20 octubre 2006

El Hubble y el Tercer Mundo

Ayer leí (con algo de retraso) una cosa que me dio que pensar. Se trata de unas declaraciones del norteamericano Robert Zubrin, el fundador de The Mars Society. No es que yo sea lo que se dice un seguidor de Zubrin, pero de vez en cuando dice alguna cosa coherente, como en esta ocasión.

Criticaba Zubrin (que aprovecha siempre que puede para criticar a la NASA, no sé si como ex-empleado resentido, aunque también a veces con razón) los planes de la NASA de llevar a cabo una misión encargada de desorbitar al telescopio espacial Hubble. La misión consistiría en diseñar un módulo de propulsión que sería enviado al espacio para acoplarse con el telescopio, y encargado de sacarlo de su órbita en una maniobra de reentrada controlada. Con ello se conseguiría evitar el riesgo que supondría una reentrada descontrolada del aparato, con el peligro de que sus restos pudieran caer sobre zonas habitadas y suponer una amenaza para la población.

El problema es que esta misión (aún simplemente una idea, no es algo decidido) costaría unos 300 millones de dólares. Y planteaba Zubrin que es absurdo gastar esa cantidad para eliminar un riesgo que es bastante remoto. Efectivamente, lo más probable, por simple distribución geográfica, es que los restos caigan bien sobre el mar, o bien sobre zonas deshabitadas, pues las ciudades representan un área minúscula de la superficie terrestre. Y dado que la órbita del Hubble lo llevaría a caer con más probabilidad en áreas del Tercer Mundo (sí, les toca todo, a los pobres...), argumentaba Zubrin que sería mucho más útil emplear esos 300 millones de dólares en ayudas a esos países que en la misión de sacada de órbita del Hubble. Efectivamente, esos 300 millones en ayudas quizás salvarían las vidas de centenares o miles de personas, mientras que el Hubble lo más probable sería que matase entre una y ninguna.

Pues tiene razón Zubrin, para qué negarlo... aunque en el fondo sus palabras sean, como a menudo, bastante demagógicas, pero en este caso es una demagogia que invita a la reflexión.

Para mí, la verdadera crítica a la NASA sería por qué se diseñó el Hubble sin tener en cuenta el peligro que podría suponer su reentrada, habiéndose debido prever ya en su diseño la inclusión del motor de salida de órbita que solucionase el problema. Ello habría evitado el riesgo con tan sólo una pequeña fracción del coste que ahora supone la misión planteada.

Y es que lo cierto es que la NASA no ha tenido históricamente mucha preocupación por la reentrada de sus ingenios espaciales, al menos en el momento de diseñarlos. Fue el caso, por ejemplo, del Skylab, su única estación espacial hasta la fecha (dejando aparte su gran participación en la ISS). Con un tamaño muy superior al del Hubble, su reentrada descontrolada en 1979 mantuvo en vilo a medio mundo, con un importante impacto mediático, ante el riesgo de que sus fragmentos pudieran caer sobre alguna zona habitada (al final, cayeron sobre el Océano Indico y sobre el desierto australiano). Dicho en castizo, parece que sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, o que sólo piensan en la reentrada cuando se aproxima el final de la vida útil, cuando ya la cosa no tiene remedio (o lo tiene complicado y caro, como en el caso del Hubble).

Pero volvamos a los comentarios de Zubrin, que tienen su miga. Y es que, efectivamente, los 300 millones de dólares serían mucho más útiles para la Humanidad, y para el Tercer Mundo, y para salvar vidas humanas, que empleados en el módulo para el Hubble, que seguramente es innecesario. Pero también está claro que ni la NASA ni el gobierno norteamericano (ni cualquier otro) aceptarían nunca hacer este cambio.

¿Por qué? Pues por una razón de publicidad (publicidad negativa), simplemente. Porque de nada serviría que la NASA hiciese una donación de 300 millones de dólares para proyectos humanitarios en el Tercer Mundo, si luego un fragmento del Hubble mata a una persona, o simplemente daña propiedades (sin daños personales) en algún país del Tercer Mundo. Si esto ocurriera, nadie pensaría en los 300 millones donados, daría igual: las críticas a la agencia serían demoledoras.

