella fecha tendría que meterme en alguna hemeroteca norteamericana (cosa que, lógicamente, no me resulta muy práctico); pero el hecho de que no aparezca reflejado en ninguna publicación posterior, en ninguna recopilación de accidentes o incidentes, y que sea tan desconocido para la mayoría de los aficionados, me hace pensar que, efectivamente, la NASA nunca informó de ello. Desde luego, lo que sí puedo asegurar es que, a día de hoy, no he podido encontrar ningún documento público de la NASA sobre aquella misión (y hay bastantes) que refleje el incidente.

Para los lectores más “frikis”, os comentaré que hay algunas pequeñas discrepancias entre lo publicado en su día por Aviation Week y las declaraciones más recientes de Daniel Deger al respecto de la misión STS-37. Son datos que no he podido incluir en el artículo de Espacio por razones de extensión, pero que comentaré aquí para los interesados: según Aviation Week, la toma de contacto con el suelo se realizó a 600 pies de la cabecera de pista, mientras que según Deger fue a 1600 pies; puesto en contacto con Deger para comentarlo, él me confirma que 1600 pies es la cifra correcta, y por su vehemencia me inclino a pensar que lo de Aviation Week pudo ser una errata. Otra discrepancia está en la velocidad de toma de tierra, que para la revista fue de 167 nudos y para Deger de 157 (siempre muy por debajo del mínimo establecido, en cualquier caso); personalmente, no sabría por quién decantarme en este dato.

Ha habido algún otro caso similar, aunque ha podido corregirse sin llegar a estos extremos. Sabemos de al menos otra misión (STS-31) que sufrió serios problemas para alcanzar la pista, y que sólo lo consiguió después de que el piloto “estirase” al máximo la senda de planeo a costa de disminuir su velocidad por debajo de los límites marcados por los procedimientos. Tampoco esto había sido revelado oficialmente por la NASA, pero uno puede entender que un caso así no salga a la luz, y hasta que se pueda considerar como un aterrizaje más o menos “normal” (el piloto no diría lo mismo, pero bueno, al menos se consiguió salvar la situación y se aterrizó en la pista sin mayor problema). Pero un aterrizaje 500 metros antes de la cabecera de pista, como el del Atlantis en la misión STS-37, no es normal por mucho que intenten convencerme de ello. ¿Que afortunadamente el suelo era como un espejo y no pasó nada? Pues sí, menos mal. Pero no creo que eso le convenza a nadie de que el aterrizaje ha sido normal; vamos, ni borracho…

Como decía al comienzo de esta entrada, es muy triste encontrarse con algo así. No ya por el hecho de haberlo intentado ocultar, que puede ser disculpable, sino por presentar los hechos de forma tergiversada en un documento oficial. Lo más triste para mí es que ya nunca me sentiré seguro confiando en un documento oficial de la NASA. Porque estoy convencido de que casos como éste son la excepción… ¿pero cómo saber si el documento que te interesa, el que estás utilizando tras una larga búsqueda para documentarte sobre algún oscuro asunto de la historia de la exploración espacial, es una de estas excepciones?

En los inicios de la exploración espacial, se ponía la transparencia de la NASA, sacando a la luz los problemas de sus misiones, como un ejemplo de buen hacer frente al secretismo soviético. Ello le dio a la NASA una gran credibilidad, y lo que inicialmente podía parecer una debilidad, al ser el mundo entero testigo de sus fracasos, se convirtió en realidad en una gran fortaleza que le proporcionó un gran prestigio. La NASA se dio cuenta de esto, y convirtió la transparencia informativa en su bandera.

