26 enero 2011

Rumbo al Cosmos – Nueva versión disponible

Una de las cosas buenas del formato electrónico es que permite actualizaciones casi inmediatas. Pues bien, para los que ya os habéis descargado el libro os anuncio que tenéis una nueva versión disponible para su descarga, en la que se corrigen 25 pequeñas erratas o errores de formato (letras de más o de menos, cursivas faltantes y cosas así). Sí, mea culpa, esta revisión debería haberla hecho antes, pero en fin… De todas formas, seguro que aún queda alguna: ya se sabe que las “erratas” son las últimas en abandonar el barco…

Y de paso, un comentario o aclaración sobre PayPal:

Estoy recibiendo algunos comentarios, en el blog y por correo, pidiéndome formas de pago alternativas porque “no tengo paypal”, por parte de personas que en algunos casos me ofrecen como alternativa un pago con Visa. Quizás no estoy entendiendo bien el problema, pero simplemente quería aclarar que no hay que hacer o tener nada especial para usar PayPal. Si tienes una Visa, u otra tarjeta de pago, o una cuenta bancaria, puedes usar PayPal. No es necesario que hagas nada especial, no tienes que enviar dinero a PayPal para luego usarlo, no tienes que “abrir una cuenta” en PayPal al estilo de una cuenta en el banco, ni nada de eso: simplemente realizas el pago a PayPal, por el medio que quieras (y acepta muchos), y luego ellos se lo hacen llegar al destinatario, simplemente. PayPal no es más que un intermediario, que acepta muchos medios de pago, y que además (y esto es muy útil para otros tipos de compras) ofrece una especie de seguro en compras por internet (frente a fraudes o recepción de artículos defectuosos, por ejemplo). Y que conste que yo no tengo ningún interés especial en PayPal, es sólo por aclarar.

Y ya que hablamos del tema, una pista adicional: en este tipo de pagos, si usas Visa PayPal cobra una pequeña comisión. La verdad es que es muy pequeña, unos cuantos céntimos para transacciones de pequeño valor (el 3,4% del importe, más 35 céntimos fijos; para una transacción de 10 euros, serían 69 céntimos de comisión, por ejemplo). Pero si en vez de Visa u otra tarjeta usas el pago desde cuenta bancaria, la comisión es cero. Siempre viene bien conocer estos truquillos ;-)

¿Te gustan las maquetas espaciales? A la CIA también

Hoy no es ningún secreto que, durante la carrera espacial para poner al hombre sobre la Luna, los Estados Unidos tenían información de los avances rusos en la materia a través de los informes de la CIA y las imágenes de satélites espía. Aunque nunca se reveló a la opinión pública, que hasta los años 80 permaneció ignorante de la participación soviética en esta carrera lunar, en las altas esferas de la administración norteamericana se tenía una información bastante precisa del desarrollo del programa lunar ruso.

Pero al parecer, las fotos de los satélites espía no se consideraban lo suficientemente buenas o claras como para dar una buena visión de los secretos soviéticos a sus superiores. O a lo mejor es que en la CIA se pensaba (no entro a valorar si con acierto o no) que a los altos cargos de la administración había que tratarlos como a niños… El caso es que decidieron hacer maquetas para una mayor claridad. En el caso de la base de lanzamiento del cohete gigante N-1 que debía enviar a los cosmonautas rusos a la superficie lunar, se sabe a través de información desclasificada que la CIA llegó a realizar tres maquetas con un alto grado de detalle. Una de ellas se conserva hoy en día en el museo de una base militar británica, aunque no se tienen noticias claras de cómo llegó allí. Como comenta Dwayne Day, el historiador espacial norteamericano cuya fotografía de la maqueta ilustra este artículo, lo verdaderamente asombroso es que siga en tan buen estado más de 40 años después… (Foto: Dwayne A. Day)

25 enero 2011

Rumbo al Cosmos: GRACIAS

Muchísimas gracias a todos por la acogida que le habéis brindado tanto al libro como a la iniciativa, y mi sincero agradecimiento a los que habéis contribuido económicamente en este “experimento”, y también a los que habéis contribuido de una forma u otra a su difusión. Casi se diría que a algunos de vosotros os ilusiona esta iniciativa como si fuera vuestra. Muchas gracias, de corazón.

