Qué fuerte… Estas cosas pasan hasta en las mejores familias, y todos las hemos vivido alguna vez en nuestra vida profesional, pero no por eso dejan de ser situaciones… en fin, no sé muy bien cómo describirlas, pero digamos que “singulares”.
Me refiero al enfrentamiento abierto que está teniendo lugar entre el todavía Administrador de la NASA, Mike Griffin, y el nuevo equipo de transición nombrado por el presidente electo Barack Obama para relevarlo al frente de la NASA. Obama ha puesto al mando de este equipo de transición a Lori Garver, quien ya fuera administradora adjunta entre 1998 y 2001 bajo el liderazgo del Administrador Daniel Goldin, nombrado en su día por George Bush padre. En los últimos años, Lori Garver ha trabajado como asesora en temas espaciales de varios candidatos demócratas a la presidencia.
Pues bien, la cuestión es que Mike Griffin está siendo acusado de falta de cooperación con el equipo de transición, e incluso de poner obstáculos a sus actividades. Fuentes internas han revelado incluso que Griffin ha acusado personalmente a Garver de no estar cualificada para juzgar el programa Constellation; testigos presenciales han declarado que, durante una reunión con Garver y su equipo, un Griffin rojo de ira ha pedido hablar directamente con Obama.
En paralelo, el actual administrador ha transmitido instrucciones a sus empleados y subcontratistas sobre qué pueden y qué no pueden contar al equipo de transición. Esto extraoficialmente, claro, mientras de cara al exterior ha enviado una circular pidiendo la máxima cooperación con el equipo de transición, y que sus preguntas sean respondidas “rápida, abiertamente y con precisión”. En paralelo, Griffin ha advertido a los diferentes directivos de las empresas aeroespaciales que trabajan para la NASA que mucho cuidadito con criticar el programa lunar; fuentes de estas empresas han revelado que la NASA les ha pedido que digan al equipo de Obama que apoyan el programa Constellation, y que si no están de acuerdo en algo, que mejor que se queden callados. Esto va claramente dirigido a quienes pudieran sentirse tentados de ofrecer sus lanzadores comerciales en activo (Delta IV o Atlas V como posibilidades más probables) como alternativa más directa al Ares I. Los contratistas reconocen en privado sentirse amenazados con penalizaciones comerciales en el futuro si no actúan en la forma que se les ha indicado. En concreto, se sabe de casos en las que ciertos directivos de empresas aeroespaciales invitados por el equipo de Obama a expresar sus opiniones, han recibido órdenes de su dirección de no acudir a la reunión, y de consensuar antes con la NASA cualquier cosa que se vaya a decir ante el equipo del nuevo presidente.
Todo esto lo ha revelado el Orlando Sentinel basándose en fuentes internas de la agencia espacial y de la industria norteamericana, y asegurando disponer de copias de e-mails que respaldan estas revelaciones y estas directivas editadas por la NASA. Por supuesto, la NASA niega oficialmente que esto esté sucediendo. “Estamos trabajando extremadamente bien con el equipo de transición”, ha declarado el jefe de comunicaciones de la agencia, aunque ha admitido la “preocupación” de Griffin por las carencias de dicho equipo en cuanto a tener la suficiente experiencia ingenieril como para interpretar correctamente la información que se les suministra. Lori Garver, por su parte, ha preferido no hacer comentarios al respecto.
Está claro que la misión de un equipo como el de Lori Garver no es fácil, ni cómoda para aquellos que los reciben en el seno de la NASA. La misión de este equipo es precisamente rebuscar los problemas, sacar a la luz los puntos más oscuros, para asegurarse de que no haya sorpresas cuando Obama y su gente asuman el mando. Se trata de conocer al detalle lo bueno y lo malo de cada programa dentro de la NASA, para poder tomar las decisiones oportunas al respecto. Y lógicamente, esta labor de auditoría no le gusta sufrirla a nadie, menos aún si consideras que puede poner en peligro el trabajo que has realizado durante los últimos años.
