Vaguedad y contundencia. Con estas dos palabras en principio tan antagonistas es como se me ocurre definir el resumen del presupuesto de la NASA para los próximos 5 años. Vaguedad llevada al extremo cuando uno lee cosas como “Inversiones significativas y sostenidas en desarrollo de tecnología transformativa y demostraciones de tecnología de vanguardia para perseguir nuevas aproximaciones a la exploración espacial”. (El que haya pillado algo, que me lo diga). Y contundencia, en cambio, cuando se presenta sin ningún tapujo la “cancelación del programa Constellation”, en palabras textuales. Nada de un cambio de objetivos, nada de un cambio de rumbo, nada de un cambio de arquitectura… cancelación, pura y dura, de la totalidad del programa. Así, con claridad, sin ningún tipo de maquillaje ni concesiones a la retórica, para que no quepan dudas.
La “visión” de Bush-hijo termina así como anteriormente lo hiciera la iniciativa similar de Bush-padre o como han terminado muchas otras políticas de exploración espacial desde la finalización del proyecto Apollo: en la papelera. La gran diferencia era que hasta ahora bastaban papeleras normales; en el caso del programa Constellation, necesitarán una gigantesca papelera al tratarse del único de estos megaproyectos que ya contaba con hardware construido, habiéndose llegado incluso a realizar un primer vuelo de pruebas de un prototipo parcial del Ares I. Había que echarle narices (por no decir otra cosa) para cargarse de un plumazo un programa en un estado ya tan avanzado y con tantos millones de dólares invertidos. Pero en el desastroso estado en el que se encontraba el programa probablemente había que hacerlo. Y se ha hecho.
El presupuesto es el reflejo de la respuesta de la Casa Blanca al informe de la Comisión Augustine encargada de examinar la situación actual y hacer propuestas para el futuro del programa espacial norteamericano. Y, aunque a primera vista quizás no lo parezca, se trata de un presupuesto que recoge muchas de las sugerencias realizadas por la comisión. Sin embargo, y esto es lo que más llama la atención, no ha recogido la propuesta más llamativa, la que parecía ser el centro de todo el estudio realizado por el grupo de expertos: no se sustituyen los cohetes Ares I y Ares V del programa Constellation por una nueva arquitectura o filosofía de exploración; simplemente, se cancelan. Nada de Ares V Lite, nada de “opción flexible”, nada de grandes planes para el futuro. Se recogen las recomendaciones de la comisión que para muchos quedaban semiocultas entre las más llamativas propuestas del informe: el énfasis en el desarrollo de nuevas tecnologías y la expresión de la voluntad de buscar más en profundidad la colaboración internacional para nuevos proyectos (esto es poco más que una mera declaración de intenciones vacía). Esto, y la recomendación de apoyarse en el sector comercial para dar apoyo a las actividades tripuladas en el espacio es lo que se recoge del informe Augustine. Todas las elucubraciones sobre los nuevos cohetes que utilizará la NASA se quedan en… nada.
En el pequeño círculo que formamos los aficionados y los directamente involucrados en las actividades de la NASA las reacciones han sido múltiples y, en general, tremendamente negativas. Fuera de este pequeño círculo, por lo demás, el mundo sigue su curso y la gente de a pie ni se ha enterado… ni le importa.
Lo que podría resultar tremendamente curioso si se analiza con frialdad es que las reacciones sean tan negativas cuando se publica un presupuesto que aumenta la asignación económica a la NASA para los próximos 5 años en 6000 millones de dólares. En una etapa de crisis económica, el presupuesto de la NASA no sólo no disminuye, sino que aumenta. Pero sin embargo, su programa estrella ha sido cancelado. Para la mayor parte de los entusiastas del espacio, y para todos los involucrados en el programa Constellation que verán desaparecer no sólo su bonito proyecto sino también en muchos casos su puesto de trabajo, todo lo demás no importa.
