Se hizo mundialmente famoso a nivel popular con la fantástica serie documental Cosmos, en la que en algún episodio veíamos a Carl Sagan deambular por sus instalaciones, junto con vistas aéreas que nos dejaban prácticamente sin aliento al contemplar por primera vez, al menos para los que éramos aún unos críos, la apabullante inmensidad de este radiotelescopio embutido entre la selva portorriqueña.
Hoy, el radiotelescopio con el mayor reflector del mundo, con sus 305 metros de diámetro, parece condenado al abandono y al olvido. Si algo no lo remedia, todo apunta a que el Congreso norteamericano no va a aprobar los fondos necesarios para mantener en funcionamiento esta infraestructura que es, hoy día, un símbolo de la búsqueda de inteligencia extraterrestre, al haberse convertido desde hace años en el principal protagonista del proyecto SETI (Search for Extra-Terrestrial Intelligence). De hecho, el radiotelescopio de Arecibo es la principal fuente de la información que procesan vuestros ordenadores mientras no los utilizáis, si participáis en el proyecto Seti-at-home (una iniciativa que utiliza la potencia de cálculo de miles o incluso millones de ordenadores conectados a internet para procesar las señales de radio recibidas desde el espacio en busca de una posible señal de origen artificial).
En breve, el Congreso norteamericano tendrá que votar la resolución presentada en su día por la senadora Hillary Clinton para que se provean los fondos necesarios para mantener en funcionamiento Arecibo. No es la primera vez que sucede algo así, las instalaciones de este radiotelescopio han estado al borde del abismo en situaciones similares en múltiples ocasiones a lo largo de los últimos años. Pero parece que esta vez la aprobación de esta partida de fondos es más incierta que nunca.
Para seros sinceros, no he indagado demasiado en este tema, así que no sé cuál es la razón que hay detrás de esta falta de interés por Arecibo, siendo aparentemente unas instalaciones tan impresionantes. Evidentemente, es un problema presupuestario, pero quiero creer que si de verdad fueran unas instalaciones insustituibles no se estaría planeando su abandono. Ya digo que no conozco el detalle, ni soy experto en observación astronómica, pero creo poder imaginarlo. Por un lado, me da la impresión de que la tecnología moderna ha hecho innecesarias instalaciones mastodónticas como las de Arecibo. Hoy, gracias a las técnicas de interferometría, pueden conectarse en serie distintas antenas de pequeño tamaño (relativo) situadas a grandes distancias, dando como resultado resoluciones en las observaciones superiores incluso a las que se obtienen con reflectores gigantes como el de Arecibo. Es decir, hoy podemos hacer “Arecibos virtuales” capaces de recrear “virtualmente” reflectores con un diámetro de kilómetros con mucho menor coste. Aunque bien es verdad que no todo es resolución, y la sensibilidad es otra cuestión: ésta es directamente proporcional a la superficie del reflector de la antena (además de otros parámetros del receptor), y ahí sí que Arecibo prácticamente no tiene rival, pues la superficie combinada de los radiotelescopios habitualmente utilizados para interferometría no alcanzan al de Arecibo por sí solo. Pero esta pequeña ventaja por sí sola probablemente no se considera que justifique el mantenimiento de una macro-instalación que en cierto modo a día de hoy puede haberse quedado obsoleta, gracias a las técnicas interferométricas comentadas. Si a esto le sumamos que está perdido en medio de la selva portorriqueña, con las dificultades logísticas que ello impone (lo cual al final significa dinero), puede ser lógico que no se tenga mucho interés en mantenerlo en activo.
Y, sin embargo, cientos o miles de aficionados están alzando sus voces para gritar “¡Salvemos Arecibo!”. En Estados Unidos se han iniciado campañas pidiendo que los ciudadanos escriban a los congresistas para solicitar su voto afirmativo a la resolución que debe aprobar los fondos necesarios para mantener activo este dinosaurio de la exploración espacial (si tienes la ciudadanía norteamericana y quieres pedirles a tus congresistas que voten a favor, puedes informarte aquí). Y, sinceramente, me parece lógico, por mucho que anteriormente haya justificado de algún modo su cierre desde la frialdad de los hechos.