Como decía en la entrada, sinceramente tenía curiosidad por saber cómo funcionaría esto, y supongo que muchos de vosotros también la tendréis. Probablemente aún es pronto para sacar conclusiones: me imagino que mucha gente se baja el libro simplemente porque es gratis aunque no le interese mucho, y no están dispuestos a pagar por lo que representaría hojear un libro en una tienda; perfectamente lógico. Otros es posible que estén esperando a leerlo para decidir si contribuyen o no con alguna cantidad, y salvo para los lectores más empedernidos, aún no ha pasado un tiempo razonable como para que la mayoría completen la lectura; esto también es lógico. Y luego habrá quien en cualquier caso no esté dispuesto a aflojar el bolsillo… contaba con ello, aunque aquí la mayor duda y curiosidad era acerca del volumen de este grupo.

Pero bueno, como estáis esperando datos… pues a día de hoy los contribuyentes son el 1% de los que se han descargado algo (no cuento descargas múltiples; es decir, si alguien se descarga el libro en varios formatos, lo cuento sólo como uno, lógicamente). Si la experiencia sigue por este camino, dudo que muchos autores se animen a seguir mi ejemplo :-D

Sin embargo, en la parte positiva, los “contribuyentes” me han sorprendido muy favorablemente. Ha habido varias anécdotas, como la llegada de la primera contribución a la media hora de publicar la noticia en el blog; o la recepción de varias aportaciones de una cuantía sorprendente, que han llegado a conmoverme no ya por la cantidad económica en sí, sino por lo que suponen en cuanto a reconocimiento. Muchísimas gracias, de todo corazón.

He dudado si agradecéroslo uno a uno a los que habéis contribuido hasta ahora. En estos momentos, no me costaría mucho, acabaría en un momento. Pero si de repente esto se diese la vuelta y ese 1% de contribuciones subiese a un aún modesto 10%, ya empezaría a ser complicado poder encontrar el tiempo para responderos a todos. Así que he decidido mantener el optimismo de momento y ofreceros mi agradecimiento de forma global a través de estas líneas. Muchas gracias, de verdad, a todos.

22 enero 2011

“Rumbo al Cosmos. Los secretos de la astronáutica”. 467 páginas de divulgación espacial… ¡GRATIS!

Como os anuncié recientemente, he aquí mi último libro: “Rumbo al Cosmos. Los secretos de la astronáutica”. Un libro recopilatorio de 56 artículos de temática variada que cubren un amplio rango de temas relacionados con la astronáutica. Salvo un par de excepciones o tres, ninguno de estos artículos había sido publicado en mi web o blog anteriormente.

Se trata de un libro en cierto modo comparable al primero, “Historia y Tecnología de la Exploración Espacial”, tanto por la amplitud de temas cubiertos, como por la especial importancia de su contenido técnico (siempre a nivel divulgativo, accesible y ameno). En este libro, como en aquel primero, se tratan temas tanto de mecánica orbital (puesta en órbita de vehículos, viajes interplanetarios, asistencias gravitatorias, etc) como de ingeniería aeroespacial (cómo funcionan diversos sistemas de los vehículos espaciales, por ejemplo). Pero aunque pueda haber similitud en algunos de los contenidos, muchos otros son completamente nuevos: por ejemplo, se incluyen muchos artículos de “curiosidades”, anécdotas y aspectos a menudo poco conocidos del mundo de la astronáutica. Y, como es habitual en mis libros, el texto se complementa con casi 150 fotografías y croquis, para una extensión total de 467 páginas.

Pero probablemente la mayor novedad del libro está en su edición y distribución:

Para empezar, este libro se publica únicamente en formato electrónico, en cinco formatos diferentes, para poder leer en PC (formato pdf) o en prácticamente cualquier lector de libros electrónicos existente en la actualidad (formatos ePub, mobi, fb2 y lrf). Las 467 páginas comentadas anteriormente corresponden a la versión pdf, editada con un formato similar al de un libro de tamaño medio. Toda la maquetación y edición en los diferentes formatos ha sido pura autoedición: un “yo me lo guiso, yo me lo como”, con muchas horas invertidas, muchos quebraderos de cabeza para aprender “lenguajes” de ebook… y la satisfacción de haber aprendido bastante por el camino. Eso sí, pido benevolencia con los posibles errores que se me hayan escapado en este proceso…

Y la segunda novedad, aparte del formato, es su distribución: descarga totalmente gratuita, y con plena libertad para su posterior redistribución, con las únicas restricciones mínimas impuestas por la licencia Creative Commons del tipo “Attribution-NonCommercial-NoDerivs”, es decir, siempre que se mantenga la atribución al autor, con fines no comerciales, y sin alterar el texto o hacer derivados.