La reacción es lógica, y no por esperada esta decisión deja de ser un jarro de agua fría para todos los que esperábamos poder ver algún día al hombre “hacer cosas de verdad” en el espacio, al igual que lo vieron nuestros padres a finales de la década de los 60. Y es que daba igual que en el fondo a algunos el programa Constellation nos hubiera parecido un planteamiento equivocado desde sus comienzos: una cosa es el corazón y otra la razón. Y si bien la razón nos decía a muchos que era absurdo empeñarse en volver a la Luna sin motivo, el corazón estaba emocionado por la lejana posibilidad de que pudiese hacerse realidad. Lejana, sí, porque como no me he cansado de repetir en este blog desde el discurso de Bush de enero de 2004, siempre ha estado por ver que realmente el programa Constellation llegase más allá de la órbita terrestre, a pesar de sus intenciones. La posibilidad de que ocurriera algo parecido a lo que finalmente ha ocurrido ha estado muy presente desde el mismo discurso de George Bush, porque realmente nunca ha habido ningún motivo sólido respaldando a este programa más allá de las palabras de un presidente y el entusiasmo de un pequeño grupo de aficionados. Pero también es cierto que pocos esperábamos a estas alturas un portazo tan rotundo.
Ésa ha sido realmente para mí la única pequeña sorpresa del presupuesto de la NASA recién publicado, que es otra forma de decir “la decisión tomada por la Administración Obama para el futuro de la NASA”, ya que el presupuesto no es sólo una asignación económica, sino una declaración de la política a seguir por la agencia en los próximos 5 años. La sorpresa ha sido el completo desmantelamiento del programa Constellation y la declaración sin ambages de este punto; mientras los más optimistas esperaban una directa adhesión a alguna de las propuestas de la comisión Augustine, como la declaración de construir un Ares V Lite en vez de un Ares V o de perseguir la “opción flexible” en lugar del viaje a la Luna, los más pesimistas (¿o realistas?) esperábamos una respuesta ambigua en la que se cambiase la arquitectura a utilizar para el envío de astronautas a la órbita terrestre y se dejase el resto abierto para el futuro. Es decir, yo esperaba que se construyese la nave Orión y que se fabricase algún lanzador para enviarla al espacio, fuese de tipo comercial como recomendaba la comisión, o fuese el propio Ares I dado el avanzado estado de su desarrollo a día de hoy. Respecto al resto, no tenía la más mínima esperanza, pero al menos contaba con esto. La sorpresa ha sido que ni esto se mantiene.
Efectivamente, cuando se dice que se cancela el proyecto Constellation es que se cancela todo lo que abarcaba el proyecto Constellation. Ni Ares I, ni Ares V, ni Orión. Ni Luna, ni asteroides, ni etéreos puntos de Lagrange. No digamos ya Marte y derivados… Ni módulos de descenso, ni módulos vivienda para la superficie de la Luna, ni rovers para desplazarse de un sitio a otro por nuestro satélite. Nada, del contenido del proyecto Constellation no queda nada. Cero. Desde hoy, se quedó en los sueños, quizás algo megalomaníacos, de Bush-hijo y del entusiasta y polémico Michael Griffin, además de en las esperanzas de miles de aficionados a nivel mundial (triste tener que decir miles, y no millones).
Vale, olvidémonos de que un frío 14 de enero de 2004 Bush nos dejaba boquiabiertos con unas declaraciones grandilocuentes para el futuro de la NASA. Vale, todo fue un sueño, borrémoslo. Pero entonces… ¿ahora qué? Bien, podríamos decir que más de lo mismo, pero es que no puede ser más de lo mismo: el Shuttle se acaba. El transbordador tiene los días contados, su retiro se debía producir este mismo año y como mucho se retrasará a comienzos del año próximo si los imprevistos impidieran terminar en 2010 las cinco misiones que tiene asignadas, pero después… se acabó. Los Estados Unidos se quedarán sin vehículo para subir a sus astronautas al espacio. Serán una potencia espacial sin nave espacial. Esto es lo que en principio significa que ni siquiera se mantenga el desarrollo de la nave Orión. Sorprendente.
