A menudo utilizamos la expresión “universal” para hablar de algo extendido a nivel global por todo nuestro planeta, algo que en sentido estricto estaría mejor definido como “mundial”. Pero en el caso de Internet, cada vez estamos más cerca de convertirlo de verdad en una red de comunicación “universal”, en el sentido de cubrir todo el Universo. Vale, sí, me estoy pasando, para eso seguramente faltan eones, si es que llega algún día, y para entonces seguro que ya nadie se acuerda de lo que era Internet. Pero al menos el primer pasito en ese sentido ya lo hemos dado: si inicialmente la red global dejó la tierra firme para subirse a barcos y aviones gracias a enlaces vía satélite, ahora ha dado un salto más grande y ha llegado hasta el espacio: desde esta semana, Internet ya está disponible a bordo de la Estación Espacial Internacional.
Hasta ahora, los astronautas a bordo del complejo tenían varias formas de comunicarse con tierra, y de hecho puede decirse que ya contaban con algunas de las aplicaciones que nos permite Internet: aparte de las conocidas conexiones por radio, hace años que los astronautas disponen de e-mail y de cierta capacidad para realizar llamadas telefónicas y videoconferencias a través de una conexión ligada a Internet. Pero hasta ahora les faltaba lo que más identificamos siempre con la red: la posibilidad de navegar por diferentes páginas y pasarse las horas muertas con las cosas más variopintas.
Pues bien, ahora ya también esa parte de la red global ha llegado a la estación espacial. A partir de ahora cuando vayan a recibir en la estación a un astronauta malayo (por decir algo) los tripulantes del complejo podrán usar la Wikipedia para aprender algo más sobre aquel remoto país, y así halagar a su invitado hablándole con conocimiento sobre su tierra. También podrán mantenerse más al día de las noticias de la Tierra leyendo la prensa online, o podrán seguir sus blogs favoritos mientras cumplen su misión; o publicar los suyos propios, que aunque en ocasiones ya lo hacían, tenía que ser a fuerza de enviar las entradas vía e-mail a la Tierra para que luego alguien allí las publicara.
Y sí, ya sé lo que estáis pensando, pillines… ¿se sentirá tentado en algún momento más de un solitario astronauta a navegar por las páginas de Playboy o similares durante su larga estancia lejos del hogar? ¿Se bajarán de la red la última película de Hollywood pirateada, ahora que no pueden ir a verla al cine ni poner la televisión por cable? Pues según informa la agencia espacial norteamericana, parece que no va a poder ser. Según declaraciones oficiales, el uso de Internet en el espacio estará sujeto a las mismas directrices de uso que tienen el resto de empleados gubernamentales en la Tierra. Lo que no aclara es si estas limitaciones son físicas (mediante filtros como Websense, que bloquean el acceso a páginas consideradas fuera del ámbito laboral) o se trata simplemente de una política de uso que confía en la ética del empleado. Me inclino a creer que será más bien lo segundo, me parecería un poco infantil que a personas con responsabilidades tan altas en su trabajo como son los astronautas, se les trate luego como a niños poniéndoles barreras físicas en el uso de la red. Pero bueno, cosas más raras se ven por ahí, cualquiera sabe…
Hasta ahora, los astronautas a bordo del complejo tenían varias formas de comunicarse con tierra, y de hecho puede decirse que ya contaban con algunas de las aplicaciones que nos permite Internet: aparte de las conocidas conexiones por radio, hace años que los astronautas disponen de e-mail y de cierta capacidad para realizar llamadas telefónicas y videoconferencias a través de una conexión ligada a Internet. Pero hasta ahora les faltaba lo que más identificamos siempre con la red: la posibilidad de navegar por diferentes páginas y pasarse las horas muertas con las cosas más variopintas.
Pues bien, ahora ya también esa parte de la red global ha llegado a la estación espacial. A partir de ahora cuando vayan a recibir en la estación a un astronauta malayo (por decir algo) los tripulantes del complejo podrán usar la Wikipedia para aprender algo más sobre aquel remoto país, y así halagar a su invitado hablándole con conocimiento sobre su tierra. También podrán mantenerse más al día de las noticias de la Tierra leyendo la prensa online, o podrán seguir sus blogs favoritos mientras cumplen su misión; o publicar los suyos propios, que aunque en ocasiones ya lo hacían, tenía que ser a fuerza de enviar las entradas vía e-mail a la Tierra para que luego alguien allí las publicara.
Y sí, ya sé lo que estáis pensando, pillines… ¿se sentirá tentado en algún momento más de un solitario astronauta a navegar por las páginas de Playboy o similares durante su larga estancia lejos del hogar? ¿Se bajarán de la red la última película de Hollywood pirateada, ahora que no pueden ir a verla al cine ni poner la televisión por cable? Pues según informa la agencia espacial norteamericana, parece que no va a poder ser. Según declaraciones oficiales, el uso de Internet en el espacio estará sujeto a las mismas directrices de uso que tienen el resto de empleados gubernamentales en la Tierra. Lo que no aclara es si estas limitaciones son físicas (mediante filtros como Websense, que bloquean el acceso a páginas consideradas fuera del ámbito laboral) o se trata simplemente de una política de uso que confía en la ética del empleado. Me inclino a creer que será más bien lo segundo, me parecería un poco infantil que a personas con responsabilidades tan altas en su trabajo como son los astronautas, se les trate luego como a niños poniéndoles barreras físicas en el uso de la red. Pero bueno, cosas más raras se ven por ahí, cualquiera sabe…