08 mayo 2013

Crónica de un lanzamiento


No es frecuente encontrar en la prensa generalista un artículo aceptable sobre temas espaciales (o cabría decir de ciencia y tecnología, en general); la falta de profundidad y los errores flagrantes suelen ser moneda común en este tipo de artículos, por muy prestigioso que sea el periódico que los publique (al menos en nuestro país), resultado del desconocimiento absoluto del tema que a menudo tiene el periodista al que le cargan el muerto. Y digo lo de cargar el muerto porque escribir sobre algo que te suena a chino no debe ser un trago de gusto; y me consta dicho desconocimiento absoluto (incluso de las más elementales nociones de física de secundaria, en muchas ocasiones), pues me ha tocado intentar asesorar a más de uno que ha acudido a mí a veces en busca de ayuda (aun así con resultados con suerte mediocres en la mayor parte de los casos, pero en fin…)

Por eso, cuando uno se encuentra con un articulillo medianamente decente en uno de estos periódicos, ya es toda una sorpresa. Si además su autor demuestra que conoce y le interesa el tema, ya es de verdadero asombro. Y por eso hoy os dejo uno de esos raros artículos, publicado esta semana en El País.

No es que su contenido revele nada especial desde el punto de vista técnico, histórico o de cualquier otro tipo… pero es una buena crónica de lo que supone el lanzamiento de un Ariane desde la Guayana Francesa, narrado por un periodista invitado al evento que al menos sabe de lo que habla (no sólo eso: deja ver que es un buen aficionado, y eso ya sí que es de una rareza extrema). Aporta de novedad lo que uno no suele encontrar en textos más técnicos: la selva, los animales, el entorno… y además está bien escrito. Creo que merece la pena ser leído, se pasa un rato agradable.

Como comentario, destacar la breve mención que hace sobre la vibración del despegue, que se siente en todo el cuerpo. Hablando personalmente hace algún tiempo con otro privilegiado observador de un lanzamiento (en aquel caso fue un Soyuz, desde Baikonur), destacaba la misma sensación como lo más impresionante del lanzamiento: sí, el espectáculo lo ves, por seguridad, desde varios kilómetros de distancia, y, como dice un veterano en este artículo de El País, no se diferencia mucho a verlo en televisión… pero el ruido y, sobre todo, la vibración del aire que te hace retumbar el pecho, al parecer es algo impresionante y que marca. ¡Quién pudiera experimentarlo, al menos por una vez…!