Aunque más que sorprendente quizás deberíamos decir osado. Porque lo cierto es que no se renuncia explícitamente a disponer de un vehículo de transporte de tripulaciones, sino que se decide pasar este desarrollo a la industria privada. E incluso eso se hace sin objetivos claros: es posible que los detalles se establezcan en futuros contratos o peticiones de oferta, pero por ahora no hay fecha establecida ni requisitos fijados para un vehículo de estas características. Se establece que se subcontratará a la industria privada, y se asigna un presupuesto, pero poco más. Se reconoce así indirectamente que habrá que hacer un vehículo, pero cuál, cómo y para cuándo es algo que queda en el aire. Y se tira a la basura todo lo que se había hecho alrededor de la nave Orión, en lugar de intentar adaptarla a un nuevo lanzador, como muchos esperábamos. ¿Por qué? Es innegable que la Orión tenía problemas, que se venían mostrando al exterior los últimos años en forma de imparable sobrepeso. Intuyo que estos problemas unidos a un diseño y tamaño que probablemente se contemplen ahora como exagerados para simplemente subir hombres a 400 km de altura habrán podido ser las causas de esta cancelación. Pero como decía, su abandono ha sido quizás lo más sorprendente… y osado.
En el fondo, algo parecido ocurre con el lanzador: se pasa a la industria privada, pero no hay más datos. Supongo que ahora le toca a la NASA hacer su trabajo, establecer especificaciones y términos para las peticiones de oferta que deberá lanzar a la industria para la realización tanto del vehículo como de su lanzador. Puesta a cero de nuevo, volver a empezar. Y todo esto, con el Shuttle a un año de dejar de volar. No me gustaría estar en el pellejo de los astronautas norteamericanos en estos momentos: más les vale empezar a buscar dónde dar conferencias. Aunque, como dijo Bogart, “siempre nos quedará Moscú” (bueno, más o menos). Señores de Energiya, denle a la manivela de fabricar Soyuzes, parece que van a hacer falta…
En fin, ¿qué sacamos en claro, finalmente, de esta nueva política-presupuesto de la NASA, siendo objetivos? Primero, se abandona por parte de la agencia el desarrollo de vehículos tripulados y lanzadores, actividades que se derivan a la empresa privada. La NASA no sólo subcontratará la fabricación de ambos (cosa que, en realidad, habían hecho siempre) sino que ahora se subcontratan los servicios; no se pide que nos fabriquen un coche para comprarlo, se pide que nos preparen un taxi para llamarlo cuando lo necesitemos. Un cambio revolucionario en la forma de trabajar.
Por supuesto, se decide mantener la ISS al menos hasta 2020; abandonarla justo cuando se acababa de terminar era absurdo e indefendible, y no creo que nadie en su sano juicio se lo plantease como una opción realista. Por lo demás, se habla de incrementar las actividades científicas y de exploración no tripulada del espacio, así como las inversiones en investigación aeronáutica. En el fondo, una vuelta a la NASA pre-Bush, antes de que todas estas actividades sufrieran un severo recorte presupuestario para derivar fondos al programa Constellation. Se hace también especial hincapié en el desarrollo de nuevas tecnologías de diferente tipo (propulsión, repostaje en órbita y otras) que puedan resultar de utilidad para una futura exploración espacial más eficiente y efectiva (los estudios dirigidos hacia futuros lanzadores pesados también entran aquí, de forma algo vaga). Lo malo de estas declaraciones es que suelen resultar demasiado indefinidas, e incluso una vez puestas en marcha, a menudo son actividades que terminan perdiéndose en vagas elucubraciones que consumen presupuesto año tras año sin grandes resultados y sin objetivos concretos salvo que se gestionen muy bien, que no es fácil. Pero sin duda se trataba de algo necesario, y de algo que vengo repitiendo desde que empecé a escribir sobre estos temas: para llegar a una exploración espacial tripulada eficaz y continuada debemos centrarnos antes en el desarrollo de nuevas tecnologías e investigación de base que nos permitan solucionar los grandes problemas que hoy impiden que este sueño se lleve realmente a cabo; específicamente, buscar la solución (o al menos algún paliativo) al grave problema de los elevados costes de acceso al espacio, entre muchas otras investigaciones igualmente necesarias. Lo malo es que se trata de un proceso lento y nada vistoso, pero es la única forma de que algún día nuestros nietos puedan llegar a ver aquello con lo que nosotros soñamos: fotos del hombre sobre otro cuerpo del Sistema Solar que no daten del siglo pasado.