Ahora, parece que esta organización ha caído en el mismo grave error que su antiguo rival, intentando ocultar los problemas de cara al exterior para dar una imagen de buen hacer y armonía, aunque sea a costa de falsear el contenido de un documento técnico. Esa transparencia informativa que iniciaron en su día se les ha vuelto en contra cuando han querido empezar a ocultar información; no podían dejar sin publicar un “Mission Report”, porque lo habían hecho siempre, era una de sus muestras de transparencia, y no hacer público uno demostraría que había algo que ocultar. Así que se mantuvo la política de apertura, pero falseando el contenido. Esto es una traición a toda la tradición de la organización, y a toda la opinión pública. Con actuaciones como ésta, toda la credibilidad que ganaron en su día la han perdido.

Pero no es sólo eso. No sólo es que con estas actuaciones la NASA pierda la credibilidad y la honestidad que tradicionalmente se le han atribuido, lo cual ya es suficientemente grave por sí solo. Es que, además, creo que pretender ocultar los problemas es un gran error. Y ellos deberían saberlo más que nadie. Como decía antes, la NASA se engrandeció en los comienzos del programa espacial precisamente cuando la gente pudo ver los problemas, las enormes dificultades que encerraba el vuelo espacial, con sus riesgos y sus fracasos, y cómo se fueron solucionando. Si se quiere de verdad apasionar a la gente con la astronáutica, se conseguirá mucho mejor presentando ésta como lo que es, una actividad tremendamente compleja y repleta de riesgos que se van sorteando con esfuerzo, y no como un camino de rosas que se recorre de forma rutinaria y sin incidentes, que es lo que parece que se quiere hacer ver desde la década de los 80-90. Para mí, esto es un error. Y si además se lleva al extremo comentado aquí de caer en la deshonestidad, rozando la falsedad documental, se convierte en un grave error que podría echar por tierra todo el prestigio y la credibilidad conseguidos a lo largo de los 50 años de vida de la organización. Sin embargo, por suerte pare ellos (triste suerte), el interés por la actividad espacial es tan escaso hoy en día que al final estas revelaciones terminan pasando totalmente desapercibidas. (Imagen: Disney)

24 septiembre 2008

Obama “salva” a la NASA

Resulta curioso que sea el candidato demócrata a la presidencia el primero en dar respuesta a las demandas de un Administrador de la NASA nombrado por un presidente republicano…

Pero así es: parece que la maniobra de filtrar a la prensa un correo electrónico del Administrador Griffin lamentándose de la terrible situación a la que se enfrenta la NASA de cara al mantenimiento de su presencia en la estación espacial, ha surtido efecto, y el candidato Barack Obama ha enviado una carta a los líderes demócratas del Congreso y el Senado norteamericanos pidiéndoles que apoyen la aprobación que permita seguir comprando a Rusia sus servicios de acceso a la ISS a bordo de las naves Soyuz.

La carta de Obama es más extensa y más política, aprovechando para criticar la terrible situación en la que, según sus palabras, la política de Bush ha dejado al programa espacial norteamericano, y planteando tres acciones inmediatas, aunque sólo una de ellas dirigida a solucionar realmente el problema.

La principal acción es la que he presentado anteriormente, comprar asientos en las Soyuz. Las otras dos: pedir a la NASA que suspenda las acciones encaminadas a retirar el Shuttle en 2010 (simplemente para ganar tiempo y dejar la puerta abierta a posibles cambios en este sentido), y aumentar el presupuesto de la NASA para 2009 de modo que se pueda llevar a cabo una misión adicional del transbordador además de las consideradas a día de hoy (misión de la cual ya hemos hablado en otras ocasiones aquí, la del Espectrómetro Alfa-Magnético).

En cualquier caso, lo importante es lo que señalaba al comienzo: Obama, como máximo representante del partido demócrata, pide a sus colegas que aprueben el mantenimiento del acuerdo con Rusia en torno a las Soyuz. La carta tiene fecha del 22 de septiembre, y es la clara consecuencia de la filtración de las lamentaciones de Griffin a la prensa (de hecho, Obama reproduce incluso una frase del mail de Griffin en su carta). Fuera quien fuese el que realizó la filtración, parece que su treta ha funcionado: si los congresistas demócratas siguen las recomendaciones de su líder, puede que la principal preocupación de la NASA esté camino de solucionarse. De cumplirse, sería la prueba de que a veces la publicación de unas declaraciones “políticamente incorrectas” vale mucho más que decenas de informes oficiales y de acciones de presión por caminos más ortodoxos, consiguiendo dar la vuelta en pocos días a una situación que parecía claramente perdida.

