Se avecinan unos bonitos fuegos artificiales sobre nuestras cabezas en los próximos días: según acaba de revelar el Dpto. de Defensa norteamericano, en breve podremos ser testigos (es un decir) del misilazo que le van a pegar a uno de sus satélites espía, averiado y a punto de reentrar en la atmósfera terrestre.
Se trata del USA193, un satélite espía lanzado en diciembre de 2006, y que falló casi desde el momento de su lanzamiento. Fuera de control, su órbita se ha ido deteriorando hasta amenazar con reentrar en la atmósfera terrestre en las próximas semanas. Lógicamente, se desconoce casi todo sobre el satélite, dada su naturaleza militar, aunque se especula con que pueda tratarse de un aparato de observación por radar, con la posibilidad de que pueda estar equipado con un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) para alimentar sus equipos.
No es la primera vez que un cacharro espacial cae sobre nuestras cabezas, ni será la última. Tampoco es la primera vez que existe algún riesgo para la población, sea por el peligro de residuos tóxicos, o porque simplemente te aplaste algún trozo de hierro caído del cielo. Pero sí es la primera vez que se pone este riesgo como excusa para lanzarle un misilazo al objeto en cuestión. Lo cual da qué pensar...
Como digo, ésta ha sido la excusa del gobierno norteamericano para justificar la acción: el riesgo de que ciertos componentes tóxicos del satélite puedan caer sobre áreas habitadas. Se hace referencia a la hidracina, propulsante habitual del sistema de control de actitud en la mayoría de los satélites y sondas espaciales; en este caso particular, debido a la avería del satélite nada más alcanzar su órbita, los depósitos estarían aún llenos y el riesgo de contaminación sería mayor que en el caso de satélites que reentran al final de su vida útil. Pero también hay quien piensa que podría existir riesgo de contaminación radiactiva, en el caso de estar equipado el satélite con un RTG.
Lo cierto es que ni una cosa ni otra parecen justificación suficiente para el misilazo, siendo muchos los que pensamos que lo que se busca más bien es proteger la confidencialidad del satélite y sus equipos, evitando que alguno de sus secretos pueda quedar al descubierto si fragmentos de cierta importancia cayeran en manos ajenas a los Estados Unidos. También hay quien especula con la posibilidad de que se esté aprovechando para hacer una demostración ante China, después de que este país realizara un ensayo de arma antisatélite hace casi exactamente un año. Pudiera ser, aunque no creo que nadie necesite de estas demostraciones para saber que Estados Unidos posee capacidad antisatélite (por éste y otros medios), la cual ya fue ensayada con éxito tanto a comienzos de los años 60 como después de nuevo en los 80 (como mínimo, claro, esto es sólo lo que conocemos).
En cualquier caso, éstas parecen razones más poderosas para esta decisión sin precedentes que la supuesta protección a la población mundial. Aunque siempre podemos darles el beneficio de la duda...
Y es que, en el fondo, el riesgo para la población es ínfimo. Por una parte, es cierto que la hidracina es tóxica, pero tampoco hay que exagerar... El contenido del depósito podría llegar intacto, dentro del depósito, o vertirse en un entorno de unos metros, si revienta el depósito al impactar, o esparcido sobre una zona más amplia, si revienta durante la reentrada, o incluso vaporizado en la atmósfera, si se desintegra durante dicha reentrada. En cualquier caso, sin ser, por supuesto, algo deseable, no parece que fuera a significar casi nada en comparación con otros tipos de accidentes con elementos tóxicos que suceden casi a diario; un simple camión lleno de ácido que se accidente y derrame su carga ya representa un impacto medioambiental mucho mayor, por no hablar de los frecuentes vertidos de fuel en el mar (simplemente por limpieza de tanques, por ejemplo).
En cuanto a un posible RTG (cuya existencia no es más que una hipótesis), tampoco representaría un riesgo mucho mayor: si bien es cierto que todo lo que suene a radiactivo causa una gran alarma social, el nivel de radiactividad de estos elementos es muy bajo, así como la cantidad de elemento radiactivo transportado, por lo que de nuevo tampoco sería un enorme problema (en la práctica, el único problema sería que alguien lo ingiriera… que no parece muy probable).