En fin, quitémonos la venda de los ojos. La vida sigue, y en el fondo ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Ha habido alguna sorpresa adicional por ese osado y arriesgado cambio de rumbo que supone derivar una gran responsabilidad del programa espacial norteamericano a la empresa privada (algo que en el fondo tampoco es tanta sorpresa, porque era una posibilidad conocida), pero poco más. En el fondo, la novedad es más bien un cambio de gestión y administrativo, aunque sin duda pueda tener consecuencias operativas si sale mal. Pero el resto era algo que estaba cantado hace tiempo, por mucho que nos duela reconocerlo. Y es que a todos nos habría gustado ver a un astronauta dando saltitos sobre la Luna. Aunque en el fondo supiéramos que no tenía demasiado sentido…
Para los interesados, aquí van los enlaces a la información más relevante:
El resumen del presupuesto
El discurso del Administrador Bolden explicándolo
La “visión” de Bush-hijo termina así como anteriormente lo hiciera la iniciativa similar de Bush-padre o como han terminado muchas otras políticas de exploración espacial desde la finalización del proyecto Apollo: en la papelera. La gran diferencia era que hasta ahora bastaban papeleras normales; en el caso del programa Constellation, necesitarán una gigantesca papelera al tratarse del único de estos megaproyectos que ya contaba con hardware construido, habiéndose llegado incluso a realizar un primer vuelo de pruebas de un prototipo parcial del Ares I. Había que echarle narices (por no decir otra cosa) para cargarse de un plumazo un programa en un estado ya tan avanzado y con tantos millones de dólares invertidos. Pero en el desastroso estado en el que se encontraba el programa probablemente había que hacerlo. Y se ha hecho.
El presupuesto es el reflejo de la respuesta de la Casa Blanca al informe de la Comisión Augustine encargada de examinar la situación actual y hacer propuestas para el futuro del programa espacial norteamericano. Y, aunque a primera vista quizás no lo parezca, se trata de un presupuesto que recoge muchas de las sugerencias realizadas por la comisión. Sin embargo, y esto es lo que más llama la atención, no ha recogido la propuesta más llamativa, la que parecía ser el centro de todo el estudio realizado por el grupo de expertos: no se sustituyen los cohetes Ares I y Ares V del programa Constellation por una nueva arquitectura o filosofía de exploración; simplemente, se cancelan. Nada de Ares V Lite, nada de “opción flexible”, nada de grandes planes para el futuro. Se recogen las recomendaciones de la comisión que para muchos quedaban semiocultas entre las más llamativas propuestas del informe: el énfasis en el desarrollo de nuevas tecnologías y la expresión de la voluntad de buscar más en profundidad la colaboración internacional para nuevos proyectos (esto es poco más que una mera declaración de intenciones vacía). Esto, y la recomendación de apoyarse en el sector comercial para dar apoyo a las actividades tripuladas en el espacio es lo que se recoge del informe Augustine. Todas las elucubraciones sobre los nuevos cohetes que utilizará la NASA se quedan en… nada.
En el pequeño círculo que formamos los aficionados y los directamente involucrados en las actividades de la NASA las reacciones han sido múltiples y, en general, tremendamente negativas. Fuera de este pequeño círculo, por lo demás, el mundo sigue su curso y la gente de a pie ni se ha enterado… ni le importa.