Lamentablemente, así funcionamos en el mundo, todos nosotros. Así que es lógico que prefieran utilizar esos 300 millones en protegerse de un posible bochorno internacional que en mejorar las condiciones de vida en el Tercer Mundo. Dejando aparte el hecho prosaico de que las indemnizaciones a pagar por los posibles daños (humanos o materiales) superarían probablemente con mucho esa cifra, por pequeño que fuese el daño, mala prensa aparte. Así que gastar ese dinero en la misión de fin de vida del telescopio, probablemente no es lo razonable, pero sí lo lógico, en nuestra sociedad. Lo que habría que exigirles es que la próxima vez que diseñen una misión cuya reentrada pueda poner en riesgo a la población, que lo tengan en cuenta desde el principio. Así podrán emplearse esos 300 millones de dólares (o, digamos, 250, teniendo en cuenta el sobrecoste que supondría incorporar en el diseño inicial del ingenio los sistemas necesarios para su correcto "funeral") en cosas mucho más útiles. (Foto: NASA)

17 octubre 2006

Pedro Duque deja la ESA... pero poco

Efectivamente, el astronauta español Pedro Duque abandonará la Agencia Espacial Europea en breve, aunque no definitivamente (o, al menos, esa es la intención actual, que luego estas cosas nunca se sabe cómo acaban). Y es que Duque ha solicitado una excedencia de dos años (suerte que puede hacerlo) para pasarse a la empresa privada, como director de Deimos Imaging, una filial de la empresa aeroespacial madrileña Deimos Space.

Deimos Imaging tendrá su sede en el Parque Tecnológico de Boecillo, en Valladolid, un centro empresarial que está desarrollándose rápidamente con empresas de alta tecnología, muchas del sector de automoción, pero también varias de ellas del sector aeroespacial. Y, como su nombre indica, la empresa trabajará en el campo de la observación terrestre desde el espacio, un sector en expansión desde hace varios años, y con unas perspectivas de mercado crecientes. Las aplicaciones de esta tecnología son numerosas y también crecientes, desde la búsqueda de recursos naturales al control de actividades ilegales, pasando por el control medioambiental o incluso actividades lúdicas como Google Earth, por nombrar sólo algunas.

Pero lo importante no es la cuestión anecdótica de que Pedro Duque deje temporalmente el cuerpo de astronautas para dirigir esta empresa (bueno, anecdótico para nosotros, no para él ni para su nueva empresa, en la que seguro que sus contactos le serán de muchísima utilidad, aparte de su experiencia en el sector); lo importante es que nuestra indsutria espacial crezca con nuevas empresas. Y, sobre todo, con empresas brillantes como Deimos.

Deimos Space es una empresa muy joven, nacida en 2001, y pequeña (150 empleados, con un alto nivel de formación), pero que ya despunta como una de las más reconocidas en sus áreas de actuación. Como ejemplo de su competencia tenemos el concurso celebrado a nivel internacional el año pasado por la Agencia Espacial Europea. Bajo el título "Advanced Concepts Team-Global Trajectory Optimization", el concurso buscaba calcular la trayectoria óptima para una sonda enviada al encuentro de un asteroide. Con la base en una misión destinada a desviar un hipotético asteroide en ruta de colisión con la Tierra, el objetivo era conseguir que la sonda llegase con la máxima energía cinética (en la práctica, velocidad) posible, para unas condiciones de lanzamiento y masa del aparato fijas.

En el concurso participaron 17 equipos de múltiples nacionalidades: franceses, italianos, alemanes, holandeses, rusos, norteamericanos, y chinos. Entre ellos, organismos tan prestigiosos como el JPL de la NASA, el CNES francés, el Instituto de Aviación de Moscú o la planta de Khrunichev (diseñadores de los lanzadores Proton y Angara), entre otros muchos. Y entre tanto gigante, dos pequeñas empresas privadas en representación de España: GMV y Deimos.

En un escenario así, seguramente pocos esperarían el resultado final: en febrero de 2006 se anunciaba el ganador, el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, con 1850 puntos. Hasta aquí, nada sorprendente. Lo que quizás sí sea más sorprendente para muchos es que el segundo en el ranking fue Deimos Space, prácticamente empatado con el JPL, con 1820 puntos. Y el tercer puesto correspondía a GMV, algo más alejada, con 1455 puntos. El CNES, Khrunichev, y otros prestigiosos centros de nombres menos conocidos, quedaban todos más alejados por debajo. En el podio, las dos únicas empresas españolas participantes, y una de ellas separada del ganador prácticamente por la "photo finish".

¿Impresionante? Sin duda. ¿Sorprendente? No tanto, aunque pueda serlo para el público en general, e incluso para buena parte de los profesionales del sector, dada la escasa y prácticamente desconocida representación española en el mismo. Pero digo que no es sorprendente, porque el elevado nivel de los ingenieros españoles en análisis de misión es algo reconocido hace años, y reflejado, por ejemplo, en el nivel de "excelencia en mecánica orbital" otorgado por la ESA a GMV hace ya bastante tiempo.

Ahora, Deimos viene a ratificar este magnífico nivel de nuestros ingenieros. Y lo hace prácticamente desde el anonimato, y desde una juventud y tamaño que la deberían hacer palidecer ante los veteranos gigantes aeroespaciales con los que se enfrentaba en el concurso de la ESA. Algo que debería hacer reflexionar a nuestros responsables políticos a la hora de invertir recursos (a través del nivel de participación en la ESA) en un sector prácticamente olvidado en nuestro país, pero para el que constantemente demostramos poseer un nivel de primera línea, en buena medida desaprovechado. Lo que significa desaprovechar una mayor presencia en un mercado con un buen potencial comercial a corto y largo plazo, pero, sobre todo, con un magnífico potencial en cuanto a desarrollo tecnológico de nuestra industria nacional.