Este es el caso concreto del programa Constellation. Con una multitud de problemas técnicos recientemente aireados, retrasos en las fechas de entrada en servicio y sobrecostes declarados, es lógico que Griffin tema seriamente por su continuidad. Y por ello se revuelve “como gato panza arriba”, intentando salvar su proyecto del alma. Al respecto, el actual administrador ya ha hecho saber con anterioridad que le encantaría mantenerse en el puesto bajo la nueva administración, pero sólo si se le garantiza la continuidad del programa Constellation. También se le ha visto en los últimos meses frecuentando los entornos gubernamentales de Washington, supuestamente intentando allanar el camino a ambas metas, su continuidad y la de “su” programa. Ahora, con la labor inquisitiva del equipo de Lori Garner, Griffin ve sus metas amenazadas.
La cosa parece que ha llegado a adquirir tintes de pelea callejera en algún caso, con testigos ajenos a la NASA contemplando discusiones a gritos entre el propio Griffin y algún miembro del equipo de Obama en medio de zonas públicas de la agencia. En concreto, algunos asistentes a una fiesta en la librería de la NASA estaban escuchando una presentación de un historiador que, haciendo un repaso a la historia de los años dorados de la agencia, recordaba cómo el equipo de Kennedy al llegar a la presidencia no le daba la más mínima importancia a la NASA. Al parecer, Griffin, que pasaba por allí, dijo a gritos “¡Ya quisiera yo que el equipo de Obama viniera a verme para decirles unas cuantas cosas!”, a lo que respondió, también a gritos, uno de los miembros de dicho equipo, que casualmente estaba por allí: “¡Pues mira, Mike, aquí estamos, cuando quieras!”, a lo que al parecer siguió una animada discusión entre ambos.
En fin, penoso lo que está pasando entre quienes teóricamente son la élite de la actividad espacial en los Estados Unidos…
Me refiero al enfrentamiento abierto que está teniendo lugar entre el todavía Administrador de la NASA, Mike Griffin, y el nuevo equipo de transición nombrado por el presidente electo Barack Obama para relevarlo al frente de la NASA. Obama ha puesto al mando de este equipo de transición a Lori Garver, quien ya fuera administradora adjunta entre 1998 y 2001 bajo el liderazgo del Administrador Daniel Goldin, nombrado en su día por George Bush padre. En los últimos años, Lori Garver ha trabajado como asesora en temas espaciales de varios candidatos demócratas a la presidencia.
Pues bien, la cuestión es que Mike Griffin está siendo acusado de falta de cooperación con el equipo de transición, e incluso de poner obstáculos a sus actividades. Fuentes internas han revelado incluso que Griffin ha acusado personalmente a Garver de no estar cualificada para juzgar el programa Constellation; testigos presenciales han declarado que, durante una reunión con Garver y su equipo, un Griffin rojo de ira ha pedido hablar directamente con Obama.
En paralelo, el actual administrador ha transmitido instrucciones a sus empleados y subcontratistas sobre qué pueden y qué no pueden contar al equipo de transición. Esto extraoficialmente, claro, mientras de cara al exterior ha enviado una circular pidiendo la máxima cooperación con el equipo de transición, y que sus preguntas sean respondidas “rápida, abiertamente y con precisión”. En paralelo, Griffin ha advertido a los diferentes directivos de las empresas aeroespaciales que trabajan para la NASA que mucho cuidadito con criticar el programa lunar; fuentes de estas empresas han revelado que la NASA les ha pedido que digan al equipo de Obama que apoyan el programa Constellation, y que si no están de acuerdo en algo, que mejor que se queden callados. Esto va claramente dirigido a quienes pudieran sentirse tentados de ofrecer sus lanzadores comerciales en activo (Delta IV o Atlas V como posibilidades más probables) como alternativa más directa al Ares I. Los contratistas reconocen en privado sentirse amenazados con penalizaciones comerciales en el futuro si no actúan en la forma que se les ha indicado. En concreto, se sabe de casos en las que ciertos directivos de empresas aeroespaciales invitados por el equipo de Obama a expresar sus opiniones, han recibido órdenes de su dirección de no acudir a la reunión, y de consensuar antes con la NASA cualquier cosa que se vaya a decir ante el equipo del nuevo presidente.
Todo esto lo ha revelado el Orlando Sentinel basándose en fuentes internas de la agencia espacial y de la industria norteamericana, y asegurando disponer de copias de e-mails que respaldan estas revelaciones y estas directivas editadas por la NASA. Por supuesto, la NASA niega oficialmente que esto esté sucediendo. “Estamos trabajando extremadamente bien con el equipo de transición”, ha declarado el jefe de comunicaciones de la agencia, aunque ha admitido la “preocupación” de Griffin por las carencias de dicho equipo en cuanto a tener la suficiente experiencia ingenieril como para interpretar correctamente la información que se les suministra. Lori Garver, por su parte, ha preferido no hacer comentarios al respecto.