Lo que podría resultar tremendamente curioso si se analiza con frialdad es que las reacciones sean tan negativas cuando se publica un presupuesto que aumenta la asignación económica a la NASA para los próximos 5 años en 6000 millones de dólares. En una etapa de crisis económica, el presupuesto de la NASA no sólo no disminuye, sino que aumenta. Pero sin embargo, su programa estrella ha sido cancelado. Para la mayor parte de los entusiastas del espacio, y para todos los involucrados en el programa Constellation que verán desaparecer no sólo su bonito proyecto sino también en muchos casos su puesto de trabajo, todo lo demás no importa.
La reacción es lógica, y no por esperada esta decisión deja de ser un jarro de agua fría para todos los que esperábamos poder ver algún día al hombre “hacer cosas de verdad” en el espacio, al igual que lo vieron nuestros padres a finales de la década de los 60. Y es que daba igual que en el fondo a algunos el programa Constellation nos hubiera parecido un planteamiento equivocado desde sus comienzos: una cosa es el corazón y otra la razón. Y si bien la razón nos decía a muchos que era absurdo empeñarse en volver a la Luna sin motivo, el corazón estaba emocionado por la lejana posibilidad de que pudiese hacerse realidad. Lejana, sí, porque como no me he cansado de repetir en este blog desde el discurso de Bush de enero de 2004, siempre ha estado por ver que realmente el programa Constellation llegase más allá de la órbita terrestre, a pesar de sus intenciones. La posibilidad de que ocurriera algo parecido a lo que finalmente ha ocurrido ha estado muy presente desde el mismo discurso de George Bush, porque realmente nunca ha habido ningún motivo sólido respaldando a este programa más allá de las palabras de un presidente y el entusiasmo de un pequeño grupo de aficionados. Pero también es cierto que pocos esperábamos a estas alturas un portazo tan rotundo.
Ésa ha sido realmente para mí la única pequeña sorpresa del presupuesto de la NASA recién publicado, que es otra forma de decir “la decisión tomada por la Administración Obama para el futuro de la NASA”, ya que el presupuesto no es sólo una asignación económica, sino una declaración de la política a seguir por la agencia en los próximos 5 años. La sorpresa ha sido el completo desmantelamiento del programa Constellation y la declaración sin ambages de este punto; mientras los más optimistas esperaban una directa adhesión a alguna de las propuestas de la comisión Augustine, como la declaración de construir un Ares V Lite en vez de un Ares V o de perseguir la “opción flexible” en lugar del viaje a la Luna, los más pesimistas (¿o realistas?) esperábamos una respuesta ambigua en la que se cambiase la arquitectura a utilizar para el envío de astronautas a la órbita terrestre y se dejase el resto abierto para el futuro. Es decir, yo esperaba que se construyese la nave Orión y que se fabricase algún lanzador para enviarla al espacio, fuese de tipo comercial como recomendaba la comisión, o fuese el propio Ares I dado el avanzado estado de su desarrollo a día de hoy. Respecto al resto, no tenía la más mínima esperanza, pero al menos contaba con esto. La sorpresa ha sido que ni esto se mantiene.
Efectivamente, cuando se dice que se cancela el proyecto Constellation es que se cancela todo lo que abarcaba el proyecto Constellation. Ni Ares I, ni Ares V, ni Orión. Ni Luna, ni asteroides, ni etéreos puntos de Lagrange. No digamos ya Marte y derivados… Ni módulos de descenso, ni módulos vivienda para la superficie de la Luna, ni rovers para desplazarse de un sitio a otro por nuestro satélite. Nada, del contenido del proyecto Constellation no queda nada. Cero. Desde hoy, se quedó en los sueños, quizás algo megalomaníacos, de Bush-hijo y del entusiasta y polémico Michael Griffin, además de en las esperanzas de miles de aficionados a nivel mundial (triste tener que decir miles, y no millones).
