Tengo que reconocer que me ha sorprendido la respuesta que Griffin, el antiguo Administrador de la NASA hasta la llegada de Obama a la presidencia, ha dado al informe previo presentado por la Comisión Augustine. Y me ha sorprendido para bien.
La primera sorpresa ha sido parcial, y ha sido el hecho de encontrarme con la réplica por su parte. Muy típico de él, en ese sentido no es sorprendente: como ya dije hace algún tiempo, este hombre no se calla ni debajo del agua. Pero después de que hace unos meses hiciera públicas sus recomendaciones a la comisión (algo pasadas de rosca en sus formas, desde mi punto de vista), yo esperaba que ahora tuviera la “elegancia” de aceptar las conclusiones calladito, aunque no le gustaran. Pero no, eso era pedirle demasiado a Griffin…
Así que reconozco que cuando he leído lo de la réplica, he empezado a partirme de risa por dentro, esperando encontrarme con una rabieta más digna de una pelea de verduleras (y no me refiero a las dignas mujeres que nos venden las verduras). Esperaba eso, un espectáculo bochornoso y risible, pero no, ésa ha sido la verdadera sorpresa: la respuesta de Griffin ha sido bastante contenida e inteligente, y con mucho más peso en su corta extensión que todo el informe de la comisión. Desde mi punto de vista, en las formas, Griffin ha ganado por goleada, lo cual no era muy difícil, ya que, como comenté en la entrada anterior, el informe de la comisión es bastante deplorable en este sentido.
Es imposible saber desde fuera quién tiene razón, pero si de un debate político se tratara, diría que Griffin ha ganado por goleada. Porque Griffin presenta datos frente a las vaguedades de la comisión, contraataca con hechos frente a simple bla-bla-bla. Por supuesto, esto no quiere decir que tenga razón, pero el hecho de dar datos concretos (sin entrar en si son o no precisos) frente a vaguedades, le hace ganar muchísima credibilidad frente a un espectador externo. De eso era de lo que tanto me quejaba yo respecto al informe de la comisión: puede que haya sólidos datos detrás (esperaremos al informe final para saberlo), pero no lo demuestran, todo son vaguedades. Griffin se aprovecha hábilmente de ello, insinuando incluso que la comisión no da datos porque realmente no los tienen, insinuando que las opciones y recomendaciones presentadas no se han hecho en base a un análisis “profesional”; no sé si es cierto o no, pero desde luego ya dije que la impresión de falta de profesionalidad en la redacción del informe era clara, y Griffin se aprovecha de ello para ganar claramente de cara a la galería. Aunque sin datos objetivos por ambas partes para un observador imparcial, es imposible saber quién tiene razón.
No toda la carta de Griffin es un ejemplo de buen hacer, también hay que decirlo. En ocasiones se excede en algún comentario, o argumenta desde puntos de vista más “filosóficos” o “políticos” que técnicos, aprovechando también para intentar confundir al lector a su favor. Un ejemplo claro de esto es cuando ataca la opción presentada por la comisión de utilizar lanzadores comerciales en lugar del Ares I para subir astronautas a la órbita terrestre. Atacando duramente la recomendación de la comisión de pasar esos servicios al “sector comercial”, Griffin eleva el tono para contestar: “¿Qué sector comercial? En estos momentos, la única opción ‘comercial’ claramente disponible es el Ariane 5”. Ya sabíamos por su carta anterior que Griffin no quiere ni oír hablar de que la NASA no tenga su propio cohete para enviar a los astronautas al espacio, teniendo que usar cohetes de Boeing, Lockheed u otros; para él es casi un axioma de fé, aunque por supuesto no hay razones técnicas a favor o en contra, las únicas razones podrían ser estratégicas, políticas, o “filosóficas” (aunque no digo que no puedan tener su importancia). Pero la airada respuesta de Griffin no es más que un intento de liar la cuestión: acude al purismo del término “comercial” para dejar fuera al Delta IV Heavy y al Atlas 5 (los lanzadores en consideración para sustituir al Ares I), ya que estos lanzadores, aunque privados, no están completamente abiertos al mercado comercial: hoy en día, su único cliente es el ejército. Pero esto no quiere decir que no se pueda ampliar el abanico de clientes para incluir a la NASA. Aquí Griffin juega con los matices para hacer un pequeño engaño a su favor; desde luego, el tío vale para político.