¿Por qué? Pues porque creo que, principalmente, Arecibo es un símbolo. Bueno, no sólo eso, está claro que, aunque pueda resultar costoso de mantener, siempre es malo perder una herramienta de investigación, ya que si su cierre no se ve inmediatamente compensado con la puesta en marcha de una nueva instalación (que no es el caso), lógicamente al final esto significa reducir un poquito la cantidad de datos que se aportan al mundo científico. Pero más que nada, creo que hay mucho de romanticismo en Arecibo. Puedo equivocarme, pero creo que para muchos de nosotros la imagen de Arecibo está intrínsecamente unida a la serie Cosmos, a la voz de Carl Sagan (o en mi caso a la de su doblador en castellano, el genial José María del Río), a aquellos capítulos que nos hicieron amar la ciencia y el espacio en nuestra juventud. Personalmente recuerdo que la imagen de Arecibo me impresionó: ¡qué pasada! ¡qué pedazo de antena! Era como la inmensidad de los cohetes que enviaron al hombre a la Luna, un símbolo de la tecnología humana, de lo que el hombre era capaz de llegar a hacer en busca del conocimiento. Al menos, para mi Arecibo tiene mucho de ese romanticismo.
Hay algo más, claro. Y es que con la muerte de Arecibo prácticamente podemos decir que morirá el proyecto SETI. A día de hoy, es la única infraestructura dedicada parcialmente a esta misión, considerada un gasto inútil por muchos, y por algo de tremenda importancia por otros. Y es que, efectivamente, es difícil determinar si el esfuerzo merece la pena, entre otras cosas porque ni siquiera sabemos si estamos buscando adecuadamente esa inteligencia extraterrestre (quizás esos seres inteligentes, si existen, no dejen “huellas” en el espectro radioeléctrico, por ejemplo). Pero, como dicen los abogados de SETI: sí, puede ser dinero tirado, nadie nos asegura que algún día lleguemos a encontrar algo, puede que ni siquiera haya algo que encontrar… pero si lo encontráramos, las consecuencias serían tan inimaginables que bien merecen el esfuerzo de intentarlo.
Es un buen argumento, sin duda, pero para muchos no es suficiente para mantener en activo un telescopio que consume dólares sin generar a cambio nada tangible. No sólo entre los burócratas, incluso entre la clase científica hay muchos que consideran un desperdicio utilizar esta “enorme oreja” para “escuchar el silencio” en lugar de dedicarlo a una investigación más práctica, a estudiar entidades “reales” del universo que nos rodea. En el fondo, tanto unos como otros tienen algo de razón.
En cualquier caso, Arecibo no sólo se dedica al proyecto SETI. Otro de los proyectos que también se verían gravemente afectados por el cierre del radiotelescopio de Puerto Rico es la vigilancia de NEOs, o asteroides cercanos a la tierra (Near Earth Objects), potenciales peligros para el futuro de la vida en nuestro planeta. Aunque el de Arecibo no es el único instrumento dedicado a esta misión, sí es el más potente para hacer un seguimiento por radar de estos objetos, de modo que su cierre afectaría sensiblemente a este proyecto. Realmente, éste es el argumento más fuerte que pueden presentar a día de hoy los defensores del radiotelescopio gigante, aprovechando además la creciente sensibilización que empieza a existir en la sociedad hacia estos hipotéticos riesgos. Utilizando este argumento, la Sociedad Planetaria ha lanzado un divertido eslogan con un guiño a los aficionados a la serie televisiva de ciencia-ficción “Héroes”: “Salva un telescopio, salva el mundo”.
En cualquier caso, como decía antes, personalmente para mi Arecibo es un símbolo de la exploración del espacio, un romántico recordatorio de lo que el hombre es capaz de realizar en su búsqueda del conocimiento. Por eso, cuando finalmente sucumba ante los avances de la tecnología o los recortes presupuestarios (algo que sucederá tarde o temprano, sea por una causa o la otra) espero que no sea abandonado y termine engullido por la selva portorriqueña, sino que se conserve como monumento o como museo de la tecnología astronómica. Creo que la Humanidad merece que sea preservado para la posteridad. (Foto: NAIC-Arecibo Observatory, NSF)
Hoy, el radiotelescopio con el mayor reflector del mundo, con sus 305 metros de diámetro, parece condenado al abandono y al olvido. Si algo no lo remedia, todo apunta a que el Congreso norteamericano no va a aprobar los fondos necesarios para mantener en funcionamiento esta infraestructura que es, hoy día, un símbolo de la búsqueda de inteligencia extraterrestre, al haberse convertido desde hace años en el principal protagonista del proyecto SETI (Search for Extra-Terrestrial Intelligence). De hecho, el radiotelescopio de Arecibo es la principal fuente de la información que procesan vuestros ordenadores mientras no los utilizáis, si participáis en el proyecto Seti-at-home (una iniciativa que utiliza la potencia de cálculo de miles o incluso millones de ordenadores conectados a internet para procesar las señales de radio recibidas desde el espacio en busca de una posible señal de origen artificial).