Comenzaba esta disertación comentando que Pedro Duque deja la ESA, al menos de momento. Esperemos que no sea definitivo y que pueda volver al espacio, por la publicidad que ello supone en nuestro país para este sector tan necesitado de ella. Pero lo hace para ponerse al frente de una nueva empresa espacial en nuestro país, y eso es un buen síntoma. Ojalá sea sólo el principio de una nueva era. (Imagen: Deimos Space)

22 septiembre 2006

Una intensa experiencia emocional

La norteamericana de origen iraní Anousheh Ansari, de 40 años, primera mujer turista espacial, y cuarta persona en pagarse su propio pasaje a la Estación Espacial Internacional, ya está a bordo de este complejo.

Pero lo que ha motivado este articulito son las palabras que ha escrito en su diario describiendo su experiencia durante el ascenso, y que pueden leerse completas en inglés en su blog. Al igual que muchos otros viajeros espaciales antes que ella, Ansari describe una profunda sensación de emoción al contemplar nuestro planeta desde el espacio. Es evidente que algo muy hondo se mueve dentro del cerebro del ser humano cuando vemos por primera vez la Tierra desde allí arriba. Pero dejemos que sean las palabras de la propia Anousheh quienes nos hagan soñar con esa vista reservada a unos pocos privilegiados:

5… 4… 3… Me voy de verdad…2…Te quiero, Hamid…1… y un despegue suave.

Viendo el lanzamiento de la Soyuz TMA-8, nunca pensé que sería así de suave dentro de la cápsula… Fue como el despegue de un avión – después las G’s empezaron, pero muy suaves. Creo que alcanzaríamos 2 ó 2,5 g como máximo… luego la separación, y la eyección del carenado de proa. Todo muy suave. Un rayo de luz llenó la cápsula y una calidez inundó mi corazón. Creo que estaba riendo a carcajadas. Mi felicidad era indescriptible…

La separación de la última etapa fue lo más destacable para mí, y, después, la ingravidez…

Este maravilloso sentimiento de felicidad que pone una sonrisa en la cara de todo el mundo. Lentamente me elevé de mi asiento y continué riendo. Simplemente, no podía creerlo… para ser sincera, todo esto es todavía como un sueño para mí… Estaba sujeta con tanta fuerza que no podía mirar fuera. Finalmente, cuando estuvimos seguros en órbita, pudimos abrir nuestros visores y soltarnos los cinturones…

L.A. [Michael Lopez-Alegria] se quitó un guante y éste empezó a flotar por la cabina. Yo no podía parar de reír todo el tiempo… Finalmente fui capaz de echar un vistazo fuera, y vi la Tierra por vez primera… Unas lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas. No podía controlar mi respiración… Incluso pensar ahora sobre ello, todavía hace que acudan las lágrimas a mis ojos. Ahí estaba nuestro bello planeta, girando graciosamente sobre sí mismo, bajo los cálidos rayos del sol… tan pacífico… tan lleno de vida… sin signos de guerra, sin señales de fronteras, sin signos de problemas, sólo pura belleza…

Cómo me gustaría que todo el mundo pudiera experimentar este sentimiento en su corazón, especialmente aquellos que están a la cabeza de los gobiernos del mundo. Quizás esta experiencia les brindaría una nueva perspectiva y ayudaría a llevar la paz al mundo.
Creo que por ahora ya hay bastante… Ya os haré saber sobre el viaje aquí arriba en la próxima entrada…

Anousheh Ansari, 21 de septiembre de 2006 (Texto completo)

Es interesante ese sentimiento que describe Ansari, y que ha sido expresado también por otros muchos antes que ella: esa sensación de felicidad, de alegría, combinada con una intensa emoción al mirar hacia la Tierra… ¿Quizás simplemente algún desequilibrio químico provocado en el cerebro por la falta de gravedad? ¿O algo puramente emocional, ligado al vínculo que une a la especie humana con su planeta natal? No lo sé, pero, en cualquier caso, es algo que debe ser maravilloso experimentar. (Fotos NASA)

21 septiembre 2006

Una divertida anécdota sobre conspiraciones

Sí, ya sé que este tema ya está tratado en un reciente articulillo de este blog, pero es que esta anécdota me ha resultado graciosa (aunque nada sorprendente), y quería compartirla con vosotros.

