23 mayo 2008

El accidente de la Soyuz TMA-11

Como comentaba más o menos de refilón aquí hace unas semanas, el mes pasado tuvo lugar uno de los incidentes más graves de la actividad espacial en muchos años: los problemas durante la reentrada de la misión Soyuz TMA-11.

Pues bien, como también comentaba en aquella ocasión, ya está a la venta el número de junio de la revista Espacio, donde publico un artículo analizando todo lo que se sabe hasta ahora de este accidente, desde cómo se desarrolló hasta sus posibles causas, junto con ciertas filtraciones por parte de un ingeniero anónimo relacionado con el programa espacial ruso. Podéis leer los primeros párrafos del artículo aquí, pero para leerlo completo tendréis que comprar la revista. Como ya dije en otra ocasión en que recomendé otro artículo, no lo consideréis mera propaganda, a mi me pagan lo mismo independientemente del número de ejemplares que vendan; pero creo que este artículo puede considerarse un buen anexo a mi libro “Houston, tenemos un problema”, así que probablemente pueda interesar a sus lectores, y por eso lo destaco aquí.

La revista cuesta 3,90 euros, que hay que reconocer que no es barato, sobre todo si la compras por un único artículo. Pero la verdad es que creo que este número está bastante interesante para los aficionados a la astronáutica, incluyendo otro buen artículo de Manuel Montes sobre el histórico de las armas antisatélite, uno de esos artículos que no se escriben copiando de la wikipedia (algo que, lamentablemente, últimamente hacen bastantes “colaboradores” de revistas con resultados a menudo decepcionantes e incluso erróneos; sí, en Espacio también se cuela de vez en cuando alguno de esos, qué le vamos a hacer…). En general, creo que Espacio tiene un nivel medio correcto para los aficionados a estos temas, incluyendo en ocasiones artículos muy buenos incluso si los comparamos con otras publicaciones de prestigio internacional; lo difícil a menudo para el aficionado medio es saber separar el grano de la paja en estas cosas… Quizás la principal pega que se le pueda poner sea la limitación en la extensión de los artículos, que impide en ocasiones profundizar tanto como se desearía. En cualquier caso, ya digo que es recomendable a nivel general, y creo que este número en particular lo es especialmente. Vosotros decidís.

21 mayo 2008

Europa insiste; los ministros deciden

Hace ya tiempo que muchos europeos soñamos con disponer de nuestro propio vehículo espacial tripulado. No sólo entre los aficionados, sino incluso a un alto nivel dentro de la ESA, la persecución de un proyecto de estas características viene de antiguo. No hay más que recordar el fallido proyecto Hermes de finales de los 80 (el desarrollo de un pequeño transbordador espacial reutilizable que sería lanzado por un Ariane 5), cancelado a comienzos de los 90 por razones presupuestarias. O el CRV/CTV (relacionado también con el X-38), el que iba a ser el nuevo vehículo de transporte de tripulaciones a la ISS, también utilizable como vehículo de rescate de emergencia, y en el que Europa iba a participar en colaboración con la NASA; finalmente se canceló por los recortes introducidos por los Estados Unidos al proyecto de la estación.

Ya más recientemente tuvimos el Kliper, que hace un par de años nos hizo soñar con una posible colaboración Europa-Rusia en torno a un atractivo vehículo reutilizable planteado como futuro sustituto de las Soyuz. Incluso hubo un primer preacuerdo entre la ESA y Roskosmos para colaborar en el desarrollo, pero todo se vino abajo cuando llegó la reunión ministerial de países miembros de la ESA que debían dar el visto bueno a los planes presentados por la agencia: los ministros no vieron con buenos ojos invertir fondos europeos en un proyecto que al final iba a ser mayoritariamente ruso, con poco retorno tecnológico hacia Europa. Una decisión probablemente acertada, aunque un poco desilusionante para los aficionados.

Pero la semilla estaba puesta, y Rusia y Europa siguieron hablando. Rusia quiere un nuevo vehículo para sustituir a sus añejas Soyuz, pero, a pesar del importante repunte de la economía rusa en los últimos años, los presupuestos espaciales aún no son para tirar cohetes (bueno, alguno tiran, pero los justitos; perdón por la tontería). Así que a los rusos les vienen bien los euros que pueda aportar Europa. Y Europa, que está con ganas de ponerles a sus astronautas un vehículo propio en lugar de alquilar los ajenos, ve con buenos ojos el repartir el coste de un proyecto así con los rusos, y de paso aprovechar su gran experiencia en este campo. Así que, pese al varapalo sufrido con el Kliper, siguieron las conversaciones entre ambos. Se hablaba de una posible “Soyuz avanzada”, de la introducción masiva de materiales compuestos en la nueva nave (una tecnología en la que Europa, y en concreto España, es puntera), de aprovechar lo ya desarrollado por Europa para el ATV en el futuro vehículo… En fin, que había interés por llegar a algún acuerdo satisfactorio para ambas partes (y vendible a los políticos de turno).