Pero, aunque hay algún otro breve comentario donde se excede un poco, como he dicho me ha sorprendido la contención, contundencia e inteligencia del texto de Griffin en su conjunto. Ataca los puntos débiles del informe de la comisión sin piedad, y lo cierto es que se lo han puesto “a huevo”, con perdón. Por ejemplo, cuando el informe habla de la posibilidad de utilizar múltiples lanzamientos de lanzadores medios para llevar a cabo misiones de espacio profundo, lo cual requeriría, entre otras cosas, la creación de depósitos de combustible en órbita baja. En mi entrada anterior, aunque pasé sobre ello de puntillas, ya calificaba yo estas opciones de “poco realistas”, pero Griffin aprovecha para arremeter contra ello, con razón. Para mí, es un error de principiante presentar una opción tan claramente atacable por cualquiera con conocimientos técnicos del tema en un informe serio. Por muy sólido que sea el resto, si la cagas claramente en un punto y tu oponente aprovecha para meter el dedo ahí y hurgar, puede echar por tierra todo el buen hacer del resto del trabajo; es un fallo de ingenuos.
En uno de sus comentarios, Griffin dice exactamente lo mismo que decía yo en mi entrada anterior: en referencia a las diferentes opciones presentadas, de la forma en que están presentadas, “es imposible realizar comparaciones sólidas de coste/calendario/prestaciones/riesgo entre ellas”. Es la pura verdad, aunque yo aún confío en que esto se mejore en el informe final; si no, mala cosa. En cualquier caso, es un mal comienzo.
Otra ejemplo de duda clara expuesta por Griffin es la opción del Ares V Lite como lanzador único frente al Ares I más el Ares V. La comisión alega vagamente en su informe una mayor economía de esta opción, y Griffin ironiza que dónde está esa economía, argumentando además que la NASA hizo muchos estudios comparativos en su día y la opción AresI+Ares V era la más económica. Yo espero que la comisión tenga datos para respaldar su afirmación, pero como su informe previo sólo dice vaguedades, uno se queda con la duda. Éste era uno de los puntos a los que me refería yo en mi entrada anterior cuando decía que también tenía dudas sobre “el fondo” del informe, pero que esperaría a ver el informe final (esperando que incluyese esos datos) para pronunciarme. Y es que, a priori, no es tan claro que dos lanzamientos de un lanzador casi-pesado sean más económicos que un lanzamiento de un lanzador medio más un lanzador pesado. Sin un estudio detallado es imposible elegir: en el primer caso, se abaratan costes de desarrollo al diseñarse un solo modelo en lugar de dos; pero los costes de desarrollo son costes no recurrentes (se pagan sólo una vez), y a largo plazo lo importante son los costes recurrentes (los que se pagan con cada lanzamiento), y en este sentido parece que lanzar dos lanzadores pesados pueda ser más caro que lanzar uno pesado y otro ligero. Pero, por otra parte, usar dos lanzadores iguales puede bajar también esos costes recurrentes debido a la comunalidad, tanto en la fabricación en serie como en el mantenimiento y la operación… En fin, que son muchos parámetros a considerar, no es algo tan evidente que una opción sea mejor que la otra, se necesitan estudios comparativos detallados. Griffin juega con la ventaja de poder decir que ha hecho esos estudios, y con la credibilidad de que la NASA estuvo un tiempo decidiendo la mejor configuración, por lo que es lógico que dichos estudios existan; la comisión quizás los haya hecho, pero nada en lo que han publicado hasta ahora lo demuestra. Salvo que reaccionen rápido y puedan contrarrestar con datos los ataques de Griffin y otros que puedan venir, lo cierto es que la falta de profesionalidad en la forma de su informe, de la que tanto me quejé, les ha hecho quedar ahora en una posición débil, desde mi punto de vista.
