Sarkozy viene pisando fuerte. Ya lo hemos visto en muchos otros campos, pero el último es el espacio. El presidente francés (al que me ha hecho gracia ver que algunos apodan “Le Bush” en Estados Unidos) pretende cambiar la forma de gestionar la Agencia Espacial Europea (ESA) de forma que su operación pase a ser dirigida directamente por los políticos. Sarkozy quiere protagonismo a la hora de decidir qué debe hacer la ESA. Lógicamente, con Francia en el puesto de contribuyente número 1 en los presupuestos de la agencia, lo que podemos decir de alguna forma es que Sarkozy quiere dirigir la ESA.
“Pues no hay tanta diferencia”, pensarán algunos, “si total en la ESA ya mandaban los franceses”. Pues bien, sí, es cierto que, como contribuyente mayoritario a los presupuestos de la agencia, los intereses franceses siempre han tenido una gran importancia en este organismo, y no hay más que ver que la sede de la agencia está en París, y su base de lanzamiento en la Guayana Francesa, sin ir más lejos. Pero lo que ahora decimos es distinto, es un cambio en la forma de trabajar en la agencia espacial europea. Es un intento de cambiar una dirección dominada por burócratas, a una dirección dominada por políticos.
“Pues total, lo mismo me da, que me da lo mismo”, pensará de nuevo el lector escéptico (sí, me refiero a ti, que lo estás pensando). Pues no exactamente. Hasta ahora, la ESA era hasta cierto punto independiente de los diferentes gobiernos de los países miembros. Sólo hasta cierto punto, naturalmente, porque al final siempre han sido estos los que han aprobado los proyectos de la agencia, a través de las conferencias ministeriales que se celebran periódicamente con este objetivo. Pero una cosa es aprobar o rechazar lo que están presentando unos señores más o menos independientes, cuyo trabajo es precisamente dirigir una agencia espacial, y otra muy distinta es que sean esos políticos los que digan a los señores de la agencia lo que tienen que hacer. Es decir, en un caso yo propongo y tú dices “esto sí, esto no”. En el otro, yo me callo y tú dices “haz esto”, y luego yo intento obedecer como puedo. Hay una sutil diferencia.
Lo que quiere hacer Sarkozy, y así lo ha declarado explícitamente, es hacer la ESA más del estilo de la NASA, que como sabemos funciona de esta forma, bajo directrices políticas (recordad a los diferentes presidentes; Eisenhower: “lanzad un satélite”; Kennedy: “ahora vamos a la Luna”; y Bush, sin ir más lejos: “hoy he tenido una visión: volvamos a la Luna”). ¿En qué afectaría esto a la ESA, desde mi punto de vista? Pues en mi opinión, los programas europeos pasarían de centrarse en la ciencia, como ha venido sucediendo hasta ahora en su mayor parte, para empezar a centrarse en la espectacularidad. Los ciudadanos de a pie probablemente estarían encantados, los aficionados seguro que disfrutaríamos un montón porque también nos tira el lado irracional y nos encantan “los proyectos chulos”, pero la que saldría perdiendo sería, sin duda, la ciencia. La ESA pasaría de ser una desconocida a tener algo más de presencia en la sociedad (con matices, como comentaré luego), lo cual desde luego sería bueno (ya he hablado en varias ocasiones de las ventajas para el país que puede suponer la motivación por la ciencia y la tecnología que provoca una actividad espacial “vistosa”), pero no hay duda de que también tendría efectos negativos.