En breve, el Congreso norteamericano tendrá que votar la resolución presentada en su día por la senadora Hillary Clinton para que se provean los fondos necesarios para mantener en funcionamiento Arecibo. No es la primera vez que sucede algo así, las instalaciones de este radiotelescopio han estado al borde del abismo en situaciones similares en múltiples ocasiones a lo largo de los últimos años. Pero parece que esta vez la aprobación de esta partida de fondos es más incierta que nunca.
Para seros sinceros, no he indagado demasiado en este tema, así que no sé cuál es la razón que hay detrás de esta falta de interés por Arecibo, siendo aparentemente unas instalaciones tan impresionantes. Evidentemente, es un problema presupuestario, pero quiero creer que si de verdad fueran unas instalaciones insustituibles no se estaría planeando su abandono. Ya digo que no conozco el detalle, ni soy experto en observación astronómica, pero creo poder imaginarlo. Por un lado, me da la impresión de que la tecnología moderna ha hecho innecesarias instalaciones mastodónticas como las de Arecibo. Hoy, gracias a las técnicas de interferometría, pueden conectarse en serie distintas antenas de pequeño tamaño (relativo) situadas a grandes distancias, dando como resultado resoluciones en las observaciones superiores incluso a las que se obtienen con reflectores gigantes como el de Arecibo. Es decir, hoy podemos hacer “Arecibos virtuales” capaces de recrear “virtualmente” reflectores con un diámetro de kilómetros con mucho menor coste. Aunque bien es verdad que no todo es resolución, y la sensibilidad es otra cuestión: ésta es directamente proporcional a la superficie del reflector de la antena (además de otros parámetros del receptor), y ahí sí que Arecibo prácticamente no tiene rival, pues la superficie combinada de los radiotelescopios habitualmente utilizados para interferometría no alcanzan al de Arecibo por sí solo. Pero esta pequeña ventaja por sí sola probablemente no se considera que justifique el mantenimiento de una macro-instalación que en cierto modo a día de hoy puede haberse quedado obsoleta, gracias a las técnicas interferométricas comentadas. Si a esto le sumamos que está perdido en medio de la selva portorriqueña, con las dificultades logísticas que ello impone (lo cual al final significa dinero), puede ser lógico que no se tenga mucho interés en mantenerlo en activo.
Y, sin embargo, cientos o miles de aficionados están alzando sus voces para gritar “¡Salvemos Arecibo!”. En Estados Unidos se han iniciado campañas pidiendo que los ciudadanos escriban a los congresistas para solicitar su voto afirmativo a la resolución que debe aprobar los fondos necesarios para mantener activo este dinosaurio de la exploración espacial (si tienes la ciudadanía norteamericana y quieres pedirles a tus congresistas que voten a favor, puedes informarte aquí). Y, sinceramente, me parece lógico, por mucho que anteriormente haya justificado de algún modo su cierre desde la frialdad de los hechos.
¿Por qué? Pues porque creo que, principalmente, Arecibo es un símbolo. Bueno, no sólo eso, está claro que, aunque pueda resultar costoso de mantener, siempre es malo perder una herramienta de investigación, ya que si su cierre no se ve inmediatamente compensado con la puesta en marcha de una nueva instalación (que no es el caso), lógicamente al final esto significa reducir un poquito la cantidad de datos que se aportan al mundo científico. Pero más que nada, creo que hay mucho de romanticismo en Arecibo. Puedo equivocarme, pero creo que para muchos de nosotros la imagen de Arecibo está intrínsecamente unida a la serie Cosmos, a la voz de Carl Sagan (o en mi caso a la de su doblador en castellano, el genial José María del Río), a aquellos capítulos que nos hicieron amar la ciencia y el espacio en nuestra juventud. Personalmente recuerdo que la imagen de Arecibo me impresionó: ¡qué pasada! ¡qué pedazo de antena! Era como la inmensidad de los cohetes que enviaron al hombre a la Luna, un símbolo de la tecnología humana, de lo que el hombre era capaz de llegar a hacer en busca del conocimiento. Al menos, para mi Arecibo tiene mucho de ese romanticismo.
