28 agosto 2008

Los militares y la Luna

En 1958, la estrategia militar era muy diferente a la de hoy en día. Por aquel entonces, la utilización de armas nucleares parecía lo normal en caso de estallar una guerra entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS, y se asumía como lógico que, en ese caso, lo ideal era llevar a cabo un ataque por sorpresa y masivo que dejase al enemigo sin capacidad de respuesta, o al menos reducir ésta a su más mínima expresión.

Era una época en la que en los Estados Unidos la televisión emitía programas que instruían a la población sobre las precauciones a tomar en caso de ataque nuclear. En las viviendas unifamiliares empezaron a proliferar los refugios antiatómicos, y fue en este contexto cuando los temibles rusos comunistas pusieron el primer satélite artificial de la Tierra en órbita.

Ya he expresado en varias ocasiones (en diferentes artículos en revistas, y próximamente también en la biografía de Von Braun, para la que ya falta poco) el tremendo impacto que el lanzamiento del Sputnik tuvo sobre la sociedad estadounidense, pero voy a centrarme ahora en una parte más concreta, que fue el estamento militar. Por supuesto, gran parte de los temores se centraban en lo que podrían hacer los soviéticos desde un punto de vista bélico con esa tecnología a su alcance, y por ello las miras de los militares se volvieron con gran interés hacia el espacio; no sólo hacia la órbita terrestre, sino también hacia el siguiente objetivo natural, la Luna.

A uno y otro lado del telón de acero se pensaba en la posibilidad de establecer estaciones espaciales repletas de misiles nucleares, capaces de lanzar un ataque por sorpresa sobre territorio enemigo desde el espacio. El propio Von Braun propuso una estación de este tipo poco después de llegar a los Estados Unidos desde Alemania, cuando aún los sueños espaciales no pasaban de ser eso, sueños, con la esperanza de animar a los militares a invertir en el espacio. Y también el premier soviético Nikita Khrushchev soñó durante años con una estación militar similar. Pero con lo que también se soñaba en ambos lados, sobre todo a finales de los años 50, era con bases militares en la Luna.

Ya sé que no os digo nada nuevo con todo esto, pero quizás lo más curioso sea ver cómo se justificaba internamente en el estamento militar una infraestructura de este tipo. Hoy en día, establecer bases en la Luna para llenarlas de misiles nucleares con la intención de dispararlos hacia la Tierra parece absurdo, si lo mismo lo podemos hacer de forma más que efectiva desde nuestro propio planeta (ya sea desde tierra firme, desde aviones o desde submarinos). Pero en 1958 las cosas se veían de forma muy distinta.

El 28 de enero de 1958, apenas 4 meses después del lanzamiento del Sputnik, el Subdirector de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea, General Homer Boushey, declaraba lo siguiente: “Se ha dicho que aquel que controle la Luna controlará la Tierra. Nuestros estrategas deben evaluar cuidadosamente esta aseveración, y, si es cierta (y yo por mi parte creo que lo es), entonces los Estados Unidos deben controlar la Luna”. No era algo realmente nuevo; más o menos los mismos argumentos habían sido utilizados por diferentes miembros del partido demócrata para criticar al presidente republicano Eisenhower por haberse dejado adelantar por los rusos en la recién iniciada carrera espacial. Lo curioso es cómo Boushey argumentaba estas declaraciones.

Primero, observemos que se habla de “controlar la Luna”. Es decir, se parte de la premisa de que el que país que llegue hasta allí, tomará posesión de nuestro satélite. No se plantea qué pasaría si poco después de una hipotética llegada de los norteamericanos llegasen también los rusos a reclamar su parcela lunar… Pero bueno, volvamos al relato; según Boushey, una de las utilidades militares de la Luna proviene del hecho de que presente siempre una misma cara dirigida hacia la Tierra. Ello permitiría ubicar en esta “cara vista” telescopios capaces de espiar de forma ininterrumpida sobre territorio enemigo, mientras que en la “cara oculta” podrían llevarse a cabo actividades militares bajo el secreto más absoluto. Claro, no pensaba Boushey que mucho antes de que los Estados Unidos pudieran montar una infraestructura de esas características sobre la superficie de nuestro satélite, ya tendrían sus enemigos capacidades más que sobradas para poner satélites en órbita lunar capaces de observar la “cara oculta”. Y tampoco parecía darse cuenta de que un satélite espía en órbita terrestre tendría fácilmente más resolución, y sería mucho más económico, que un telescopio en la Luna. Pero bueno, era 1958, y al fin y al cabo hablamos de lo que pensaban los militares, no técnicos o científicos…

Pero mucho más interesante es el argumento sobre la utilización de la Luna como una gigantesca base repleta de misiles nucleares. Según exponía Boushey, un misil lanzado desde la Luna tardaría dos días en llegar a la Tierra; lo mismo tardaría uno lanzado desde la Tierra hacia la Luna. De modo que si la URSS realizaba un ataque nuclear masivo contra los Estados Unidos destruyendo la totalidad de su arsenal atómico, dos días después todos los misiles estacionados en la Luna caerían sobre territorio ruso. Si, para evitar esto, los rusos lanzaban primero un ataque contra la Luna, debido a los dos días que tardarían en llegar, el elemento sorpresa estaría perdido; los Estados Unidos detectarían fácilmente el ataque, y podrían contestar con sus propios misiles continentales, o incluso disparando los de la Luna antes de que llegase hasta ellos la oleada enemiga.

No parece importar que la Tierra se convirtiera en un campo de batalla nuclear a nivel global: aquello era 1958, y el arma atómica era el arma por excelencia, el juguete preferido de los militares. Ya se sabe, las guerras son las guerras, y la devastación no es más que un daño colateral en la consecución de los objetivos militares… Poco importaba que pocos años atrás Mahatma Gandhi ya hubiera advertido aquello de “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Al fin y al cabo, ¿quién iba a escuchar a un indio vestido con harapos?

Hoy las cosas han cambiado un poco. La guerra nuclear total ha sido descartada de los manuales militares como estrategia apropiada en caso de conflicto, aunque siga existiendo arsenal nuclear suficiente en el mundo para acabar varias veces con la vida en nuestro planeta. Pero, sobre todo, ha cambiado la tecnología. En 1958, los misiles nucleares eran enormes artefactos que precisaban de muchas horas de preparación previa a su lanzamiento y de complejas infraestructuras de apoyo. Hoy, cualquier avión, barco o submarino puede llevar unos cuantos. Aunque se desatase un ataque preventivo masivo de una potencia nuclear sobre otra, anulando la capacidad de represalia desde silos terrestres, aún quedarían bastantes decenas de cabezas nucleares desplegadas en submarinos desde los que poder contraatacar. Esto empezó a resultar evidente pocos años después del lanzamiento del Sputnik, cuando el rápido desarrollo de las tecnologías de misiles y satélites dejaron completamente obsoletas las ideas de bases militares sobre la Luna. Así, en la década de los 60 la Luna pasó a convertirse en un objetivo únicamente político, olvidada ya en los sueños megalomaníacos de los militares. Las miras de estos se volvieron entonces hacia la órbita terrestre: satélites espía, armas antisatélite, estaciones militares, naves espaciales de combate, bombarderos orbitales, satélites antimisiles, satélites antisatélite… todo esto y mucho más ha ido pasando desde entonces por las mesas de los altos mandos militares de las grandes potencias. Y muchas de esas ideas siguen en vigor hoy en día. Pero ésa es otra historia…

25 agosto 2008

FOD: el enemigo invisible

Se me ocurre escribir esta entradilla al leer que en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, han distribuido una circular entre los empleados pidiéndoles no utilizar un determinado tipo de porta-tarjetas de identidad, por haberse detectado que puede convertirse en una peligrosa fuente de FOD. La noticia no tiene el más mínimo interés, pero se me ha ocurrido que podría hablar un poco sobre la lucha contra el FOD en la industria aeroespacial, algo muy poco conocido fuera de los círculos especializados.