Un alto cargo del gobierno francés, hablando en relación con estas declaraciones de su presidente, lo ha expresado con rotunda claridad: “Los Estados Unidos, Rusia, China y Japón no harían lo que hacen en el espacio sin una motivación política; Europa hasta ahora sólo ha tenido una motivación científica. De modo que lo que estamos diciendo es, tengamos las mismas oportunidades que los demás. Además del piloto científico, tengamos un piloto político también, que será la Unión Europea, porque únicamente la UE puede hablar a ese nivel”. Lógicamente, intenta quitar suspicacias sobre un posible intento francés de hacerse con el mando, delegándolo en la UE, pero en fin…
En su discurso, este alto cargo habló sobre el interés de Francia en reenfocar la ESA hacia el programa espacial tripulado, con el viaje a Marte como el próximo objetivo a perseguir. En otras partes de su discurso se aludía a las resistencias que sin duda iban a encontrarse dentro de la propia ESA a estos cambios, pero se argumentaba la necesidad de los mismos aludiendo a las “amenazas” chinas o indias, las mismas utilizadas al otro lado del Atlántico cada vez que se quiere conseguir motivar a los políticos a favor del programa espacial: “La gente se siente muy ligada a la ESA que conocemos. Pero esta ligazón se traduce en mantener el status quo, y creemos que ésta no es una buena posición; creemos que Europa ahora necesita soporte político, o de otro modo los chinos o los indios nos sobrepasarán”.
Desde luego, en la ESA no lo tienen tan claro. Para empezar, alegan que las comparaciones con la NASA son injustas (y utilizadas con un fin sensacionalista, añado yo): “La NASA tiene la reputación que tiene por la fuerza de los programas que ha llevado a cabo”, responde Alan Cooper, alto responsable de la ESA. “Ellos gastan cada año siete u ocho veces más que la ESA. Por ello, es de esperar de ellos un perfil siete u ocho veces mayor que el de la ESA. Si queremos que el programa espacial europeo tenga el mismo impacto, necesitaremos un mayor perfil, y las inversiones necesarias para lograr esos objetivos”. Evidente.
Para mí, ésta es la clave: de poco sirve que una directriz política empuje a la ESA hacia la exploración tripulada de Marte si luego no se permite que los presupuestos den ni para fabricar una nave que vaya a la órbita terrestre baja. Primero auméntese la inversión, luego ya podremos hablar de ir a la Luna, a Marte, o a Júpiter si se tercia. Naturalmente, puede cambiarse a una dirección política sin necesidad de aumentar la inversión, pero, como dice Alan Cooper, esto por si solo no va a dar más espectacularidad a los programas de la ESA. Personalmente admito que la dirección política tiende a aumentar dicha espectacularidad (lo cual tiene efectos negativos, pero también alguno positivo, como ya he comentado), pero necesita como base indispensable superar un umbral de gasto mínimo. Con cuatro euros, por mucho político que pretenda oír mencionar todos los días a la ESA en los telediarios, no dará para conseguir más allá de algún breve en algún periódico una o dos veces al año.
En cualquier caso, los franceses parecen dispuestos a debatir su propuesta para este cambio de rumbo de la agencia espacial europea en la próxima reunión ministerial de países miembros a realizarse en noviembre. Personalmente no espero grandes cambios, ya que incluso en caso de que la propuesta finalmente contase con el apoyo del resto de miembros, estas cosas suelen ser lentas, y más cuando se negocia a nivel internacional. En cualquier caso, estaremos atentos, porque lo que está claro es que, de una forma u otra, el protagonismo de Europa en el espacio está aumentando notoriamente en los últimos años. Que siga así, pero cuidado no lo estropeemos. (Foto: ESA)
“Pues no hay tanta diferencia”, pensarán algunos, “si total en la ESA ya mandaban los franceses”. Pues bien, sí, es cierto que, como contribuyente mayoritario a los presupuestos de la agencia, los intereses franceses siempre han tenido una gran importancia en este organismo, y no hay más que ver que la sede de la agencia está en París, y su base de lanzamiento en la Guayana Francesa, sin ir más lejos. Pero lo que ahora decimos es distinto, es un cambio en la forma de trabajar en la agencia espacial europea. Es un intento de cambiar una dirección dominada por burócratas, a una dirección dominada por políticos.