A todo ello debemos sumarle que la probabilidad de que algún fragmento caiga sobre zonas habitadas es bajísima, simplemente porque la mayor parte de la superficie terrestre es mar, o territorio deshabitado. En resumen, que no sé si el argumento de la seguridad cuela o no, pero desde luego, causa cierta desconfianza.
Sobre todo, porque no se ha hecho nunca antes, aunque hayamos tenido amenazas similares o peores. Por ejemplo, el Skylab: una estación espacial completa, reentrando de forma descontrolada en la atmósfera terrestre en 1979; todo lo que se hizo fue vigilar su trayectoria, y cruzar los dedos (al final cayó parte sobre el mar y parte sobre territorio australiano). Y no, no lo comparéis con la Mir: aunque ésta era mayor, su reentrada sí se llevó a cabo de forma controlada, asegurando su caída sobre el mar de forma voluntaria, y no aleatoria.
También la estación espacial rusa Salyut 7 cayó de forma poco controlada en 1991. Es decir, se intentó controlar su reentrada, pero con poco éxito, cayendo sus restos sobre territorio argentino; algunos trozos se recogieron entre las calles de la ciudad Capitán Bermúdez, a 400 km de Buenos Aires. No es la primera vez que ocurre por aquella zona, y aunque menos confirmados, existen bastantes testimonios de avistamientos de reentradas de objetos no identificados sobre Argentina, Chile y Uruguay. También se tiene constancia de que en 1997 cayeron restos de una sonda rusa con material radiactivo sobre el desierto de Atacama, al norte de Chile, aunque no fueron encontrados.
En 1997, Lottie Williams, de Tulsa, Oklahoma, recibió un impacto en un hombro de un trozo de chatarra de origen probablemente espacial; se cree que pertenecía a la segunda etapa de un lanzador Delta II. En 2007, los restos de otro satélite cayeron en Somalia, al parecer matando a un camello. Reentradas o explosiones durante el lanzamiento de satélites militares, tanto rusos como norteamericanos, equipados con RTGs, también ha habido varias, con la subsiguiente liberación del material radiactivo. Y, por supuesto, tenemos los restos del Columbia, esparcidos por seis estados, con un trozo impactando sobre el parabrisas de un coche que circulaba por la carretera.
Reentradas descontroladas ocurren cada dos por tres. Y, si bien es cierto que no podemos decir que la seguridad esté asegurada, en absoluto, la verdad es que la probabilidad de que ocurra algo grave es muy escasa. Y hasta ahora, estas reentradas nunca han movido a los gobiernos involucrados (Estados Unidos y Rusia) a llevar a cabo una demostración de tecnología bélica como la que estamos a punto de presenciar. Por otra parte, la destrucción del satélite no evitará su reentrada, ni la controlará. Simplemente, lo reducirá a fragmentos, evitando que lleguen a la superficie trozos de gran tamaño.
Naturalmente, esto evitará que un trozo de 50 kg te caiga en la cabeza, pero aumentará las posibilidades de que te caiga un trozo de 1 kg. Que si te da directamente, te mata igual. Claro que no es esa la excusa (sería muy fácil de rebatir, aparte de la poca probabilidad de impacto directo), sino la de los residuos tóxicos. El misilazo tampoco los hará desaparecer, pero sí los esparcirá en la atmósfera a gran altura, disipándolos. Pero, como decía al comienzo, puede que esto ocurra incluso por si solo, si el depósito se desintegra durante la reentrada. En el peor de los casos, si el depósito llegase más o menos intacto, lo más probable es que tuviéramos unos 400 kg de hidracina esparcidos por el mar o por el suelo de algún lugar remoto; que no es bueno, pero tampoco es para tanto, desde mi punto de vista.
En fin, mientras llega “el gran momento”, podeis aprovechar para contemplar al satélite agonizante, ya que actualmente es visible a simple vista, con magnitud 1 (aproximadamente, lo cual es bastante brillante). En Heavens Above tenéis toda la información necesaria para verlo desde vuestra población (horas de paso, hacia dónde debes mirar, etc), además de una sección dedicada especialmente a este satélite, con su posición actual, el ritmo de decaída de la órbita previsto, etc. Dentro de unos días (3 ó 4 son los que se estiman para que esté en el punto óptimo de tiro), tendremos el espectáculo de fuegos artificiales. Al parecer, la decisión no ha partido del Departamento de Defensa (donde incluso parece que no todo el mundo está de acuerdo), sino desde la Casa Blanca. ¿Para proteger al mundo? No sé… permitidme que lo dude.
