Efectivamente, el astronauta español Pedro Duque abandonará la Agencia Espacial Europea en breve, aunque no definitivamente (o, al menos, esa es la intención actual, que luego estas cosas nunca se sabe cómo acaban). Y es que Duque ha solicitado una excedencia de dos años (suerte que puede hacerlo) para pasarse a la empresa privada, como director de Deimos Imaging, una filial de la empresa aeroespacial madrileña Deimos Space.
Deimos Imaging tendrá su sede en el Parque Tecnológico de Boecillo, en Valladolid, un centro empresarial que está desarrollándose rápidamente con empresas de alta tecnología, muchas del sector de automoción, pero también varias de ellas del sector aeroespacial. Y, como su nombre indica, la empresa trabajará en el campo de la observación terrestre desde el espacio, un sector en expansión desde hace varios años, y con unas perspectivas de mercado crecientes. Las aplicaciones de esta tecnología son numerosas y también crecientes, desde la búsqueda de recursos naturales al control de actividades ilegales, pasando por el control medioambiental o incluso actividades lúdicas como Google Earth, por nombrar sólo algunas.
Pero lo importante no es la cuestión anecdótica de que Pedro Duque deje temporalmente el cuerpo de astronautas para dirigir esta empresa (bueno, anecdótico para nosotros, no para él ni para su nueva empresa, en la que seguro que sus contactos le serán de muchísima utilidad, aparte de su experiencia en el sector); lo importante es que nuestra indsutria espacial crezca con nuevas empresas. Y, sobre todo, con empresas brillantes como Deimos.
Deimos Space es una empresa muy joven, nacida en 2001, y pequeña (150 empleados, con un alto nivel de formación), pero que ya despunta como una de las más reconocidas en sus áreas de actuación. Como ejemplo de su competencia tenemos el concurso celebrado a nivel internacional el año pasado por la Agencia Espacial Europea. Bajo el título "Advanced Concepts Team-Global Trajectory Optimization", el concurso buscaba calcular la trayectoria óptima para una sonda enviada al encuentro de un asteroide. Con la base en una misión destinada a desviar un hipotético asteroide en ruta de colisión con la Tierra, el objetivo era conseguir que la sonda llegase con la máxima energía cinética (en la práctica, velocidad) posible, para unas condiciones de lanzamiento y masa del aparato fijas.
En el concurso participaron 17 equipos de múltiples nacionalidades: franceses, italianos, alemanes, holandeses, rusos, norteamericanos, y chinos. Entre ellos, organismos tan prestigiosos como el JPL de la NASA, el CNES francés, el Instituto de Aviación de Moscú o la planta de Khrunichev (diseñadores de los lanzadores Proton y Angara), entre otros muchos. Y entre tanto gigante, dos pequeñas empresas privadas en representación de España: GMV y Deimos.
En un escenario así, seguramente pocos esperarían el resultado final: en febrero de 2006 se anunciaba el ganador, el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, con 1850 puntos. Hasta aquí, nada sorprendente. Lo que quizás sí sea más sorprendente para muchos es que el segundo en el ranking fue Deimos Space, prácticamente empatado con el JPL, con 1820 puntos. Y el tercer puesto correspondía a GMV, algo más alejada, con 1455 puntos. El CNES, Khrunichev, y otros prestigiosos centros de nombres menos conocidos, quedaban todos más alejados por debajo. En el podio, las dos únicas empresas españolas participantes, y una de ellas separada del ganador prácticamente por la "photo finish".
¿Impresionante? Sin duda. ¿Sorprendente? No tanto, aunque pueda serlo para el público en general, e incluso para buena parte de los profesionales del sector, dada la escasa y prácticamente desconocida representación española en el mismo. Pero digo que no es sorprendente, porque el elevado nivel de los ingenieros españoles en análisis de misión es algo reconocido hace años, y reflejado, por ejemplo, en el nivel de "excelencia en mecánica orbital" otorgado por la ESA a GMV hace ya bastante tiempo.
Ahora, Deimos viene a ratificar este magnífico nivel de nuestros ingenieros. Y lo hace prácticamente desde el anonimato, y desde una juventud y tamaño que la deberían hacer palidecer ante los veteranos gigantes aeroespaciales con los que se enfrentaba en el concurso de la ESA. Algo que debería hacer reflexionar a nuestros responsables políticos a la hora de invertir recursos (a través del nivel de participación en la ESA) en un sector prácticamente olvidado en nuestro país, pero para el que constantemente demostramos poseer un nivel de primera línea, en buena medida desaprovechado. Lo que significa desaprovechar una mayor presencia en un mercado con un buen potencial comercial a corto y largo plazo, pero, sobre todo, con un magnífico potencial en cuanto a desarrollo tecnológico de nuestra industria nacional.
Comenzaba esta disertación comentando que Pedro Duque deja la ESA, al menos de momento. Esperemos que no sea definitivo y que pueda volver al espacio, por la publicidad que ello supone en nuestro país para este sector tan necesitado de ella. Pero lo hace para ponerse al frente de una nueva empresa espacial en nuestro país, y eso es un buen síntoma. Ojalá sea sólo el principio de una nueva era. (Imagen: Deimos Space)