¿FOD? ¿Qué es eso? ¿Fiebre de Origen Desconocido? ¿Female Orgasmic Disorder? No, sin duda esas cosas también merecen atención, pero en terminología aeroespacial, cuando hablamos de FOD nos referimos al “Foreign Object Damage”, o daños por objetos extraños. Hace referencia al peligro que pueden suponer pequeños objetos olvidados durante la fabricación del aparato para la operación de éste.

Supongo que en medicina, aunque no usen esta expresión, podríamos hablar de algo similar: todos hemos oído hablar de algún caso en el que un cirujano olvida alguna gasa o, en ocasiones hasta algún bisturí, en el interior de algún paciente al que operaba. Así que creo que todos entenderemos que si se puede olvidar algo así dentro de un ser humano, mucho más fácil será olvidarse herramientas o tornillos dentro de una estructura aeronáutica cuando la estás fabricando.

Imaginaos el peligro que podría suponer, por ejemplo, un martillo olvidado en el interior de un ala cuando el avión está en vuelo: a cada maniobra, el martillo se movería de un lado para otro golpeando todo lo que encuentre a su paso. Si la estructura es metálica, sufrirá sin duda, pero si es de fibra de carbono (un material cada vez más extensamente utilizado en la industria aeroespacial), puede provocar peligrosos daños estructurales (el carbono es resistente pero frágil). Eso por no hablar de los daños que podría provocar a conducciones hidráulicas, o a cables eléctricos; o la posibilidad, simplemente, de que termine bloqueando alguna parte móvil, impidiendo su funcionamiento.

Afortunadamente, no se usan muchos martillos para fabricar aviones o vehículos espaciales, pero si en lugar de en martillos pensáis en remachadoras, llaves, o cualquier otra herramienta, veréis que la diferencia es escasa. Para minimizar los riesgos, en todas las plantas de montaje de estructuras aeroespaciales (y en los talleres de mantenimiento) se lleva un cuidadoso control de las herramientas, comprobando al final de cada turno que no se ha perdido ninguna en el interior de las estructuras montadas. Pero si controlar herramientas es fácil, no lo es tanto controlar otros elementos como tornillos, tuercas o remaches, de los cuales suele haber miles de unidades circulando por el taller. Aunque sin duda no es tan grave dejar un tornillo suelto dentro de un ala como dejar un martillo, a la larga los efectos pueden ser igualmente peligrosos, por el continuo golpeteo, o la posibilidad de atascar mecanismos o conductos. Imaginaos ahora si la tuerquecilla olvidada no está dentro de un ala sino en el interior de un motor: los resultados podrían ser catastróficos.

Por ello, incluso con estos pequeños elementos se tiene también un especial cuidado cuando se trabaja en este sector. En estructuras pequeñas es habitual agitarlas un poco a ver si suena algo suelto por dentro una vez montadas. Lógicamente, un ala no puedes agitarla con las manos, pero se inspecciona también en busca de posibles elementos perdidos. Una vez localizados, se extraen, aunque en alguna ocasión hay otras soluciones: si por alguna razón ya es imposible sacarlos (y hay casos), la solución puede ser inmovilizarlos: un pegote de sellante y ese collar de remache rebelde quedará íntimamente unido al revestimiento del avión durante toda su vida. Problema arreglado.

En astronáutica, el problema se agrava: a las consideraciones anteriores hay que añadir el hecho de que, una vez en órbita, cualquier pequeño objeto olvidado durante la fabricación es susceptible de salir volando por donde menos te lo esperas. A pesar de las extraordinarias medidas de limpieza y de control de FOD que existen en la construcción de vehículos espaciales, no es extraño encontrar declaraciones de astronautas que hablan de cómo, una vez alcanzada la órbita terrestre, han visto pasar por delante de sus ojos alguna arandela o algún tornillito olvidado por los equipos de montaje. En estos casos, el peligro no es sólo de golpeteo o bloqueo de otros elementos, sino incluso el de inhalación por parte de los astronautas, en el caso de elementos de muy pequeño tamaño. Como podéis ver, en el caso del FOD, cualquier precaución es poca; incluso como para suspender el uso de ciertos tipos de porta-tarjetas. (Foto: Airbus)

Los blogs de la NASA NO son sólo para incondicionales

Hace unos días, publicaba aquí una crítica a los blogs de la NASA, al sentir que se me había censurado un comentario por ser ligeramente crítico con la política de exploración lunar: varias semanas después de haber enviado el comentario, seguía sin aparecer, y en cambio vi como aparecían otros de fecha posterior al mío, así que concluí que el mío había sufrido una absurda censura (porque lo que decía no era para tanto).

Pues bien, tengo que reconocer que no es así: mi comentario finalmente ha sido publicado. Casi con un mes de retraso, sí, pero ha salido. Así que desde aquí, retiro todo lo dicho, y lo cambio por mi reconocimiento hacia la honestidad de la NASA, y de Wayne Hale en particular. Me alegro, sinceramente, porque me había decepcionado bastante pensar en censura por parte de Hale, una persona por la que siento cierta admiración desde hace tiempo por su trabajo en el seno de la agencia.

Así que lo dicho: disculpas por la desconfianza (aunque hay que reconocer que tenía razones, dado el enorme retraso en aparecer, un mes), y mi reconocimiento hacia la honestidad de Wayne Hale en representación de la NASA al aceptar mis críticas; algo que, en el fondo, creo que es de recibo, si se abre un medio de comunicación como es un blog. Saludos.

21 agosto 2008

Algunas notas sobre motores

Aunque el origen de esta entrada ha estado motivado por un hecho trágico que no tiene nada que ver con el contenido de este blog (el accidente de un avión MD-82 en el aeropuerto de Madrid-Barajas, ayer), su contenido sí puede tener cierta relación, al hablar sobre algunas características técnicas de los motores de turbina, aplicables también a los motores cohete de propulsante líquido.

Arriesgándome a dar mi opinión desde un punto de vista absolutamente personal, y por supuesto con grandes posibilidades de equivocarme, dada la falta de datos, creo que el accidente de ayer podría haber sido originado por lo que se denomina como “rotor burst”, o rotura del rotor de uno de los motores del avión. Por supuesto, ya digo que no es más que una hipótesis sin datos, basada en las pocas descripciones disponibles del accidente y en la secuencia de hechos. Me explico: un fallo de motor sin más no tendría por qué haber provocado el accidente, el avión puede continuar el despegue con uno solo. Sin embargo, si ha habido rotura de rotor, fragmentos del mismo podrían haber salido despedidos a una enorme velocidad, impactando probablemente contra el fuselaje y la cola, probablemente dañando los sistemas de control de las superficies de cola y haciendo, por tanto, perder el control del avión. La “explosión del motor” relatada por testigos también encajaría con esta hipótesis. Ya digo, es una hipótesis personal mía sin datos sólidos, y lo prudente es esperar al informe del comité de investigación, pero aprovecharé esta hipótesis personal para hablar aquí un poco sobre motores.