La comentaba David Portree, prestigioso especialista norteamericano en historia de la exploración espacial, en un foro especializado. Y gira en torno a la famosa “cara de Marte”, el fenómeno geológico marciano de la región de Cydonia que en fotos de las sondas Viking aparecía como una cara humana, y que levantó toda suerte de teorías sobre civilizaciones extraterrestres, aunque era evidente que se trataba de un simple efecto óptico (la similitud con una cara humana desaparecía simplemente al cambiar las condiciones de iluminación). Pronto, algunos creyeron ver incluso evidencias de una ciudad próxima a la cara, con templos y fortificaciones… En fotografías de misiones posteriores con mayor resolución, resultó claro que el fenómeno no era distinto de las caras que los antiguos creían ver en la superficie de la Luna, los supuestos canales de Schiaparelli en Marte, o las formas de las nubes.

Reproduzco aquí, con permiso de David y traducidas, las palabras del propio Portree contando su anécdota:

Hace unos cuantos años, caí por una web en la que insistían en que “la cara” era de origen alienígena. Estaba lleno de delirios sobre la conspiración de la NASA para ocultar la verdad. Esto era después de que las imágenes de la Mars Global Surveyor mostrasen que “la cara” era una meseta natural.

No me pude resistir. Les escribí que, en realidad, “la cara” había sido de verdad una cara, que era de origen extraterrestre, pero que la NASA la había volado para ocultar la verdad. La Mars Observer perdida [una sonda que fracasó en su misión, perdiendo contacto con tierra] no había sido enviada para explorar Marte. Por el contrario, transportaba un arma nuclear diseñada para destrozar “la cara”, y había llevado a cabo su misión con éxito.

Uno o dos años más tarde, un fan de “la cara” me lanzó una arenga sobre algo que yo había escrito en algún sitio sobre la Mars Observer, y a continuación me citaba mi propia historia inventada, sin saber que en realidad había sido yo el origen de esa “revelación”. Le dije que esa historia la había inventado yo mismo de guasa, pero él siguió insistiendo en que era cierta.

Mi broma ha terminado siendo parte de la leyenda de “la cara”. Desde aquí, pido disculpas al Universo.

David S. F. Portree
(Origen de las fotos, de arriba a abajo: Orbitador de la Viking 1, NASA; Mars Global Surveyor, NASA; Mars Express, ESA)

19 septiembre 2006

Un punto azul pálido

¿Cómo se ve la Tierra desde el espacio? Parece una pregunta tonta, pues todos estamos ya completamente acostumbrados a verla en fotografías, sean fotos tomadas por las naves Apollo (buena parte de las que conocemos del globo terráqueo al completo), sean fotos del Meteosat, o, sin ir más lejos, a través del Google Earth (aunque estas últimas son tan detalladas que cuesta pensar que son vistas espaciales, pareciendo más bien la perspectiva que se tiene desde un avión).

Pero no me refiero a eso. Eso es nuestro entorno cercano, poco más que alejarse uno o dos pasos de la puerta de nuestra casa. Pero ¿cómo se vería la Tierra, digamos, desde Saturno? Bien, pues en la foto adjunta tenéis la respuesta. A la izquierda, una recreación por ordenador. A la derecha, la foto real tomada por la sonda Cassini en órbita alrededor del planeta de los anillos. Sí, ese pequeño puntito blanco es la Tierra. Como lo llamó Carl Sagan en el título de una de sus obras, “A pale blue dot” (Un punto azul pálido). Toda una lección de humildad, ¿eh?

25 agosto 2006

Plutón, degradado por enano y excéntrico


No, la frase no es mía, qué más quisiera, porque me ha encantado. Me la ha dicho un compañero, que la ha escuchado por ahí. Me encanta.

Esta ha sido una prueba más del mal hacer periodístico general en estos temas, porque hace semanas que vienen anunciando que si el Sistema Solar ya son doce planetas, que si tal, que si cual... cuando no eran más que propuestas lanzadas en el congreso de la IAU (Unión Astronómica Internacional), sin nada en firme. Desde el principio se sabía (quien quisiera molestarse en saberlo, claro) que hasta el 24 de agosto no habría una decisión en firme, y, de hecho, entre tanta radio y telediario hablando del tema, los que estamos algo más metidos en estas cosas estábamos calladitos, a la espera. Pero en fin, ya se sabe cómo es esto, para qué insistir...

Pues eso, que Plutón ha dejado de pertenecer a la élite del Sistema Solar. ¿Importante? Pues hombre, yo pensaba que no, la verdad, pero leyendo algunos comentarios, quizás sí tenga algo más de importancia de la que parece.

Evidentemente, Plutón va a seguir siendo el mismo, y a seguir dando sus vueltecitas al Sol tan tranquilo, indiferente al debate creado en ciertos círculos de un planeta muy, muy lejano a él. Y, como he oído esta mañana en la radio, “seguro que aún tiene mucho de interés que mostrar a la nave New Horizons que va hacia allá, aunque ya no sea planeta” (hombre, menos mal, mira que si por cambiarle el nombre lo convertimos en un cacho de piedra aburrida...).

