31 agosto 2009

El día de la marmota

¿Qué hacen los astronautas cuando se cancela un lanzamiento del transbordador espacial? Pues ven “Atrapado en el tiempo”.

Se trata de una anécdota que ha revelado recientemente uno de los astronautas de la misión STS-128, que despegó el pasado sábado 29, después de 3 intentos fallidos a lo largo de la semana (algo ya típico en las misiones del Shuttle).

Seguramente muchos recordaréis mejor la película si digo que es “El día de la marmota”, aquella entrañable comedia de los 90 protagonizada por Bill Murray y Andie McDowell; de hecho, ése es su título original, “Groundhog Day”. Maldita manía la de las distribuidoras en nuestro país de cambiar los títulos a las películas…

Como en ese día de la marmota que se repetía una y otra vez para Bill Murray en la película, los astronautas deben pasar una y otra vez por las mismas rutinas, las mismas preparaciones, las mismas esperas y la misma tensión cada vez que uno de sus vuelos es cancelado en el último momento, ya con todo listo en la rampa de lanzamiento. Y qué mejor forma de relajarse después que reírse un poco de sí mismos viendo “El día de la marmota”…

P.D.: ¿Cuántos de vosotros habéis llegado al final de esta entrada tarareando “I got you babe”…? ;-)

27 agosto 2009

Corea del Sur se estrena en el espacio

Aunque su entrada en el selecto club de los países con capacidad espacial propia no ha sido tan exitosa como se hubiera deseado, podemos ya decir que Corea del Sur ha demostrado poseer dicha capacidad, tras el lanzamiento ayer de su cohete KSLV-1 (recientemente rebautizado como Naro-1; nombre compartido, por cierto, con el centro espacial desde el que ha sido lanzado).

La misión fracasó en su objetivo de poner en órbita el satélite STSAT-2, de tan solo 100 kg de peso, debido a un fallo en el desprendimiento de la cofia del lanzador (el carenado que recubre el alojamiento del satélite). De las dos mitades que componen este carenado, y que se abren como los pétalos de una flor, sólo una se desprendió correctamente, y el peso añadido y la asimetría provocada por la mitad que permaneció anclada durante más tiempo (aunque más adelante terminaría por desprenderse) impidieron que el satélite fuera colocado en la órbita correcta.

Es una pena que un pequeño fallo como éste eche por tierra toda una misión, especialmente cuando empaña totalmente lo que podría haber constituido la entrada triunfal de Corea del Sur en la arena espacial. Pero demuestra una vez más que, como dijo Gene Kranz, en astronáutica el fallo no es una opción, y cualquier pequeño error puede resultar catastrófico.

En cualquier caso, está claro que se trata de un fallo fácilmente solventable, quedando por otra parte demostrada la capacidad del nuevo lanzador Naro/KSLV-1 para proporcionar a este país asiático su ticket de entrada en el club espacial. Y poco más, ya que la escasa capacidad de carga del cohete no le hace válido para lanzar satélites realmente útiles, habiendo sido más un primer paso para adquirir la tecnología necesaria para desarrollar futuros lanzadores realmente operativos; algo que, lamentablemente, en la actualidad está en entredicho, como os contaba por aquí a finales del pasado año.

19 agosto 2009

¿Explosión de un Delta II?

Eso es lo que pensaron muchos de los espectadores que contemplaban el lanzamiento de un satélite de la constelación GPS a bordo de un lanzador Delta II el pasado lunes 17, desde Cabo Cañaveral. Afortunadamente, se trataba sólo de una ilusión óptica: el lanzamiento fue un éxito.


Sin embargo, no es de extrañar la interpretación que muchos de los testigos presenciales dieron al extraño fenómeno que se desarrollaba ante sus ojos: siguiendo la estela dejada por el lanzador, pudo observarse cómo, al llegar a su punto más alto, ésta se transformaba en una nube rojiza con el aspecto de una gran bola de fuego, para luego comenzar a caer rápidamente hacia la tierra. La interpretación parecía obvia: el cohete había estallado en pleno vuelo, precipitándose después al vacío.