Como sabéis, un motor a reacción (turborreactor o turbofan) está formado de forma esquemática por un compresor, una cámara de combustión, y una turbina. El compresor comprime el aire entrante, actuando de forma equivalente en cierto modo a la compresión que realiza el pistón en un motor de combustión interna, como el de los coches; a continuación, en la cámara de combustión se quema el combustible mezclado con ese aire comprimido, generando unos gases que, expulsados a gran velocidad por la tobera de salida, generan el empuje necesario para el avión. Antes de expulsarlos al exterior se les hace pasar por una turbina, para extraer la energía necesaria para mover el compresor.

En cuanto a los motores cohete de propulsante líquido, su funcionamiento en el fondo es similar, con la diferencia de no se toma aire del exterior; el oxígeno necesario para la combustión (o el oxidante, en sentido amplio, pues a veces se usan otros compuestos) se lleva a bordo del vehículo. Pero también en este tipo de motores los gases de la combustión se hacen pasar por una turbina que mueve las bombas encargadas de meter el propulsante a presión en la cámara de combustión. La principal diferencia es que aquí, en lugar de un compresor de gases, lo que tenemos son bombas para líquidos. Otra diferencia es que la turbina no suele ser de flujo axial como en el caso de un turbofan (con el eje de la turbina paralelo a la dirección de movimiento del gas, como un ventilador), sino centrífuga (como las de los motores turbodiesel, por ejemplo).

Tanto el compresor como, sobre todo, la turbina, son elementos sometidos a enormes esfuerzos: giran a altísimas velocidades, sufriendo por ello grandes esfuerzos centrífugos, sufren además el esfuerzo provocado por la presión de los gases, y, en el caso de las turbinas, esto se combina con altísimas temperaturas, que no son precisamente buenas para el comportamiento mecánico de los metales. En algunos casos (especialmente en motores cohete) a esto le tenemos que añadir el efecto químico de los líquidos o gases en cuestión, que puede atacar de diferentes formas al material de la bomba/compresor o turbina.

Como vemos, se trata de piezas muy solicitadas mecánicamente, y por ello expuestas a la posibilidad de rotura. No sólo rotura por excederse el límite de esfuerzo mecánico que son capaces de soportar, sino, más frecuentemente, rotura por fatiga: ciclo tras ciclo de funcionamiento, puede originarse una pequeña grieta en algún punto que irá creciendo poco a poco hasta alcanzar el denominado “tamaño crítico”. Una vez llegado a ese momento, la rotura puede calificarse prácticamente de instantánea o “explosiva”.

Una rotura de compresor o turbina puede resultar fatal, en cualquier contexto. Quiero decir que es peligrosa tanto si sucede en un avión como si lo hace en un barco o en una central térmica, por ejemplo (recordemos que los motores de turbina no sólo se utilizan en aviación, sino también en barcos, vehículos terrestres como tanques, o en diferentes industrias). En cualquier caso, la rotura de un rotor (compresor o turbina), o incluso solamente de alguno de sus álabes, puede ser desastrosa, ya que, debido a la alta velocidad de giro, los fragmentos saldrán despedidos como auténticos proyectiles a enorme velocidad, destruyendo todo lo que encuentren a su paso. Evidentemente, aunque es peligroso en cualquier caso, si hablamos de un avión en vuelo las consecuencias suelen ser catastróficas.

Afortunadamente, todo este proceso ha sido muy estudiado y es muy conocido. Por otra parte, hoy somos realmente expertos en cuanto a análisis de fatiga y tolerancia al daño, pudiendo calcular perfectamente la velocidad de progreso de cualquier grieta, por ejemplo. Ello nos permite programar los intervalos de mantenimiento de un motor de forma que sea imposible que entre uno y otro haya podido aparecer una grieta que haya llegado a alcanzar el tamaño crítico. De esta forma, cualquier grieta será detectada antes de haber supuesto un peligro para la integridad de la pieza, pudiendo sustituirse ésta por otra nueva con completa seguridad.

A pesar de ello, en 1989 hubo un accidente aéreo de un DC-10 por rotura de rotor, el vuelo 232 de United Airlines, en Iowa. Ignoro si ha habido más, no he hecho una búsqueda exhaustiva, ni mucho menos. Un breve informe de las causas del accidente, elaborado por la NASA, podéis verlo aquí. En aquella ocasión, la conclusión fue que tenía que haber habido un fallo humano en la anterior inspección de mantenimiento del motor, de modo que se habría pasado por alto una grieta ya existente en el rotor.

Como decía al principio, tendremos que esperar a que el comité de investigación exponga sus conclusiones para saber qué ha pasado esta vez con el vuelo JK5022 de Spanair. Pero, a nivel completamente personal y con los poquísimos datos que se han publicado, mi opinión es que podría haber sido una rotura de rotor, aunque no es más que una hipótesis. En cualquier caso, mis más sinceras condolencias a todos los familiares de las víctimas, creo que este accidente nos ha conmovido a todos.

20 agosto 2008

La política espacial del próximo presidente norteamericano

No, no es que vaya a desvelar aquí quién va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos (aún no me ha llegado la bola de cristal que compré por Internet), simplemente voy a comentar brevemente las últimas declaraciones sobre política espacial de los dos candidatos, el republicano McCain y el demócrata Obama.

Lo cierto es que no hay mucho que decir, y lo que hay que decir habrá que tomarlo con el escepticismo propio de cualquier programa electoral: de lo que se dice a lo que finalmente se haga, puede haber mucha diferencia. Pero hay alguna cosilla curiosa que merece la pena mencionarse (aunque, como hago aquí a menudo, y contraviniendo todas las normas periodísticas, lo interesante lo cuento al final; al fin y al cabo, esto no es un periódico, ¿no?).

Para empezar, no hay gran diferencia entre los discursos de McCain y Obama, excepto, quizás, la extensión y la profundidad de cada uno. En esto claramente gana el demócrata, que ha publicado un extenso informe de siete páginas frente a las más modestas –en extensión- declaraciones del candidato republicano al respecto. Pero, la verdad, apreciar diferencias sustanciales en el mensaje cuesta bastante.

En el fondo, ambos dicen lo que el votante quiere oír. No hay grandes declaraciones, no hay nuevos proyectos, no hay nuevos rumbos, no hay cambios sustanciales en nada. Simplemente se dice que se va a hacer más y mejor que lo hecho hasta ahora, más o menos. Es decir, como cualquier político metido en campaña, no sé de qué me extraño.

Centrándonos en el discurso de Obama, que es más detallado (aunque ya digo que en el fondo podrían intercambiárselos), más o menos viene a decir que seguirá la misma política actual pero corrigiendo los errores. Es decir, básicamente asegurando que la NASA tenga un presupuesto adecuado que le permita seguir adelante sin tener que cancelar unos programas para progresar en otros. Se alude específicamente a la investigación de base en diversas áreas, que ha sufrido drásticos recortes durante la administración Bush para sacar adelante el programa Constellation. Obama asegura que esto se va a corregir, aunque no dejan de ser declaraciones vacías: es fácil decir que se va a poner más dinero, pero luego suele ser más difícil hacerlo. Sin olvidar que los presupuestos los aprueba el Congreso, no la Casa Blanca. Pero al menos la intención es buena.

En el fondo, el discurso de Obama parece reflejar el del ex-senador demócrata John Glenn que reseñábamos aquí recientemente. Habla también, por ejemplo, de aportar los fondos necesarios para que el Shuttle lleve a cabo una misión adicional más allá de las previstas hasta ahora. Sin nombrarlo específicamente, alude a una importante misión científica, que es sin duda la del Espectrómetro Alfa-Magnético (un instrumento que, a día de hoy, nunca llegará a la ISS porque no habrá vehículo disponible para llevarlo). También habla de aprovechar al máximo el potencial científico de la ISS para realizar investigación en sus instalaciones una vez que esté terminada, unas declaraciones también compartidas por McCain. Se trata de algo lógico, que parecía rechazarse por la administración Bush, quien parecía querer terminar la estación sólo para cumplir sus compromisos internacionales, pero con más ganas de olvidarse de ella cuanto antes que de aprovechar su potencial. Ahora, ambos candidatos reflejan en sus discursos la importancia de usar este potencial al máximo.