En el lado republicano, entre tanto, las opiniones parecen algo más divididas. El candidato McCain no se ha pronunciado claramente al respecto, y entre sus filas hay partidarios tanto a favor como en contra de mantener el acuerdo con Rusia, aunque en las últimas horas parece que el pragmatismo va ganando adeptos frente a la intransigencia. Veremos en qué queda todo.

ACTUALIZACIÓN: Los acontecimientos se están precipitando, y por el buen camino para la NASA. Poco después de escribir lo anterior, durante la noche del 24 al 25 en España, el Congreso norteamericano ha aprobado la extensión del permiso para comprar asientos en las Soyuz hasta 2016, una fecha en la que ya el nuevo vehículo norteamericano Orión debería ser capaz de tomar el relevo. Sólo se necesita ahora la ratificación por parte del Senado, pero prácticamente ya se da por segura. En el seno del programa espacial tripulado norteamericano ya pueden empezar a respirar de nuevo: parece que sus astronautas podrán seguir utilizando la estación espacial en los años venideros, lo cual no habría sido posible de no haberse aprobado esta medida, como ya explicamos aquí.

Probablemente es muy exagerado el título que le he puesto a esta entrada: en realidad, lo que ha “salvado” a la NASA han sido sus esfuerzos por concienciar a su clase política, y, sobre todo, la filtración interesada a la prensa del e-mail interno de Griffin. Pero lo cierto es que Obama se ha apuntado un tanto al ser el primero en salir en activa defensa del administrador de la agencia espacial. Curioso mundo éste de la política… (Foto: NASA)

18 septiembre 2008

Descubierta una especie animal capaz de sobrevivir en el espacio

Ya se sabía que ciertos organismos unicelulares, como bacterias, eran capaces de sobrevivir a los rigores del espacio en un estado de latencia. No sólo se había probado en experimentos realizados en la órbita terrestre, sino que incluso los astronautas de la misión Apollo 12 habían encontrado en 1969 bacterias que habían sido capaces de sobrevivir sobre la Luna durante dos largos años, depositadas en el exterior de la sonda Surveyor 3 (aunque estos resultados no están 100% corroborados).

Pues bien, ahora el descubrimiento va más allá: un equipo de la Universidad Kristianstad de Suecia ha publicado que los “osos de agua” o tardígrados son capaces de sobrevivir a una permanencia de al menos 12 días en el espacio expuestos al vacío y las radiaciones cósmicas, como se ha demostrado en un experimento realizado en colaboración con la Agencia Espacial Europea a bordo de un satélite ruso Fotón.

La conclusión del estudio es que los animales (unos pequeños bichitos casi microscópicos, cuyo tamaño va de los 0,1 a los 1,2 mm y habitan en zonas húmedas) son capaces de sobrevivir al vacío y la deshidratación propias del espacio. También muchos de ellos, si bien no todos, han sido capaces de sobrevivir a los daños provocados por la radiación cósmica; se cree que lo han conseguido mediante algún mecanismo capaz de reparar los daños producidos en su ADN por dicha radiación.

El descubrimiento no sólo es importante por sí mismo y por lo que puede representar de cara a teorías como la panspermia (posibilidad de diseminación de la vida a través del espacio, a bordo de meteoritos, por ejemplo), sino también por la importancia que podría llegar a tener en la medicina, por la posibilidad de reparar daños genéticos. En el campo del tratamiento del cáncer, por ejemplo, uno de los problemas de la radioterapia es que su radiación no sólo mata células cancerosas, sino también células sanas. Conocer el posible mecanismo de reparación de los daños por radiación en los tardígrados podría ser de utilidad para los seres humanos en el futuro.