Pero no: todo había sido un efecto óptico causado por la luz del amanecer, que convirtió en roja una nube atravesada por el cohete durante su ascenso, a lo que se le añadió la ilusión causada por la curvatura terrestre. Esta última era la culpable de que pareciera que el cohete caía hacia el suelo: en su trayectoria buscando la tangente a la órbita, empezando a volar casi paralelo a la superficie terrestre, parecía como si el cohete estuviera cayendo, cuando en realidad simplemente estaba siguiendo la curvatura de nuestro planeta. Un efecto que ya hizo encogerse los corazones de algunos de los pioneros soviéticos que contemplaron aquel primer lanzamiento espacial, el del Sputnik, haciéndoles temer que el lanzamiento pudiera haber sido un fracaso.

Fotos: Red Huber, Orlando Sentinel.

Podéis ver otra foto de un aficionado, con menos calidad pero no menos impresionante, aquí.

TKS: ¿el ave Fénix del espacio?

Fue la noticia del día ayer en el mundillo espacial, tras el anuncio oficial realizado en el MAKS, el Salón Internacional de la Aeronáutica y el Espacio celebrado en Moscú. La empresa Excalibur Almaz anunciaba su proyecto de hacer resurgir de sus cenizas a un antiguo “fósil” de la carrera espacial, la cápsula TKS de la era soviética, para utilizarla en misiones orbitales comerciales.

Como sabéis, la TKS fue algo así como la alternativa del diseñador Chelomei a las Soyuz de Korolev, una nave tripulada diseñada principalmente para dar servicio a la estación espacial militar Almaz, también fruto del mismo diseñador. Sin embargo, el devenir de los acontecimientos quiso que no sólo las Almaz terminasen volando al espacio “camufladas” bajo el apelativo Salyut de las estaciones civiles de Korolev (una gran humillación para el orgullo de Chelomei, que veía así su creación oculta para la historia dentro del programa se su rival), sino que, además, se utilizó la nave Soyuz para darles servicio, siendo arrinconada la TKS tras algunos vuelos no tripulados.

Ahora, la empresa Excalibur Almaz pretende resucitar las TKS para enviarlas al espacio en misiones privadas. No se trata únicamente de misiones de turismo espacial (aunque no se descartan), sino que se hace hincapié en que se ofrecerán a la industria y a los investigadores para realización de experimentos en microgravedad que no requieran de la infraestructura existente en la ISS, por ejemplo. Se tratará, por tanto, de vender servicios orbitales a quien esté dispuesto a pagar por ellos, ofreciendo la cápsula, el lanzamiento, y un cosmonauta tripulante, dejando sitio a bordo para dos investigadores que lleven a cabo la experimentación deseada por el cliente.

La empresa anuncia que podría llevar a cabo los primeros vuelos de pruebas en 2012, con una primera misión comercial para 2013. Veremos si realmente la propuesta llega a hacerse realidad, para lo cual dependerá en buena medida de la financiación y los clientes potenciales que puedan conseguir. De momento, la empresa parece bien respaldada, tanto por personajes de gran relevancia en el mundo espacial, como por acuerdos con grandes empresas del sector, como la norteamericana United Space Alliance, la europea EADS Astrium, o la japonesa Japan Manned Space Systems. Quién sabe, si todo sale bien para la nueva empresa, puede que veamos resurgir la TKS de Chelomei como un auténtico ave Fénix del espacio 50 años después de haber sido diseñada. Para que luego digan que en el sector espacial se trabaja con tecnología punta… (Foto: NPO Mashinostroyenia)

13 agosto 2009

Bye bye, Miss American Pie

Adiós, Luna. Adiós, Constellation. Adiós, sueños de gloria en el espacio. O, como dijo crípticamente Don MacLean en aquella bella canción sobre el final de los sueños… bye bye, Miss American Pie.

Y es que, aunque aún falte una semana para la publicación del informe oficial, y aunque lo que voy a decir no resulte una sorpresa para ninguno de los que hemos seguido de cerca la historia reciente del programa espacial norteamericano, las recientes revelaciones acerca de por dónde irá el futuro de la NASA son el último jarro de agua fría para quienes aún conservaban alguna esperanza de poder revivir los sueños de 40 años atrás, cuando por unos pocos años la Luna se convirtió en algo parecido al patio trasero de nuestro planeta.

