(Podía haberlo titulado “La prensa vuelve a cagarla con el váter de la ISS”, pero era un chiste malo y burdo)
Otra muestra más de amarillismo periodístico mezclado con errores y suposiciones sin base alguna. Ayer, viendo el telediario, me quedaba anonadado al escuchar un "notición" que hablaba de "guerra en el espacio" por el uso del váter en la ISS. Según la noticia, la situación en la ISS estaba tensa porque los americanos no dejaban a los rusos usar su váter ni comer su comida (ambos mejores que los rusos, de acuerdo a la noticia) a bordo de la estación espacial, como represalia porque los rusos les estaban cobrando sus servicios de subida al espacio a bordo de las Soyuz.
Francamente, me quedé bastante sorprendido, por varias razones. La primera, porque malamente pueden impedir los americanos a los rusos el uso del váter teniendo en cuenta que el único que existe hoy en día a bordo de la ISS es precisamente ruso (EDITADO: en realidad ya hay dos; cuando escribí esto no recordaba que el segundo había llegado hacía pocos meses, en noviembre de 2008, antes de lanzarse el módulo donde se instalará definitivamente, el Nodo 3, cuyo lanzamiento será a finales de 2009; eso es lo que me despistó. De momento este segundo váter, también de fabricación rusa y prácticamente idéntico al que ya había en la ISS desde sus inicios, se ubica en el módulo norteamericano Destiny. No obstante, todo lo dicho a continuación sigue siendo válido). Segundo, me extrañaba muchísimo que existiera ese "mal rollo" a bordo con cada uno guardando su comida para sí, cuando lo habitual es que las tripulaciones intenten llevarse lo mejor posible entre ellos (por su propio interés), y de hecho las horas de las comidas suelen ser uno de los momentos clave en esta "socialización" entre los astronautas, siendo habitual que compartan comidas entre ellos. Y por último, lo de las represalias por el hecho de que los rusos cobren sus servicios con las Soyuz me parecía absurdo, al ser éste un hecho habitual desde hace bastantes años, y lógico, teniendo en cuenta que las aportaciones económicas de cada país miembro a la estación están muy claras, y este servicio no forma parte de los acuerdos iniciales, sino que es "un extra", pareciendo bastante lógico que se busque una contraprestación (económica o en especie) por este servicio adicional a los acuerdos firmados.
En resumen, que escuché la noticia con asombro y escepticismo a la vez, aunque estaba claro que, aunque pudiera estar tergiversada, algo de fondo tenía que haber para que esto saltase a los medios de comunicación. Y como últimamente no he tenido mucho tiempo para estar muy al día de estos temas, me dispuse a hacer los deberes atrasados para ver cuál era el origen de esto.
No costó mucho averiguar la verdad, como suele ser habitual (¿tanto les cuesta a algunos periodistas hacer bien su trabajo?). Lo primero que encontré fue prensa occidental que se hacía eco de las palabras que el cosmonauta ruso Gennadi Padalka había vertido en una entrevista a la revista rusa Novaya Gazeta. En estos artículos se mantenía más o menos el fondo que había escuchado en la televisión (aunque en la tele lo habían “adornado” un pelín más; es lo malo de no usar las fuentes, que cuantos más pasos, más adornos). Así que, como la cosa seguía estando algo confusa, me lié la manta a la cabeza y me sumergí en el cirílico…
Porque sí, reconozco que acudir a la fuente original en ruso no es tarea fácil para cualquiera, pero si yo lo he hecho sin saber decir más allá de “tovarich” y “spassiva”, no parece que sea imposible. Total, que tras bucear entre las páginas de Novaya Gazeta (menos mal que al menos reconozco algo de cirílico), di con el artículo (los afortunados que habláis ruso lo podéis leer aquí), y luego Babelfish hizo el resto. Poniéndome en la piel de un rostro pálido hablando con un piel roja (porque la traducción automática se las trae…), pude llegar por fin al meollo del asunto, que, como era de esperar, no se parece mucho a lo que se está contando por ahí. Así que, después de esta larga introducción que seguramente os trae al fresco, vamos al grano:
En su larga entrevista, Gennadi Padalka critica duramente la actuación de su gobierno en torno a la actividad espacial, en varios frentes. No entraré en detalles, pero viene a decir que el gobierno ruso se ha olvidado del espacio. Comenta con amargura, por ejemplo, que al menos el Burán se llegó a construir, mientras que en la actualidad el Kliper no ha pasado de una maqueta, para caer directamente en el olvido. Destaca también, como veterano de la Mir y ahora de la ISS, las diferencias entre los módulos rusos y el resto de la estación: los módulos rusos usan tecnologías de los años 80, frente a los mucho más modernos, prácticos, espaciosos y silenciosos módulos del resto de socios (americanos, europeos y japoneses). Pero no es que Rusia esté por detrás: confiesa haber hablado con los técnicos de su país, y le dicen que podrían perfectamente igualar las tecnologías del resto de socios; simplemente, no hay presupuestos o voluntad para hacerlo. Y tiene razón: la tecnología rusa de la ISS es prácticamente la misma que se usó en la Mir, lo cual se refleja, por ejemplo, en sus sistemas de soporte vital Vozduj o Elektron, idénticos a los de entonces. Bien es cierto que durante años han sido estos viejos Vozduj o Elektron los únicos equipamientos de este tipo a bordo de la ISS, al tratarse de una tecnología no dominada por el resto de socios. Pero si bien Rusia lideraba estas tecnologías en los 80, desde entonces parecen haberse dormido en los laureles, mientras que los demás han seguido avanzando y ahora ya los norteamericanos han desarrollado sus propios sistemas alternativos, anulando la ventaja que hasta hace poco les llevaran los rusos en este terreno. Padalka tiene razón: la tecnología espacial rusa era puntera hace 30 años, pero parece no haber avanzado demasiado desde entonces; y, según él (y lo creo), no precisamente por falta de talento… El mayor riesgo que ve el cosmonauta ruso de cara al futuro es que Rusia puede estar perdiendo todo interés como posible socio tecnológico para futuros proyectos internacionales.
Pero lo que más ha llamado la atención de la entrevista en medios occidentales han sido sus críticas hacia el escaso espíritu de colaboración que se vive en torno a la ISS en los últimos años. Según Padalka, la colaboración fue magnífica de 1998 a 2005, pero desde entonces se ha venido produciendo un “divorcio”, en sus palabras (bueno, o en las de Babelfish, a saber…), del cual parece culpar principalmente a su gobierno, ya que señala que parece que se está quedando Rusia por un lado, y todo el resto de socios de la estación por el otro. Según Padalka, hoy en día sólo las actividades médicas y los protocolos de seguridad (ante un incendio o una despresurización, por ejemplo) se llevan a cabo de forma conjunta, en el resto de actividades la separación por nacionalidades es total. Podría ser incluso que Michael Barrat (uno de los miembros de la tripulación de Padalka, que permanecerán a bordo de la ISS básicamente durante los meses de abril y mayo de este año) sea el último norteamericano en realizar una salida al espacio con un traje ruso (hasta ahora era norma habitual que rusos y norteamericanos compartieran traje: ruso si se salía desde el segmento ruso de la estación, y americano si se hacía desde un módulo de dicha nacionalidad, generalmente).
En este contexto es cuando surgen los comentarios acerca de la comida y el uso del váter, aunque no exactamente como lo ha reflejado la prensa (que además se ha centrado en una simple frase casi anecdótica en el contexto de todo el discurso de Padalka). El cosmonauta comenta que esta separación a bordo, impuesta por sus responsables y no deseada por los propios astronautas, no favorece en absoluto el buen clima a bordo. Destaca, por ejemplo, que antes los momentos de las comidas unían a las tripulaciones: “se podía probar cualquier cocina; los cosmonautas podían probar algo nuevo, y ya sabemos que la comida sabrosa mejora el humor. Ahora los rusos sólo podemos comer productos rusos, y los americanos sólo los americanos (o europeos)”. Aunque reconoce que ésta es la absurda normativa impuesta, pero que la realidad es distinta: “En realidad no ocurrirá esto: Michael Barrat se ocupará de encargar para sus raciones productos que sabe que me gustan, y yo estaré encantado de hacer lo mismo por él. Los cosmonautas estamos por encima de estas peleas, independientemente de lo que decidan los responsables. Somos adultos, gente formada y educada, y con la inteligencia suficiente como para generar una atmósfera de relaciones normales. Son los políticos y los burócratas los que no son capaces de llegar a acuerdos, no nosotros, astronautas y cosmonautas”. La verdad, poco que ver con las versiones que se están dando por aquí, donde se lee incluso que los rusos dicen que su comida es mala y prefieren la de los americanos, y bastante más interesante y revelador.