También ambos aluden a la necesidad de “cerrar el hueco” previsto de 5 años entre el Shuttle y el Orión al máximo posible. Pero ninguno dice cómo hacerlo. Ninguno habla de alargar la vida del Shuttle, excepto la misión adicional propuesta por Obama. Y las referencias a acelerar la entrada en servicio del Orión son vagas, aunque aquí el demócrata se moja más al decir que será muy difícil conseguirlo (aprovechando para lanzar una pulla sobre lo mal que lo ha hecho Bush). Es decir, parece claro que los dos dicen lo que se quiere oír, pero que en el fondo ninguno hará nada al respecto.

En resumen, que me estoy enrollando, mucho blablabla pero poca chicha, más de lo mismo con buenas palabras, pero no veo ningún proyecto sólido en sus discursos. Más palabrería sobre apoyar a la industria privada, sobre continuar con el proyecto COTS que deberá proporcionar servicios comerciales de acceso a la ISS, sobre optimizar esfuerzos y recursos, sobre evitar que se pierdan empleos y sobre la necesidad de mantener en sus puestos a los expertos… Lo que digo: “blablabla-qué majo soy-vótame”.

¿Por qué he escrito esta entrada, entonces, sólo para decir que no hay nada que decir? Bueno, no exactamente. Sí hay una cosa que me ha llamado ligeramente la atención, y es que Obama ahora dice explícitamente que apoya el proyecto de volver a la Luna para 2020. Lo cual tampoco es demasiado decir, no es más que una declaración de principios, pero resulta curioso porque en discursos anteriores, aunque sin decirlo tan claramente, parecía apuntar a lo contrario: hasta ahora nunca habló de la misión lunar, y de hecho sí habló sobre recortes en el programa Constellation que apuntaban justamente hacia la posible cancelación de estos planes. Ahora no es que haya dicho nada concreto, no habla del proyecto, no habla de potenciarlo, no dice nada de nada… excepto que le parece bien ir a la Luna. No es mucho, pero es un gran cambio. No es ningún compromiso, pero sin duda oírlo será un alivio para los defensores del programa. No significa que no se acabe cancelando si más adelante se decide que hay otras prioridades presupuestarias, pero sí es cierto que supone un cambio en el discurso del candidato demócrata.

Como digo, una simple frase sin compromisos en un programa electoral no es mucho, realmente es muy poco, pero parece despejar algo los negros nubarrones que se cernían sobre el programa lunar. Yo personalmente sigo manteniendo un moderado escepticismo al respecto, hasta que no vea que empieza a trabajarse de verdad sobre el Ares V y el módulo lunar no terminaré de creérmelo; pero hay que reconocer que mi escepticismo ha bajado algún grado después de leer esto. En fin, veremos en qué queda todo, aunque nos toque esperar aún unos cuantos años.

19 agosto 2008

Irán ha lanzado un satélite… o no

El pasado 17 de agosto, Irán lanzaba su nuevo cohete Safir 1, su primer lanzador de satélites nacional, un derivado más potente del misil Shahab 3. Desde entonces, la información que ha circulado por los diferentes medios no ha dejado de ser contradictoria.

Inicialmente se dijo que el lanzamiento habría puesto en órbita el primer satélite de fabricación nacional, con el nombre de Omid (“Esperanza”). Luego pareció desmentirse, comentándose que únicamente se había tratado de un lanzamiento de pruebas del nuevo vehículo lanzador, el Safir 1 (“Emisario 1”), sin carga útil. Y lo último es que el cohete sí podría haber transportado un satélite “dummy”, una carga simulada, no operativa, que habría sido puesta en órbita.

Es de suponer que las principales agencias de inteligencia sabrán de verdad en qué ha consistido el lanzamiento (un nuevo satélite en órbita no pasa desapercibido, y seguro que el lanzamiento fue seguido con interés por los diferentes satélites espía de las principales potencias espaciales), pero lo cierto es que los ciudadanos de a pie seguimos sin saber si el lanzamiento del Safir ha puesto o no en órbita algún satélite. (ACTUALIZACIÓN: Finalmente, parece que fuentes del gobierno iraní confirman que no se ha puesto ningún satélite en órbita. Por otra parte, fuentes norteamericanas informan de que el lanzamiento habría sido fallido, al haber fallado la segunda etapa del lanzador durante el ascenso.)

Una de las hipótesis que va ganando posibilidades con tanto cambio de declaraciones es que en realidad el lanzamiento podría haber sido un fracaso, y que en realidad el Safir 1 podría haber portado un satélite que no habría llegado a alcanzar la órbita prevista por algún problema con el lanzador, o bien que la hubiera alcanzado pero que fuese el propio satélite el que hubiera sufrido algún fallo que lo hubiera dejado inoperativo. Posteriores declaraciones sobre la inexistencia de un satélite a bordo, o sobre que éste no consistía más que en lastre inerte, podrían ser un modo de camuflar este fracaso. Pero esto no es más que una hipótesis.

En cualquier caso, operativo o no, parece que Irán cuenta ya con su primer lanzador de satélites, fabricado con tecnología nacional. No es una noticia nueva, pues se sabía que los persas perseguían este objetivo hace tiempo, y de hecho ya hubo un lanzamiento previo de este mismo cohete en febrero de este año, aunque parece que terminó en desastre. El desarrollo del cohete se conocía desde mucho más tiempo atrás.

Los temores en occidente son que este lanzador pueda utilizarse también como misil nuclear de largo alcance. Este tipo de declaraciones se han utilizado a menudo con fines más bien sensacionalistas, y a veces carecen de fundamento, pero en este caso la posibilidad es real. En principio, es cierto que cualquier lanzador espacial podría utilizarse como misil balístico, sin más que modificar su guiado, su carga (cambiando el satélite por una cabeza nuclear), y equipando ésta con un cono capaz de soportar la reentrada (sí, al fin y al cabo las cabezas nucleares deben realizar una reentrada en la atmósfera, y deben sobrevivir a esta fase si quieren sembrar la devastación sobre su objetivo, así que hay que protegerlas con un pequeño escudo térmico). Pero esto que a priori es cierto siempre, hay ocasiones en las que no es en absoluto práctico: se trata de los casos en los que los cohetes en cuestión son impulsados por propulsantes de tipo criogénico.

En estos casos, utilizar el cohete como misil bélico no tiene demasiado sentido, pues ya se probó en los años 50 que este tipo de propulsantes, aunque muy efectivos para misiones espaciales, dejan bajo mínimos la operatividad de un misil militar, debido a las muchas horas de preparación necesarias para poner a punto el lanzamiento. ¿Os imagináis que el oficial al mando reciba la orden de disparo y responda “tranquilos, tomadlo con calma e iros a dormir, que en cosa de 8 ó 10 horas esperamos poder dispararlo”? Nadie hoy en día haría un misil tan absurdo. Y más teniendo en cuenta que en la actualidad es más sencillo técnicamente fabricar motores cohete sólidos, o líquidos de propulsante hipergólico, que soslayan este problema de disponibilidad.

