En la entrada anterior os mostraba una fotografía curiosa, aunque no demasiado atractiva, todo hay que decirlo, de la flota de satélites geoestacionarios Astra en la posición 19,2º Este. Pues bien, su autor, el astrónomo aficionado británico John Locker se disponía a repetir la toma tras el reciente lanzamiento del sexto Astra, para captar así los 6 satélites actuales frente a los 5 de la imagen anterior, cuando se encontró con una grata sorpresa.
Como podéis ver en esta animación (por alguna razón no funciona si intento incrustarla en Blogger), uno de los satélites… ¡se mueve! Veréis cómo uno de los puntitos empieza desdoblándose hasta convertirse en dos puntitos separados, uno inmóvil y el otro moviéndose hacia arriba en esta fotografía… ¿Pero no eran satélites geoestacionarios? ¿No debían estarse todos quietos?
Pues no en este caso, porque lo que ha captado John no es el sexto Astra (que ignoro por qué no se distingue en la foto), sino el satélite espía norteamericano DSP-23, que había quedado a la deriva meses atrás por avería.
El DSP-23 era un satélite geoestacionario diseñado para vigilar los lanzamientos de misiles desde cualquier parte del mundo. Estados Unidos dispone de una flota de satélites de este tipo (se cree que son 6, aunque los datos exactos se desconocen, debido a la naturaleza secreta de las operaciones) distribuidos a lo largo de la órbita geoestacionaria para tener una cobertura mundial completa. Pues bien, aunque no ha sido confirmado por el gobierno norteamericano (debido de nuevo al secretismo que rodea todo esto), se cree en base a observaciones de aficionados que el satélite quedó fuera de control hacia septiembre del pasado año, aunque el hecho no fue descubierto hacia noviembre. Debido a algún fallo de naturaleza desconocida, sus transmisiones cesaron y comenzó un lento movimiento de deriva hacia el este a lo largo de la órbita geoestacionaria. La razón de este movimiento sería una pérdida de control del satélite, que habría quedado a merced de las perturbaciones naturales de su órbita (efectos de la irregularidad del campo gravitatorio terrestre, efectos gravitatorios del Sol y la Luna, viento solar…).
El DSP-23 se ha convertido así en un peligro para todos los satélites que pueblan la congestionada órbita geoestacionaria. Los Estados Unidos no han hecho pública la información sobre localización y rumbo del satélite errante en aras de la seguridad de la amplia flota de satélites geoestacionarios en activo, aunque algunas fuentes apuntan a que podría estarse informando de forma privada a aquellos operadores que tengan sus aparatos en riesgo inminente de colisión, recomendándoles una maniobra evasiva al paso del satélite espía. En cualquier caso, una vez más, esto no está confirmado.
En fin, lo curioso de todo esto es que sean aficionados como John Locker los que lo saquen a la luz, a través de sus observaciones del cielo. Ya sabéis, si tenéis un telescopio, podéis jugar a los detectives del espacio buscando satélites espía. Eso sí, yo me mosquearía si publicase haber visto algo raro, y después me encontrara una furgoneta con los cristales tintados aparcada de forma permanente frente a mi casa… ;-) (Imagen: USAF)
Como podéis ver en esta animación (por alguna razón no funciona si intento incrustarla en Blogger), uno de los satélites… ¡se mueve! Veréis cómo uno de los puntitos empieza desdoblándose hasta convertirse en dos puntitos separados, uno inmóvil y el otro moviéndose hacia arriba en esta fotografía… ¿Pero no eran satélites geoestacionarios? ¿No debían estarse todos quietos?
Pues no en este caso, porque lo que ha captado John no es el sexto Astra (que ignoro por qué no se distingue en la foto), sino el satélite espía norteamericano DSP-23, que había quedado a la deriva meses atrás por avería.
El DSP-23 era un satélite geoestacionario diseñado para vigilar los lanzamientos de misiles desde cualquier parte del mundo. Estados Unidos dispone de una flota de satélites de este tipo (se cree que son 6, aunque los datos exactos se desconocen, debido a la naturaleza secreta de las operaciones) distribuidos a lo largo de la órbita geoestacionaria para tener una cobertura mundial completa. Pues bien, aunque no ha sido confirmado por el gobierno norteamericano (debido de nuevo al secretismo que rodea todo esto), se cree en base a observaciones de aficionados que el satélite quedó fuera de control hacia septiembre del pasado año, aunque el hecho no fue descubierto hacia noviembre. Debido a algún fallo de naturaleza desconocida, sus transmisiones cesaron y comenzó un lento movimiento de deriva hacia el este a lo largo de la órbita geoestacionaria. La razón de este movimiento sería una pérdida de control del satélite, que habría quedado a merced de las perturbaciones naturales de su órbita (efectos de la irregularidad del campo gravitatorio terrestre, efectos gravitatorios del Sol y la Luna, viento solar…).
El DSP-23 se ha convertido así en un peligro para todos los satélites que pueblan la congestionada órbita geoestacionaria. Los Estados Unidos no han hecho pública la información sobre localización y rumbo del satélite errante en aras de la seguridad de la amplia flota de satélites geoestacionarios en activo, aunque algunas fuentes apuntan a que podría estarse informando de forma privada a aquellos operadores que tengan sus aparatos en riesgo inminente de colisión, recomendándoles una maniobra evasiva al paso del satélite espía. En cualquier caso, una vez más, esto no está confirmado.
En fin, lo curioso de todo esto es que sean aficionados como John Locker los que lo saquen a la luz, a través de sus observaciones del cielo. Ya sabéis, si tenéis un telescopio, podéis jugar a los detectives del espacio buscando satélites espía. Eso sí, yo me mosquearía si publicase haber visto algo raro, y después me encontrara una furgoneta con los cristales tintados aparcada de forma permanente frente a mi casa… ;-) (Imagen: USAF)
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