Para Padalka, el origen de todo esto se inició en 2003, cuando los rusos empezaron a querer cobrar por todo. No da demasiados detalles, pero parece que no es tan simple como el cobro de los viajes a bordo de las Soyuz: al parecer, siempre según el cosmonauta, los burócratas rusos empezaron a ponerse excesivamente “tiquismiquis” con los alcances de las contribuciones acordadas por cada socio, queriendo cobrar hasta por el más mínimo concepto que se pudiera alegar que no estaba incluido dentro de las contribuciones acordadas. Se entró así en un bucle sin fin por ambas partes, en el que se ha llegado a “querer dividir hasta lo indivisible”. Parece que la situación a nivel administrativo se ha llegado a poner tan tensa que se recomienda a los astronautas y cosmonautas que no utilicen prácticamente ningún equipo que se pueda considerar que “pertenece” al socio rival. Padalka pone un ejemplo claro: mientras se preparaba para su próxima misión (que prácticamente acaba de empezar), preguntó a sus responsables rusos si una vez a bordo podría utilizar la bicicleta estática de los americanos para realizar sus ejercicios de mantenimiento físico; “’sí, puedes utilizarla’, me dijeron. Después hablan entre ellos: no es posible. A continuación hacen una consulta interna y lo aprueban de nuevo. Y ahora, justo antes del vuelo, vuelve a resultar que la respuesta es negativa”.
¿Y la polémica del váter? Porque es lo que más han destacado los medios occidentales… Pues, la verdad, penoso: es una simple frase corta en toda la entrevista, cuando habla del “divorcio” entre los socios rusos y norteamericanos en la ISS: “Hasta se nos recomienda que utilicemos únicamente el váter nacional”. Punto. Eso es todo. Con eso se ha montado toda una historia paralela: que si los rusos están molestos porque los americanos no les dejan usar su váter, que es mejor que el suyo, etc, etc. Solamente un ejemplo más dado por Padalka cuando habla de los recelos, y además a modo de “recomendación”, y no de prohibición, ha servido para levantar toda una historia paralela prácticamente sin base alguna. Algunos hablan incluso de la “mezquindad” de los norteamericanos… Sobran las palabras.
Como Padalka no menciona absolutamente nada más sobre el tema, es de suponer que la recomendación se refiere a lo que sucederá a partir más o menos del año próximo, cuando se incorpore a la ISS el Nodo 3 de fabricación norteamericana, que incluirá entre su equipamiento un váter adicional. Un incremento lógico de los equipos de gestión de residuos, teniendo en cuenta que la tripulación de la ISS debe duplicarse próximamente, de los tres miembros actuales a seis. No olvidemos, por otra parte, que aunque este váter será de titularidad norteamericana, por haber sido pagado por estos y colocado a bordo de un módulo aportado por ellos, su diseño y fabricación son rusos: Estados Unidos ha subcontratado a Rusia este elemento. Ciertamente, es más moderno que el equipo disponible en la actualidad a bordo del segmento ruso (único en la actualidad en toda la estación, y lógicamente utilizado por todos los miembros de la tripulación, independientemente de su nacionalidad), no sólo porque han pasado muchos años desde que se hiciera el primero, sino también porque posiblemente se haya dispuesto de mayor presupuesto para desarrollarlo (nada menos que 19 millones de dólares ha pagado la NASA por su “taza galáctica”). Pero en fin, el resultado es que la realidad tiene muy poco que ver con lo que se está oyendo por ahí. Y lo más triste es que, además, la realidad es bastante más interesante…
En resumen, dejando aparte los amarillismos de la prensa occidental, la entrevista a Gennadi Padalka resulta de lo más jugosa, y no precisamente porque hable del váter. Es curioso que en los últimos años nos estén llegando más revelaciones de este tipo desde el lado ruso que desde el norteamericano, supuestamente con más tradición de libertad de expresión y de prensa. Recordemos, si no, las declaraciones del cosmonauta Pavel Vinogradov de las que nos hacíamos eco aquí hace casi exactamente dos años. Entre unos y otros, se deja ver tanto la frustración de los cosmonautas rusos, como que no todo va tan bien a bordo de la Estación Espacial Internacional…
Otra muestra más de amarillismo periodístico mezclado con errores y suposiciones sin base alguna. Ayer, viendo el telediario, me quedaba anonadado al escuchar un "notición" que hablaba de "guerra en el espacio" por el uso del váter en la ISS. Según la noticia, la situación en la ISS estaba tensa porque los americanos no dejaban a los rusos usar su váter ni comer su comida (ambos mejores que los rusos, de acuerdo a la noticia) a bordo de la estación espacial, como represalia porque los rusos les estaban cobrando sus servicios de subida al espacio a bordo de las Soyuz.