Por último, se ha introducido a través de este libro otra novedad casi a título “experimental”: la posibilidad, completamente libre, de que el lector al que le agrade el libro y lo considere conveniente, pueda contribuir con una compensación directa al autor a través de PayPal. En cierto modo es un experimento, modesto y a pequeña escala, para probar un nuevo esquema de compensación de los derechos de autor en un nuevo entorno en el que el libro electrónico se impone, las editoriales convencionales tienden a perder su sentido, y la libre distribución de contenidos a través de internet es un hecho imparable. Sinceramente, tengo curiosidad por conocer el resultado…

Y en fin, eso es todo. No hay mucho más que decir sobre el libro: es gratis, así que bajadlo, ojead el índice, echadle un vistazo y leedlo si os apetece, y si no, pues a otra cosa. Eso sí, os pido a todos un favor: DIFUNDIDLO. Ayudadme para que cualquier aficionado a estos temas pueda conocer la existencia de este libro gratuito. Comentadlo a vuestros amigos y conocidos, apuntaros a la página del libro en Facebook y compartidla desde la vuestra, votad esta entrada en Menéame… lo que se os ocurra. Pero os pido esa ayudita para difundir esta iniciativa, ya que no dispongo de otros medios para hacerlo. Aquí no hay escaparates, no hay grandes librerías, no hay publicidad, no hay nada… sólo vale el boca a boca. Ayudadme con ello. Al fin y al cabo, se trata de difundir cultura gratis…

21 enero 2011

¿Para qué sirve la ISS? – Segunda parte

En el anterior artículo exponíamos la triste realidad de la Estación Espacial Internacional si la comparábamos con lo que se esperaba de ella y que, aún hoy en día, se sigue esperando oficialmente: que sea un importante laboratorio científico en microgravedad. Lo cierto es que, según indicábamos en la primera parte de este artículo, menos del 7% de las horas de trabajo de la tripulación se dedican en la actualidad a la ciencia. En esta segunda parte exploraremos qué sentido puede tener la ISS si eliminamos el argumento científico.

Aparte de la ciencia…

Sin duda, hay otros beneficios derivados de la construcción y la presencia de una estación espacial en órbita terrestre, aunque, como ocurre siempre, lo difícil será evaluar si estos beneficios merecen el dinero invertido. Pero repasemos algunos de ellos.

1. Aprender a operar en el espacio. Sí, parece mentira, pero después de 50 años subiendo al espacio, aún no tenemos claro cómo desenvolvernos en él durante poco más de unas semanas o meses. Las estaciones espaciales siguen dependiendo de aportes periódicos no sólo de consumibles como agua, oxígeno, comida o combustible, sino también de repuestos para aparatos vitales que periódicamente se averían. Hablar de una misión a Marte en estas condiciones, con astronautas que pasarían más de dos años sin recibir ningún suministro de la Tierra, suena aún a utopía. Por otra parte, está claro que todavía no entendemos bien la problemática de vivir en el espacio, como este mismo artículo está dejando patente: queremos hacer ciencia en la ISS y no podemos porque hay que dedicarse a otras cosas que no estaban previstas. Está claro: en cuanto a operatividad en el medio espacial, aún nos queda muchísimo por aprender, y la ISS es un buen campo de pruebas para ello.

2. Estudiar el comportamiento del cuerpo humano en el espacio. Aunque no quede apenas tiempo para realizar experimentos científicos en la estación espacial, lo cierto es que sí hay un experimento que se está llevando a cabo de forma continuada cada vez que una tripulación sube a la órbita terrestre: se trata del análisis del comportamiento del cuerpo humano en el medio espacial. En este sentido, los astronautas son conejillos de indias sometidos al escrutinio de un sector del mundo médico cada vez que suben al espacio. Sin embargo, debemos ser un poco críticos con esto: aunque no tengo conocimientos médicos, y aunque no descarto que la repetición una y otra vez del mismo experimento pueda suministrar de vez en cuando algún resultado interesante, lo cierto es que estamos ante eso, una repetición del mismo experimento sin que cambien las condiciones en las que se lleva a cabo. Llevamos 50 años estudiando el comportamiento del cuerpo humano en el espacio, y lo cierto es que desde los tiempos de la Mir no se ha evolucionado demasiado en este aspecto: los récords de permanencia en el espacio se establecieron en aquella famosa estación rusa, y el tiempo de permanencia de las tripulaciones en la ISS está muy alejado (menos de la mitad) de la duración de aquellas longevas misiones. En estas condiciones, dudo que se esté incrementando apreciablemente el conocimiento médico si la investigación está estancada en unas condiciones de experimentación inamovibles desde hace ya décadas. La ISS nos proporciona el potencial de seguir avanzando en esta investigación, pero parece que por alguna razón no existen grandes motivaciones para hacerlo.