Por eso, cuando a veces se ha utilizado el argumento de que el lanzador se puede usar como misil para intentar impedir que países como la India desarrollen nuevos motores criogénicos, lo he criticado duramente como absurdas excusas que en realidad intentaban evitar que apareciese un nuevo competidor en la arena comercial. Sin embargo, estamos ante un caso diferente con el nuevo lanzador de Irán: éste sí es un cohete que puede utilizarse operativamente como misil bélico, al utilizar propulsantes hipergólicos para su funcionamiento.

En realidad, Irán ya posee hace tiempo misiles balísticos que podrían ser equipados con una carga nuclear, si realmente el país llega a desarrollar este tipo de armas. La diferencia es que hasta ahora estos misiles eran de alcance medio, mientras que el nuevo Safir, usado como misil, podría llegar a tener un alcance considerablemente mayor.

¿Significa esto que el lanzador Safir se ha desarrollado con el objetivo de transformarse en un misil bélico? No necesariamente. Que sea posible no significa que sea la única razón para diseñar un lanzador propulsado por combustible hipergólico. Ejemplos tenemos muchos, como pueden ser los lanzadores chinos o varios lanzadores rusos, entre los que está el famoso Proton. En muchos de estos casos, los lanzadores derivaron de misiles militares, y heredaron la tecnología de propulsión; en otros, simplemente se optó por usar unos motores más sencillos que un motor criogénico, aún a costa de su menor eficiencia.

El Safir ha seguido un proceso similar: es heredero de la tecnología de misiles iraní, así que es lógico que sea básicamente un misil sobrepotenciado, como han hecho casi todas las potencias espaciales en sus inicios. Por supuesto, un misil sobrepotenciado puede usarse como misil, eso resulta evidente.

Que Irán alcanzaría la tecnología necesaria para fabricar misiles de largo alcance estaba claro hace tiempo: quien ha hecho un misil medio puede fácilmente hacer uno mayor. Así que realmente esto no ha sido ninguna sorpresa. Por otra parte, siempre es mejor que esa tecnología se presente en su faceta civil, como lanzador espacial, que directamente como misil. ¿Que puede reconvertirse rápidamente? Pues sí, pero también un avión comercial puede utilizarse como arma si se lanza contra un edificio. Al fin y al cabo, el cohete es un vehículo; la bondad o maldad de su uso depende de lo que le pongas dentro. Y se hace difícil moralmente criticar a alguien por construir un vehículo…

En cualquier caso, seguimos sin saber qué llevaba a bordo este Safir. ¿Había o no había satélite? Es una pregunta casi académica: llevase o no, haya sido un lanzamiento orbital fallido o un vuelo de pruebas con éxito, lo que está claro es que el primer satélite iraní será puesto en órbita pronto, eso es prácticamente seguro. Esperemos que el Safir se destine únicamente a eso.

18 agosto 2008

La guerra en Georgia podría amenazar el futuro de la estación espacial

Estas cosas de la política siempre hay que cogerlas con pinzas. Pudiera ser que todo acabe en aguas de borrajas, y que no sean más que amenazas vacías o declaraciones sensacionalistas con objetivos políticos, pero lo cierto es que en Estados Unidos empiezan a oírse voces que avisan de que, tras la entrada de tropas rusas en territorio georgiano, será prácticamente imposible que el congreso norteamericano apruebe la autorización para comprar asientos en las naves Soyuz una vez que el Shuttle sea dado de baja en 2010.

El problema es el llamado Acta de No-Proliferación Irán-Siria, una directiva del gobierno norteamericano que impide llevar a cabo determinadas acciones comerciales con países que no respeten el veto impuesto por los Estados Unidos a Siria e Irán por sus desarrollos en materia nuclear. Una de las consecuencias de este acta es que los Estados Unidos no pueden comprar servicios de índole espacial a Rusia.

Esto ya originó serios problemas a la NASA tras el accidente del Columbia, cuando la nave rusa Soyuz se convirtió en el único vehículo disponible para enviar astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional. Si querían mantener su presencia en el complejo, los Estados Unidos debían pagar a Rusia por utilizar los servicios de sus naves Soyuz, algo prohibido por la mencionada acta. El problema se solucionó a través de una resolución del Congreso norteamericano en 2005 que exoneraba a estos servicios de cumplir el Acta de No-Proliferación.

El problema es que dicha exención vence en 2011, y dado que el Shuttle será dado de baja en 2010, tiene que repetirse la votación en el Congreso para extender la exención más allá de esa fecha. Y esa resolución debe votarse en breve, ya que Rusia está demandando que, si los Estados Unidos quieren usar sus Soyuzes para esas fechas, tienen que empezar a pagarlas ya, porque dados los plazos de fabricación, hay que lanzar ya la producción de las naves adicionales.

El problema es que, con un clima enrarecido por el conflicto de Osetia del Sur, muchos piensan que la aprobación de la nueva exención está muy en entredicho. Varios congresistas y senadores norteamericanos han declarado que, en estos momentos, ven muy improbable que el Congreso vuelva a aprobar la compra de servicios espaciales a Rusia más allá de 2011. De ser así, sólo habría dos opciones: o bien extender la vida operativa del Shuttle más allá de 2010, hasta la entrada en servicio del Ares-Orión (algo que ya hace tiempo que demandan ciertos sectores en los Estados Unidos –ejemplo 1, ejemplo 2-), o bien aceptar que los astronautas norteamericanos se quedarán en tierra durante ese periodo.

Los más alarmistas incluso aluden a la posibilidad de que, si las relaciones se estropean lo suficiente, puedan ser los propios rusos los que se nieguen a vender sus servicios a los Estados Unidos, o bien que suban abusivamente los precios en represalia. Por supuesto, es posible, pero creo que la cosa tendría que ponerse realmente muy tensa para llegarse a eso; dudo que Rusia quiera prescindir de una jugosa fuente de ingresos que le ha reportado 700 millones de dólares sólo entre 2005 y 2008.

Sinceramente, todo esto me parece que hay que cogerlo con pinzas, como decía al principio. Este tipo de declaraciones suelen ser en muchas ocasiones avisos, amenazas, alarmismo con el fin de obtener algún objetivo político. Y es muy posible que, si como parece en estos momentos, la situación en Georgia y Osetia del Sur se normaliza con cierta rapidez, todo caiga en el olvido en poco tiempo. Aunque con estas cosas de la política nunca se sabe, y lo cierto es que en Georgia hay muchos intereses por ambos bandos, y aún no sabemos en qué derivará finalmente todo esto. Esperemos que derive en calma chicha, porque, la verdad, no creo que a nadie nos apetezca volver a iniciar una época de Guerra Fría. Confiemos en la sensatez de unos y de otros (¿será mucho confiar…?). (Foto: NASA)

12 agosto 2008

Blogs de la NASA: sólo para incondicionales

Recientemente, la NASA abrió una sección de blogs dentro de su macro-web. Algunos son más técnicos, básicamente una publicación de noticias, mientras que otros (un par, los de Shana Dale y Wayne Hale) son más personales. Se trata en este último caso de una interesante iniciativa, que permite a altos cargos de la organización publicar artículos desde un punto de vista bastante personal y recibir comentarios, permitiendo así en cierto modo una mayor proximidad de la organización con el público. Al menos en teoría…

La verdad es que en su mayor parte estos blogs han resultado ser bastante aburridos, con contenidos escasos, y más bien del tipo “propaganda vacía”. Pero de vez en cuando alguno cuenta alguna anécdota que resulta curiosa, así que a veces los ojeo rápidamente, aunque nunca había encontrado motivos para dejar ningún comentario.

