Salvo posibles retrasos de última hora, el próximo sábado 1 de julio será lanzado el Discovery en la misión STS-121; la segunda misión tras el accidente del Columbia, y la que debe probar que los riesgos asociados a la espuma aislante no suponen un serio peligro para la tripulación.
Y ya aparecen las voces críticas, pues varios técnicos de la NASA han declarado que existe riesgo de que se repitan los problemas con la espuma, aunque el Administrador Griffin ya ha confirmado que la misión se llevará a cabo. Y, lógicamente, no ha faltado quien ha empezado a acusar a la NASA de volver a caer en los mismos errores que antaño, lanzando un vehículo que no es seguro. “Parece que no aprenden”, dicen en algún foro por ahí…
Realmente éste es un tema muy complejo, y la decisión, difícil. Efectivamente, si decides que mientras haya riesgo no puedes volar, entonces la misión no debería lanzarse. Pero entonces no se lanzaría ninguna misión espacial. Siempre hay riesgo, lo que hay que determinar es cuánto, y compararlo con el tácitamente aceptado como asumible.
Pero es muy difícil cuantificar el riesgo, y éste es el verdadero problema. Casi nadie cree que se hayan eliminado los problemas con la espuma. Probablemente no se eliminarán nunca. Pero es de esperar que todo el esfuerzo realizado haya servido de algo, y disminuido la cantidad de residuos y el tamaño de estos. Aún así, nadie puede asegurar que no vaya a desprenderse un trozo relativamente grande, que no vaya a impactar sobre alguna parte delicada, y a comprometer el vuelo. No puede saberse; por eso se considera vuelo de pruebas. Pero incluso si así fuera, el escudo térmico va a ser cuidadosamente inspeccionado en órbita, por lo que cualquier problema sería detectado. La siguiente opción sería o repararlo (si se puede) o abandonar el vehículo a su suerte y esperar la tripulación una misión de rescate en la Estación Espacial Internacional. Lo que nos lleva al dilema de tener que lanzar un nuevo transbordador en el que podría reproducirse el problema.
¿Cuál es la probabilidad de que ocurra un incidente parecido al sufrido por el Columbia durante el despegue? Difícil decirlo: desprendimientos de espuma ha habido siempre, y seguramente siempre habrá, pero sólo una entre 114 misiones ha sido afectada hasta ahora; y se supone que la probabilidad debe haber caído bastante con las modificaciones efectuadas. Por otra parte, si aún así ocurriera, existe un plan alternativo que permitiría salvar a la tripulación, aunque no al vehículo. Por tanto, podemos decir que el riesgo existe, pero está controlado.
Ahora pasamos al lado político: la NASA tiene compromisos internacionales con Europa y Japón, fundamentalmente, para terminar la ISS. Y necesita al Shuttle para ello. Europa ya está muy cabreada (por decirlo en términos coloquiales) por las continuas roturas unilaterales por parte de los americanos de sus compromisos en este ámbito. Dejar en tierra los módulos europeo y japonés de la estación (que no pueden lanzarse en ningún otro vehículo), sería muy grave. Sin unas razones más que convincentes, sería muy delicado para la NASA parar los vuelos antes de llevar esto a cabo. Además, Bush y Griffin han empeñado su palabra en ello.
Segundo, parar el Shuttle ahora supondría carecer de vehículo espacial durante al menos 5 años, hasta la entrada en servicio del CEV. No sería la primera vez, y por otra parte liberaría recursos económicos para invertirlos en el desarrollo del nuevo vehículo (muchos estarían encantados de jubilar al Shuttle ya por esta razón), pero dañaría algo su imagen como potencia espacial. No es crítico, pero todo suma...
En resumen, el asunto no es tan sencillo, y está ocasionando severos dolores de cabeza dentro de la NASA a todos los niveles. Lo que parece claro es que, aunque no exista accidente, si se reproduce un evento como el del pasado verano, las críticas arreciarán y será difícil mantener el plan actual de conservar el Shuttle hasta 2010. Si se demuestra que las modificaciones han servido de poco, estoy convencido de que no se perderá más tiempo y dinero en seguir dándole vueltas, y es muy posible que se corte por lo sano. Otra cosa es que los posibles desprendimientos sean tan pequeños como para justificar que son prácticamente inocuos, lo que daría un respiro a la situación. Crucemos los dedos...