Sin embargo, es cierto que esto podría suponer algunos cambios. He leído comentarios que insinúan que, de no haber sido considerado planeta hace unos años, quizás no tendríamos a la New Horizons yendo hacia allá. Bien, puede que sí, o puede que no. Pero es cierto que, interés científico aparte, el hecho de ser el único planeta inexplorado del Sistema Solar lo hacía un candidato firme para una misión desde hacía tiempo. En ese sentido, los calificativos sí son importantes. Bien es cierto que también hay diseñada una misión a Ceres, que tampoco es planeta (era el mayor asteroide conocido, ahora reconvertido en planeta enano, y uno de los candidatos a planeta en la anterior propuesta finalmente desechada), y que ha habido varias misiones a cometas, además de otras misiones a asteroides menores (Hayabusa, por ejemplo, a Itokawa); pero Plutón era una “asignatura pendiente”, simplemente por su pertenencia al grupo selecto, desde que la Voyager 2 llegó a Neptuno.

La noticia no ha sido recibida con alegría en los Estados Unidos. Plutón fue el único planeta descubierto allí, por Clyde William Tombaugh, desde el observatorio Lowell (Arizona), en 1930, y la decisión ha afectado un poquito al orgullo nacional (bueno, sólo al de los cuatro gatos que se interesan por estas cosas del espacio y el universo, tampoco vamos a exagerar). Y es que la verdad es que ya en su día hubo bastante discusión sobre si debería ser considerado planeta (es canijo, y con una órbita de una gran inclinación y excentricidad –muy elíptica-, en nada parecida a las del resto de planetas; de ahí la maravillosa frase del título). Pero, según las malas lenguas (no he entrado en detalle al respecto, así que no sé si pasa de rumor o leyenda urbana) fue la presión de la sección de astrónomos estadounidenses la que finalmente consiguió que se uniese a la élite planetaria. Un privilegio que ha disfrutado sólo durante 76 años. Ahora, es uno más de la que se espera sea una enorme familia de “planetas enanos” (personalmente me hubiera gustado más llamarlos “planetoides”, o algo así). Y algunos norteamericanos se consolaban diciendo que bueno, al menos habían descubierto al primer miembro de esta gran familia, de gran interés científico en cualquier caso; pero no, ni siquiera este consuelo les queda: la degradación de Plutón ha venido acompañada del ascenso de Ceres, descubierto en 1801 por el italiano Giuseppe Piazzi, y hoy ya convertido en “hermano” de Plutón como planeta enano. Una pequeña decepción para nuestros amigos del otro lado del Atlántico... (Foto NASA)

Orión: un curioso nombre


Como puntualmente nos informa Manuel Montes en su blog Noticias del Espacio, el CEV ya tiene nombre oficial: Orión (bueno, sin acento en inglés; personalmente no suelo traducir los nombres propios, y escribo, por ejemplo, Apollo en lugar de Apolo, pero en este caso creo que por un simple acento, romperé mi propia regla).

Pues parece un nombre un tanto curioso... Orión, el cazador... Con arco en las manos y espada al cinto... Un poco agresivo, ¿no? No parece un nombre muy acorde con un proyecto de exploración científica.

Y tampoco sigue la tónica general de los proyectos anteriores, que sí parecían tener una relación más cercana con el vuelo espacial: Mercurio, el mensajero de los dioses, con sus pies alados... Apolo, surcando los cielos en su carro de fuego... Gemini... bueno, se sale de la tónica, pero era muy apropiado, por los dos astronautas "gemelos", y además es una constelación.

Luego el Shuttle parece que derivó hacia una visión más patriótica (no he leído sobre el origen de los nombres, pero tiene pinta), combinada con un espíritu épico de exploración: Columbia (descubrimiento de América), Discovery (más de lo mismo, o descubrimientos en general), Endeavour (esfuerzo, empeño), Challenger (retador, desafiador), Atlantis... bueno, de nuevo uno un poco rarito, aunque la mitología de la Atlántida también tiene algo de épica y de exploración.

¿Pero Orión? Que conste que el nombre me gusta, suena bien, y la constelación es preciosa. Pero su etimología no encaja. Es más lógica para el insecticida, ahí sí: el cazador de mosquitos. Pero para una nave espacial civil, destinada en un futuro más o menos incierto a explorar otros mundos (ya veremos), no me parece que encaje mucho. Claro, que a lo mejor alguien sale diciendo que tendrá su versión secreta militar, armada y lista para actuar como "nave de caza" espacial... entonces sí que tendría lógica :-)

Siguiendo este hilo belicoso, tenemos al lanzador, recientemente bautizado Ares. De nuevo una temática extraña: Ares, el dios de la guerra. Aunque teniendo en cuenta que viajaba en un carro tirado por caballos que respiraban fuego, esta imagen parece bastante apropiada para un cohete lanzador. De todas formas, la agencia lo justifica de otra forma: Ares es la versión griega de Marte, también dios de la guerra, sí, pero se supone que destino último de la nueva nave...