Se trata del USA193, un satélite espía lanzado en diciembre de 2006, y que falló casi desde el momento de su lanzamiento. Fuera de control, su órbita se ha ido deteriorando hasta amenazar con reentrar en la atmósfera terrestre en las próximas semanas. Lógicamente, se desconoce casi todo sobre el satélite, dada su naturaleza militar, aunque se especula con que pueda tratarse de un aparato de observación por radar, con la posibilidad de que pueda estar equipado con un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) para alimentar sus equipos.
No es la primera vez que un cacharro espacial cae sobre nuestras cabezas, ni será la última. Tampoco es la primera vez que existe algún riesgo para la población, sea por el peligro de residuos tóxicos, o porque simplemente te aplaste algún trozo de hierro caído del cielo. Pero sí es la primera vez que se pone este riesgo como excusa para lanzarle un misilazo al objeto en cuestión. Lo cual da qué pensar...
Como digo, ésta ha sido la excusa del gobierno norteamericano para justificar la acción: el riesgo de que ciertos componentes tóxicos del satélite puedan caer sobre áreas habitadas. Se hace referencia a la hidracina, propulsante habitual del sistema de control de actitud en la mayoría de los satélites y sondas espaciales; en este caso particular, debido a la avería del satélite nada más alcanzar su órbita, los depósitos estarían aún llenos y el riesgo de contaminación sería mayor que en el caso de satélites que reentran al final de su vida útil. Pero también hay quien piensa que podría existir riesgo de contaminación radiactiva, en el caso de estar equipado el satélite con un RTG.
Lo cierto es que ni una cosa ni otra parecen justificación suficiente para el misilazo, siendo muchos los que pensamos que lo que se busca más bien es proteger la confidencialidad del satélite y sus equipos, evitando que alguno de sus secretos pueda quedar al descubierto si fragmentos de cierta importancia cayeran en manos ajenas a los Estados Unidos. También hay quien especula con la posibilidad de que se esté aprovechando para hacer una demostración ante China, después de que este país realizara un ensayo de arma antisatélite hace casi exactamente un año. Pudiera ser, aunque no creo que nadie necesite de estas demostraciones para saber que Estados Unidos posee capacidad antisatélite (por éste y otros medios), la cual ya fue ensayada con éxito tanto a comienzos de los años 60 como después de nuevo en los 80 (como mínimo, claro, esto es sólo lo que conocemos).
En cualquier caso, éstas parecen razones más poderosas para esta decisión sin precedentes que la supuesta protección a la población mundial. Aunque siempre podemos darles el beneficio de la duda...
Y es que, en el fondo, el riesgo para la población es ínfimo. Por una parte, es cierto que la hidracina es tóxica, pero tampoco hay que exagerar... El contenido del depósito podría llegar intacto, dentro del depósito, o vertirse en un entorno de unos metros, si revienta el depósito al impactar, o esparcido sobre una zona más amplia, si revienta durante la reentrada, o incluso vaporizado en la atmósfera, si se desintegra durante dicha reentrada. En cualquier caso, sin ser, por supuesto, algo deseable, no parece que fuera a significar casi nada en comparación con otros tipos de accidentes con elementos tóxicos que suceden casi a diario; un simple camión lleno de ácido que se accidente y derrame su carga ya representa un impacto medioambiental mucho mayor, por no hablar de los frecuentes vertidos de fuel en el mar (simplemente por limpieza de tanques, por ejemplo).
En cuanto a un posible RTG (cuya existencia no es más que una hipótesis), tampoco representaría un riesgo mucho mayor: si bien es cierto que todo lo que suene a radiactivo causa una gran alarma social, el nivel de radiactividad de estos elementos es muy bajo, así como la cantidad de elemento radiactivo transportado, por lo que de nuevo tampoco sería un enorme problema (en la práctica, el único problema sería que alguien lo ingiriera… que no parece muy probable).
A todo ello debemos sumarle que la probabilidad de que algún fragmento caiga sobre zonas habitadas es bajísima, simplemente porque la mayor parte de la superficie terrestre es mar, o territorio deshabitado. En resumen, que no sé si el argumento de la seguridad cuela o no, pero desde luego, causa cierta desconfianza.