3. Desarrollo tecnológico. ¿Qué significa esto? Pues ni más ni menos que la exploración espacial en su conjunto, y en particular el caso que nos ocupa, la ISS, es una excusa perfecta para seguir avanzando en el desarrollo tecnológico de nuestra sociedad. En otras palabras: que embarcándonos en estos proyectos, nuestras empresas avanzan, aprenden y se desarrollan cada vez más, haciéndose ellas y los países en los que se encuentran más competitivos. Como a menudo nos recuerdan algunos defensores de la actividad espacial, el dinero invertido en esta área (dinero público en su abrumadora mayoría, exceptuando los satélites comerciales y poco más) no es dinero tirado a la basura o a las inmensidades del espacio: es dinero público que va a las empresas para que ellas saquen adelante los proyectos; son las empresas las que fabrican los módulos de la ISS, los equipos que hay en su interior o las naves y lanzadores que la mantienen. Trabajando en estos proyectos, las empresas avanzan, se desarrollan, mantienen puestos de trabajo y enriquecen al país. Por tanto, invertir en el espacio es invertir en nuestras industrias más punteras y en el desarrollo de un sector de alta tecnología que haga al país más competitivo. Todo esto es así, y es cierto. Ahora bien… siendo críticos, esto también lo podríamos conseguir con otros proyectos de alta tecnología que quizás pudieran dar más réditos. Es decir, si bien es cierto que el mero hecho de llevar a cabo un proyecto de estos, aunque el proyecto sea inútil, es útil en sí mismo, siempre será mejor invertir en algo que dé resultados “útiles”, y así ganaremos doblemente. Por lo tanto, este argumento es válido, pero por sí solo no sirve para defender la ISS, la actividad espacial, o cualquier otra actividad que se nos ocurra, porque siempre podrá argumentar alguien que existe otro proyecto igualmente tractor de la industria que pueda tener resultados más positivos.

En resumen: está claro que, aunque la Estación Espacial Internacional no esté dando los resultados científicos esperados, no por ello deja de tener utilidad. Pero esto no debe servirnos de consuelo o de justificación de la triste realidad: que en relación a su función principal (o, al menos, la más anunciada como tal) podemos decir con rotundidad que a día de hoy ha resultado un fracaso. Para investigar 30 horas por semana no necesitábamos un macrocomplejo lleno de módulos laboratorio como la ISS: una pequeña estación como la Mir hubiera sido perfectamente válida para ello… y quizás no me equivoque si aventuro el hecho de que la mayor simplicidad de unas instalaciones más pequeñas reducirían asimismo las horas de mantenimiento, redundando incluso en una mayor producción científica. Y el resto del dinero invertido en el proyecto podría haberse invertido en misiones de exploración interplanetaria, por ejemplo, manteniendo así los réditos antes comentados de cara a la industria y al desarrollo tecnológico en general, con una mayor productividad científica.

En fin, esperemos que esto nos sirva para aprender de cara al futuro y no repetir los mismos errores. Porque hay otra cosa que no debemos olvidar: para poder aprender y avanzar, también hay que equivocarse.