Pero hace un par de semanas decidí hacerlo. Fue un comentario breve y ligeramente crítico, pero tremendamente suave. Vamos, nada en comparación con lo que largo por aquí, creo que fui muy políticamente correcto en las formas, aunque quizás un pelín ácido en el fondo. Pues bien, parece que los comentarios críticos no gustan en la NASA, que sus blogs sólo admiten comentarios si estos son positivos; el mío no ha aparecido. He estado esperando a ver si era cuestión de tiempo, pero finalmente he visto que se publicaban comentarios positivos de fecha mucho más reciente, mientras que el mío permanecía arrinconado.

La verdad, me ha sorprendido, porque creo que la cosa no era ni mucho menos para tanto. Veréis: el artículo hablaba sobre una reciente convención de científicos que debatieron acerca de qué podría estudiarse en la Luna una vez que, según los planes actuales de la agencia espacial norteamericana, se restablezcan las misiones tripuladas a nuestro satélite. Y la conclusión del que escribía es que había UN MONTÓN (así, con mayúsculas) de cosas que estudiar aún en la Luna.

Y mi comentario era más o menos el siguiente (no lo tengo al pie de la letra porque, tras enviarlo, ha quedado “perdido en el ciberespacio”, gracias a la acción de algún censor): que no me cabía ninguna duda de que había un montón de cosas que estudiar aún en la Luna; que en la Tierra llevamos más de dos mil de años investigando y aún nos quedan también montones de cosas que aprender sobre ella. Pero que esto por sí solo no justificaba la reanudación de las misiones tripuladas, ya que para ello habría que comparar la importancia científica de eso que quedaba por estudiar en la Luna frente al coste de esas misiones tripuladas. También comentaba que, por otra parte, personalmente me encantaría volver a ver astronautas norteamericanos caminando de nuevo sobre la superficie lunar, pero que me temía que antes debíamos esperar a ver qué decía sobre ello su próximo presidente.

Punto. Eso fue todo, más o menos con esas mismas palabras. No creo que fuera para tanto, la verdad. Crítico, sí, pero creo que adecuadamente moderado y con educación. Podía haber sido mucho más incisivo, y recalcar lo llamativo de que primero se estableciera un programa de exploración lunar por decreto presidencial, y que a posteriori la NASA se tenga que dedicar a convocar a los científicos para ver qué utilidad práctica se puede sacar de ese programa iniciado por motivos políticos. Pero no quise ser tan malo, y no llegué a tanto.

Y sin embargo, a pesar de morderme la lengua por educación, parece que a la NASA no le gusta que pongan en entredicho sus palabras, así que mi comentario nunca ha llegado a ver la luz. Y no, no ha sido un problema técnico, pues recibí un acuse de recibo avisando de que quedaba “pendiente de revisión para su publicación”. Así pues, la conclusión es clara: los blogs de la NASA sólo admiten comentarios si son para jalearles. No sé a cuántas personas les habrá ocurrido lo mismo y se habrán quedado tan estupefactos como yo (sinceramente, no me lo esperaba; ni que me hubiera puesto a insultarles, en cuyo caso entendería la censura), probablemente a pocas, porque creo que estos blogs tienen pocos lectores, y además supongo que pocos osan discrepar. Pero si unos cuantos lectores reciben el mismo trato que yo, me temo que la imagen de aperturismo que pretenden dar con los blogs les va a salir por la culata, pues el mensaje que se recibe así es completamente opuesto. Sinceramente, para esto, sería mucho mejor que eliminasen la sección de comentarios.

11 agosto 2008

Sin que sirva de precedente… hoy hablamos de Wall-e

Hoy vamos a hablar de cine de animación. Con la excusa de que parte de la cinta transcurre en el espacio, de que aparecen bellísimas imágenes de nuestro universo, y de que se hace un pequeño homenaje a la historia de la astronáutica, con apariciones del Sputnik y de restos del programa Apollo, hoy vamos a hablar de Wall-e, la última película de los genios de Pixar. Sí, ya sé que es salirse un poco de la temática del blog, pero estamos en verano, y si las diferentes cadenas de radio y televisión se permiten rellenar espacio con imágenes de playas a reventar de gente, recordando por enésima vez que no nos pongamos al sol sin protección o que bebamos abundante agua, o preguntando a los turistas en Sevilla qué hacen para aguantar el calor, ¿por qué no voy a poder yo hablar de una película que me ha gustado? Pues eso.

Empezaré por hacer la recomendación: si tienes hijos en edad de ver este tipo de películas, aprovecha la excusa para escaparte al cine a verla en cuanto te sea posible. Y si no los tienes, hazlo sin excusa, porque esta película realmente merece ser vista, y, además, en pantalla grande. Merece verse porque es una gran película, quizás no la obra maestra que he leído por ahí, pero sin duda una muy buena película; y merece que sea en pantalla grande porque la belleza de las imágenes de su primera mitad es realmente impresionante.

También os advierto que Wall-e no es una película para niños. Desde luego, no para niños de corta edad. Los que tengan entre 6 y 8 años, más o menos, la verán sin mayor problema aunque probablemente no les entusiasme, pero por debajo de eso me temo que los pobrecillos se aburrirán como ostras. Los que estén en una franja de edad superior la podrían disfrutar potencialmente más, pero me temo que preferirán “High School Musical” y otras insufribles películas de temática preadolescente. Así que creo que los que de verdad disfrutaremos la película en cualquier caso seremos los adultos, aunque pueda parecer un poco extraño.

Y es que Wall-e, además de imágenes de gran belleza, de momentos de emoción y de ternura, de tristeza y de diversión, está impregnada de una ácida crítica hacia nuestra sociedad en su conjunto. Muy ácida. No sólo desde el punto de vista del consumismo o la destrucción del medio ambiente, sino incluso de las relaciones personales entre los humanos, o de estos con el mundo que los (nos) rodea.

No me extenderé más sobre la película, porque otros la comentan mucho mejor que yo. En este sentido, os recomiendo leer la crítica que hacen en TuBlogdeCine (revelando el argumento, aunque sin llegar a estropear su posterior visionado) o en FilmAffinity, donde lo mejor son los comentarios tanto de profesionales como de aficionados.

Bueno, y como de alguna forma tengo que relacionar esta película con el espacio, ya que si no terminaría haciendo entradas para cada película que me gusta, paso a comentaros lo que más me ha llamado la atención en ese aspecto:

Primero, la extraordinaria belleza de las imágenes del cosmos con las que arranca la película. Estrellas, galaxias, nebulosas, el Sol… reproducidos con tal maestría que nos parece estar contemplando algunas de las más bellas imágenes que nos ofrecen los mejores telescopios del mundo. Durante el breve periodo que estas imágenes inundan la pantalla, el aficionado no puede evitar quedarse boquiabierto y extasiado al mismo tiempo, ante el despliegue de belleza y maestría técnica que nos ofrecen los artistas de Pixar.

Otros momentos curiosos son los “homenajes” a la historia de la astronáutica, con breves apariciones, apenas unos escasos segundos, de hitos de la astronáutica como el Sputnik o diversos elementos del proyecto Apollo. En la parte negativa, hay que decir que el Sputnik no es más que una pequeña parte de la inmensa nube de basura espacial que rodea la Tierra en la película. E incluso los restos abandonados del Apollo pueden contemplarse como un ejemplo más de la despreocupación humana por los desechos, que no sólo han terminado por arruinar la Tierra, sino que han alcanzado a su vecino más cercano, la Luna.

También es de destacar el rigor científico de algunas imágenes, como cuando el protagonista se desplaza en el espacio con impulsos de un extintor: está magníficamente representado cómo la espuma se transforma de inmediato en una nube de innumerables cristalitos de hielo, como copos de nieve que se expanden por el espacio. En la parte negativa, decir que se ha cometido el error de permitir que se escuchen sonidos en el vacío, aunque es disculpable si pensamos que para los espectadores de corta edad el silencio no sólo resultaría extraño, sino aburrido.