Pero bueno, no me entendáis mal: no estoy criticando, es por escribir algo, que ahora está la cosa un poco sosa. Total, en el fondo nadie se pregunta por la razón de los nombres salvo los que los eligen, y creo que es más importante que sea un nombre bonito y sonoro, y el de Orión lo es. Y, como digo, la constelación es preciosa... (Foto NASA)

16 agosto 2006

¡Larga vida a las Voyager!

Ayer, 15 de agosto de 2006, la sonda norteamericana Voyager 1 cubrió otro importante hito en su periplo interestelar. Ayer, esta venerable sonda cruzó la línea de las 100 U.A. de distancia con respecto al Sol.

Como sabemos, 1 U.A. (Unidad Astronómica, o distancia media Tierra-Sol) son 149,6 millones de kilómetros. Así que este pequeño robot lanzado en 1977 está ya a unos 15.000 millones de kilómetros de nuestra estrella (y a algo más, o algo menos, de nuestro planeta, según la época del año y según se desplaza éste por su órbita alrededor del Sol; pero la diferencia es prácticamente despreciable, dadas las cifras barajadas).

La misión de las sondas Voyager ha sido sin duda una de las de mayor éxito de todos los tiempos. 29 años después de su lanzamiento (la Voyager 1 salió de la Tierra el 5 de septiembre de 1977, mientras que su compañera lo hizo algo antes, el 20 de agosto del mismo año), aún siguen operativas y suministrando datos de utilidad para los científicos. Gracias a ellas, conocimos en profundidad los planetas gigantes exteriores, desde Júpiter a Neptuno. La Voyager 1 sólo visitó los dos primeros, Júpiter y Saturno; después se eligió desviarla del plano de la eclíptica (aquel en el que se mueven los planetas del Sistema Solar) para lanzarla en una dirección casi perpendicular, a estudiar el medio espacial fuera de dicho plano. La Voyager 2, por su parte, continuó su viaje hacia los confines de nuestro vecindario estelar, ofreciéndonos las primeras y bellísimas imágenes de Urano, Neptuno, y sus lunas. A lo largo de estos años de misión, las sondas descubrieron decenas de nuevos satélites de todos estos mundos, nos suministraron cientos de fotografías de sus superficies, y datos que permitirían a los científicos estudiar su composición y naturaleza. Podemos decir que es fundamentalmente gracias a ellas como comenzamos a comprender de verdad el Sistema Solar exterior.

Hoy, 29 años más tarde, ambas siguen operativas y alejándose más y más de su planeta de origen y de la estrella que lo ilumina; visto desde las Voyager, el Sol es ahora nada más que una estrella brillante en el firmamento, con un aspecto muy alejado de la gran bola de fuego que contemplamos desde nuestra Tierra. Y ambas continúan alejándose, con una velocidad suficiente para escapar a la influencia gravitatoria solar y perderse para siempre en el espacio interestelar.

La Voyager 1 (la Voyager 2 también está en camino) está alcanzando la heliopausa, el límite donde se deja de sentir la influencia solar, en términos de campo magnético y viento solar. Más allá, se abre el espacio interestelar imperturbado; un medio de alto interés para los científicos que estudian nuestro Universo.

Las sondas siguen operativas gracias a su fuente de energía nuclear. No un reactor nuclear, como se podría imaginar, sino un prácticamente inofensivo trozo de material de uranio que, gracias a su radiactividad natural (suficientemente baja como para no requerir grandes protecciones para su manipulación en tierra), genera un calor constante que se utiliza para producir electricidad. Una electricidad que alimenta los sistemas de la sonda, permitiéndola transmitir aún, a distancias casi inconcebibles, datos científicos sobre el espacio por el que transitan. Algo que aún seguirán haciendo durante unos cuantos años más, mientras no se averíe alguno de sus sistemas (cuyo diseño no preveía una vida útil tan longeva) y mientras en la Tierra se dediquen los recursos necesarios para seguir recibiendo la débil señal enviada por estos dinosaurios de la exploración espacial.

A las Voyager les tengo un cariño especial. Siempre me emocionó la elegancia de su trayectoria (la de la Voyager 2, en concreto), ese peregrinar de un planeta a otro del sistema solar exterior, acelerándose y desviándose hacia el siguiente gracias a los campos gravitatorios de los planetas que iba sobrepasando, en una trayectoria perfectamente calculada. Como un barco de vela que surcase los océanos impulsado sólo por el viento, así han surcado las Voyager nuestro vecindario espacial, jugando con la gravedad y aprovechándola en su beneficio. La tecnología aprovechando lo que la Naturaleza nos ofrece sin coste, gracias al ingenio de la mente humana. El "Grand Tour" del Sistema Solar... una maravilla, que se me quedó grabada desde el momento en que tuve noticias de su existencia. Desde entonces, siempre me ha apasionado todo lo referente al cálculo de trayectorias y la mecánica orbital.