Pues bien, parece que dicho acuerdo ha llegado. El pasado martes día 13, Roskosmos anunciaba el preacuerdo con la ESA para desarrollar un vehículo con capacidad para 6 astronautas y con una arquitectura muy similar a la elegida por la NASA para su nueva nave Orión.

Efectivamente, el nuevo vehículo renunciaría a las formas acampanadas utilizadas con éxito en los últimos 40 años para las cápsulas espaciales rusas, para optar por formas cónicas como las utilizadas por los norteamericanos desde las Mercury hasta las Apollo, y retomadas ahora con la Orión. Y es que, efectivamente, se mantiene el mismo concepto de vehículo modular de la Soyuz (y de la Apollo, y de la Orión…), con una parte del vehículo destinada a alojar los motores y la mayor parte de los sistemas, y una pequeña parte (la cápsula) encargada de alojar a la tripulación, único elemento que finalmente vuelve a la Tierra. Se abandona, pues, el más atractivo concepto de la Kliper (desde un punto de vista tecnológico y operativo) de usar un vehículo de fuselaje sustentador, para volver a la clásica cápsula de toda la vida. De esta forma, se abarata el desarrollo y se reducen riesgos de todo tipo (de sobrecostes durante el desarrollo, de retrasos por la introducción de nuevas tecnologías, y de posibles sobrecostes no previstos una vez entrado en servicio), a costa de elegir un diseño mucho más conservador. En fin, es lo que hay, menos da una piedra.

En este nuevo concepto de vehículo, Europa aportará principalmente el módulo de servicio, adaptado a partir de su exitoso vehículo no tripulado ATV, mientras que Rusia se ocuparía principalmente del desarrollo de la cápsula habitable y de todos los sistemas de soporte vital, además del dispositivo de acoplamiento. El vehículo tendría capacidad de operar en la órbita terrestre (como vehículo de transporte de tripulaciones a la estación, por ejemplo) y tendría también potencial para crecer en un hipotético futuro hasta capacidad interplanetaria, sin más que aumentarlo con los módulos suplementarios (de propulsión y habitabilidad) que fueran necesarios. Parece ser que la idea es que el vehículo sería lanzado por un lanzador ruso desde la nueva base que se va a construir en Vostochny, en el extremo más oriental de Rusia (una reacción al sobrecoste que supone seguir utilizando Baikonur pagando al gobierno de Kazajstán por su alquiler).

Personalmente me ha extrañado no encontrar ninguna referencia a la posibilidad de operar desde Kourou, aunque esto siempre podría cambiar en el futuro. La verdad es que por ahora, la estratégica situación de Kourou tan cercana al Ecuador, ideal para la mayor parte de las misiones espaciales, no es tan interesante para misiones a la Estación Espacial Internacional, que debido a la inclinación de su órbita pueden llevarse a cabo sin problema desde Vostochny. Otra cosa serían esas hipotéticas misiones interplanetarias futuras (y ya sabéis lo escéptico que soy yo siempre con estos anuncios de intenciones tan vacíos), para las que Kourou supondría innegables ventajas energéticas. De todas formas, ya digo que me parece algo extraño que no se plantee la posibilidad de usar Kourou o incluso algún derivado del Ariane 5 como complemento a Vostochny y al lanzador ruso (apuesto por el Angara, aunque no se menciona); pero sin conocer los detalles, es difícil decir más. Por otra parte, diseñar un vehículo compatible con dos lanzadores (uno ruso y uno europeo) no es nada fácil (cambian las aceleraciones, las vibraciones, los requisitos en general), y quizás ésta ha sido una concesión europea al proyecto.

En cuanto a los plazos, personalmente no me los creeré mucho hasta que la cosa se ponga de verdad en marcha más allá de un acuerdo de intenciones, pero se habla de iniciar los ensayos en 2015 con un primer vuelo en 2018. Muy deprisa me parece, aunque bien es cierto que la utilización de material ya desarrollado (como el derivado del ATV) debería acelerar los plazos.

En cualquier caso, el preacuerdo ya está ahí, y ahora sólo queda que los ministros europeos se sientan seducidos por la idea y firmen la aprobación en la próxima reunión de la ESA que tendrá lugar en noviembre de este año. Si esta vez les convence el grado de participación europeo (y la utilización de todo un módulo de servicio derivado del ATV parece un gran argumento), es posible que Europa pueda contar finalmente en el futuro con un vehículo propio, de uso compartido. Aunque haya que irse hasta más allá de Mongolia para utilizarlo… (Imagen: EADS Astrium)

06 mayo 2008

Mirándome el ombligo

Si eres uno de los lectores de este blog que aún no ha leído "Houston, tenemos un problema" (ya estás tardando :-), ahora tienes un lugar mejor que la reseña que aparece en mi propia web o los comentarios de los foros para decidir si puede merecer la pena: el fantástico blog "Historias de la Ciencia".

En él, su autor Omalaled ha escrito un nuevo artículo en el que expone sus opiniones sobre este libro, a la vez que destaca numerosos pasajes del mismo. Vamos, que lo vende mejor que yo mismo. Muchas gracias, Fernando. (Imagen: Quino)