Wall-e es una historia entrañable y conmovedora, magníficamente contada, pero también llena de una ácida crítica hacia nuestra sociedad. El final, que no revelaré, es bastante sorprendente para lo que estamos acostumbrados, especialmente en películas de animación, pues, aunque esperanzador, resulta amargo. Recomiendo quedarse a contemplar los títulos de crédito, donde este final intenta suavizarse a través de imágenes estáticas que relatan una continuación a lo que cuenta la película; imágenes, por otra parte, de impresionante belleza, en las que los dibujantes de Pixar han dado rienda suelta a su imaginación y su destreza imitando a los maestros del impresionismo y del expresionismo, pareciendo más bien que contemplamos cuadros de Renoir, Monet o Van Gogh.

Wall-e es una gran película, aunque, como decía al comienzo, tampoco la considero una obra maestra, como la califican algunos, y me parece algo exagerado decir que merece el oscar a la mejor película del año, aunque pueda merecer estar entre las nominadas. La primera mitad de la cinta es, para mi, claramente superior a la segunda, donde, a pesar de multiplicarse las críticas hacia nuestra sociedad occidental (de forma ácida pero graciosa a la vez) y de momentos de mayor acción y diversión, junto con múltiples momentos de “homenaje” a grandes películas de la historia (2001 una odisea del espacio, Titanic, Star Wars… y seguro que se me escaparon varias), el nivel cae por debajo de la maestría con la que se desarrollan los primeros 40 minutos. En su conjunto, aunque muy diferente, personalmente me parece que está por debajo de la sublime Ratatouille con la que los chicos de Pixar nos deleitaron el año pasado. En cualquier caso, si podéis, seguid mi consejo: aprovechad cualquier excusa para ir a verla, ya sea que lo hacéis por los niños, o porque en el cine se está fresquito. Merece la pena. (Imagen: Disney/Pixar)

04 agosto 2008

Críticas de John Glenn a la política espacial norteamericana

John Glenn, el que fuera el primer astronauta norteamericano en orbitar la Tierra, me apoya. Bueno, él no lo sabe, claro, aún no soy tan famoso (todo se andará ;-), pero el caso es que Glenn acaba de dar un discurso ante un comité del Congreso de los Estados Unidos que refleja en buena medida las críticas que vengo haciendo a la Visión para la Exploración del Espacio del presidente Bush desde que se anunció en enero de 2004.

Para los que no nos sigáis desde entonces, os recordaré que la visión de Bush fue la nueva directiva para la NASA que la encaminó hacia abandonar el Shuttle y poner su objetivo en una nueva misión tripulada a la Luna. Eso dicho de forma muy simplificada, claro. Y con una connotación importante: todo esto había que hacerlo con el mismo dinero. Si queréis repasar el contenido de la “visión” y mis críticas más en profundidad, podéis hacerlo aquí (un análisis personal en plan “charla de café”) y aquí (un artículo sobre los inicios del programa Constellation que repasa también brevemente el contenido de la “visión”).

Como en todo discurso político, hay bastante paja (como una larga introducción sobre los éxitos americanos en el espacio), pero os extractaré los fragmentos que me han parecido más curiosos. Nada nuevo, la verdad, lo que voy a decir lo vengo diciendo hace tiempo por aquí, pero bueno, a ver si con el respaldo de un ex-astronauta y ex-senador de los Estados Unidos, se me quita un poco el sambenito de criticón anti-todo lo que hace la NASA (aunque la verdad es que siempre critico lo mismo, pero es que soy muy pesado).

Primero, Glenn comenta que la “visión” fue una sorpresa. Desde luego, creo que nos sorprendió a todos (“cuando lo oí, me quedé pasmado”, decía yo en 2004), aunque no sé si a todos de la misma forma. Luego empieza con sus críticas:

En enero de 2004, el actual presidente George W. Bush anunció lo que se denominó su Visión para la Exploración del Espacio (VSE). Fue un shock y una sorpresa para la mayor parte, si no todos, los miembros del Congreso que habían votado las apropiaciones de la NASA con un propósito diferente, así como para la comunidad espacial y nuestros socios internacionales, que no habían tomado parte en el proceso de decisión. Esta vez el Presidente simplemente dijo a la NASA lo que tenía que hacer. Punto.

Dejaré a su especulación la oportunidad en el tiempo del anuncio del Presidente. El nuevo programa, sin embargo, era un completo cambio de dirección para la NASA. Pedía volver a la Luna, para una exploración extensa, y luego ir a Marte en una fecha posterior. Estos dos objetivos iban a ser la fuerza directriz del programa. Todo lo demás sería secundario o eliminado
”.

Efectivamente, ésta ha sido siempre la base de mis críticas, lo que muchos no han querido ver: lo peor de la visión no es su objetivo en sí mismo, sino el cómo: a costa de todo lo demás.

Luego Glenn critica ácidamente la idea expuesta en el discurso de Bush de ir a Marte desde la Luna. ¡Por fin! Creía que estaba solo en esa crítica, hasta ahora no había visto que nadie se diera cuenta del sinsentido de esto. Aunque yo critiqué este planteamiento cuando Bush lo expuso en su discurso de enero de 2004, Glenn hace referencia a un discurso posterior, en 2007 (es decir, 3 años después Bush sigue diciendo la misma chorrada):

Recordando aquella decisión [la de imponer la VSE] en Cleveland en 2007, el Presidente dijo, ‘y de esta forma establecemos una nueva misión, que es ir a la Luna y establecer una base de lanzamiento allí desde la cual seguir explorando el espacio’. Si se llevase a cabo, esta propuesta para lanzar desde la Luna hacia Marte sería de lejos la más cara y complicada comparada con otras alternativas de misiones marcianas. Los asesores del presidente son muy variados, pero sería interesante saber quién asesoró al presidente en algunas de las propuestas de la VSE”.

Y es que, efectivamente, hablar de ir a la Luna para establecerlo como base de partida de futuras misiones a otros planetas, no tiene ningún sentido, por mucho que lo hayamos visto en películas de ciencia ficción (eso también lo expliqué aquí). Luego Glenn continúa exponiendo su sentimiento frente a la visión, que es prácticamente idéntico al mío:

Incluso así, yo estaba bastante a favor de este nuevo programa porque sentía que añadía una nueva dimensión, un nuevo entusiasmo para nuestra gente joven, y podría generar nuevos apoyos del pueblo americano. Sin embargo, yo creía, como la inmensa mayoría [creo que aquí Glenn es un poquito irónico; la realidad iba implícita en el discurso de Bush de 2004, y estoy seguro de que Glenn se dio cuenta entonces, como yo] que la “visión” era adicional a los otros programas planificados por la NASA, no en lugar de. Yo asumía como natural que tendría que haber una petición de más dinero dentro del proceso presupuestario para cumplir estos nuevos objetivos. Mis asunciones eran incorrectas.”

Glenn sigue hablando claro:

El Administrador Sean O’Keefe (…) nos informó que la VSE excedía el presupuesto de la NASA. Por tanto, toda la investigación en la ISS que no aplicase directamente a ir a la Luna o a Marte sería cortada de inmediato. Decir que me quedé pasmado es quedarse corto.