18 enero 2011

A vueltas con el ISBN

Hace unas semanas os anunciaba la próxima publicación de un nuevo libro, que en este caso sería autoeditado. Pues bien, el hecho es que ya lo tengo todo listo a falta de un solo detalle administrativo: el número de ISBN. Ha querido la casualidad que mi solicitud de ISBN coincida con el traspaso de las competencias en esta materia del Ministerio de Cultura a la Federación del Gremio de Editores de España, y me temo que esta coincidencia en el tiempo de mi solicitud con el traspaso pueda suponer un cierto retraso en la adjudicación de este número necesario para la publicación formal del libro. En fin, el caso es que yo ya he realizado la solicitud, tengo el libro listo, y estoy simplemente a la espera de que me hagan entrega del numerito; esperemos que la cosa no se demore demasiado…

El año de Yuri Gagarin

Hace 50 años, el hombre salía por primera vez de la atmósfera terrestre para adentrarse en el vacío del espacio. El 12 de abril de 1961, un ciudadano ruso llamado Yuri Gagarin pasaba a la historia como el primer ser humano en el espacio. El hombre había rebasado la última frontera natural, por primera vez abandonábamos el planeta que nos da la vida. La Humanidad se adentraba en la Era Espacial… aunque eso hoy nos suene un tanto rimbombante.

Hace cuatro años, el 50º aniversario del verdadero inicio de esa era espacial con el lanzamiento del Sputnik, pasó con más pena que gloria, sin apenas repercusión en la opinión pública en general. Para poner un pequeño granito de arena que intente evitar una repetición de esta situación en la conmemoración de 2011, ha nacido la web El año de Yuri Gagarin. Se trata una página elaborada de forma colaborativa dedicada a informar de los eventos que tendrán lugar a lo largo del año para rememorar la primera misión espacial tripulada, y que también servirá para compartir comentarios, artículos y noticias relacionados con la misión y con el tema de la exploración espacial en general.

Cualquier aficionado poseedor de una web personal o un blog puede entrar a formar parte de la Yuriesfera, el conjunto de sitios web que se han unido a esta iniciativa. El único requisito es incluir en tu página el logo de la web de Yuri, y ya podrás participar con tus aportaciones y ver tu página listada como colaboradora. Más detalles para llevar a cabo tu adhesión, aquí.

¡Bienvenidos al año de Yuri!

¿Para qué sirve la ISS? – Primera parte

Es la vieja pregunta. Desde que se pusiera en el espacio su primer componente, hace ya 12 años, han sido bastantes las voces críticas que se han preguntado para qué invertir miles de millones de dólares en un proyecto como éste, sin beneficios claros.

La respuesta casi siempre ha sido la misma, aunque con ligeros cambios con el paso del tiempo: inicialmente, la ISS iba a ser un fantástico laboratorio con condiciones únicas, en el que se desarrollarían nuevos medicamentos y materiales que revolucionarían nuestra vida en la Tierra. Con el paso de los años, cuando este discurso empezó a ser claramente poco creíble dadas las evidencias, se suavizó el mensaje eliminando la absurda parte que convertía la ISS en una fábrica de última generación en órbita terrestre, para dejarlo simplemente en un laboratorio de investigación, manteniendo, eso sí, el mensaje de la importancia de un centro de investigación con unas condiciones de experimentación irrepetibles sobre nuestro planeta.

Entre las protestas de los más críticos y las respuestas grandilocuentes y de contenido cambiante, la realidad era que la ISS poco a poco iba tomando forma. Muy poco a poco, sí, porque los recortes presupuestarios, los problemas con los transbordadores (especialmente el parón en la construcción provocado por el accidente del Columbia) y los problemas y retrasos de todo tipo, la realidad es que la finalización de la estación, que inicialmente estaba planificada para unos pocos años, ha llevado en la práctica más de una década. Doce años durante los cuales la estación ha ido envejeciendo sin ni siquiera estar completada, mientras era ocupada por sucesivas tripulaciones que dedicaban la mayor parte de su tiempo al propio mantenimiento de la estación, y muy poco o casi nada a la experimentación científica para la cual se suponía que se había ideado el complejo.
Esta situación ha sido criticada en ocasiones incluso por los propios astronautas, frustrados a veces por lo infructuoso de su trabajo. Lo cual ya de por sí es noticia; no sólo porque es muy poco frecuente que un astronauta arriesgue su carrera criticando a quien le da de comer, sino también porque, en una profesión tan vocacional, muchas veces la ambición del astronauta medio es subir al espacio sin importarle lo que tenga que hacer allí (esto lo ha confesado en sus memorias algún que otro astronauta norteamericano, comentando que suele ser el sentir general). Por eso, cuando Pavel Vinogradov expresó tan claramente sus críticas al proyecto a la vuelta de su última expedición a la ISS, en 2006, éstas resultaron especialmente relevantes para los que las escuchamos. Aunque, lamentablemente, tuvieran poca repercusión…

De todas formas, para una gran parte de estas críticas ha habido durante años una buena excusa: con tripulaciones de sólo tres miembros (el máximo posible en una estación inconclusa que funcionaba a medio gas) era imposible llevar a cabo un programa de experimentación decente, ya que los astronautas estaban saturados de trabajo simplemente intentando mantener en funcionamiento el complejo. Cuando se aumentase el número de tripulantes hasta el máximo previsto de seis, se decía, la situación cambiaría radicalmente, para bien de la ciencia.