“Pues total, lo mismo me da, que me da lo mismo”, pensará de nuevo el lector escéptico (sí, me refiero a ti, que lo estás pensando). Pues no exactamente. Hasta ahora, la ESA era hasta cierto punto independiente de los diferentes gobiernos de los países miembros. Sólo hasta cierto punto, naturalmente, porque al final siempre han sido estos los que han aprobado los proyectos de la agencia, a través de las conferencias ministeriales que se celebran periódicamente con este objetivo. Pero una cosa es aprobar o rechazar lo que están presentando unos señores más o menos independientes, cuyo trabajo es precisamente dirigir una agencia espacial, y otra muy distinta es que sean esos políticos los que digan a los señores de la agencia lo que tienen que hacer. Es decir, en un caso yo propongo y tú dices “esto sí, esto no”. En el otro, yo me callo y tú dices “haz esto”, y luego yo intento obedecer como puedo. Hay una sutil diferencia.
Lo que quiere hacer Sarkozy, y así lo ha declarado explícitamente, es hacer la ESA más del estilo de la NASA, que como sabemos funciona de esta forma, bajo directrices políticas (recordad a los diferentes presidentes; Eisenhower: “lanzad un satélite”; Kennedy: “ahora vamos a la Luna”; y Bush, sin ir más lejos: “hoy he tenido una visión: volvamos a la Luna”). ¿En qué afectaría esto a la ESA, desde mi punto de vista? Pues en mi opinión, los programas europeos pasarían de centrarse en la ciencia, como ha venido sucediendo hasta ahora en su mayor parte, para empezar a centrarse en la espectacularidad. Los ciudadanos de a pie probablemente estarían encantados, los aficionados seguro que disfrutaríamos un montón porque también nos tira el lado irracional y nos encantan “los proyectos chulos”, pero la que saldría perdiendo sería, sin duda, la ciencia. La ESA pasaría de ser una desconocida a tener algo más de presencia en la sociedad (con matices, como comentaré luego), lo cual desde luego sería bueno (ya he hablado en varias ocasiones de las ventajas para el país que puede suponer la motivación por la ciencia y la tecnología que provoca una actividad espacial “vistosa”), pero no hay duda de que también tendría efectos negativos.
Un alto cargo del gobierno francés, hablando en relación con estas declaraciones de su presidente, lo ha expresado con rotunda claridad: “Los Estados Unidos, Rusia, China y Japón no harían lo que hacen en el espacio sin una motivación política; Europa hasta ahora sólo ha tenido una motivación científica. De modo que lo que estamos diciendo es, tengamos las mismas oportunidades que los demás. Además del piloto científico, tengamos un piloto político también, que será la Unión Europea, porque únicamente la UE puede hablar a ese nivel”. Lógicamente, intenta quitar suspicacias sobre un posible intento francés de hacerse con el mando, delegándolo en la UE, pero en fin…
En su discurso, este alto cargo habló sobre el interés de Francia en reenfocar la ESA hacia el programa espacial tripulado, con el viaje a Marte como el próximo objetivo a perseguir. En otras partes de su discurso se aludía a las resistencias que sin duda iban a encontrarse dentro de la propia ESA a estos cambios, pero se argumentaba la necesidad de los mismos aludiendo a las “amenazas” chinas o indias, las mismas utilizadas al otro lado del Atlántico cada vez que se quiere conseguir motivar a los políticos a favor del programa espacial: “La gente se siente muy ligada a la ESA que conocemos. Pero esta ligazón se traduce en mantener el status quo, y creemos que ésta no es una buena posición; creemos que Europa ahora necesita soporte político, o de otro modo los chinos o los indios nos sobrepasarán”.