Yo estaba ciertamente a favor de la VSE a la Luna y Marte, pero si la única forma de hacerlo era cortando toda la investigación en la ISS (la razón por la que se había construido), entonces eso quebrantaba lo que nuestro pueblo había aceptado como objetivo del programa, lo que el Congreso había debatido y aprobado, y lo que se les había prometido a nuestros aliados por parte de esta gran nación.
(…)
Los cambios anunciados por el Administrador O’Keefe básicamente eliminaron la mayor parte de los proyectos de investigación con institutos, universidades y corporaciones a menos que dichos proyectos estuvieran específica y directamente conectados con los objetivos Luna/Marte. Dijo que no sólo no habría incrementos en los fondos, sino que habría un recorte de 1200 millones en investigación durante un periodo de cinco años


Glenn sigue recordando lo que ocurrió después: O’Keefe dejó la dirección de la NASA y llegó Griffin, a quien Glenn intenta justificar diciendo que hace lo que puede para hacer lo que le han mandado con los medios de que dispone. Su discurso, llano y sencillo en su totalidad, se vuelve aquí aún más coloquial:

Sin cambios en la política presupuestaria, el Dr. Griffin se ha encontrado prácticamente con una ‘Misión Imposible’.Como alguien dijo hace mucho tiempo: ‘Los grandes planes sin recursos no pasan de ser sueños’. Mi antiguo colega astronauta Gus Grissom lo dijo aún más claro cuando se propusieron recortes en el proyecto Mercury: ‘Sin pasta, no hay Buck Rogers’ [un juego de palabras en inglés: No bucks, no Buck Rogers]”

Aquí llega Glenn al meollo de su discurso: lo hecho, hecho está, ahora hay que intentar que la cosa no se ponga aún peor. El daño a la ciencia ya se ha hecho, los recortes ya llevan varios años aplicados, el programa Constellation está en marcha para sacar adelante el nuevo lanzador Ares y la nueva nave Orión. De Marte ya no habla nadie, aunque la Luna sigue siendo el objetivo oficial (aunque por ahora el dinero invertido ha ido dirigido sólo al Ares/Orión; es decir, que la misión lunar puede ser aún cancelada por cualquier presidente sin ningún impacto económico, pues el Ares/Orión también sirve para otras cosas). En este contexto, Glenn intenta salvar lo único salvable en estas condiciones: el Shuttle. No salvarlo eternamente, sino mantenerlo en activo hasta que el Orión pueda tomar el relevo. No olvidemos que a día de hoy el Shuttle dejaría de prestar servicio en 2010, mientras que el primer vuelo operativo del Orión no se prevé hasta 2015. Glenn hace su petición:

Una suma adicional de 2,8 a 3 mil millones de dólares por año podría mantener en operación el transbordador hasta que los equipos del nuevo programa Constellation estén listos, y así restablecer al menos parcialmente el programa de investigación en la ISS. Otro importante beneficio de este proceso sería la preservación de los equipos de ingeniería y de lanzamiento más experimentados del mundo, los cuales no podrían mantenerse con cinco años de parón mientras desarrollamos el concepto Constellation. Las cualificaciones del personal, su entrenamiento y experiencia deberían ser una gran preocupación.”

A continuación, Glenn vuelve a destacar el daño que se le está haciendo a la ciencia con los recortes impuestos por la “visión” de Bush, así como el daño que se les ha hecho también en diversas ocasiones a sus socios internacionales al suspender unilateralmente proyectos conjuntos, con el riesgo que esto supone en cuanto a credibilidad de cara a futuras colaboraciones. Hay una frase muy relevante a este respecto:

En una recepción en Washington hace algún tiempo, me encontré con un alto cargo extranjero que ocupaba una alta posición en el programa espacial de su país (uno de nuestros miembros de la ISS), que me dijo que habían confiado en que los Estados Unidos se tomaba la Estación Espacial en serio, y que ahora no podían creerse lo que los Estados Unidos les habían hecho.”

Luego vuelve sobre el tema de la investigación. Para Glenn, si los Estados Unidos han llegado a estar donde están, se lo deben en buena medida a la investigación. En concreto en el sector aeroespacial, las investigaciones desarrolladas por la NASA en tiempos pasados han permitido a las empresas norteamericanas ser líderes en aeronáutica y espacio (recordemos que la investigación de la NASA revierte en las empresas, siendo éste uno de los principales objetivos de la agencia). Para Glenn, el actual recorte de investigación en la NASA amenaza seriamente a la posición de liderazgo de la industria nacional. Y amenaza también al mantenimiento de un núcleo de investigadores científicos de alto nivel en el país.

Glenn termina su discurso apelando a la cordura, a ver las cifras en contexto, y a pensar en los beneficios de incrementar los fondos de la NASA:

Añadir 3.000 millones de dólares anuales al presupuesto de la NASA es poco comparado con otras cifras de los presupuestos: los 3 billones de dólares de nuestro presupuesto nacional, el déficit anunciado de 490.000 millones, la factura mensual de 10.000 millones para Irak, y otras comparaciones. Pero con esta inversión de 3.000 millones, el retorno potencial es enorme:

Mantendríamos nuestra capacidad para viajar al espacio y a nuestra ISS
Mantendríamos una fuerza de trabajo estable en ingeniería y lanzamiento
Restableceríamos la confianza de nuestros socios internacionales
Haríamos posible proyectos como el espectrómetro alfa-magnético del Dr. Ting
[mencionado previamente en su discurso: una investigación en física de partículas en la que se ha invertido ya bastante a nivel internacional, y que ha quedado en suspenso con la baja del Shuttle en 2010]
Nuestro programa espacial seguiría siendo el símbolo de una gran nación, dispuesta a proponer grandes proyectos y a llevarlos a cabo en beneficio de todos, un verdadero líder mundial que define cómo será el futuro.

En su día, el mantra de la NASA era: ‘Mejorar la vida aquí – Extender la vida allá – Encontrar vida más allá’. Podemos mantener esas prioridades y además llevar a cabo la VSE si simplemente tenemos la voluntad de hacerlo. Pero ‘Un gran plan sin recursos, no pasa de ser un sueño’
”.

John Glenn, Senador retirado y pionero espacial. 30 de julio de 2008.

Testimonio de John Glenn ante el Comité de Ciencia y Tecnología del Congreso de los EE.UU. el 30 de julio de 2008

Agua en Marte

No me extenderé mucho en esta entrada, que simplemente intenta clarificar una pequeña cuestión. Sí, la sonda espacial norteamericana Phoenix ha encontrado agua helada en Marte, como habréis leído y oído en decenas de sitios. La ha cogido con su brazo robótico, la ha introducido en su interior, la ha analizado, y ha concluido: “esto es agua”. Sí, es un hito. Y es importante. Pero no es un descubrimiento, porque ya sabíamos que había agua helada en Marte.

No sólo existían serios indicios desde hace décadas, sino que más recientemente diversas sondas norteamericanas y europeas lo habían confirmado categóricamente a través de análisis realizados desde la órbita marciana (la europea Mars Express, por ejemplo, lo hizo en 2004). Así que no es una novedad científica, aunque cuando lo fue en su día no se le dio tanta publicidad. Sí, esta vez se ha “tocado” el agua, se ha extraído una muestra, y se ha confirmado “con las manos en la masa”. Por supuesto, es importante, no quiero ser un aguafiestas, pero sólo quiero señalar que no es tan novedoso, que no ha sido ninguna sorpresa.

Lo realmente importante y novedoso sería encontrar agua líquida en Marte, quizás oculta en algún punto bajo su superficie. Sería muy importante porque donde hay agua líquida hay más probabilidad de que pueda existir vida. Pero esa duda aún no se ha despejado; para saber si dicho agua líquida existe o no, tendremos que seguir esperando. (Foto: NASA)