Vale, olvidémonos de que un frío 14 de enero de 2004 Bush nos dejaba boquiabiertos con unas declaraciones grandilocuentes para el futuro de la NASA. Vale, todo fue un sueño, borrémoslo. Pero entonces… ¿ahora qué? Bien, podríamos decir que más de lo mismo, pero es que no puede ser más de lo mismo: el Shuttle se acaba. El transbordador tiene los días contados, su retiro se debía producir este mismo año y como mucho se retrasará a comienzos del año próximo si los imprevistos impidieran terminar en 2010 las cinco misiones que tiene asignadas, pero después… se acabó. Los Estados Unidos se quedarán sin vehículo para subir a sus astronautas al espacio. Serán una potencia espacial sin nave espacial. Esto es lo que en principio significa que ni siquiera se mantenga el desarrollo de la nave Orión. Sorprendente.
Aunque más que sorprendente quizás deberíamos decir osado. Porque lo cierto es que no se renuncia explícitamente a disponer de un vehículo de transporte de tripulaciones, sino que se decide pasar este desarrollo a la industria privada. E incluso eso se hace sin objetivos claros: es posible que los detalles se establezcan en futuros contratos o peticiones de oferta, pero por ahora no hay fecha establecida ni requisitos fijados para un vehículo de estas características. Se establece que se subcontratará a la industria privada, y se asigna un presupuesto, pero poco más. Se reconoce así indirectamente que habrá que hacer un vehículo, pero cuál, cómo y para cuándo es algo que queda en el aire. Y se tira a la basura todo lo que se había hecho alrededor de la nave Orión, en lugar de intentar adaptarla a un nuevo lanzador, como muchos esperábamos. ¿Por qué? Es innegable que la Orión tenía problemas, que se venían mostrando al exterior los últimos años en forma de imparable sobrepeso. Intuyo que estos problemas unidos a un diseño y tamaño que probablemente se contemplen ahora como exagerados para simplemente subir hombres a 400 km de altura habrán podido ser las causas de esta cancelación. Pero como decía, su abandono ha sido quizás lo más sorprendente… y osado.
En el fondo, algo parecido ocurre con el lanzador: se pasa a la industria privada, pero no hay más datos. Supongo que ahora le toca a la NASA hacer su trabajo, establecer especificaciones y términos para las peticiones de oferta que deberá lanzar a la industria para la realización tanto del vehículo como de su lanzador. Puesta a cero de nuevo, volver a empezar. Y todo esto, con el Shuttle a un año de dejar de volar. No me gustaría estar en el pellejo de los astronautas norteamericanos en estos momentos: más les vale empezar a buscar dónde dar conferencias. Aunque, como dijo Bogart, “siempre nos quedará Moscú” (bueno, más o menos). Señores de Energiya, denle a la manivela de fabricar Soyuzes, parece que van a hacer falta…
En fin, ¿qué sacamos en claro, finalmente, de esta nueva política-presupuesto de la NASA, siendo objetivos? Primero, se abandona por parte de la agencia el desarrollo de vehículos tripulados y lanzadores, actividades que se derivan a la empresa privada. La NASA no sólo subcontratará la fabricación de ambos (cosa que, en realidad, habían hecho siempre) sino que ahora se subcontratan los servicios; no se pide que nos fabriquen un coche para comprarlo, se pide que nos preparen un taxi para llamarlo cuando lo necesitemos. Un cambio revolucionario en la forma de trabajar.