Pero supongo que en este romanticismo con el que siempre he observado la misión de las Voyager, influye también el periodo de tiempo durante el que se ha desarrollado su misión. Cuando pasaron por Júpiter y Saturno, yo tenía 13 y 14 años, respectivamente, y ya empezaba a apasionarme por todo lo relacionado con la exploración espacial. Pero, como creo que nos pasó a muchos, el espaldarazo final lo supuso la serie Cosmos (en su primera etapa de emisión), con el inolvidable Carl Sagan haciéndonos soñar con mundos lejanos visitados por pequeños ingenios mecánicos que nos revelaban vistas maravillosas de gigantes planetas gaseosos. Esas imágenes de majestuosos y coloridos mundos de gas, la melodiosa voz del doblador de Sagan (¡qué bueno era también el actor de doblaje!) y el misterio de las asistencias gravitatorias en sus trayectorias (algo que me intrigaba enormemente, pues no alcanzaba a comprenderlo de verdad) me atraparon para siempre en este apasionante mundo de la exploración espacial. (Fotos NASA)

28 julio 2006

Sobre documentales falsos, Istochnikov, y teorías de la conspiración

Me ha pedido un amigo, también apasionado de la astronáutica y lector de este blog, que le ayude con una discusión que ha tenido con un familiar acerca de las múltiples teorías conspiratorias que rodean la llegada a la Luna.

La verdad es que nunca he entrado en estos temas, porque sinceramente me aburre leer siempre las mismas teorías por mucho que estén cien veces echadas por tierra con razonamientos lógicos (ni siquiera técnicos, en la mayor parte de los casos, sino casi de puro sentido común). Y, desde luego, no voy a repetir aquí lo que ya está escrito en muchas webs al respecto (podéis leer sobre los supuestos errores o contradicciones, y sus explicaciones, aquí, aquí -en inglés-, o un entretenido artículo de la NASA aquí). Pero me centraré algo más en una variante que ha surgido recientemente (la que comentaba el familiar de mi amigo), además de reflexionar un poco sobre estas cosas.

En este caso concreto, el origen de la discusión fue un documental francés de 2002 emitido en varios países, entre ellos España, titulado "Dark side of the moon" ("La cara oculta de la Luna", o "El lado oscuro de la Luna", según se traduzca; no sé qué título tuvo en nuestro país) y producido, creo, por el canal Arte (el tipo de canal ya dice bastante sobre la razón del documental). El documental "demuestra" que ciertas imágenes de la llegada a la Luna están trucadas, nada menos que por el gran Stanley Kubrick, porque no se pudieron tomar las reales y la NASA no podía dejar de mostrar al mundo su éxito. No se discute (ya es algo) la llegada a la Luna, pero sí se defiende el famoso montaje hollywoodiano. El documental incluye entrevistas a expertos y familiares de Kubrick (ya fallecido, como sabéis), etc. Según el documental, el propio Nixon habría estado detrás de todo esto

Lo curioso es que al final del documental, en los títulos de crédito, se aclara que todo es falso, un "divertimento" para crear impacto en el público y demostrar lo fácil que es convencer de cualquier cosa a través de los medios de comunicación. Incluso aparecen tomas falsas de los expertos y famosos participantes en el documental, partiéndose de risa ante las tonterías que tienen que decir. Y, a pesar de esto, por medio mundo la gente está diciendo a gritos "¿Veis como era verdad? ¡Todo fue un fraude!".

Algo similar ocurrió hace algunos años con la supuesta historia de Ivan Istochnikov, un supuesto cosmonauta ruso muerto en el espacio y cuya muerte habría sido mantenida en secreto hasta nuestros días. Podéis leer la historia original que dio inicio a esto aquí, merece la pena:

Primera parte
Segunda parte

Pues bien, todo esto fue fruto de la imaginación, y del ánimo de generar polémica, de un artista catalán, Joan Fontcuberta, que lo hizo hace unos diez años. De hecho, Istochnikov es la traducción al ruso de Fontcuberta, y las fotos del cosmonauta que ilustran el reportaje son un montaje con la cara del artista. Magnífico. Brillante.

Lo curioso es que, como en el caso del documental francés, la historia de Fontcuberta estaba llena de guiños, de pistas para avisar al lector avezado de que aquello no era más que un cuento chino. La primera parte es la más seria y convincente, aunque una clarísima falsedad cuando habla de la historia de la perra Laika ya induce a la desconfianza. Pero la segunda parte es ya delirante, un auténtico divertimento del autor: hechos realmente absurdos, reconocibles frases extraídas de "Blade Runner" y hasta la introducción de elementos relacionados con civilizaciones extraterrestres... Para terminar de dar pistas, tanto el libro que se editó con la historia como la web que os he indicado arriba, incluyen la frase TODO ES FICCION, aunque curiosamente parece que esta frase es pasada por alto por la mayor parte de los lectores. Además, cuando en su día se hizo una exposición itinerante con las fotos, se incluían fotos reconocibles de… ¡“La Guerra de las Galaxias”! En fin, un auténtico desmadre literario, que claramente debía indicar a todo el mundo que la historia en su conjunto era un simple cuento... ¿o no?