La próxima semana, la Comisión Augustine, encargada de examinar en detalle la situación actual de la NASA y de proponer alternativas para la política espacial norteamericana en los próximos años, presentará sus conclusiones y recomendaciones a la Casa Blanca. Pero aunque tendremos que esperar hasta entonces para conocer las propuestas en detalle, y aunque tendremos que esperar bastante tiempo más para saber cuál es la decisión final de la Administración Obama al respecto, tenemos ya suficientes datos para predecir que el futuro es bastante gris para la agencia espacial norteamericana. No negro, porque realmente no es que vaya a estar peor de lo que ha estado hasta ahora en los últimos años… simplemente, todo apunta a que nos espera más de lo mismo.

No hemos encontrado ningún escenario viable que incluya la exploración” (tripulada, se entiende). Así de claras han sido las palabras de la ex astronauta Sally Ride, integrante de la Comisión Augustine. Evidentemente, con “escenario viable” se refiere a “dentro del presupuesto”. En la situación actual (que no difiere apenas de la que se viene repitiendo en las últimas décadas) no hay dinero para ir más allá de la órbita terrestre. Lo demás, es querer soñar despierto.

El presidente de la comisión, Norm Augustine, ha sido más sutil para decir lo mismo: “Será difícil, con el presupuesto actual, hacer algo que sea verdaderamente inspirador en el área del vuelo espacial tripulado”. En otras palabras: sin más dinero, seguiremos haciendo lo mismo en el espacio en los próximos años. Algo que, aunque no sorprenda en absoluto y aunque muchos nos lo temíamos desde el mismo momento en que Bush anunció sus grandiosos planes en 2004, parece matar las últimas pequeñas esperanzas que pudieran quedar ocultas en lo más hondo de cada uno de nosotros.

Pero, sobreponiéndonos a esta esperada decepción para dar paso a la crítica, lo verdaderamente indignante de todo esto es que haya sido necesaria una auditoría de una comisión independiente para echar por tierra todo lo que los responsables de la NASA venían declarando oficialmente en los últimos años. “El cohete Ares I es un diseño sólido que no sólo cumple los altos niveles de seguridad requeridos para un vehículo tripulado, sino que está dentro de presupuesto y plazos y cumple los requisitos de prestaciones con margen”, declaraba oficialmente en noviembre de 2008 el jefe de proyecto del Constellation a los críticos. Es sólo un ejemplo de las múltiples declaraciones oficiales de la NASA en los últimos tiempos acerca de lo bien encarrilado que estaba el proyecto tanto técnica como presupuestariamente. Algo que empezó a quedar claramente en entredicho tras algunas revelaciones que empezaron a surgir entre finales de 2008 y principios de 2009, pero las conclusiones de la Comisión Augustine son ahora mucho más drásticas, y prácticamente permiten acusar a quienes decían todo aquello de mentir flagrantemente:

Nos hallamos ahora mismo en un camino hacia un sistema que requiere el doble del presupuesto actual simplemente para operar”, comentaba Jeff Greason, otro miembro de la comisión. “Si Santa Claus nos trajera el sistema completamente terminado mañana –dijo, haciendo referencia al Constellation- y el prespuesto no cambiara, nuestra siguiente acción tendría que ser cancelarlo”. Es decir, no se trata sólo de sobrecostes, retrasos y problemas técnicos en el desarrollo del proyecto, que los hay, y grandes: es que ni siquiera el presupuesto da para poder usarlo una vez terminado.

La situación parece absurda, y es como para acusar de grave negligencia en el ejercicio de sus funciones al anterior administrador de la NASA, como poco. Aunque la realidad es que, lamentablemente, en estas ligas hace tiempo que se juega así: da igual que sepamos que no vamos a tener dinero para operarlo; mintamos lo que haga falta con tal de terminarlo, que luego alguien tendrá que darnos el dinero, nadie será tan loco como para aparcar lo que nos ha costado tanto dinero conseguir. Al fin y al cabo, más o menos eso pasó con el Shuttle, ¿no? Supongo que así pensaba Mike Griffin. ¿Deshonesto? Sí, pero ya sabemos, todo es política, y así funcionan las cosas, tristemente.