La cosa tiene su importancia: al parecer, no sólo yo he quedado impresionado por la contundencia y fundamento de la carta de Griffin, sino que el Congreso de los Estados Unidos ha recibido la misma impresión. Hasta el punto de que la semana que viene habían convocado a Charles Bolden, Administrador de la NASA, para una audiencia en el Congreso, y ahora esa comparecencia se ha retrasado para llamar en su lugar a Michael Griffin. Interesante, ¿verdad?
Ya sé que soy rarito, pero yo disfruto con estas “peleas” como si se tratase de un programa del corazón para frikis. Vamos, muchísimo más divertido que ver a la Belén Esteban y la Mª José Campanario tirándose de los pelos, dónde va a parar…
(Si queréis leer completa la réplica de Griffin a la comisión, la tenéis aquí.)
La primera sorpresa ha sido parcial, y ha sido el hecho de encontrarme con la réplica por su parte. Muy típico de él, en ese sentido no es sorprendente: como ya dije hace algún tiempo, este hombre no se calla ni debajo del agua. Pero después de que hace unos meses hiciera públicas sus recomendaciones a la comisión (algo pasadas de rosca en sus formas, desde mi punto de vista), yo esperaba que ahora tuviera la “elegancia” de aceptar las conclusiones calladito, aunque no le gustaran. Pero no, eso era pedirle demasiado a Griffin…
Así que reconozco que cuando he leído lo de la réplica, he empezado a partirme de risa por dentro, esperando encontrarme con una rabieta más digna de una pelea de verduleras (y no me refiero a las dignas mujeres que nos venden las verduras). Esperaba eso, un espectáculo bochornoso y risible, pero no, ésa ha sido la verdadera sorpresa: la respuesta de Griffin ha sido bastante contenida e inteligente, y con mucho más peso en su corta extensión que todo el informe de la comisión. Desde mi punto de vista, en las formas, Griffin ha ganado por goleada, lo cual no era muy difícil, ya que, como comenté en la entrada anterior, el informe de la comisión es bastante deplorable en este sentido.
Es imposible saber desde fuera quién tiene razón, pero si de un debate político se tratara, diría que Griffin ha ganado por goleada. Porque Griffin presenta datos frente a las vaguedades de la comisión, contraataca con hechos frente a simple bla-bla-bla. Por supuesto, esto no quiere decir que tenga razón, pero el hecho de dar datos concretos (sin entrar en si son o no precisos) frente a vaguedades, le hace ganar muchísima credibilidad frente a un espectador externo. De eso era de lo que tanto me quejaba yo respecto al informe de la comisión: puede que haya sólidos datos detrás (esperaremos al informe final para saberlo), pero no lo demuestran, todo son vaguedades. Griffin se aprovecha hábilmente de ello, insinuando incluso que la comisión no da datos porque realmente no los tienen, insinuando que las opciones y recomendaciones presentadas no se han hecho en base a un análisis “profesional”; no sé si es cierto o no, pero desde luego ya dije que la impresión de falta de profesionalidad en la redacción del informe era clara, y Griffin se aprovecha de ello para ganar claramente de cara a la galería. Aunque sin datos objetivos por ambas partes para un observador imparcial, es imposible saber quién tiene razón.