Es sólo un ejemplo más de cómo invertir en investigación en el espacio puede ayudarnos en nuestra vida en la Tierra.

Primera imagen de un posible exoplaneta

Parece increíble que hace sólo poco más de 10 años la existencia de planetas alrededor de otras estrellas no fuera más que una hipótesis más o menos lógica y probable. Fue en 1995 cuando se descubrió el primero, aumentando después la cantidad poco a poco, casi con cuentagotas, hasta empezar a dispararse rápidamente el número de descubrimientos en los últimos años (son unos 309 planetas extrasolares los que se han descubierto hasta el momento). Pero hasta ahora, casi siempre se había tratado de descubrimientos por medios indirectos: pequeñas variaciones en el brillo de una estrella debido al tránsito de un gran planeta por delante de ella, pequeñísimas oscilaciones de la estrella debidas a las alteraciones producidas por la gravedad del planeta… De estas formas, podía deducirse la presencia de un segundo cuerpo oscuro del que podía llegar a determinarse con bastante aproximación su masa y su órbita. Hubo que esperar hasta 2004 para poder contemplar de forma directa lo que parecía ser un planeta extrasolar. Y fue un equipo europeo el que lo consiguió, utilizando las instalaciones del European Southern Observatory (ESO) en Chile.

Desde entonces, sólo otros tres candidatos a planetas han sido observados de forma directa. Pero con el paso del tiempo, se demostró que ninguno de ellos lo era en sentido estricto: o bien se trataba de cuerpos de tipo planetario que no orbitaban ninguna estrella (es decir, que vagaban libremente por el espacio), o bien eran realmente estrellas enanas marrones, que no llegan a emitir luz pero tampoco se consideran planetas.

Pero el pasado lunes día 15 se publicó la primera fotografía del que sí parece que puede convertirse en el primer planeta extrasolar detectado visualmente. Y además, tiene una importante particularidad: es el primero de los cuerpos planetoidales observados por medios directos que orbita una estrella de tamaño medio similar al Sol.

Aunque aún no se dispone de confirmación al cien por cien (habrá que esperar unos dos años para confirmar que orbita su estrella), las probabilidades de que éste sea un exoplaneta real son grandes. La observación la han realizado investigadores de la Universidad de Toronto utilizando el telescopio Gemini Norte de la isla de Mauna Kea, en Hawai. Se trata de un planeta de una masa estimada en unas 8 veces superior a la de Júpiter, que orbita una estrella con aproximadamente un 85% de la masa del Sol, a una distancia de unas 330 U.A. (distancia Tierra-Sol). Su estrella (que tiene el sencillo nombre de 1RXS J160929.1-210524) está a unos 500 años luz de la Tierra.

No se trata, por tanto, ni de un planeta rocoso de tipo terrestre, ni está dentro de la supuesta banda de habitabilidad, sino que se trata de un gigante gaseoso situado casi 9 veces más lejos de su sol que Plutón del nuestro. Pero no deja de ser un gran descubrimiento, y, además, la fotografía es realmente impresionante. Si hemos conseguido tales avances en apenas 10 años, quién sabe qué sorpresas nos deparará la tecnología en este campo en el futuro… (Foto: Gemini Observatory)

16 septiembre 2008

Las tribulaciones de un administrador en horas bajas (…o cómo mantener la presencia norteamericana en el espacio sin morir en el intento)

El Administrador de la NASA Mike Griffin lo está pasando mal. No es que sienta especial lástima, ya que ése es su trabajo (no pasarlo mal, pero sí gestionar su organización, y ello incluye enfrentarse a los problemas), por el cual le pagan muy bien. Pero está claro que su cuesta abajo en la dirección de la agencia está poniéndose cada vez más empinada. Digo "cuesta abajo" porque ya sabemos que el de Administrador es un cargo político elegido por el presidente, y que con el cambio en la Casa Blanca suele venir un cambio en la dirección de la agencia espacial. Pero sobre todo es cuesta abajo porque, a pesar de los problemas sufridos en los últimos años (escasez de presupuestos, problemas en el desarrollo del Ares...), creo poder decir que nunca se había enfrentado a problemas tan serios como los actuales.

