17 marzo 2009

Tiger Teams

Continuando con la serie de las contribuciones del sector espacial a la ingeniería que comenzamos con el artículo sobre ingeniería concurrente, hoy hablaremos de los "Tiger Teams", un curioso término cuyo significado en ingeniería es muy diferente al que tenía en su origen.

Probablemente el término “tiger team” sea poco conocido para los ajenos a la aeronáutica, ya que parece que es en esta industria donde más se ha asentado. Y como decía, lo ha hecho con un significado muy diferente al que tenía en su origen, pero que es justamente el que quería comentar hoy, por ser el significado que nació con la actividad espacial. En realidad, el término es muy anterior al programa espacial, y tiene un origen militar totalmente ajeno a la industria: los tiger teams eran (son) esos equipos tan popularizados por el cine de expertos en infiltración, encargados de encontrar los puntos débiles en el acceso a edificios o a información. Es decir, esos que contrata el propio gobierno para que se infiltren en una de sus organizaciones de alta seguridad, o en sus ordenadores más secretos, para encontrar fallos en la seguridad que pueda utilizar el enemigo. En ese contexto, el nombre tiene su sentido, por el sigilo y el camuflaje con el que suelen actuar estos felinos cuando acechan a sus presas.


El caso es que, de alguna forma, este concepto de tiger team que nació en el ámbito militar y de la seguridad, pasó en algún momento a la industria con un significado muy diferente. Cuando hablamos de tiger teams en el contexto industrial, especialmente aeronáutico, nos referimos a equipos multidisciplinares de expertos encargados de solventar un problema complicado; habitualmente son personas ajenas al proyecto en crisis, para poder aportar así ideas "sin contaminar", y con una enorme experiencia en sus áreas respectivas. En aeronáutica es frecuente encontrarlos en campañas de ahorro de peso.

Pues bien, este concepto más ingenieril de los tiger teams también se originó con el programa espacial, o en paralelo con él. Uno de los primeros tiger teams de este estilo fue creado en el contexto del primer programa espacial tripulado norteamericano, el Mercury, para el desarrollo de la cápsula. Los problemas en el desarrollo del primer vehículo espacial tripulado eran múltiples, y el proyecto no hacía más que ir de retraso en retraso, con la amenaza siempre presente de que los rusos se les adelantasen con el envío del primer hombre al espacio (como así fue, finalmente). Por ello, en el transcurso del proyecto se decidió crear un tiger team con expertos de diversas procedencias que dieran salida a los múltiples problemas de escudo térmico, soporte vital, guiado, etc, que tenía el vehículo. Este tipo de tiger teams se convertirían desde entonces en algo relativamente habitual en el programa espacial norteamericano, y quizás su actuación más famosa tuvo lugar durante el accidente del Apollo 13, cuando el tiger team creado para salvar a los tres hombres que se debatían entre la vida y la muerte a medio camino entre la Tierra y la Luna tuvo el tremendo éxito que todos conocemos, con ideas de lo más imaginativas, ideando nuevos procedimientos sobre la marcha, o utilizando los escasos recursos de a bordo para rediseñar equipos de filtrado de CO2, entre otros muchos logros. Aquel tiger team estuvo liderado por el inolvidable Gene Kranz, el que pronunció con motivo de este accidente aquella famosa frase: "El fallo no es una opción".

Desde entonces, los tiger teams han formado parte más o menos habitual de los proyectos aeroespaciales a nivel mundial, y es posible que también en otras áreas de la industria (si alguno de vosotros los conoce en otro ámbito, sería bueno que lo compartiera). Aunque desde luego, creo que pocas veces su trabajo habrá sido tan crítico como lo fue durante la misión del Apollo 13...

09 marzo 2009

Japón no quiere ser menos que sus vecinos

Más de una vez me he encontrado con reacciones de sorpresa cuando a alguien le explicas que la llegada a la Luna fue por razones puramente políticas. Supongo que los aficionados que conocemos la historia de la exploración espacial lo tenemos perfectamente asumido, pero parece que para la gente en general existe la “necesidad” de pensar que cuando uno se embarca en un mega-proyecto de esas características, con esas ingentes inversiones de dinero público, es por algo más que puro prestigio político. Parece que, por mucho que digamos que la ciencia está muy alejada de la cultura popular, para la cultura popular es más asumible que la actividad espacial esté motivada por criterios científicos que por pura voluntad política.

Sin embargo, la realidad nos enseña una y otra vez que esto no es así. Y es que, si lo analizamos fríamente, a veces parece como si nuestros políticos, los que nos gobiernan, actuasen como críos, en función de envidias o rabietas… La verdad, visto con la adecuada perspectiva, a veces los actos humanos resultan absurdos.