Francamente, me quedé bastante sorprendido, por varias razones. La primera, porque malamente pueden impedir los americanos a los rusos el uso del váter teniendo en cuenta que el único que existe hoy en día a bordo de la ISS es precisamente ruso (EDITADO: en realidad ya hay dos; cuando escribí esto no recordaba que el segundo había llegado hacía pocos meses, en noviembre de 2008, antes de lanzarse el módulo donde se instalará definitivamente, el Nodo 3, cuyo lanzamiento será a finales de 2009; eso es lo que me despistó. De momento este segundo váter, también de fabricación rusa y prácticamente idéntico al que ya había en la ISS desde sus inicios, se ubica en el módulo norteamericano Destiny. No obstante, todo lo dicho a continuación sigue siendo válido). Segundo, me extrañaba muchísimo que existiera ese "mal rollo" a bordo con cada uno guardando su comida para sí, cuando lo habitual es que las tripulaciones intenten llevarse lo mejor posible entre ellos (por su propio interés), y de hecho las horas de las comidas suelen ser uno de los momentos clave en esta "socialización" entre los astronautas, siendo habitual que compartan comidas entre ellos. Y por último, lo de las represalias por el hecho de que los rusos cobren sus servicios con las Soyuz me parecía absurdo, al ser éste un hecho habitual desde hace bastantes años, y lógico, teniendo en cuenta que las aportaciones económicas de cada país miembro a la estación están muy claras, y este servicio no forma parte de los acuerdos iniciales, sino que es "un extra", pareciendo bastante lógico que se busque una contraprestación (económica o en especie) por este servicio adicional a los acuerdos firmados.
En resumen, que escuché la noticia con asombro y escepticismo a la vez, aunque estaba claro que, aunque pudiera estar tergiversada, algo de fondo tenía que haber para que esto saltase a los medios de comunicación. Y como últimamente no he tenido mucho tiempo para estar muy al día de estos temas, me dispuse a hacer los deberes atrasados para ver cuál era el origen de esto.