No toda la carta de Griffin es un ejemplo de buen hacer, también hay que decirlo. En ocasiones se excede en algún comentario, o argumenta desde puntos de vista más “filosóficos” o “políticos” que técnicos, aprovechando también para intentar confundir al lector a su favor. Un ejemplo claro de esto es cuando ataca la opción presentada por la comisión de utilizar lanzadores comerciales en lugar del Ares I para subir astronautas a la órbita terrestre. Atacando duramente la recomendación de la comisión de pasar esos servicios al “sector comercial”, Griffin eleva el tono para contestar: “¿Qué sector comercial? En estos momentos, la única opción ‘comercial’ claramente disponible es el Ariane 5”. Ya sabíamos por su carta anterior que Griffin no quiere ni oír hablar de que la NASA no tenga su propio cohete para enviar a los astronautas al espacio, teniendo que usar cohetes de Boeing, Lockheed u otros; para él es casi un axioma de fé, aunque por supuesto no hay razones técnicas a favor o en contra, las únicas razones podrían ser estratégicas, políticas, o “filosóficas” (aunque no digo que no puedan tener su importancia). Pero la airada respuesta de Griffin no es más que un intento de liar la cuestión: acude al purismo del término “comercial” para dejar fuera al Delta IV Heavy y al Atlas 5 (los lanzadores en consideración para sustituir al Ares I), ya que estos lanzadores, aunque privados, no están completamente abiertos al mercado comercial: hoy en día, su único cliente es el ejército. Pero esto no quiere decir que no se pueda ampliar el abanico de clientes para incluir a la NASA. Aquí Griffin juega con los matices para hacer un pequeño engaño a su favor; desde luego, el tío vale para político.
Pero, aunque hay algún otro breve comentario donde se excede un poco, como he dicho me ha sorprendido la contención, contundencia e inteligencia del texto de Griffin en su conjunto. Ataca los puntos débiles del informe de la comisión sin piedad, y lo cierto es que se lo han puesto “a huevo”, con perdón. Por ejemplo, cuando el informe habla de la posibilidad de utilizar múltiples lanzamientos de lanzadores medios para llevar a cabo misiones de espacio profundo, lo cual requeriría, entre otras cosas, la creación de depósitos de combustible en órbita baja. En mi entrada anterior, aunque pasé sobre ello de puntillas, ya calificaba yo estas opciones de “poco realistas”, pero Griffin aprovecha para arremeter contra ello, con razón. Para mí, es un error de principiante presentar una opción tan claramente atacable por cualquiera con conocimientos técnicos del tema en un informe serio. Por muy sólido que sea el resto, si la cagas claramente en un punto y tu oponente aprovecha para meter el dedo ahí y hurgar, puede echar por tierra todo el buen hacer del resto del trabajo; es un fallo de ingenuos.
En uno de sus comentarios, Griffin dice exactamente lo mismo que decía yo en mi entrada anterior: en referencia a las diferentes opciones presentadas, de la forma en que están presentadas, “es imposible realizar comparaciones sólidas de coste/calendario/prestaciones/riesgo entre ellas”. Es la pura verdad, aunque yo aún confío en que esto se mejore en el informe final; si no, mala cosa. En cualquier caso, es un mal comienzo.
