Wayne Hale es un alto directivo de la NASA, que ha trabajado durante décadas como director de misión en el Centro Espacial Johnson. Pero también es un gran comunicador: algunos de sus discursos a los miembros de su equipo son legendarios entre el personal de la NASA. Es franco, directo, y sabe hablar. Además, casi todos lo definen como un gran líder. Personalmente, a través del conocimiento indirecto que tengo de él, es alguien que me cae muy bien, y he visto ya varias veces calificarle como “un gran tipo”. Hoy os traigo unas palabras que escribió en ocasión del 40º aniversario de la llegada a la Luna, pero que parecen más dirigidas a todos aquellos que están atravesando por un mal momento dentro de la NASA. Un mensaje que, aunque parezca un estereotipo de ciertas películas americanas, me ha parecido tremendamente poético y no me he podido resistir a recogerlo aquí. Os dejo con Wayne Hale:
Ya he dicho otras veces que la exploración del espacio me recuerda a los relevos de la antorcha olímpica. Así que aquí va un mensaje para todos esos corredores de relevos entre vosotros que lleváis la antorcha cada día en vuestro trabajo, para los que os habéis retirado ya de la carrera, y para los que soñáis con llevar el fuego algún día.
No todo el mundo consigue subir la antorcha por los peldaños del estadio y encender el pebetero en presencia de cientos de miles y en presencia virtual de decenas de millones. Sólo unos pocos llevan la antorcha en los momentos de gloria.
No todo el que lleva la antorcha es recordado, incluso son pocos los nombres que llegan a anunciarse públicamente.
No todo el mundo lleva la antorcha por las cimas de las montañas, sólo un puñado portan el fuego a través de paisajes magníficos.
No todo el mundo consigue llevar la antorcha mientras es aclamado por los gritos de una multitud enardecida.
Alguien tiene que llevar la antorcha bajo la lluvia, alguien tiene que llevar la antorcha por el valle, alguien tiene que llevar la antorcha por las zonas industriales y por las ciénagas. Alguien incluso tiene que llevar la antorcha por lugares en los que la gente los abuchea.
Pero hay que llevar la antorcha. Para que la llama alcance su objetivo, para que las multitudes vitoreantes consigan ver al último corredor llevar la antorcha hasta lo alto, hay que llevarla.
La exploración del espacio es así. Algunos días son gloriosos, algunos son horribles, y la mayor parte de los días pueden ser aburridos.
Pero si tropezamos, y la antorcha cae, y la llama se apaga, entonces todos los sueños y el sudor de todos los que nos precedieron habrán sido en vano. Y todas las esperanzas de aquellos que podrían haber llevado la antorcha después de nosotros se desvanecerán en la noche.
Nosotros no elegimos la parte de la carrera en la que queremos correr. Simplemente llevamos la antorcha.
Celebremos con aquellos que llevaron la antorcha en los días de gloria. Sepamos que los días de gloria volverán de nuevo.
No olvidemos sujetarla en alto, incluso en los momentos corrientes, incluso en presencia de los que abuchean.
Porque los que llevan la antorcha, llevan el futuro en sus manos.
Porque incluso si tienes que correr a través del desierto y no oirás nunca las aclamaciones de la muchedumbre, estarás llevando el fuego.
Y lo bien que hayas corrido tu tramo es la única recompensa que realmente merece la pena tener.
Wayne Hale (Foto: Paul Slaughter)
Ya he dicho otras veces que la exploración del espacio me recuerda a los relevos de la antorcha olímpica. Así que aquí va un mensaje para todos esos corredores de relevos entre vosotros que lleváis la antorcha cada día en vuestro trabajo, para los que os habéis retirado ya de la carrera, y para los que soñáis con llevar el fuego algún día.
No todo el mundo consigue subir la antorcha por los peldaños del estadio y encender el pebetero en presencia de cientos de miles y en presencia virtual de decenas de millones. Sólo unos pocos llevan la antorcha en los momentos de gloria.
No todo el que lleva la antorcha es recordado, incluso son pocos los nombres que llegan a anunciarse públicamente.
No todo el mundo lleva la antorcha por las cimas de las montañas, sólo un puñado portan el fuego a través de paisajes magníficos.
No todo el mundo consigue llevar la antorcha mientras es aclamado por los gritos de una multitud enardecida.
Alguien tiene que llevar la antorcha bajo la lluvia, alguien tiene que llevar la antorcha por el valle, alguien tiene que llevar la antorcha por las zonas industriales y por las ciénagas. Alguien incluso tiene que llevar la antorcha por lugares en los que la gente los abuchea.
Pero hay que llevar la antorcha. Para que la llama alcance su objetivo, para que las multitudes vitoreantes consigan ver al último corredor llevar la antorcha hasta lo alto, hay que llevarla.
La exploración del espacio es así. Algunos días son gloriosos, algunos son horribles, y la mayor parte de los días pueden ser aburridos.
Pero si tropezamos, y la antorcha cae, y la llama se apaga, entonces todos los sueños y el sudor de todos los que nos precedieron habrán sido en vano. Y todas las esperanzas de aquellos que podrían haber llevado la antorcha después de nosotros se desvanecerán en la noche.
Nosotros no elegimos la parte de la carrera en la que queremos correr. Simplemente llevamos la antorcha.
Celebremos con aquellos que llevaron la antorcha en los días de gloria. Sepamos que los días de gloria volverán de nuevo.
No olvidemos sujetarla en alto, incluso en los momentos corrientes, incluso en presencia de los que abuchean.
Porque los que llevan la antorcha, llevan el futuro en sus manos.
Porque incluso si tienes que correr a través del desierto y no oirás nunca las aclamaciones de la muchedumbre, estarás llevando el fuego.
Y lo bien que hayas corrido tu tramo es la única recompensa que realmente merece la pena tener.
Wayne Hale (Foto: Paul Slaughter)
2 comentarios:
esta muy bien yo opino lo mismo, hay que seguir y avanzar, a pesar de los politicos y la opinion publica que habla del dinero mal gastado.
espero que vuelvan los tiempos del apolo, yo personalmente me conformaria con que asignaran a la nasa 19.000 mil millones a la nasa durante cuatro años, por lo menos sabrian con que dinero cuentan y no como ahora que no saben lo que tienen para el año proximo. (jorge)
Efectivamente, un gran discurso, por que me temo que ahora mismo, la NASA no va a muchos sitios.
Aunque se plantean misiones cientificas muy interesantes, la sensacion de avance, de pioneros escalando una montaña cada vez mas alta se ha perdido.
Es dudoso que se vuelva a la luna, es dudoso que alguna vez se llegue a marte, y si se llega, la inmensa mayoria de los que estan en la nasa lo veran probablemente jubilados.
En esas condiciones, el dia a dia para mucha gente que empezo ilusionada en su momento tiene que ser insufrible.
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