Griffin está jodido. Perdón por la expresión, pero lo está. Y lo ha reconocido casi con todas las letras en un correo electrónico interno enviado su sus más directos colaboradores, que se ha filtrado a la prensa (yo alucino... envías un correo sincerándote a los que consideras tus colaboradores más cercanos, y alguno de ellos va y se lo pasa a la prensa. Pá matarlo, al que haya sido...).

En su correo, Griffin se lamenta amargamente de la situación actual: hay una orden administrativa para retirar el Shuttle en 2010 (Griffin dice que lo que hay no es una decisión técnica o de gestión, sino toda una “jihad” para retirar el Shuttle en esa fecha y dejar languidecer la estación espacial); por otra parte su sustituto, el Ares-Orión, no estará listo hasta 2015 como muy pronto; y la única salida posible, que es enviar a los astronautas americanos entre 2010 y 2015 a la ISS a bordo de la nave rusa Soyuz, está severamente amenazada por la situación en Georgia. Como ya comentamos aquí, la situación actual no es la mejor para pedir al Congreso que apruebe la compra de más asientos en las Soyuz… Griffin se reconoce absolutamente pesimista al respecto, no tiene esperanzas de recibir dicha aprobación por parte del Congreso; una aprobación que, para colmo, debería conseguirse en el curso de las próximas tres semanas por razones de calendario. Y con un Congreso a punto de disolverse y con su atención centrada en los mazazos que la crisis económica está dando al país en los últimos tiempos, no parece que haya mucha receptividad para dedicar la atención a estas cosas del espacio, y menos si ello implica pagar dinero a los “indeseables” rusos. “Los rusos no van a salir de Georgia pronto, desde luego no antes de las elecciones. Y si no lo hacen, el INKSNA [la autorización para comprar asientos en las Soyuz] está muerto antes de nacer”.

Para Griffin, la situación es un callejón sin salida, y pase lo que pase, será malo. Como decía, está convencido de que la solución de alquilar a los rusos su Soyuz está descartada, y las alternativas son a cual peor. A partir de 2011, cuando venza el acuerdo actual con Rusia, los astronautas norteamericanos se quedarán sin acceso a su propia (en parte) estación espacial durante 4 ó 5 años. No sólo los Estados Unidos no tendrían presencia humana en el espacio en ese periodo, sino que serían 4 ó 5 años sin utilizar una infraestructura en la que han invertido 50 millardos de dólares. Ante esta perspectiva, para Griffin está claro que el próximo presidente tomará la decisión de extender la vida del Shuttle más allá de la fecha prevista de retiro en 2010. “Nos dirán que extendamos el Shuttle. No hay otra solución sostenible políticamente”. Según él argumenta, es la salida más sencilla desde un punto de vista político: no cuesta demasiado dinero ni esfuerzo, y permite “salvar la cara” ante la opinión pública. Está convencido de que ésta será la acción tomada por el próximo mandatario estadounidense, sea quien sea.

Pero esta salida es bastante inoperativa en la práctica. Por una parte, porque no permite una presencia realmente efectiva de astronautas norteamericanos a bordo de la estación (luego lo explico), y por otra, porque esto amenazaría seriamente el proyecto del alma de Griffin, la vuelta a la Luna. El Administrador se teme que la decisión de extender el Shuttle se tomará sin que probablemente implique cambios en los presupuestos de la NASA, lo que significa que para sufragar los costes que supone mantener el transbordador en activo, el programa Ares-Orión y su continuación lunar se alargarán de forma indeterminada. Y todos sabemos que si un programa de este tipo no aprovecha el ímpetu inicial y empieza a demorarse en el tiempo, corre grave peligro de terminar olvidado y cancelado.