Por supuesto, se decide mantener la ISS al menos hasta 2020; abandonarla justo cuando se acababa de terminar era absurdo e indefendible, y no creo que nadie en su sano juicio se lo plantease como una opción realista. Por lo demás, se habla de incrementar las actividades científicas y de exploración no tripulada del espacio, así como las inversiones en investigación aeronáutica. En el fondo, una vuelta a la NASA pre-Bush, antes de que todas estas actividades sufrieran un severo recorte presupuestario para derivar fondos al programa Constellation. Se hace también especial hincapié en el desarrollo de nuevas tecnologías de diferente tipo (propulsión, repostaje en órbita y otras) que puedan resultar de utilidad para una futura exploración espacial más eficiente y efectiva (los estudios dirigidos hacia futuros lanzadores pesados también entran aquí, de forma algo vaga). Lo malo de estas declaraciones es que suelen resultar demasiado indefinidas, e incluso una vez puestas en marcha, a menudo son actividades que terminan perdiéndose en vagas elucubraciones que consumen presupuesto año tras año sin grandes resultados y sin objetivos concretos salvo que se gestionen muy bien, que no es fácil. Pero sin duda se trataba de algo necesario, y de algo que vengo repitiendo desde que empecé a escribir sobre estos temas: para llegar a una exploración espacial tripulada eficaz y continuada debemos centrarnos antes en el desarrollo de nuevas tecnologías e investigación de base que nos permitan solucionar los grandes problemas que hoy impiden que este sueño se lleve realmente a cabo; específicamente, buscar la solución (o al menos algún paliativo) al grave problema de los elevados costes de acceso al espacio, entre muchas otras investigaciones igualmente necesarias. Lo malo es que se trata de un proceso lento y nada vistoso, pero es la única forma de que algún día nuestros nietos puedan llegar a ver aquello con lo que nosotros soñamos: fotos del hombre sobre otro cuerpo del Sistema Solar que no daten del siglo pasado.
En fin, quitémonos la venda de los ojos. La vida sigue, y en el fondo ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Ha habido alguna sorpresa adicional por ese osado y arriesgado cambio de rumbo que supone derivar una gran responsabilidad del programa espacial norteamericano a la empresa privada (algo que en el fondo tampoco es tanta sorpresa, porque era una posibilidad conocida), pero poco más. En el fondo, la novedad es más bien un cambio de gestión y administrativo, aunque sin duda pueda tener consecuencias operativas si sale mal. Pero el resto era algo que estaba cantado hace tiempo, por mucho que nos duela reconocerlo. Y es que a todos nos habría gustado ver a un astronauta dando saltitos sobre la Luna. Aunque en el fondo supiéramos que no tenía demasiado sentido…
Para los interesados, aquí van los enlaces a la información más relevante:
El resumen del presupuesto
El discurso del Administrador Bolden explicándolo
8 comentarios:
Bueno, si subcontratan a la empresa privada igual se facilita entrar a currar en el sector espacial :)
Ya era hora de que alguien fuese realista sobre este programa. Carrera tripulada espacial solo tiene sentido dentro de un marco con objetivos precisos y cierta competencia política, ahora mismo no se daba ni uno ni lo otro, así que para hacerlo mal y con prisas no se hace. Además hay que sacar adelante el nuevo presupuesto de cobertura sanitaria y el dinero no cae del cielo.
No se vengan arriba aún los que piensen en la supremacía rusa o china en viajes tripulados, ya sabemos que este tipo de inversiones llevan consigo bastante inercia, tanto para empezar como para terminar, así que a pesar de no lanzar astronautas ni siquiera en la cápsula Orión (único fallo de cancelación, seamos realistas), continuarán siendo líderes tecnológicamente hablando en este campo durante los próximos 5-10 años aunque se dediquen a rascarse la barriga.
Ah, y por último echemos un vistazo a los presupuestos espaciales de 2009 una vez más: ESA (3028 millones €), Roskosmos (2400 millones dólares), JAXA (2150 millones dólares) y NASA (17782 millones dólares según el paper del link de esta página). Lo dicho, dejen de lamentar al Constellation y alégrense por esos 17782 millones (con aumento a razón del 3% anual hasta 2015) que harán vibrar a los programas científicos de verdad.
Saludos.