Está claro que la misión de un equipo como el de Lori Garver no es fácil, ni cómoda para aquellos que los reciben en el seno de la NASA. La misión de este equipo es precisamente rebuscar los problemas, sacar a la luz los puntos más oscuros, para asegurarse de que no haya sorpresas cuando Obama y su gente asuman el mando. Se trata de conocer al detalle lo bueno y lo malo de cada programa dentro de la NASA, para poder tomar las decisiones oportunas al respecto. Y lógicamente, esta labor de auditoría no le gusta sufrirla a nadie, menos aún si consideras que puede poner en peligro el trabajo que has realizado durante los últimos años.
Este es el caso concreto del programa Constellation. Con una multitud de problemas técnicos recientemente aireados, retrasos en las fechas de entrada en servicio y sobrecostes declarados, es lógico que Griffin tema seriamente por su continuidad. Y por ello se revuelve “como gato panza arriba”, intentando salvar su proyecto del alma. Al respecto, el actual administrador ya ha hecho saber con anterioridad que le encantaría mantenerse en el puesto bajo la nueva administración, pero sólo si se le garantiza la continuidad del programa Constellation. También se le ha visto en los últimos meses frecuentando los entornos gubernamentales de Washington, supuestamente intentando allanar el camino a ambas metas, su continuidad y la de “su” programa. Ahora, con la labor inquisitiva del equipo de Lori Garner, Griffin ve sus metas amenazadas.
La cosa parece que ha llegado a adquirir tintes de pelea callejera en algún caso, con testigos ajenos a la NASA contemplando discusiones a gritos entre el propio Griffin y algún miembro del equipo de Obama en medio de zonas públicas de la agencia. En concreto, algunos asistentes a una fiesta en la librería de la NASA estaban escuchando una presentación de un historiador que, haciendo un repaso a la historia de los años dorados de la agencia, recordaba cómo el equipo de Kennedy al llegar a la presidencia no le daba la más mínima importancia a la NASA. Al parecer, Griffin, que pasaba por allí, dijo a gritos “¡Ya quisiera yo que el equipo de Obama viniera a verme para decirles unas cuantas cosas!”, a lo que respondió, también a gritos, uno de los miembros de dicho equipo, que casualmente estaba por allí: “¡Pues mira, Mike, aquí estamos, cuando quieras!”, a lo que al parecer siguió una animada discusión entre ambos.
En fin, penoso lo que está pasando entre quienes teóricamente son la élite de la actividad espacial en los Estados Unidos…
9 comentarios:
A ver cuando empiezan los sopapos en EADS y Airbus, que no debe faltar mucho...
qué tal va todo?
Iba a escribir 1 mail o dejar un mensaje mas extenso,pero estoy que me caigo...
Queda bastante claro a estas alturas que tanto el programa Constellation como el Apollo tienen más carácter político que científico porque yo no puedo imaginarme este tipo de discusiones por ejemplo, hablando del telescopio James Webb o del nuevo rover marciano.
Cuando se va a hacer ciencia pueden haber rifirafes (que los hay) pero se va a hacer ciencia. Pero cuando uno quiere plantar otra banderita en la luna para así aparecer en las noticias, lo único que se consigue es malestar.
Saludos.
Que Apolo tuviese un carácter más político que científico, está claro. Pero esa no es la idea (o no debería serlo) del programa Constellation. Y si así fuera, en mi opinión estaría condenado al fracaso.
Juan Antonio Fernández
-The Mars Society España (TMSE)
Constellation tiene dos partes claramente diferenciadas (aunque se influyen mutuamente): por un lado, crear el sustituto del transbordador, para proporcionar transporte de tripulaciones a órbita baja (lo de sustituto en el fondo es una exageración, ya que se pierden muchas capacidades con respecto al Shuttle, especialmente en cuanto a descenso de carga). Y por otro lado, proporcionar un sistema capaz de llevar a cabo misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre, en principio a la Luna.