Todo esto viene a cuento de las recientes declaraciones del presidente de la agencia espacial japonesa (JAXA), con el respaldo de su gobierno: en ellas declaraba la voluntad de desarrollar tecnologías para llevar a cabo misiones espaciales tripuladas de forma independiente. Es decir, poder lanzar a sus propios hombres al espacio, ya que hasta ahora Japón contaba con un reducido cuerpo de astronautas, pero que dependían de acuerdos con otros países (Estados Unidos, fundamentalmente) para subir al espacio. De momento no hay fechas ni compromisos, pero simplemente estas declaraciones ya suponen un rotundo cambio en la política espacial del país del sol naciente, que hace unos años decidió suspender cualquier tipo de actividad encaminada hacia esta meta (con la cancelación, por ejemplo, del proyecto Hope-X).

No critico la decisión, y ya os imaginareis que aplaudo cualquier iniciativa enfocada a aumentar el nivel de implicación de cualquier nación con la actividad espacial. Lo que me hace sonreír con ironía y lo que me motiva los comentarios anteriores es que es evidente que esto no hubiera sucedido tan fácilmente de no estarse extendiendo por Asia la voluntad de desarrollar programas espaciales tripulados nacionales. Primero fue China, pero ahora ya es India quien se ha embarcado en el desarrollo de una nave propia. Los malayos ya tienen su cuerpo de astronautas (aunque no tengan medios para enviarlos al espacio), e Irán, aunque aún muy lejos de conseguirlo, ya alardea de su intención de enviar hombres al espacio en un futuro más o menos próximo. Entre tanto, la cercana Corea del Sur desarrolla su propio programa de lanzadores y ya ha enviado un astronauta patrio a bordo de una Soyuz. En estas condiciones, Japón, la que fuera primera potencia espacial asiática en su día, parece que está reaccionando para no quedar en el furgón de cola de cara a la opinión pública internacional. Lo divertido, o triste, o simplemente anecdótico, es que estas decisiones no se tomen por razones que tengan un poco más de profundidad (que reconozco que es una mera hipótesis mía, nadie ha explicado las razones, pero me parece bastante evidente). En fin, a veces los seres humanos no tenemos remedio…

08 marzo 2009

Ingeniería concurrente

Todos aquellos que trabajéis en algo relacionado con proyectos de ingeniería, seguro que habéis oído hablar más de una vez de la ingeniería concurrente, y es muy probable que sea ésta la filosofía de trabajo en vuestra empresa. Y el término se ha hecho tan famoso que probablemente muchos de los que sois ajenos a este mundillo también lo habréis escuchado en alguna ocasión. Hoy vamos a hablar sobre ello, sobre qué es la ingeniería concurrente y cómo nació en el contexto de los orígenes de la actividad espacial.

Seguro que este último comentario ya le habrá hecho elevar las cejas a más de uno, porque parece como si eso de la ingeniería concurrente fuera un invento muy reciente. Bueno, la verdad es que hablar en la actualidad de ingeniería concurrente no es ninguna novedad, pero hace 10 ó 15 años parecía que era la panacea, el invento del siglo, eso de lo que todo el mundo hablaba y todo el mundo quería implantar, sin saber muy bien cómo concienciar al personal de que era bueno y necesario...

Pero bueno, antes de seguir, expliquemos en qué consiste esto de la ingeniería concurrente.


En realidad es muy sencillo, al menos en teoría: se trata de que todas las áreas, todas las disciplinas, trabajen de forma paralela y simultánea en un determinado proyecto. Como contraste está el trabajo secuencial: los ingenieros de diseño hacen su diseño, que luego pasa a los ingenieros de producción, que deciden cómo fabricarlo, luego a los diseñadores de utillaje, que diseñan las herramientas necesarias para dicha fabricación y montaje, luego a los planificadores de la producción… En fin, uno detrás de otro, de forma secuencial.

La ingeniería concurrente pretende aumentar la calidad y reducir costes y plazos realizando un trabajo simultáneo, aunque ello requiera un mayor esfuerzo por parte de cada uno de los involucrados, y un cambio de mentalidad. Porque no sólo hay que ponerse de acuerdo entre todos desde el principio para que el producto sea lo más eficiente posible desde el punto de vista de todas las áreas, sino que cada una de las áreas debe ocuparse de ir transmitiendo la información necesaria a las demás para que puedan ir trabajando; y esta información fluye mientras el proceso de diseño está “vivo”, lo que obliga a compromisos de congelar ciertos parámetros en determinados momentos porque su cambio afectaría a los demás, etc. No, no es nada fácil, especialmente cuando estás acostumbrado a trabajar “a tu aire” y, como dice el refrán, “el que venga detrás que arree”.

Por ello, cuando hace unos años empezó a ponerse de moda esto de la ingeniería concurrente, los cambios de mentalidad no fueron sencillos. Por supuesto, era mucho más cómodo que cada uno hiciera su trabajo a su gusto sin interferencias, y cuando lo acababa, pasárselo al siguiente para que hiciera su parte. Al fin y al cabo, así se había hecho toda la vida, ¿no? Y vete tú a decirle, ingeniero de pacotilla dedicado al diseño que no tocas piezas sino sólo papeles, a un bregado ingeniero de producción con las suelas de los zapatos incrustadas de virutas metálicas y la ropa manchada de taladrina, que venga a tu mesa a decirte cómo vais a fabricar eso que aún ni siquiera se ha diseñado... "¡Tú haz tus dibujitos, que ya nos encargaremos nosotros después de hacer lo que tengamos que hacer para sacar una pieza decente!" De todo esto no hace tanto, ¿verdad? Estoy seguro de que os suena a más de uno.