Enhorabuena por esta entrada Javier. Hacia tiempo que echábamos de menos tanto texto ;-)
Ango: no fastidies. El nuevo presupuesto de cobertura sanitaria que lo saquen del militar, que no se va a notar tanto. En teoría no hacía falta competencia política, pero está visto que en 40 años no hemos avanzado (mentalmente) mucho, así que igual hace falta que China o la India le pongan las pilas a los USA. Aunque como dices, eso no va a pasar de aquí a dos días.
A día de hoy, tampoco existe una empresa privada en EE.UU. que tenga un vector para viajes tripulados de aquí a dos días, así que mucho me temo que esto sólo se acelerará si el orgullo americano (o el miedo a otra potencia) se ve afectado.
Con los $17782 millones vibraremos con muchos programa científicos de verdad, pero ninguno tripulado.
Y yo que había empezado a cogerle cariño al escuálido Ares I...
Yo sigo viendo el problema enmarcado en la profundísima crisis de los EEUU (y del mundo, pero peor lo van a llevar ellos). También lo veía obvio, y además van a soportar la humillación de una estación espacial china en 2012 como muy tarde, con los chinos restregándoles los astronautas por delante de la cara.
Es pronto para sacar conclusiones, pero quizá Obama sí tenga claras las cosas. De hecho, Aldrin ha apoyado a muerte esta medida. Por un lado, el aparato militar-industrial americano está hundiendo a los propios EEUU (el presupuesto de defensa de los EEUU es el 50% del mundo o más), así que forzarlos a ocuparse de pura ingeniería civil (sondas) no puede ser celebrado más que como una buena noticia (también se puede interpretar al revés: una apuesta por la robótica, que lógicamente tiene aplicación militar, vaya si la tiene). Y como la vida sigue, y los rusos en colaboración con los chinos van a mandar el año que viene la Phobos-Grunt, pues al menos nos garantizamos que la NASA siga viva cuando New Horizons alcance Plutón, que la verdad, no lo tengo muy claro.
Quizá con un poco de suerte el tiempo ponga las cosas en su óptimo sitio y veamos al conquista del espacio como una misión internacional.
En mi opinión, el que hayan cortado por lo sano el Constellation es una buena noticia: era un súperprograma costoso diseñado y construido para ir a ninguna parte. Construir el Orión y el Ares I para salvar a ATK y los trabajos de los votantes de Florida estaba claro que iban a hacerlo contra viento y marea; lo de construirlos para ir a la Luna, eso no me lo creí nunca.
Y si hacen una nueva nave espacial internacional? Había oído que el proyecto europeo-ruso para una nueva nave se canceló. Aunque no lo veo realista, la verdad, un proyecto americano-ruso-europeo.
Saludos
No es solo ir a la Luna lo que se perdio. ¿Que opinan de las propuestas de construir telescopios gigantes en los puntos de lagrange o de lanzar sondas super pesadas (ej lander en Mercurio, retorno de muestras de marte)? A mi juicio eso era muchisimo mas interesante que volver a la luna, pero de cualquier manera el ares V resultaba indispensable.
(sin acentos) Pues a mi me parece tremendamente sensato. Ademas creo que si el desarrollo del Falcon 9 con su capsula Dragon funciona aunque no sea una gran garantia les va a salvar la vida a un costo del 10% de lo que cuesta lanzar el shuttle. Volver a la luna con el Constellation significaba cometer el mismo error que en los 70 que tienes noticia durante un mes y luego que? Mantener el programa abierto hubiera sido un quebradero de cabeza. El sistema ruso con los R-7 sigue funcionando despues de mas de 50 anyos son cohetes antiguos pero fiables y a buen precio. De todas maneras con lo que se va a tardar en llegar a la luna creo que primero vamos a ver excavadoras roboticas preparando el terreno para tener una base solida antes que astronautas dando saltitos para volverse a casa en poco tiempo.
Hace poco abri un blog, que he de repasar porque especialmente la ultima entrada esta plagada de errores (Falcon V en lugar de 9) pero hable del tema. A ver que os parece.
jimmymurdok.blogspot.com
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