No costó mucho averiguar la verdad, como suele ser habitual (¿tanto les cuesta a algunos periodistas hacer bien su trabajo?). Lo primero que encontré fue prensa occidental que se hacía eco de las palabras que el cosmonauta ruso Gennadi Padalka había vertido en una entrevista a la revista rusa Novaya Gazeta. En estos artículos se mantenía más o menos el fondo que había escuchado en la televisión (aunque en la tele lo habían “adornado” un pelín más; es lo malo de no usar las fuentes, que cuantos más pasos, más adornos). Así que, como la cosa seguía estando algo confusa, me lié la manta a la cabeza y me sumergí en el cirílico…
Porque sí, reconozco que acudir a la fuente original en ruso no es tarea fácil para cualquiera, pero si yo lo he hecho sin saber decir más allá de “tovarich” y “spassiva”, no parece que sea imposible. Total, que tras bucear entre las páginas de Novaya Gazeta (menos mal que al menos reconozco algo de cirílico), di con el artículo (los afortunados que habláis ruso lo podéis leer aquí), y luego Babelfish hizo el resto. Poniéndome en la piel de un rostro pálido hablando con un piel roja (porque la traducción automática se las trae…), pude llegar por fin al meollo del asunto, que, como era de esperar, no se parece mucho a lo que se está contando por ahí. Así que, después de esta larga introducción que seguramente os trae al fresco, vamos al grano:
En su larga entrevista, Gennadi Padalka critica duramente la actuación de su gobierno en torno a la actividad espacial, en varios frentes. No entraré en detalles, pero viene a decir que el gobierno ruso se ha olvidado del espacio. Comenta con amargura, por ejemplo, que al menos el Burán se llegó a construir, mientras que en la actualidad el Kliper no ha pasado de una maqueta, para caer directamente en el olvido. Destaca también, como veterano de la Mir y ahora de la ISS, las diferencias entre los módulos rusos y el resto de la estación: los módulos rusos usan tecnologías de los años 80, frente a los mucho más modernos, prácticos, espaciosos y silenciosos módulos del resto de socios (americanos, europeos y japoneses). Pero no es que Rusia esté por detrás: confiesa haber hablado con los técnicos de su país, y le dicen que podrían perfectamente igualar las tecnologías del resto de socios; simplemente, no hay presupuestos o voluntad para hacerlo. Y tiene razón: la tecnología rusa de la ISS es prácticamente la misma que se usó en la Mir, lo cual se refleja, por ejemplo, en sus sistemas de soporte vital Vozduj o Elektron, idénticos a los de entonces. Bien es cierto que durante años han sido estos viejos Vozduj o Elektron los únicos equipamientos de este tipo a bordo de la ISS, al tratarse de una tecnología no dominada por el resto de socios. Pero si bien Rusia lideraba estas tecnologías en los 80, desde entonces parecen haberse dormido en los laureles, mientras que los demás han seguido avanzando y ahora ya los norteamericanos han desarrollado sus propios sistemas alternativos, anulando la ventaja que hasta hace poco les llevaran los rusos en este terreno. Padalka tiene razón: la tecnología espacial rusa era puntera hace 30 años, pero parece no haber avanzado demasiado desde entonces; y, según él (y lo creo), no precisamente por falta de talento… El mayor riesgo que ve el cosmonauta ruso de cara al futuro es que Rusia puede estar perdiendo todo interés como posible socio tecnológico para futuros proyectos internacionales.
Pero lo que más ha llamado la atención de la entrevista en medios occidentales han sido sus críticas hacia el escaso espíritu de colaboración que se vive en torno a la ISS en los últimos años. Según Padalka, la colaboración fue magnífica de 1998 a 2005, pero desde entonces se ha venido produciendo un “divorcio”, en sus palabras (bueno, o en las de Babelfish, a saber…), del cual parece culpar principalmente a su gobierno, ya que señala que parece que se está quedando Rusia por un lado, y todo el resto de socios de la estación por el otro. Según Padalka, hoy en día sólo las actividades médicas y los protocolos de seguridad (ante un incendio o una despresurización, por ejemplo) se llevan a cabo de forma conjunta, en el resto de actividades la separación por nacionalidades es total. Podría ser incluso que Michael Barrat (uno de los miembros de la tripulación de Padalka, que permanecerán a bordo de la ISS básicamente durante los meses de abril y mayo de este año) sea el último norteamericano en realizar una salida al espacio con un traje ruso (hasta ahora era norma habitual que rusos y norteamericanos compartieran traje: ruso si se salía desde el segmento ruso de la estación, y americano si se hacía desde un módulo de dicha nacionalidad, generalmente).