Hoy, en cambio, los proyectos comienzan prácticamente con todos los actores sentados a una misma mesa e intercambiando opiniones sobre la mejor forma de empezar desde una hoja de papel en blanco. Y luego, mientras los diseñadores empiezan a pelearse con sus pantallas de CAD, los de producción ya están empezando a preparar sus utillajes, los de compras van encargando los materiales, y los de calidad empiezan a preparar los planes de inspección, por ejemplo. Pero, ¿cómo, si ni siquiera hay aún un dibujo de la pieza? Hubiera parecido magia hace unos años, pero todo el mundo trabaja en paralelo... y el proyecto se hace en la mitad o la tercera parte del tiempo que se hacía hace una o dos décadas.

¿Quién inventó esto? ¿La aeronáutica, esa industria tan avanzada? Qué va, hace tiempo que los de automoción nos superaron en estos temas de organización industrial. ¿Fueron los de los coches, entonces, esos que tanto han revolucionado la gestión industrial en los últimos tiempos? Frío, frío... ¿Los japoneses? ¿Los coreanos...?

Pues no: la ingeniería concurrente nació en los Estados Unidos en plena Guerra Fría, entre los años 50 y 60, en el seno de la Fuerza Aérea y del Ejército norteamericanos. En concreto, nació en el seno de los grupos de ingenieros de desarrollo de misiles que intentaban recuperar el terreno perdido frente a los soviéticos, tras la impactante puesta en órbita del primer satélite artificial de la historia: el Sputnik.

La sorpresiva victoria de los rusos con el lanzamiento de este satélite demostraba a los norteamericanos que aquellos habían desarrollado un misil con capacidad intercontinental, mientras que los desarrollos patrios se limitaban por entonces a misiles de corto alcance, y el que debía ser su primer misil balístico intercontinental, el Atlas de la Fuerza Aérea, se encontraba aún en pañales.

El Sputnik provocó una enorme conmoción en muchos ámbitos de la política y la sociedad norteamericanas (los interesados podéis leer un amplio reportaje que escribí sobre el tema aquí), pero centrándonos en el asunto que abría esta entrada, creó un enorme sentimiento de urgencia en el campo del desarrollo de misiles en los Estados Unidos.

Y éste fue el origen, entre otros, del nacimiento de la ingeniería concurrente: había que acortar los plazos de desarrollo de misiles de una forma drástica, y una de las formas de conseguirlo era evitar el trabajo secuencial en ingeniería. Había que trabajar en equipo, suministrando cada fase previa a la siguiente los datos básicos mínimos para que pudieran ir iniciando sus trabajos mientras la fase anterior seguía avanzando en el suyo. Con el tiempo y las ayudas tecnológicas (la informática y el CAD ayudaron muchísimo), el concepto se ha ido perfeccionando, pero la ingeniería concurrente nació con el desarrollo de los primeros misiles balísticos durante la Guerra Fría. Que es casi lo mismo que decir que nació con el programa espacial, al ser éste consecuencia directa de aquellos.

Bueno, y aquí debería finalizar esta entrada. Pero lo cierto es que no tengo la certeza de que toda esta historia que os he contado sea cierta. No, no es que haya querido contaros un cuento chino o que tenga motivos para tener dudas, y lo cierto es que la historia “suena creíble”… pero es que no consigo recordar cómo, cuándo o dónde supe todo esto, y eso hace que no me sienta cómodo. Es una historia que he contado numerosas veces a lo largo de los años cuando he dado cursillos a personal inexperto en mi empresa, sin plantearme nunca su origen, pero ahora, llegado el momento de escribir sobre ello, me ha surgido la duda, porque no recuerdo la fuente. He buscado por todas partes y no he conseguido encontrar nada que confirme o refute lo que os acabo de contar. Así que, sin saber cómo lo supe, no pongo la mano en el fuego por esta historia, que por otra parte es de lo más atractiva. Si alguno de vosotros tiene información sobre la veracidad o no de estos orígenes de la ingeniería concurrente, estaría encantado de que nos lo contase por aquí. ¡Saludos!

04 marzo 2009

Entrevista

No sé si es que últimamente la cosa está un poco sosa, o soy yo que no termino de encontrarle “la gracia” a las noticias que van saliendo sobre temas espaciales, pero lo cierto es que tengo el blog algo abandonado. Claro, ya no tenemos a Griffin levantando polémica, y eso se nota… ;-)

Pues bien, para evitar que el blog muera de inanición, hoy os traigo aquí simplemente un enlace a una entrevista que me hicieron para el diario “La Nación”, de Chile, con motivo de la salida de mi último libro sobre Von Braun. La entrevista se publicó bastante recortada, pero he colgado el original en mi web para quien esté interesado. No es nada especial, pero rellena ;-)

De todas formas, estoy preparando algún articulillo más generalista para los próximos días. Si la actualidad no da para más, pues tiraremos de archivo… ¡Saludos!