Como decía, mantener en servicio el Shuttle realmente sirve de poco: si los astronautas norteamericanos quieren pasar largas temporadas en la ISS, como se ha hecho hasta ahora, necesitan de la Soyuz como vehículo de emergencia, aunque hayan subido a la estación a bordo de un transbordador. El Shuttle no puede permanecer amarrado al complejo mucho más de quince días, por lo que, pasado este periodo, los norteamericanos necesitarían contar con la Soyuz como sistema de seguridad, como vehículo de escape para emergencias. Ello les obligaría a reservar asientos en las naves rusas, lógicamente pagando por ellos, lo cual es justamente lo que está pendiente de la aprobación del Congreso que tan incierta se ve a día de hoy. Es decir, aunque no se “compren billetes” de subida en los Soyuz, hay que “comprarlos de bajada”, por si acaso, incluso aunque al final se termine bajando también en otro transbordador. La alternativa es realizar misiones de sólo 15 días de duración, y eso sería poco más que imagen: en ese tiempo, poco puede explotarse el potencial científico de la estación. De hecho, para eso no hace falta estación: ya a bordo del Shuttle se pueden realizar misiones de experimentación en microgravedad por esos cortos periodos de tiempo sin más que equipar la bodega con un módulo laboratorio, como se ha hecho en múltiples ocasiones. Sería bastante absurdo.

Así que Griffin se teme que los políticos le van a obligar (a él o a su sucesor) a mantener en activo el Shuttle para nada (al menos para nada efectivo), amenazando por el camino con cargarse su proyecto fetiche de exploración lunar. “Ellos no ven lo que esto significará para el liderazgo norteamericano en el espacio en el largo plazo. E incluso si lo vieran, tienen un problema en el corto plazo que deben resolver. Volar el Shuttle es la única forma de resolverlo”. Y admite que es una situación que ellos mismos se han buscado, al permitirse depender hasta extremo de los rusos, y al mismo tiempo al no haber puesto en su momento el suficiente dinero como para desarrollar el Ares-Orión en el menor tiempo posible; reconoce también, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, que ahora ya es demasiado tarde para acelerar su entrada en servicio, por mucho dinero que se pusiera.

Aunque no lo menciona en su mail, yo añadiría que la situación actual se la buscaron hace ya bastantes años, cuando los Estados Unidos decidieron unilateralmente recortar drásticamente su participación en la Estación Espacial Internacional, cancelando (entre otros) el desarrollo del vehículo de rescate de tripulaciones (CRV) que formaba parte de su aportación al proyecto. Si este vehículo no hubiese sido cancelado para ahorrar costes (cuando ya se había avanzado en su diseño, recordad el X-38, por ejemplo), hoy los norteamericanos no tendrían que alquilar asientos en las Soyuz para evacuaciones de emergencia. El CRV no hubiera servido para subir astronautas a la estación, pero en combinación con una extensión de vida del Shuttle como la que ahora empieza a plantearse, solucionaría el problema.

Pero no, en aquel momento se decidió cancelar el CRV para ahorrar costes, y a cambio se decidió pagar a Rusia para utilizar los servicios de sus naves Soyuz como vehículos de emergencia. Una decisión técnicamente mala: la Soyuz sólo cuenta con tres asientos, mientras que el CRV iba a tener siete; un CRV permitiría, por tanto, evacuar a toda la tripulación de la estación, mientras que con las Soyuz se necesitarían dos vehículos para evacuar a una tripulación reducida de sólo seis miembros. La decisión costó dinero (pago a Rusia por sus servicios, y aumento de costes operativos al precisarse dos vehículos en lugar de uno, con sus dos lanzamientos asociados) y restó operatividad (la tripulación de la ISS quedaba restringida a un máximo de 6 miembros). Y ahora puede costar aún mucho más.

