Supongo que a nadie le sonará a nuevo lo de la colisión de ayer entre el satélite Iridium 33 y Kosmos 2251, así que no os voy a aburrir repitiendo lo que ya habréis oído o leído en multitud de sitios. Hasta logró una atención más que considerable en los telediarios, algo del todo inusual para las noticias relacionadas con el espacio, aunque hay que reconocer que ésta lo merecía, por lo sorprendente e inesperado. Y es justamente sobre eso sobre lo que quería hablar.
No me refiero a la escasa probabilidad de que dos satélites choquen en órbita. Efectivamente, la probabilidad es pequeña, especialmente porque no estamos hablando de chocar con un pequeño fragmento de basura espacial, sino con todo un satélite de más de media tonelada de peso, que hay muchos pero no tantos (especialmente para “lo grande” que es el espacio). Aunque la probabilidad era pequeña, para mi no es eso lo realmente sorprendente. Lo que me dejó estupefacto al enterarme de la noticia es que no se hubiera previsto y no se hubiera hecho nada por evitarlo.
Efectivamente, existe una inmensa base de datos de los objetos actualmente en órbita, disponible para aquellos que lo necesiten (especialmente los operadores de satélites). No sólo de satélites en activo, sino también de satélites obsoletos (“muertos”), de etapas superiores de lanzadores que quedan en órbita, e incluso de fragmentos de basura espacial. En este último caso, existe información más o menos precisa de cualquier fragmento de tamaño superior a los 10 cm, a través principalmente de observaciones radar. Pero ni siquiera hablamos de eso, hablamos de un satélite de varios metros de tamaño y de órbita perfectamente conocida.
Los operadores de Iridium tenían acceso a esta información, y sus satélites están equipados con motores de maniobra orbital con capacidad suficiente para llevar a cabo una maniobra evasiva en caso de riesgo de colisión. No es la primera vez que este tipo de maniobras se han llevado a cabo con otros satélites, o incluso en la estación espacial Mir y en la ISS, para evitar impactos con satélites o trozos de basura espacial.
En cambio, en este caso no se ha hecho nada. ¿Por qué? Lo ignoro. Pero da la sensación de que esto ha sido la consecuencia no sólo de la casualidad, sino de un grave fallo por parte de los operadores de la red Iridium. Quizás sepamos algo más en los próximos días.
2 comentarios:
Bueno, ahora saldrán las teorías conspirativas (en realidad: hipótesis sin base pero verosímiles) diciendo que esto fue provocado. De hecho, podría ser, como precedente para que los EEUU (por ejemplo) "regulen" unilateralmente la actividad espacial, tal y como hacen con internet (por ejemplo)...
Pués podrían sacarlos más allá de la órbita o icinerarlos directamente.
Saludos
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