Pues lamentablemente, parece ser que no. A pesar de todo, millares de personas creyeron la historia, y aún hoy sigue circulando. No hay más que buscar "Istochnikov" en Google para ver a lo que me refiero. Casi todas las referencias hablan del cosmonauta de la Soyuz 2, y en casi todas ellas se asume como hecho real que este personaje existió. Actualmente ya no está disponible en la red (comprobado; quizás lo han retirado por vergüenza), pero cuando lo miré hace unos dos años, incluso encontré un artículo de “El Mundo” donde se “destapaba” el gran descubrimiento del cosmonauta muerto. Afortunadamente, lo acabo de comprobar y ahora ya se encuentran varias referencias a la historia real, montada por Fontcuberta; hace dos años, cuando lo miré, sólo encontré una pequeña cita al engaño en una página americana. Pero está claro que quien quiere creer en misterios, cree a toda costa, y he llegado a leer en la web quien defiende la veracidad de la historia, y dice que las frases de Blade Runner fueron en realidad de Istochnikov, y que luego Ridley Scott (que conocería la historia) las incluyó en su película. No, si hay explicaciones para todo…

¿Cuál es la moraleja? Creo que varias. Primero, es fundamental mantener el escepticismo, leas lo que leas, y si resulta extraño, chocante o novedoso, buscar confirmación por vías fiables. De hecho, en esto consiste el método científico, y es perfectamente aplicable en estos casos. Y si no encuentras confirmación, hay que mantener el escepticismo. Al fin y al cabo, ¿por qué tenemos que creer cualquier cosa que se nos diga?

Volviendo a las teorías de la conspiración en general. ¿Por qué hay tantas, y por qué tienen tanto éxito? Estoy seguro de que hay múltiples estudios sobre el tema, pero no soy experto en ello. Pero está claro que nos gusta buscar misterios donde no los hay: no se llegó a la Luna, lo que se estrelló en el Pentágono no era un avión, todo lo que rodea al 11-M es una conspiración, el SIDA salió de un laboratorio militar... seguro que se os ocurren decenas más.La mayoría de estas teorías de la conspiración se apoyan en pequeños hechos, a menudo sin importancia, en pequeñas lagunas de información, para levantar toda una historia paralela sin ninguna base (aunque pueda encajar, en teoría). Y como esa historia resulta mucho más atrayente que la a menudo aburrida realidad (la "falsa historia oficial"), pues muchos deciden que es mucho mejor creer esa.

Claro, que en otros casos, la teoría se levanta porque sí, sin necesidad de buscar una alternativa para llenar lagunas de información. Por ejemplo, el caso de la Luna: aquí no hay lagunas, la información es de lo más completa. Y aún así, hay alguien que prefiere montarse una historia paralela. Ya son ganas de liar la cosa…

¿Quiero decir con esto que siempre debemos creer la "historia oficial"? No. Simplemente digo que siempre debemos mantener un sano escepticismo. Y analizar con ese escepticismo si lo que nos cuentan tiene base real y creíble o no. Simplemente. Y si estamos ante dos historias igualmente creíbles y con igual base detrás (muy raro que se dé esto), aplicar la máxima de la ciencia: la explicación más sencilla es la más probable.

Por otra parte, ejercicios como el de Fontcuberta o el documental de Arte, deberían hacernos reflexionar sobre lo fácil que es inducirnos a creer cualquier cosa. Y eso puede ser muy peligroso, y mucho más importante que creer o no en la llegada a la Luna.

Por último, una pregunta sencilla que podemos hacernos y que, como mínimo, hace dudar muchísimo sobre casi cualquier teoría conspiratoria: sobre los supuestos involucrados que ocultan la realidad, ¿cómo es posible que tanta gente guarde silencio durante tantos años? O en el caso particular de la no-llegada a la Luna: ¿cómo es posible que se engañase a los rusos, si estos tenían sondas en órbita lunar y antenas dirigidas hacia allí que recibían las señales de las naves americanas? ¿o es que conocían el engaño y se callaron? En fin...

Para terminar, os invito a leeros el apéndice de mi libro “Houston, tenemos un problema”, sobre la muerte de Yuri Gagarin y los cosmonautas “desaparecidos”. Otros casos interesantes de teorías de la conspiración, aunque en algunos de estos casos los rusos se lo ganaron a pulso por su absurdo secretismo…