Griffin hace también un comentario curioso, que no tiene mucho que ver con el resto, pero que parece reflejar lo ciegos que deben estar algunos norteamericanos con respecto a su papel en la Estación Espacial Internacional. Griffin, sensatamente, intenta quitar la venda a estos ilusos: “No creo que los rusos admitan nunca (ni siquiera creo que ellos se lo crean) que nos necesitan para operar la ISS. Sí, podríamos tomar acciones para secuestrar la ISS, o para impedirles usarla; el tema de la gestión energética, por ejemplo [la mayor parte del suministro eléctrico a la estación proviene del segmento norteamericano]. Pero no tomaremos esas acciones. Hablando en términos prácticos, los rusos pueden sostener la ISS sin tripulación americana siempre y cuando no les saboteemos activamente, lo cual no creo que vayamos a hacer nunca, excepto en caso de guerra. Así que no voy a defender el argumento de que la “dependencia” funciona en ambos sentidos. Nosotros los necesitamos. Ellos a nosotros no.”

Su mail termina expresando claramente su estado de ánimo: “estoy abierto a otros puntos de vista, en parte porque el mío es todo lo pesimista que puede ser”. ¿No os lo decía al principio? Sí, Griffin está jodido. Y el que ha filtrado el mail es un cabrón con pintas… (perdón, no me he podido resistir). (Foto: Eliot J. Schechter/Getty Images)

Sin palabras

Poco que añadir a una situación que me parece vergonzosa para la representación de un gobierno ante un organismo internacional. Me refiero a la pelea entre el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Ministerio de Industria por ver quién representa a España ante la Agencia Espacial Europea. Impresentable. El buen camino iniciado hace algunos años con la potenciación de nuestro sector espacial y de nuestra participación en la ESA puede verse dañado por estupideces como estas. Como decía, poco más que añadir, os dejo con algunas de las noticias publicadas al respecto:

Una pelea entre Industria y Ciencia daña la imagen exterior de España
La industria, “preocupadísima” por la pelea

02 septiembre 2008

La Tierra de noche

No es una imagen nueva, así que es posible que muchos ya la hayáis visto antes, pero la verdad es que yo no me canso de contemplarla. Se trata de una composición realizada a partir de cientos de imágenes individuales, que nos muestra la Tierra nocturna desde el espacio, sin una sola nube.

(NOTA: Los que tengáis problemas para ver la imagen pinchando sobre ella, podéis verla aquí)

Lógicamente, la imagen es irreal, no sólo por mostrar una Tierra totalmente desprovista de nubes, sino también por mostrar un planeta cubierto por la noche en su integridad. También está realzado el contorno de los continentes, ya que en una imagen sin tratar no veríamos más que los puntos brillantes sobre un fondo negro. Pero, por lo demás, la imagen es real, en el sentido de que está creada a partir de múltiples fotografías reales, procesadas después para crear una imagen única, y de gran belleza.

Poco hay que decir sobre la imagen que no resulte evidente. Se aprecia claramente la diferencia entre los países más desarrollados y los menos, entre las zonas más o menos pobladas, todo ello en función de la luz artificial generada en las ciudades. Como principales curiosidades, al menos para mi, está la clara definición del entorno del Nilo en Egipto, o cómo se distinguen líneas que probablemente corresponden a carreteras, especialmente en Estados Unidos, Rusia (puede incluso distinguirse la ruta del Transiberiano), y alguna en Sudamérica; más que a iluminación propia de dichas carreteras, que a menudo es inexistente, se debe sobre todo a las aldeas y establecimientos que surgen alrededor de las principales vías de comunicación.

Por otra parte, más allá de su belleza, esta imagen es una muestra del derroche energético que nuestra iluminación nocturna supone, con gran parte de su potencia lumínica perdiéndose hacia el espacio. Algo que, además, nos impide en buena medida disfrutar del espectáculo del cielo nocturno.

En cualquier caso, la imagen es espectacular, y muy bella. Disfrutadla. (Imagen: NASA)