Hubo que esperar hasta mayo de 2009 para que, finalmente, la tripulación de la estación espacial creciera hasta su máximo previsto de seis astronautas. Aunque no eran los siete tripulantes que se preveían en el proyecto inicial, antes de que los recortes presupuestarios obligasen a cancelar cierto número de módulos y vehículos que debían dar soporte al complejo, parecía una tripulación adecuada para que por fin la ciencia llevada a cabo en la estación tuviese un lugar preeminente en las operaciones a bordo.

La dura realidad

A día de hoy, en cambio, la realidad parece ser muy distinta. Año y medio después de que las tripulaciones de la estación crecieran hasta los seis miembros, y con ellas lo hicieran también las expectativas de un trabajo científico digno, nos encontramos con una declaraciones del astronauta Scott Kelly, comandante a bordo de la ISS, donde expresa su confianza en que “Ahora que ya tenemos tripulaciones de seis miembros, vamos a intentar destinar una media de 30 horas a la semana a diferentes investigaciones científicas”. 30 horas por semana repartidas entre toda la tripulación. Impresionante. Para una jornada laboral terrestre típica, esto supondría un 12,5% del tiempo de trabajo dedicado a la ciencia; pero si recordamos que la jornada efectiva de un astronauta es de 12 horas diarias durante seis días por semana, el porcentaje cae hasta un ridículo 6,9% de su tiempo de trabajo dedicado a la ciencia. Si creemos las declaraciones de los que siempre nos han dicho que el fin de la ISS es la investigación científica, deberíamos concluir que estas cifras en manos de cualquier gestor competente significarían el cierre inmediato.

Probablemente hay muchas razones y de relevante peso para que ésta sea la realidad a bordo de la Estación Espacial Internacional, pero ello no es óbice para que presentemos la evidencia de que, como laboratorio de investigación, el proyecto prácticamente se pueda calificar de fracaso. Un complejo en el que se han invertido miles de millones de dólares (no se han publicado datos exactos, pero las estimaciones lo cifran entre los 35.000 y los 160.000 millones de dólares) para dar, doce años después de su arranque, una producción científica de 30 horas semanales, es algo para lo que prácticamente no existen calificativos. Teniendo en cuenta que cualquier investigación moderna requiere miles de horas de trabajo en laboratorio para dar algún fruto, por mínimo que sea… ¿qué podemos esperar de los experimentos realizados en la ISS? Pues me temo que lo que hemos venido viendo hasta ahora: prácticamente nada.

¿Quiere esto decir que el dinero invertido en la estación espacial ha sido dinero tirado a la basura? No, por supuesto. Todo el dinero que se ha invertido en la estación espacial, como cualquier inversión en astronáutica en general, o de forma más amplia en ciencia y tecnología, tiene sus réditos, que luego mencionaremos brevemente. Pero eso no quiere decir que haya sido la forma más efectiva de invertir esos miles de millones. Desde luego, si mantenemos el argumento de la ciencia para justificar la estación, la ruina es evidente: con ese dinero podrían mantenerse decenas de laboratorios terrestres con una producción científica (al menos en horas de investigación) extraordinariamente mayor. Por supuesto estos laboratorios terrestres no podrían nunca realizar los experimentos que se pueden llevar a cabo en la ISS gracias a sus condiciones de microgravedad, pero parece difícilmente justificable que 1 hora de investigación en microgravedad sea más importante que 1000 horas de investigación en la Tierra (la proporción es hipotética, pero no creo estar exagerando en absoluto, si pensamos en lo que se podría hacer en nuestro planeta con el coste de la estación; probablemente me quedo corto).

Está claro que la justificación científica de tener unas instalaciones como las de la Estación Espacial Internacional en órbita terrestre no parece sostenerse en absoluto. La pregunta ahora sería… ¿existe alguna otra justificación para mantener la ISS y una presencia humana continuada en el espacio? ¿O todo esto no es más que un absurdo sinsentido, aunque quede muy bonito en las fotos?

