16 octubre 2009

Levitando sobre chorros azules

Bonita imagen, ¿no? Bueno, vale, a lo mejor hay que ser un poco friki para apreciar la belleza en una imagen tan tecnológica, pero asumo que todos los que andamos por aquí somos un poco raritos ;-)


Se trata de un prototipo de módulo de descenso, diseñado para ensayar la disposición de los propulsores y, sobre todo, el software de control de un vehículo destinado a aterrizar en un cuerpo sin atmósfera, en el que no puedan utilizarse paracaídas o métodos similares para llevarlo a cabo. De hecho, este prototipo en concreto está siendo utilizado para ensayar el alunizaje de un futuro módulo lunar. Pero la filosofía serviría para cualquier aterrizaje frenado por cohetes (lo cual se ha realizado también en cuerpos con atmósfera, como Marte).

Quizás lo más llamativo de la fotografía, al menos para mi, es el color de los chorros, ese tenue velo azulado en el que parece que en cualquier momento va a aparecer la imagen de la princesa Leia exclamando aquello de “Ayúdame, Obi Wan Kenobi. Eres mi única esperanza”. ¿Qué? ¿Friki yo? ¡Qué va, hombre, habladurías…!

Ahora en serio: al ver la imagen, lo primero que me he preguntado es qué tipo de propulsante, y qué tipo de motores, darían lugar a unos chorros así. Tenía todo el aspecto de tratarse de motores iónicos, pero era imposible, el nivel de empuje de este tipo de motores es absolutamente incapaz de mantener suspendido un objeto como éste…

La respuesta era mucho más simple: se trata únicamente de aire comprimido, aire a presión expulsado por unas toberas. ¿Y desde cuándo el aire es azul? Pues desde que la repentina expansión lo enfría rápidamente (efecto Joule-Thomson) y ese chorro de aire frío provoca la congelación del agua suspendida en la húmeda atmósfera de Alabama (el ensayo se lleva a cabo en el Centro Marshall, de Huntsville), formándose pequeños cristales de hielo que difractan la luz, dando lugar a esta bonita apariencia de nave levitante de ciencia-ficción.

Y si el aspecto luminiscente de los chorros de aire no ha satisfecho del todo vuestro espíritu friki, para los más “recalcitrantes” entre vosotros tenemos también los tanques donde se almacena el aire comprimido, un magnífico ejemplo del estado del arte actual en tecnologías de tanques de presión: depósitos bobinados en fibra de carbono, con un “liner” o camisa interior metálico (habitualmente titanio, a veces aluminio) de mínimo espesor (0,5 mm es lo habitual, pero los hay de 0,2 mm; como el papel del bocadillo, vamos…) para dar estanqueidad. La investigación actualmente se centra en la eliminación de dicho liner, añadiendo aditivos a la resina del material compuesto para garantizar su estanqueidad, lo cual permitiría ahorrarse el peso muerto del liner (que por poco que pese una lámina de 2 décimas de milímetro, en astronáutica cualquier gramo cuenta). Los tanques sin liner se intentaron introducir en los años 90 en el curso del malogrado proyecto X-33 de la NASA, sin alcanzarse resultados satisfactorios antes de la cancelación del proyecto. De hecho, el proyecto murió por retrasos y sobrecostes motivados, entre otros, por los problemas con los tanques; aunque más bien yo diría que el principal problema había estado en el excesivo optimismo con el que se lanzó el programa, un proyecto extremadamente ambicioso en sus objetivos que no tuvo en cuenta que los grandes avances requieren grandes esfuerzos (y tiempo, y presupuestos…).

Bueno, ya está bien de irme por las ramas: disfrutad con la imagen. (Foto: NASA)

1 comentario:

Jose M. / 4PS_Gizmo / Sandglass dijo...

ya pensaba yo que habian sacado del museo alguna de las camas volantes con la que ensayaron el Harrier...