En este contexto es cuando surgen los comentarios acerca de la comida y el uso del váter, aunque no exactamente como lo ha reflejado la prensa (que además se ha centrado en una simple frase casi anecdótica en el contexto de todo el discurso de Padalka). El cosmonauta comenta que esta separación a bordo, impuesta por sus responsables y no deseada por los propios astronautas, no favorece en absoluto el buen clima a bordo. Destaca, por ejemplo, que antes los momentos de las comidas unían a las tripulaciones: “se podía probar cualquier cocina; los cosmonautas podían probar algo nuevo, y ya sabemos que la comida sabrosa mejora el humor. Ahora los rusos sólo podemos comer productos rusos, y los americanos sólo los americanos (o europeos)”. Aunque reconoce que ésta es la absurda normativa impuesta, pero que la realidad es distinta: “En realidad no ocurrirá esto: Michael Barrat se ocupará de encargar para sus raciones productos que sabe que me gustan, y yo estaré encantado de hacer lo mismo por él. Los cosmonautas estamos por encima de estas peleas, independientemente de lo que decidan los responsables. Somos adultos, gente formada y educada, y con la inteligencia suficiente como para generar una atmósfera de relaciones normales. Son los políticos y los burócratas los que no son capaces de llegar a acuerdos, no nosotros, astronautas y cosmonautas”. La verdad, poco que ver con las versiones que se están dando por aquí, donde se lee incluso que los rusos dicen que su comida es mala y prefieren la de los americanos, y bastante más interesante y revelador.
Para Padalka, el origen de todo esto se inició en 2003, cuando los rusos empezaron a querer cobrar por todo. No da demasiados detalles, pero parece que no es tan simple como el cobro de los viajes a bordo de las Soyuz: al parecer, siempre según el cosmonauta, los burócratas rusos empezaron a ponerse excesivamente “tiquismiquis” con los alcances de las contribuciones acordadas por cada socio, queriendo cobrar hasta por el más mínimo concepto que se pudiera alegar que no estaba incluido dentro de las contribuciones acordadas. Se entró así en un bucle sin fin por ambas partes, en el que se ha llegado a “querer dividir hasta lo indivisible”. Parece que la situación a nivel administrativo se ha llegado a poner tan tensa que se recomienda a los astronautas y cosmonautas que no utilicen prácticamente ningún equipo que se pueda considerar que “pertenece” al socio rival. Padalka pone un ejemplo claro: mientras se preparaba para su próxima misión (que prácticamente acaba de empezar), preguntó a sus responsables rusos si una vez a bordo podría utilizar la bicicleta estática de los americanos para realizar sus ejercicios de mantenimiento físico; “’sí, puedes utilizarla’, me dijeron. Después hablan entre ellos: no es posible. A continuación hacen una consulta interna y lo aprueban de nuevo. Y ahora, justo antes del vuelo, vuelve a resultar que la respuesta es negativa”.
¿Y la polémica del váter? Porque es lo que más han destacado los medios occidentales… Pues, la verdad, penoso: es una simple frase corta en toda la entrevista, cuando habla del “divorcio” entre los socios rusos y norteamericanos en la ISS: “Hasta se nos recomienda que utilicemos únicamente el váter nacional”. Punto. Eso es todo. Con eso se ha montado toda una historia paralela: que si los rusos están molestos porque los americanos no les dejan usar su váter, que es mejor que el suyo, etc, etc. Solamente un ejemplo más dado por Padalka cuando habla de los recelos, y además a modo de “recomendación”, y no de prohibición, ha servido para levantar toda una historia paralela prácticamente sin base alguna. Algunos hablan incluso de la “mezquindad” de los norteamericanos… Sobran las palabras.
