Estas cosas de la política siempre hay que cogerlas con pinzas. Pudiera ser que todo acabe en aguas de borrajas, y que no sean más que amenazas vacías o declaraciones sensacionalistas con objetivos políticos, pero lo cierto es que en Estados Unidos empiezan a oírse voces que avisan de que, tras la entrada de tropas rusas en territorio georgiano, será prácticamente imposible que el congreso norteamericano apruebe la autorización para comprar asientos en las naves Soyuz una vez que el Shuttle sea dado de baja en 2010.
El problema es el llamado Acta de No-Proliferación Irán-Siria, una directiva del gobierno norteamericano que impide llevar a cabo determinadas acciones comerciales con países que no respeten el veto impuesto por los Estados Unidos a Siria e Irán por sus desarrollos en materia nuclear. Una de las consecuencias de este acta es que los Estados Unidos no pueden comprar servicios de índole espacial a Rusia.
Esto ya originó serios problemas a la NASA tras el accidente del Columbia, cuando la nave rusa Soyuz se convirtió en el único vehículo disponible para enviar astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional. Si querían mantener su presencia en el complejo, los Estados Unidos debían pagar a Rusia por utilizar los servicios de sus naves Soyuz, algo prohibido por la mencionada acta. El problema se solucionó a través de una resolución del Congreso norteamericano en 2005 que exoneraba a estos servicios de cumplir el Acta de No-Proliferación.
El problema es que dicha exención vence en 2011, y dado que el Shuttle será dado de baja en 2010, tiene que repetirse la votación en el Congreso para extender la exención más allá de esa fecha. Y esa resolución debe votarse en breve, ya que Rusia está demandando que, si los Estados Unidos quieren usar sus Soyuzes para esas fechas, tienen que empezar a pagarlas ya, porque dados los plazos de fabricación, hay que lanzar ya la producción de las naves adicionales.
El problema es que, con un clima enrarecido por el conflicto de Osetia del Sur, muchos piensan que la aprobación de la nueva exención está muy en entredicho. Varios congresistas y senadores norteamericanos han declarado que, en estos momentos, ven muy improbable que el Congreso vuelva a aprobar la compra de servicios espaciales a Rusia más allá de 2011. De ser así, sólo habría dos opciones: o bien extender la vida operativa del Shuttle más allá de 2010, hasta la entrada en servicio del Ares-Orión (algo que ya hace tiempo que demandan ciertos sectores en los Estados Unidos –ejemplo 1, ejemplo 2-), o bien aceptar que los astronautas norteamericanos se quedarán en tierra durante ese periodo.
Los más alarmistas incluso aluden a la posibilidad de que, si las relaciones se estropean lo suficiente, puedan ser los propios rusos los que se nieguen a vender sus servicios a los Estados Unidos, o bien que suban abusivamente los precios en represalia. Por supuesto, es posible, pero creo que la cosa tendría que ponerse realmente muy tensa para llegarse a eso; dudo que Rusia quiera prescindir de una jugosa fuente de ingresos que le ha reportado 700 millones de dólares sólo entre 2005 y 2008.
Sinceramente, todo esto me parece que hay que cogerlo con pinzas, como decía al principio. Este tipo de declaraciones suelen ser en muchas ocasiones avisos, amenazas, alarmismo con el fin de obtener algún objetivo político. Y es muy posible que, si como parece en estos momentos, la situación en Georgia y Osetia del Sur se normaliza con cierta rapidez, todo caiga en el olvido en poco tiempo. Aunque con estas cosas de la política nunca se sabe, y lo cierto es que en Georgia hay muchos intereses por ambos bandos, y aún no sabemos en qué derivará finalmente todo esto. Esperemos que derive en calma chicha, porque, la verdad, no creo que a nadie nos apetezca volver a iniciar una época de Guerra Fría. Confiemos en la sensatez de unos y de otros (¿será mucho confiar…?). (Foto: NASA)
El problema es el llamado Acta de No-Proliferación Irán-Siria, una directiva del gobierno norteamericano que impide llevar a cabo determinadas acciones comerciales con países que no respeten el veto impuesto por los Estados Unidos a Siria e Irán por sus desarrollos en materia nuclear. Una de las consecuencias de este acta es que los Estados Unidos no pueden comprar servicios de índole espacial a Rusia.
Esto ya originó serios problemas a la NASA tras el accidente del Columbia, cuando la nave rusa Soyuz se convirtió en el único vehículo disponible para enviar astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional. Si querían mantener su presencia en el complejo, los Estados Unidos debían pagar a Rusia por utilizar los servicios de sus naves Soyuz, algo prohibido por la mencionada acta. El problema se solucionó a través de una resolución del Congreso norteamericano en 2005 que exoneraba a estos servicios de cumplir el Acta de No-Proliferación.
El problema es que dicha exención vence en 2011, y dado que el Shuttle será dado de baja en 2010, tiene que repetirse la votación en el Congreso para extender la exención más allá de esa fecha. Y esa resolución debe votarse en breve, ya que Rusia está demandando que, si los Estados Unidos quieren usar sus Soyuzes para esas fechas, tienen que empezar a pagarlas ya, porque dados los plazos de fabricación, hay que lanzar ya la producción de las naves adicionales.
El problema es que, con un clima enrarecido por el conflicto de Osetia del Sur, muchos piensan que la aprobación de la nueva exención está muy en entredicho. Varios congresistas y senadores norteamericanos han declarado que, en estos momentos, ven muy improbable que el Congreso vuelva a aprobar la compra de servicios espaciales a Rusia más allá de 2011. De ser así, sólo habría dos opciones: o bien extender la vida operativa del Shuttle más allá de 2010, hasta la entrada en servicio del Ares-Orión (algo que ya hace tiempo que demandan ciertos sectores en los Estados Unidos –ejemplo 1, ejemplo 2-), o bien aceptar que los astronautas norteamericanos se quedarán en tierra durante ese periodo.
Los más alarmistas incluso aluden a la posibilidad de que, si las relaciones se estropean lo suficiente, puedan ser los propios rusos los que se nieguen a vender sus servicios a los Estados Unidos, o bien que suban abusivamente los precios en represalia. Por supuesto, es posible, pero creo que la cosa tendría que ponerse realmente muy tensa para llegarse a eso; dudo que Rusia quiera prescindir de una jugosa fuente de ingresos que le ha reportado 700 millones de dólares sólo entre 2005 y 2008.
Sinceramente, todo esto me parece que hay que cogerlo con pinzas, como decía al principio. Este tipo de declaraciones suelen ser en muchas ocasiones avisos, amenazas, alarmismo con el fin de obtener algún objetivo político. Y es muy posible que, si como parece en estos momentos, la situación en Georgia y Osetia del Sur se normaliza con cierta rapidez, todo caiga en el olvido en poco tiempo. Aunque con estas cosas de la política nunca se sabe, y lo cierto es que en Georgia hay muchos intereses por ambos bandos, y aún no sabemos en qué derivará finalmente todo esto. Esperemos que derive en calma chicha, porque, la verdad, no creo que a nadie nos apetezca volver a iniciar una época de Guerra Fría. Confiemos en la sensatez de unos y de otros (¿será mucho confiar…?). (Foto: NASA)
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