Y ya aparecen las voces críticas, pues varios técnicos de la NASA han declarado que existe riesgo de que se repitan los problemas con la espuma, aunque el Administrador Griffin ya ha confirmado que la misión se llevará a cabo. Y, lógicamente, no ha faltado quien ha empezado a acusar a la NASA de volver a caer en los mismos errores que antaño, lanzando un vehículo que no es seguro. “Parece que no aprenden”, dicen en algún foro por ahí…
Realmente éste es un tema muy complejo, y la decisión, difícil. Efectivamente, si decides que mientras haya riesgo no puedes volar, entonces la misión no debería lanzarse. Pero entonces no se lanzaría ninguna misión espacial. Siempre hay riesgo, lo que hay que determinar es cuánto, y compararlo con el tácitamente aceptado como asumible.
Pero es muy difícil cuantificar el riesgo, y éste es el verdadero problema. Casi nadie cree que se hayan eliminado los problemas con la espuma. Probablemente no se eliminarán nunca. Pero es de esperar que todo el esfuerzo realizado haya servido de algo, y disminuido la cantidad de residuos y el tamaño de estos. Aún así, nadie puede asegurar que no vaya a desprenderse un trozo relativamente grande, que no vaya a impactar sobre alguna parte delicada, y a comprometer el vuelo. No puede saberse; por eso se considera vuelo de pruebas. Pero incluso si así fuera, el escudo térmico va a ser cuidadosamente inspeccionado en órbita, por lo que cualquier problema sería detectado. La siguiente opción sería o repararlo (si se puede) o abandonar el vehículo a su suerte y esperar la tripulación una misión de rescate en la Estación Espacial Internacional. Lo que nos lleva al dilema de tener que lanzar un nuevo transbordador en el que podría reproducirse el problema.
¿Cuál es la probabilidad de que ocurra un incidente parecido al sufrido por el Columbia durante el despegue? Difícil decirlo: desprendimientos de espuma ha habido siempre, y seguramente siempre habrá, pero sólo una entre 114 misiones ha sido afectada hasta ahora; y se supone que la probabilidad debe haber caído bastante con las modificaciones efectuadas. Por otra parte, si aún así ocurriera, existe un plan alternativo que permitiría salvar a la tripulación, aunque no al vehículo. Por tanto, podemos decir que el riesgo existe, pero está controlado.
Ahora pasamos al lado político: la NASA tiene compromisos internacionales con Europa y Japón, fundamentalmente, para terminar la ISS. Y necesita al Shuttle para ello. Europa ya está muy cabreada (por decirlo en términos coloquiales) por las continuas roturas unilaterales por parte de los americanos de sus compromisos en este ámbito. Dejar en tierra los módulos europeo y japonés de la estación (que no pueden lanzarse en ningún otro vehículo), sería muy grave. Sin unas razones más que convincentes, sería muy delicado para la NASA parar los vuelos antes de llevar esto a cabo. Además, Bush y Griffin han empeñado su palabra en ello.
Segundo, parar el Shuttle ahora supondría carecer de vehículo espacial durante al menos 5 años, hasta la entrada en servicio del CEV. No sería la primera vez, y por otra parte liberaría recursos económicos para invertirlos en el desarrollo del nuevo vehículo (muchos estarían encantados de jubilar al Shuttle ya por esta razón), pero dañaría algo su imagen como potencia espacial. No es crítico, pero todo suma...
En resumen, el asunto no es tan sencillo, y está ocasionando severos dolores de cabeza dentro de la NASA a todos los niveles. Lo que parece claro es que, aunque no exista accidente, si se reproduce un evento como el del pasado verano, las críticas arreciarán y será difícil mantener el plan actual de conservar el Shuttle hasta 2010. Si se demuestra que las modificaciones han servido de poco, estoy convencido de que no se perderá más tiempo y dinero en seguir dándole vueltas, y es muy posible que se corte por lo sano. Otra cosa es que los posibles desprendimientos sean tan pequeños como para justificar que son prácticamente inocuos, lo que daría un respiro a la situación. Crucemos los dedos...
(Foto NASA)