Hay algo más, claro. Y es que con la muerte de Arecibo prácticamente podemos decir que morirá el proyecto SETI. A día de hoy, es la única infraestructura dedicada parcialmente a esta misión, considerada un gasto inútil por muchos, y por algo de tremenda importancia por otros. Y es que, efectivamente, es difícil determinar si el esfuerzo merece la pena, entre otras cosas porque ni siquiera sabemos si estamos buscando adecuadamente esa inteligencia extraterrestre (quizás esos seres inteligentes, si existen, no dejen “huellas” en el espectro radioeléctrico, por ejemplo). Pero, como dicen los abogados de SETI: sí, puede ser dinero tirado, nadie nos asegura que algún día lleguemos a encontrar algo, puede que ni siquiera haya algo que encontrar… pero si lo encontráramos, las consecuencias serían tan inimaginables que bien merecen el esfuerzo de intentarlo.
Es un buen argumento, sin duda, pero para muchos no es suficiente para mantener en activo un telescopio que consume dólares sin generar a cambio nada tangible. No sólo entre los burócratas, incluso entre la clase científica hay muchos que consideran un desperdicio utilizar esta “enorme oreja” para “escuchar el silencio” en lugar de dedicarlo a una investigación más práctica, a estudiar entidades “reales” del universo que nos rodea. En el fondo, tanto unos como otros tienen algo de razón.
En cualquier caso, Arecibo no sólo se dedica al proyecto SETI. Otro de los proyectos que también se verían gravemente afectados por el cierre del radiotelescopio de Puerto Rico es la vigilancia de NEOs, o asteroides cercanos a la tierra (Near Earth Objects), potenciales peligros para el futuro de la vida en nuestro planeta. Aunque el de Arecibo no es el único instrumento dedicado a esta misión, sí es el más potente para hacer un seguimiento por radar de estos objetos, de modo que su cierre afectaría sensiblemente a este proyecto. Realmente, éste es el argumento más fuerte que pueden presentar a día de hoy los defensores del radiotelescopio gigante, aprovechando además la creciente sensibilización que empieza a existir en la sociedad hacia estos hipotéticos riesgos. Utilizando este argumento, la Sociedad Planetaria ha lanzado un divertido eslogan con un guiño a los aficionados a la serie televisiva de ciencia-ficción “Héroes”: “Salva un telescopio, salva el mundo”.
En cualquier caso, como decía antes, personalmente para mi Arecibo es un símbolo de la exploración del espacio, un romántico recordatorio de lo que el hombre es capaz de realizar en su búsqueda del conocimiento. Por eso, cuando finalmente sucumba ante los avances de la tecnología o los recortes presupuestarios (algo que sucederá tarde o temprano, sea por una causa o la otra) espero que no sea abandonado y termine engullido por la selva portorriqueña, sino que se conserve como monumento o como museo de la tecnología astronómica. Creo que la Humanidad merece que sea preservado para la posteridad. (Foto: NAIC-Arecibo Observatory, NSF)
2 comentarios:
Me trabajé este asunto hace unos meses buscando la información original y dando algunos datos que creo poco conocidos. Lo tienes todo en
http://golemp.blogspot.com/2007/11/naicarecibo.html
Arecibo no es sólo un símbolo, es un conjunto de instrumentos que generan información científica de gran calidad y donde SETI es sólo una anécdota aunque nos resulte lo más atractivo (yo tengo dos ordenadores en SETI@home).
Échale un vistazo a las cifras que hay al final del post.
Saludos
Muchas gracias por la información, Angel. Es especialmente significativo el importe del que estamos hablando, no conocía las cifras. Es ciertamente ridículo, cerrar unas instalaciones como las de Arecibo por 4 M$ es absurdo, y aplico aquí lo mismo que dije en su día sobre el cierre del NIAC (http://fjcasadop.blogspot.com/2007/03/desesperados-estpidos-o-ambos.html), que curiosamente también fue cerrado por 4 míseros millones de dólares, idéntica cifra a la de Arecibo.
Por lo demás, tu entrada coincide con la mía: la mayor utilidad de Arecibo a día de hoy es la detección de NEOs vía radar, para lo cual las capacidades de Arecibo son únicas. Estoy de acuerdo en que lo de SETI es más bien anecdótico, aunque tiene su importancia si pensamos que es el único instrumento que trabaja en ello (y volvemos al dinero: por 4 míseros millones es que no merece la pena ni discutirlo; menos teniendo en cuenta que de esos 4 millones la parte correspondiente a SETI es sólo una fracción). En cuanto a los descubrimientos astronómicos, está claro que todo radiotelescopio es importante y útil, pero como ves, todos los descubrimientos son más bien antiguos. A día de hoy, radiotelescopios más modernos y el uso de las técnicas interferométricas han tomado el relevo para la mayor parte de estos estudios.
Saludos, y gracias de nuevo por tu interesante aportación.
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