Pero los planes se han torcido, la Comisión Augustine ha sacado a la luz la realidad del programa antes de que éste se haga realidad, de modo que ahora que aún se está a tiempo lo más lógico parece cancelarlo. Por supuesto, hay otra opción: aumentar los presupuestos de la NASA. Pero hace ya mucho tiempo que dejamos de soñar…

En fin, seguiremos esperando a ver cuál es el resultado final de esta dura etapa para el programa espacial norteamericano. Y no me refiero a esperar las conclusiones de la comisión… ya más o menos sabemos hacia dónde apuntan, y, por otra parte, la historia nos dice que no siempre los presidentes han hecho caso a las recomendaciones de comisiones similares, terminando por adoptar a veces políticas completamente distintas. En cualquier caso, la duda queda más bien en torno a cuándo se retirará el transbordador definitivamente y cuál será el sistema que lo reemplace. Lo que se hará con este nuevo sistema, creo que queda bastante claro: durante muchos años, más de lo mismo.

10 agosto 2009

Llevar la antorcha

Wayne Hale es un alto directivo de la NASA, que ha trabajado durante décadas como director de misión en el Centro Espacial Johnson. Pero también es un gran comunicador: algunos de sus discursos a los miembros de su equipo son legendarios entre el personal de la NASA. Es franco, directo, y sabe hablar. Además, casi todos lo definen como un gran líder. Personalmente, a través del conocimiento indirecto que tengo de él, es alguien que me cae muy bien, y he visto ya varias veces calificarle como “un gran tipo”. Hoy os traigo unas palabras que escribió en ocasión del 40º aniversario de la llegada a la Luna, pero que parecen más dirigidas a todos aquellos que están atravesando por un mal momento dentro de la NASA. Un mensaje que, aunque parezca un estereotipo de ciertas películas americanas, me ha parecido tremendamente poético y no me he podido resistir a recogerlo aquí. Os dejo con Wayne Hale:

Ya he dicho otras veces que la exploración del espacio me recuerda a los relevos de la antorcha olímpica. Así que aquí va un mensaje para todos esos corredores de relevos entre vosotros que lleváis la antorcha cada día en vuestro trabajo, para los que os habéis retirado ya de la carrera, y para los que soñáis con llevar el fuego algún día.

No todo el mundo consigue subir la antorcha por los peldaños del estadio y encender el pebetero en presencia de cientos de miles y en presencia virtual de decenas de millones. Sólo unos pocos llevan la antorcha en los momentos de gloria.

No todo el que lleva la antorcha es recordado, incluso son pocos los nombres que llegan a anunciarse públicamente.

No todo el mundo lleva la antorcha por las cimas de las montañas, sólo un puñado portan el fuego a través de paisajes magníficos.

No todo el mundo consigue llevar la antorcha mientras es aclamado por los gritos de una multitud enardecida.

Alguien tiene que llevar la antorcha bajo la lluvia, alguien tiene que llevar la antorcha por el valle, alguien tiene que llevar la antorcha por las zonas industriales y por las ciénagas. Alguien incluso tiene que llevar la antorcha por lugares en los que la gente los abuchea.

Pero hay que llevar la antorcha. Para que la llama alcance su objetivo, para que las multitudes vitoreantes consigan ver al último corredor llevar la antorcha hasta lo alto, hay que llevarla.

La exploración del espacio es así. Algunos días son gloriosos, algunos son horribles, y la mayor parte de los días pueden ser aburridos.

Pero si tropezamos, y la antorcha cae, y la llama se apaga, entonces todos los sueños y el sudor de todos los que nos precedieron habrán sido en vano. Y todas las esperanzas de aquellos que podrían haber llevado la antorcha después de nosotros se desvanecerán en la noche.

Nosotros no elegimos la parte de la carrera en la que queremos correr. Simplemente llevamos la antorcha.

Celebremos con aquellos que llevaron la antorcha en los días de gloria. Sepamos que los días de gloria volverán de nuevo.

No olvidemos sujetarla en alto, incluso en los momentos corrientes, incluso en presencia de los que abuchean.

Porque los que llevan la antorcha, llevan el futuro en sus manos.

Porque incluso si tienes que correr a través del desierto y no oirás nunca las aclamaciones de la muchedumbre, estarás llevando el fuego.

Y lo bien que hayas corrido tu tramo es la única recompensa que realmente merece la pena tener.

Wayne Hale (Foto: Paul Slaughter)