El pasado 9 de abril hubo una convención espacial en Colorado Springs (¿alguien me puede explicar por qué muchas de estas convenciones se hacen en lugares de vacaciones?), una de cuyas sesiones fue una mesa redonda con antiguos administradores de la NASA. Como personas que ya habían abandonado la administración pública habiendo trabajado en uno de sus puestos más altos (en línea directa con el Presidente), lo que pudieran decir tenía su interés, especialmente por el hecho de que, libres ya de ligaduras con el estado, podían hablar con cierta claridad. Aunque, claro está, nunca se puede esperar una franqueza total en estos casos.
Lo cierto es que no hubo grandes revelaciones en la charla, pero me alegra ver que no soy el único en pensar de determinada forma respecto a cómo se está desarrollando el programa espacial norteamericano. Me refiero a las declaraciones de Robert Frosch, físico teórico y administrador de la NASA en el periodo 1977-1981, durante la administración Carter; y a las de James Beggs, su sucesor entre 1981 y 1985, bajo la administración Reagan. Ambos coinciden con muchos de los comentarios que yo vengo haciendo en este blog y otros sitios desde que Bush anunció su nueva política espacial en 2004.
Por ejemplo, Frosch habló bastante claramente sobre el escaso sentido que tiene abandonar la Estación Espacial Internacional justamente cuando puede empezar a dar frutos científicos, y lanzarse sin más preparación a repetir unos viajes a la Luna que, de la forma que se están planteando, tienen poco que aportar tanto científica como tecnológicamente (algo que ya dije yo casi exactamente aquí). En palabras de Frosch, “personalmente nunca me ha entusiasmado tanto eso de volver a la Luna como nuestro próximo objetivo. Yo me inclinaría más hacia hacer de Marte nuestro objetivo, y preguntarnos cómo utilizar la estación y cuál sería el plan estratégico para ir a Marte”. Por ejemplo, utilizar la estación como base de ensamblaje de futuras naves al planeta rojo, y como centro de investigación de cara a los problemas que se podrían encontrar en dicho viaje.
También Beggs apoyó esta línea de comentarios: para él, el programa planteado por la “Visión para la Exploración del Espacio” de Bush, “no se sostiene”. “Si vamos a ir a Marte (y me gustaría que así fuera), hay un montón de tecnologías que deberíamos estar empezando a desarrollar”. Esto es prácticamente idéntico a lo que yo dije hace 4 años, tras el discurso de Bush. “Volviendo a la Luna no atacamos ninguno de estos problemas. La pregunta es: ¿cómo encaja la estación en todo esto?” Para Beggs, la ISS es el lugar perfecto para ensayar nuevas tecnologías de soporte vital, por ejemplo.
Poco más puedo rescatar de interés de esta convención de administradores “jubilados”. Simplemente insistir en lo que dije justo después del discurso de Bush, y que ahora se ha repetido más o menos aquí: si de verdad se quiere lanzar un ambicioso programa de exploración tripulada del Sistema Solar, hay que empezar por la base, desarrollando las tecnologías básicas necesarias para llevarlo a cabo. Tecnologías de propulsión avanzada, tecnologías de soporte vital que no fallen cada dos por tres (como ocurre con las actuales), y, no nos olvidemos, atacar directamente el grave problema del elevado coste del acceso al espacio, a través de la investigación en lanzadores de nueva generación. Todo ello requiere tiempo e inversión, inversión en investigación básica, justamente lo que más se ha recortado en los últimos años para derivar fondos hacia un programa que simplemente desarrollará una nave y un lanzador no muy diferentes de los que se utilizaron en los años 60 para ir a la Luna. Para mí, y parece que también para algunos antiguos administradores de la NASA, claramente éste no es el camino.
Lo cierto es que no hubo grandes revelaciones en la charla, pero me alegra ver que no soy el único en pensar de determinada forma respecto a cómo se está desarrollando el programa espacial norteamericano. Me refiero a las declaraciones de Robert Frosch, físico teórico y administrador de la NASA en el periodo 1977-1981, durante la administración Carter; y a las de James Beggs, su sucesor entre 1981 y 1985, bajo la administración Reagan. Ambos coinciden con muchos de los comentarios que yo vengo haciendo en este blog y otros sitios desde que Bush anunció su nueva política espacial en 2004.
Por ejemplo, Frosch habló bastante claramente sobre el escaso sentido que tiene abandonar la Estación Espacial Internacional justamente cuando puede empezar a dar frutos científicos, y lanzarse sin más preparación a repetir unos viajes a la Luna que, de la forma que se están planteando, tienen poco que aportar tanto científica como tecnológicamente (algo que ya dije yo casi exactamente aquí). En palabras de Frosch, “personalmente nunca me ha entusiasmado tanto eso de volver a la Luna como nuestro próximo objetivo. Yo me inclinaría más hacia hacer de Marte nuestro objetivo, y preguntarnos cómo utilizar la estación y cuál sería el plan estratégico para ir a Marte”. Por ejemplo, utilizar la estación como base de ensamblaje de futuras naves al planeta rojo, y como centro de investigación de cara a los problemas que se podrían encontrar en dicho viaje.
También Beggs apoyó esta línea de comentarios: para él, el programa planteado por la “Visión para la Exploración del Espacio” de Bush, “no se sostiene”. “Si vamos a ir a Marte (y me gustaría que así fuera), hay un montón de tecnologías que deberíamos estar empezando a desarrollar”. Esto es prácticamente idéntico a lo que yo dije hace 4 años, tras el discurso de Bush. “Volviendo a la Luna no atacamos ninguno de estos problemas. La pregunta es: ¿cómo encaja la estación en todo esto?” Para Beggs, la ISS es el lugar perfecto para ensayar nuevas tecnologías de soporte vital, por ejemplo.
Poco más puedo rescatar de interés de esta convención de administradores “jubilados”. Simplemente insistir en lo que dije justo después del discurso de Bush, y que ahora se ha repetido más o menos aquí: si de verdad se quiere lanzar un ambicioso programa de exploración tripulada del Sistema Solar, hay que empezar por la base, desarrollando las tecnologías básicas necesarias para llevarlo a cabo. Tecnologías de propulsión avanzada, tecnologías de soporte vital que no fallen cada dos por tres (como ocurre con las actuales), y, no nos olvidemos, atacar directamente el grave problema del elevado coste del acceso al espacio, a través de la investigación en lanzadores de nueva generación. Todo ello requiere tiempo e inversión, inversión en investigación básica, justamente lo que más se ha recortado en los últimos años para derivar fondos hacia un programa que simplemente desarrollará una nave y un lanzador no muy diferentes de los que se utilizaron en los años 60 para ir a la Luna. Para mí, y parece que también para algunos antiguos administradores de la NASA, claramente éste no es el camino.
1 comentario:
Ni se como llegué a tu espacio sobre el espacio...pero me ha parecido muy interesante.
Yo soy Lunática!
Mucho éxito!
Yeli
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