Otra ejemplo de duda clara expuesta por Griffin es la opción del Ares V Lite como lanzador único frente al Ares I más el Ares V. La comisión alega vagamente en su informe una mayor economía de esta opción, y Griffin ironiza que dónde está esa economía, argumentando además que la NASA hizo muchos estudios comparativos en su día y la opción AresI+Ares V era la más económica. Yo espero que la comisión tenga datos para respaldar su afirmación, pero como su informe previo sólo dice vaguedades, uno se queda con la duda. Éste era uno de los puntos a los que me refería yo en mi entrada anterior cuando decía que también tenía dudas sobre “el fondo” del informe, pero que esperaría a ver el informe final (esperando que incluyese esos datos) para pronunciarme. Y es que, a priori, no es tan claro que dos lanzamientos de un lanzador casi-pesado sean más económicos que un lanzamiento de un lanzador medio más un lanzador pesado. Sin un estudio detallado es imposible elegir: en el primer caso, se abaratan costes de desarrollo al diseñarse un solo modelo en lugar de dos; pero los costes de desarrollo son costes no recurrentes (se pagan sólo una vez), y a largo plazo lo importante son los costes recurrentes (los que se pagan con cada lanzamiento), y en este sentido parece que lanzar dos lanzadores pesados pueda ser más caro que lanzar uno pesado y otro ligero. Pero, por otra parte, usar dos lanzadores iguales puede bajar también esos costes recurrentes debido a la comunalidad, tanto en la fabricación en serie como en el mantenimiento y la operación… En fin, que son muchos parámetros a considerar, no es algo tan evidente que una opción sea mejor que la otra, se necesitan estudios comparativos detallados. Griffin juega con la ventaja de poder decir que ha hecho esos estudios, y con la credibilidad de que la NASA estuvo un tiempo decidiendo la mejor configuración, por lo que es lógico que dichos estudios existan; la comisión quizás los haya hecho, pero nada en lo que han publicado hasta ahora lo demuestra. Salvo que reaccionen rápido y puedan contrarrestar con datos los ataques de Griffin y otros que puedan venir, lo cierto es que la falta de profesionalidad en la forma de su informe, de la que tanto me quejé, les ha hecho quedar ahora en una posición débil, desde mi punto de vista.
La cosa tiene su importancia: al parecer, no sólo yo he quedado impresionado por la contundencia y fundamento de la carta de Griffin, sino que el Congreso de los Estados Unidos ha recibido la misma impresión. Hasta el punto de que la semana que viene habían convocado a Charles Bolden, Administrador de la NASA, para una audiencia en el Congreso, y ahora esa comparecencia se ha retrasado para llamar en su lugar a Michael Griffin. Interesante, ¿verdad?
Ya sé que soy rarito, pero yo disfruto con estas “peleas” como si se tratase de un programa del corazón para frikis. Vamos, muchísimo más divertido que ver a la Belén Esteban y la Mª José Campanario tirándose de los pelos, dónde va a parar…
(Si queréis leer completa la réplica de Griffin a la comisión, la tenéis aquí.)
5 comentarios:
Del informe de Griffin:
"If the nation is to lay claim to a viable human spaceflight program, the requirement to sustain ISS while also developing new systems to go beyond low Earth orbit is the minimally necessary standard. If the nation can no longer meet this standard, then it should be so stated, in which case any further discussion of U.S. human exploration beyond LEO is moot for the next two decades."
Creo que una vez llegados a este punto, este tipo de afirmaciones populistas son las unicas que pueden hacer que el congreso de los EEUU se de cuenta de lo que esta pasando.
Por una vez, bien por el senhor Griffin.
Y digo yo, ¿todo esto no puede ser una forma de ir dejando caer que EEUU ya no desarrollará ningún lanzador propio? Dado que en el fondo Arianespace es una empresa privada (o como tal está organizada), que los rusos van a lanzar sus "obsoletas" Soyuz desde Kourou (UE), y que evidentemente por mucha prisa que se dé la NASA cada vez se me hace más claro que China va a tomar la delantera y antes de lo que nos demos cuenta (es interesantísimo lo que el nuevo gobierno japonés está diciendo sobre sus relaciones con China y EEUU), insisto, ¿no es posible que EEUU opte por entrar en un consorcio internacional que en el fondo es occidental (EEUU-Europa-Rusia)?
hola,aunke no viene a cuento del comentario,solo queria felicitarte por el fantastico "Werner von Braun,entre el aguila..." me ha encantado y ya estoy impaciente para empezar a leer "Houston tenemos un problema..."
saludos
Gracias, Sam. Paso tu comentario al lugar correspondiente del foro, si no te importa.
Saludos
Que buen articulo me parese muy intereante felicidades.
un saludo
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