Para no demorar más la publicación de esta entrada, y dado que no tengo demasiado tiempo para escribir últimamente, hablaremos sobre todo esto en una segunda parte de este artículo.

05 enero 2011

Constellation, en estado vegetativo

El programa Constellation agoniza. “¿Pero no había muerto ya?”, os preguntaréis muchos. Bueno, sí… pero no. Parece uno de esos pacientes en coma vegetativo, que se sabe que nunca despertarán pero que muestran una mínima actividad cerebral y se mantienen con vida únicamente gracias las máquinas a las que están conectados, y que la legislación impide desactivar. Pues algo muy, muy parecido es lo que le está pasando al programa Constellation.

Como todos sabéis, el presidente Obama canceló el programa hace ya unos cuantos meses, pero desde entonces se encontró con una fuerte oposición por parte de algunos sectores del Congreso, que se oponían a la pérdida de puestos de trabajo en sus jurisdicciones que supondría la cancelación del programa. De este modo, a pesar de que el presidente había decidido no gastar ni un dólar más en un programa cancelado, estos congresistas se acogieron a triquiñuelas legales para impedir formalmente la cancelación del programa hasta que entrase en vigor un nuevo presupuesto para la NASA aprobado por el Congreso, lo cual debía suceder en octubre del año que acaba de terminar.

Sin embargo, la situación se agravó cuando, llegado el momento, ese mismo Congreso decidió no aprobar un nuevo presupuesto para 2011, sino extender el de 2010 hasta marzo, forzando de hecho a la NASA a mantener activo el programa cancelado por el presidente.

Lo absurdo de la situación es que ahora la NASA se ve obligada a invertir cerca de 500 millones de dólares más en mantener activas durante estos meses las actividades en torno al Ares I y la nave Orión, a pesar de que se sabe que gran parte de este dinero será dinero tirado. Porque si bien la nave Orión puede tener aún alguna esperanza de sobrevivir de alguna forma a su muerte definitiva, aunque sea pasando por un profundo rediseño, lo cierto es que en el Ares I ya no cree nadie.

En un contexto en el que, como expuso claramente la comisión Augustine encargada de analizar la situación de la agencia espacial norteamericana, la NASA no cuenta con un presupuesto suficiente para desarrollar el que debería ser el sustituto del transbordador espacial, que será dado de baja este año, nos encontramos con que parte de ese escaso dinero debe desperdiciarse en mantener artificialmente con vida a un proyecto clínicamente muerto. A qué absurdos nos lleva a menudo la política.

Una niña de 10 años descubre una supernova

Pues sí: la pasada Nochevieja, la canadiense Kathryn Aurora Gray descubría una supernova en la galaxia UGC3378, a unos 240 millones de años luz de distancia, mientras compartía con su padre su mutua afición a la astronomía, con la ayuda de un telescopio y un ordenador desde su propia casa. Poco después, la Royal Astronomic Society de Canadá confirmaba el descubrimiento, lo que convierte a Kathryn en la persona más joven del mundo en realizar un hallazgo científico de este tipo.

Kathryn y su padre se dedicaban desde hacía algún tiempo a la búsqueda de supernovas como hobby, una labor meticulosa consistente en comparar imágenes tomadas del cielo en diferentes fechas, en busca de una nueva estrella que apareciera de repente (labor para la cual Kathryn y su padre se ayudaban de un ordenador). Cuando Kathryn supo hace cosa de un año que una niña de 14 años había descubierto una supernova, decidió que ella también podía hacerlo… y he aquí los resultados.

A ver si animo a mi hija a mirar más al cielo en vez de ver tanto Disney Channel…

Un eclipse solar desde el espacio

Ayer, desde España algunos tuvieron la oportunidad de contemplar un eclipse parcial de Sol. Digo algunos porque en buena parte de la península ibérica estaba nublado, impidiendo su observación. Pero si la observación de un eclipse solar desde la Tierra siempre es un bello espectáculo… ¿qué me decís de esta fotografía del efecto sobre nuestro planeta de un eclipse solar? Impresionante, ¿verdad? La fotografía fue tomada desde la estación espacial Mir el 11 de agosto de 1999. Disfrutadla.

(Gracias, José Manuel, por la foto ;-)