Sobre todo, porque no se ha hecho nunca antes, aunque hayamos tenido amenazas similares o peores. Por ejemplo, el Skylab: una estación espacial completa, reentrando de forma descontrolada en la atmósfera terrestre en 1979; todo lo que se hizo fue vigilar su trayectoria, y cruzar los dedos (al final cayó parte sobre el mar y parte sobre territorio australiano). Y no, no lo comparéis con la Mir: aunque ésta era mayor, su reentrada sí se llevó a cabo de forma controlada, asegurando su caída sobre el mar de forma voluntaria, y no aleatoria.
También la estación espacial rusa Salyut 7 cayó de forma poco controlada en 1991. Es decir, se intentó controlar su reentrada, pero con poco éxito, cayendo sus restos sobre territorio argentino; algunos trozos se recogieron entre las calles de la ciudad Capitán Bermúdez, a 400 km de Buenos Aires. No es la primera vez que ocurre por aquella zona, y aunque menos confirmados, existen bastantes testimonios de avistamientos de reentradas de objetos no identificados sobre Argentina, Chile y Uruguay. También se tiene constancia de que en 1997 cayeron restos de una sonda rusa con material radiactivo sobre el desierto de Atacama, al norte de Chile, aunque no fueron encontrados.
En 1997, Lottie Williams, de Tulsa, Oklahoma, recibió un impacto en un hombro de un trozo de chatarra de origen probablemente espacial; se cree que pertenecía a la segunda etapa de un lanzador Delta II. En 2007, los restos de otro satélite cayeron en Somalia, al parecer matando a un camello. Reentradas o explosiones durante el lanzamiento de satélites militares, tanto rusos como norteamericanos, equipados con RTGs, también ha habido varias, con la subsiguiente liberación del material radiactivo. Y, por supuesto, tenemos los restos del Columbia, esparcidos por seis estados, con un trozo impactando sobre el parabrisas de un coche que circulaba por la carretera.
Reentradas descontroladas ocurren cada dos por tres. Y, si bien es cierto que no podemos decir que la seguridad esté asegurada, en absoluto, la verdad es que la probabilidad de que ocurra algo grave es muy escasa. Y hasta ahora, estas reentradas nunca han movido a los gobiernos involucrados (Estados Unidos y Rusia) a llevar a cabo una demostración de tecnología bélica como la que estamos a punto de presenciar. Por otra parte, la destrucción del satélite no evitará su reentrada, ni la controlará. Simplemente, lo reducirá a fragmentos, evitando que lleguen a la superficie trozos de gran tamaño.
Naturalmente, esto evitará que un trozo de 50 kg te caiga en la cabeza, pero aumentará las posibilidades de que te caiga un trozo de 1 kg. Que si te da directamente, te mata igual. Claro que no es esa la excusa (sería muy fácil de rebatir, aparte de la poca probabilidad de impacto directo), sino la de los residuos tóxicos. El misilazo tampoco los hará desaparecer, pero sí los esparcirá en la atmósfera a gran altura, disipándolos. Pero, como decía al comienzo, puede que esto ocurra incluso por si solo, si el depósito se desintegra durante la reentrada. En el peor de los casos, si el depósito llegase más o menos intacto, lo más probable es que tuviéramos unos 400 kg de hidracina esparcidos por el mar o por el suelo de algún lugar remoto; que no es bueno, pero tampoco es para tanto, desde mi punto de vista.
En fin, mientras llega “el gran momento”, podeis aprovechar para contemplar al satélite agonizante, ya que actualmente es visible a simple vista, con magnitud 1 (aproximadamente, lo cual es bastante brillante). En Heavens Above tenéis toda la información necesaria para verlo desde vuestra población (horas de paso, hacia dónde debes mirar, etc), además de una sección dedicada especialmente a este satélite, con su posición actual, el ritmo de decaída de la órbita previsto, etc. Dentro de unos días (3 ó 4 son los que se estiman para que esté en el punto óptimo de tiro), tendremos el espectáculo de fuegos artificiales. Al parecer, la decisión no ha partido del Departamento de Defensa (donde incluso parece que no todo el mundo está de acuerdo), sino desde la Casa Blanca. ¿Para proteger al mundo? No sé… permitidme que lo dude.