El primer caso es una necesidad desde cualquier punto de vista. El segundo, para mí es una cuestión puramente política. De hecho, doblemente política: por un lado, es una decisión política en sentido amplio, en el sentido de que marca una nueva política a seguir en la NASA, encaminada hacia la exploración tripulada del Sistema Solar; en este sentido, ya digo, es política en cuanto a filosofía, aunque lógicamente la ha dictado un político (el presidente Bush). Pero tiene una segunda componente más puramente política, en cuanto a política de políticos, que es la directiva de llegar a la Luna hacia 2020. Eso fue un objetivo marcado claramente por Bush: hay que ir a la Luna en 2020, punto. ¿Razones? A buscarlas, majos. Todavía hay gente en la NASA buscando esas razones, buscando contenido a esas misiones, e intentando justificarlas. Por supuesto, si finalmente se llevan a cabo, se les dará todo el contenido técnico y científico que se pueda (estaría bueno...), pero la decisión de llevarlas a cabo ha sido una decisión puramente política.
Saludos
Esta pelea no tiene ningún sentido. Cuando Obama sea realmente presidente, dentro de un mes, pondrá a quién le dé la gana. ¿Para qué entonces, este culebrón?
Efectivamente, no parece tener mucho sentido. Está claro que para Griffin el Constellation es "su proyecto", algo que puso en marcha él mismo, y que dirigió de acuerdo a sus propias ideas (la configuración de los lanzadores es la que él había propuesto en estudios anteriores a su llegada a la NASA). Pero, como dices, de poco sirve protegerlo ahora si en breve va a haber otro administrador: lo que pueda ocultar ahora, saldrá a la luz entonces (no me refiero necesariamente a la luz pública, pero sí a la luz de la nueva administración).
Lo único que se me ocurre es que Griffin tenga aún esperanzas de seguir en el cargo. Tiene a favor el hecho de ser un técnico, de no estar vinculado claramente a ninguno de los dos partidos, y puede esperar que Obama quiera seguir contando con él. Ha habido muchos comentarios sobre las maniobras de Griffin desde que ganó Obama para hacer presión en esa dirección, la de permanecer en el puesto. En ese caso, sí podría tener sentido todo esto, ya que si se descubren trapos sucios, podría afectar tanto al programa como a su posible permanencia en el puesto. Es lo único que se me ocurre...
¡Saludos!
No estoy de acuerdo en eso de "hay que ir a la Luna en 2020, punto. ¿Razones?". Pues razones todas las que se le pueden dar a la exploración tripulada (y no entro en ese debate, que es otro). Que sea en 2020 es anecdótico. De hecho, casi seguramente se va a retrasar. Lo importante es que se va a ir.
Si la decisión es puramente política, digo que Constellation está condenado al fracaso porque sería un Apolo 2. Y no se necesita un Apolo 2, un programa para ir, colocar la banderita y preguntarse "¿y ahora qué hacemos?". Se necesita un programa de continuidad, sostenible. De lo contrario no se podrá justificar la inversión y acabará cancelándose, como Apolo.
No, creo que me has entendido mal. No estaba diciendo que no haya razones para volver a la Luna (aunque la cosa sería discutible, pero no es eso), me estaba refiriendo a lo que pasó en enero de 2004: fue entonces cuando Bush realizó un discurso en el que expuso su "visión para la exploración del espacio". En ella, entre otras cosas, pedía volver a la Luna en 2020. Él puso la meta y la fecha, y poco más (por eso decía lo de "hay que volver a la Luna en 2020, y punto"; fue el mensaje de Bush). No dio razones (bueno, dio algunas, pero absurdas; ya hablé sobre ellos aquí: http://fjcasadop.blogspot.com/2004/04/la-poltica-espacial-de-bush.html), sólo impuso una meta con una fecha. Luego la NASA se tuvo que encargar de buscar razones para venderlo al exterior, y de organizar el programa que fuera capaz de llevarlo a cabo. Por eso digo que la vuelta a la Luna es una decisión política. No es opinión mía, es que parte de una directiva de Bush de 2004... Ahora bien, que esté condenado al fracaso o no es otra cuestión: lo inició una decisión política, pero aún se está a tiempo de encaminar el programa por el camino adecuado, creo yo. Ya veremos...
Saludos
Lo siento, está claro que entendí otra cosa. Ahora sí que estoy de acuerdo con todo esto que dices. De hecho, la imitación del discurso de Kennedy que hizo Bush fue bastante mala (como casi todo lo que ha hecho, dicho sea de paso). Confiemos en que Constellation sea lo que todos deseamos...
Saludos.
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