Desde luego, en la ESA no lo tienen tan claro. Para empezar, alegan que las comparaciones con la NASA son injustas (y utilizadas con un fin sensacionalista, añado yo): “La NASA tiene la reputación que tiene por la fuerza de los programas que ha llevado a cabo”, responde Alan Cooper, alto responsable de la ESA. “Ellos gastan cada año siete u ocho veces más que la ESA. Por ello, es de esperar de ellos un perfil siete u ocho veces mayor que el de la ESA. Si queremos que el programa espacial europeo tenga el mismo impacto, necesitaremos un mayor perfil, y las inversiones necesarias para lograr esos objetivos”. Evidente.
Para mí, ésta es la clave: de poco sirve que una directriz política empuje a la ESA hacia la exploración tripulada de Marte si luego no se permite que los presupuestos den ni para fabricar una nave que vaya a la órbita terrestre baja. Primero auméntese la inversión, luego ya podremos hablar de ir a la Luna, a Marte, o a Júpiter si se tercia. Naturalmente, puede cambiarse a una dirección política sin necesidad de aumentar la inversión, pero, como dice Alan Cooper, esto por si solo no va a dar más espectacularidad a los programas de la ESA. Personalmente admito que la dirección política tiende a aumentar dicha espectacularidad (lo cual tiene efectos negativos, pero también alguno positivo, como ya he comentado), pero necesita como base indispensable superar un umbral de gasto mínimo. Con cuatro euros, por mucho político que pretenda oír mencionar todos los días a la ESA en los telediarios, no dará para conseguir más allá de algún breve en algún periódico una o dos veces al año.
En cualquier caso, los franceses parecen dispuestos a debatir su propuesta para este cambio de rumbo de la agencia espacial europea en la próxima reunión ministerial de países miembros a realizarse en noviembre. Personalmente no espero grandes cambios, ya que incluso en caso de que la propuesta finalmente contase con el apoyo del resto de miembros, estas cosas suelen ser lentas, y más cuando se negocia a nivel internacional. En cualquier caso, estaremos atentos, porque lo que está claro es que, de una forma u otra, el protagonismo de Europa en el espacio está aumentando notoriamente en los últimos años. Que siga así, pero cuidado no lo estropeemos. (Foto: ESA)
5 comentarios:
O sea, la gente ésta quiere redistribuir el programa espacial europeo para ir antes a la Luna y Marte sin antes haber puesto ni un euro más sobre la mesa. Ya solo faltaba que doblasen el presupuesto para este propósito si así lo consiguen, sería para preguntarles ¿para ir a la Luna si hay dinero y para hacer ciencia no? Además la idea de promocionar la ciencia vendiendo titulares también puede hacerse ahora, ¿por qué no aparece Cassini en los telediarios, y Corot, y las Express, y...? Vayan con el cuento a otra parte y pregúntense por qué tenemos un quinto del presupuesto de la NASA.
No sé si verlo como algo bueno o como algo malo. Supongo que es lo que tú dices: en parte está bien porque se harán cosas más impactantes de cara a la galería, pero en parte está mal porque los proyectos que no "venden", que no dan votos, pero que sí son importantes para la ciencia, quizás se vean algo desplazados.
Ahora de pronto parece que todos quieran emular a Kennedy. Todos son visionarios y tal, pero al final no sueltan ni un euro. Así no creo que vayamos a ninguna parte.
Buuuf, como si lo viera: De aquí a 3 años nos cancelan EUCLID para poner en órbita estacionaria sobre la Gran Mancha Roja de Júpiter una copia del tratado de Lisboa impresa a letra 18 puntos y con dedicatoria de Sarkozy y Bruni.
¡jajajaja! ¡Muy bueno, pasandoporaquí! Sí, eso sería muy típico de la política europea...
Hay un detalle importante de la política espacial europea: la ESA es capaz de gastar mucho dinero cuando existe interés comercial (véase, p.e., los Ariane). En la NASA, en cambio, no existe este interés, de ahí que los cohetes estadounidenses hayan perdido la batalla comercial contra los europeos y rusos. Gastar dinero "a lo loco", sin tener en cuenta los costes, en mi opinión sería un error.
Un saludo
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