Como Padalka no menciona absolutamente nada más sobre el tema, es de suponer que la recomendación se refiere a lo que sucederá a partir más o menos del año próximo, cuando se incorpore a la ISS el Nodo 3 de fabricación norteamericana, que incluirá entre su equipamiento un váter adicional. Un incremento lógico de los equipos de gestión de residuos, teniendo en cuenta que la tripulación de la ISS debe duplicarse próximamente, de los tres miembros actuales a seis. No olvidemos, por otra parte, que aunque este váter será de titularidad norteamericana, por haber sido pagado por estos y colocado a bordo de un módulo aportado por ellos, su diseño y fabricación son rusos: Estados Unidos ha subcontratado a Rusia este elemento. Ciertamente, es más moderno que el equipo disponible en la actualidad a bordo del segmento ruso (único en la actualidad en toda la estación, y lógicamente utilizado por todos los miembros de la tripulación, independientemente de su nacionalidad), no sólo porque han pasado muchos años desde que se hiciera el primero, sino también porque posiblemente se haya dispuesto de mayor presupuesto para desarrollarlo (nada menos que 19 millones de dólares ha pagado la NASA por su “taza galáctica”). Pero en fin, el resultado es que la realidad tiene muy poco que ver con lo que se está oyendo por ahí. Y lo más triste es que, además, la realidad es bastante más interesante…
En resumen, dejando aparte los amarillismos de la prensa occidental, la entrevista a Gennadi Padalka resulta de lo más jugosa, y no precisamente porque hable del váter. Es curioso que en los últimos años nos estén llegando más revelaciones de este tipo desde el lado ruso que desde el norteamericano, supuestamente con más tradición de libertad de expresión y de prensa. Recordemos, si no, las declaraciones del cosmonauta Pavel Vinogradov de las que nos hacíamos eco aquí hace casi exactamente dos años. Entre unos y otros, se deja ver tanto la frustración de los cosmonautas rusos, como que no todo va tan bien a bordo de la Estación Espacial Internacional…
6 comentarios:
Tienes toda la razón, Javier. Cuando leí la entrevista a Padalka me pareció eso, una entrevista muy interesante, pero no le di más importancia. Para mi sorpresa, los medios de comunicación se han vuelto locos a vueltas con el váter...sabía que las noticias escatológicas venden, ¿pero tanto?
El problema de fondo que destaca Padalka es el que bien señalas: el programa espacial ruso lleva ya casi veinte años viviendo de las rentas de la tecnología desarrollada por la URSS. Y claro, esas tecnologías, muchas de ellas punteras en 1980 ó 1990, ya no lo son tanto. En estos años Rusia apenas ha sido capaz de desarrollar nuevos programas por su cuenta: no hay más que ver lo que les está costando construir un cohete nuevo como el Angará, pese a que tienen todos los elementos tecnológicos necesarios.
En fin, una pena, pero Rusia debe ponerse las pilas si quiere seguir siendo una potencia espacial en el siglo XXI.
Un saludo.
Vaya, me quito el sombrero ante tu trabajo de inves
tigación. Esto me da que pensar que la mayoría de muchas de las noticias que saltan a los medios son en un 90 por cien magnificadas por los medios.
Me pongo manos a la obra y rectifico el post que extraí de el Mundo... si... lo admito,jeje.
Un saludo y de nuevo mis felicitaciones.
Sinuhé, de Tejiendo el Mundo.
Hola Sinuhé. Por lo que veo tenemos algún lector común... aprovecho desde aquí para darle las gracias por la propaganda :-)
La verdad, llamar a esto trabajo de investigación... lo realmente penoso es que fue una labor de 5 ó 10 minutos, algo que debería hacer cualquier periodista profesional de forma rutinaria antes de escribir un artículo. Hay que buscar las fuentes, o acaba pasando como con el juego infantil de contarse una historia al oído uno a otro en círculo: cuando vuelve al autor, no se parece en lo más mínimo al original.
Lamentablemente, no es la primera vez que veo que un gran número de periodistas no hacen más que copiarse unos a otros, cada uno añadiendo algo de su cosecha, en lugar de buscar las fuentes. Tenemos que ser realmente críticos con la información que nos llega, lamentablemente estamos expuestos a demasiadas manipulaciones, sean involuntarias o intencionadas...
¡Saludos!
gran aporte javier!. no sólo de polítca espacial se aprende es este blog, sino de hacer periodismo. genial. eso sí, confieso que me gustó mas el título alternativo.
saludo,
g.-
Muchas gracias Gabriel. Reitero lo dicho: lo que me parece realmente penoso es que haya que recordarles a los periodistas estos principios básicos de su profesión. Y al fin y al cabo esta noticia es una anécdota... ¿pero en cuántas noticias verdaderamente importantes estará pasando lo mismo día tras día? Penoso.
Interesante artículo. Por supuesto, comparto la indignación ante la utilización amarillista de la noticia. De hecho ya la leí por ahí y me pareció rara, pero no le di más importancia. Ahora que veo el tema más desarrollado, me da impresión de estar en tiempos de la guerra fría, con un Occidente empeñado en hacer creer que todo lo ruso es limitado y de peor calidad.
Me quedo con la frase del cosmonauta en la que dice que ellos están por encima de las discusiones de los políticos y burócratas. Ese es el espíritu.
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