
Ya era hora. Sinceramente, he recibido la noticia con satisfacción, con mucha satisfacción, entre otras cosas porque llevo quejándome de la situación desde que comencé a escribir mi primer libro, hace ya casi 10 años (vale, lo publiqué en 2002, pero lo había empezado unos 4 ó 5 años antes). Finalmente, el gobierno español decide aportar a la ESA la parte que nos corresponde en base a nuestro PIB, poniéndonos en el conjunto de la agencia en el puesto que nos corresponde por nuestro nivel económico. Ya era hora.
Y es que, hasta hoy, nuestro nivel de participación ha estado crónicamente por debajo del que nos correspondía, situándonos hasta dos puestos por debajo en el ranking de países miembros, en comparación con dónde deberíamos estar en base a nuestro nivel económico (medido por el PIB). Y no me entendáis mal, que no es que esté defendiendo una mayor aportación para aparecer más arriba en una tabla por razones de orgullo patrio, ni muchísimo menos; sería absurdo poner más dinero sólo por eso. No. Lo que pasa es que invertir en la ESA es invertir en la industria nacional.
Vaya un tópico, pensará alguno, posiblemente. Pues en este caso no, se trata de una frase que puede ser tomada de forma literal. Las contribuciones que los países miembros realizan a la Agencia, son devueltas a dichos países a través de contratos a la industria nacional. De esta forma, la inversión gubernamental en la ESA es un apoyo directo a la industria aeroespacial del país. Es decir, ya sólo económicamente, el dinero queda en casa. Pero, además, favorece el desarrollo tecnológico y el crecimiento de la industria nacional, con la ventaja de que se participa además en la explotación del producto final. Dicha explotación puede ser desde una participación científica, cuando las misiones así lo sean, hasta un beneficio económico, como en el caso de la venta de servicios de los lanzadores Ariane.
Pues bien, parece que finalmente nuestro gobierno ha decidido poner en práctica las buenas palabras que venimos oyendo desde hace años y más años sobre impulsar la I+D, y ha terminado por pasar de las promesas a los hechos. Ya se había notado una esperanzadora tendencia en los últimos años: en 2005 nuestra participación se incrementó en un 17% con respecto a 2004, y en 2006 un 12,5% adicional. Ahora se ha anunciado que en 2007 crecerá un 13,3%, y otro 13,5% en 2008, que será el momento en que finalmente alcancemos el nivel al que deberíamos haber estado hace décadas. Más vale tarde que nunca…
Con esto habremos alcanzado un nivel del 8% de las aportaciones totales de la Agencia Espacial Europea (ahora nos situamos en el 6%; imaginaos lo lejos que estábamos antes de 2004…). Por supuesto, lejos de los principales estados miembros como Francia, Alemania, Italia o Gran Bretaña (por ese orden), pero al menos defendiendo la parte que nos corresponde, porque antes, ni eso.
Y es que parece que hasta ahora los sucesivos gobiernos actuaban como si pertenecer a la ESA fuera casi un castigo, más que una oportunidad. O, al menos, como si se pensara que era bueno estar, pero cuanto más barato resultase, mejor. Cuando en realidad debería ser al contrario.
Lo mismo ocurrió con la creación de Airbus. España, al menos, decidió participar, pero lo hizo raquíticamente, con un escaso 6%. Ahora se está luchando denodadamente por mantener el 10% conseguido con gran esfuerzo con el A380, y se aspira a llegar a un 15%. Y países que no se unieron en un principio, han estado después como locos por pillar tajada en lo que se ha convertido en un claro negocio. Algo que, aunque no creo que llegue a suceder nunca a este nivel con la ESA, sí es en cierto modo extrapolable.
El modo de funcionamiento de la ESA es el siguiente: existen dos tipos de programas, los obligatorios y los facultativos. En los programas obligatorios, cada estado miembro participa siempre en base a su PIB. Pero en los programas voluntarios, cada país puede participar según le venga en gana: puede decidir en cuáles de dichos programas participar, y en qué cuantía. España, tradicionalmente, ha tirado aquí a la baja, arrastrando la media de la aportación total casi hasta la mitad de la que le correspondería. Otros, como Bélgica, se han aprovechado haciendo lo contrario, y consiguiendo una mayor tajada global compensando con una mayor aportación en los programas voluntarios el escaso porcentaje que, por su PIB, le corresponde en los obligatorios. Ahora parece que por fin dejaremos de ir de miserables…
Lo más curioso de esta noticia, es que parece que nadie le ha dado la más mínima importancia. O a lo mejor yo he estado esta vez muy despistado, pero… ¿os habíais enterado alguno? Pues resulta que este crecimiento de nuestra aportación ya fue anunciado oficialmente el 29 de junio de 2006 por el CDTI, y ratificado por el Ministro de Industria en el Plan Estratégico para el Sector Espacial 2007-2011, presentado el pasado 20 de diciembre. No sé, quizás consiguió algún rinconcito en un periódico o cinco segundos en un telediario, pero yo, desde luego, me he enterado esta semana y de casualidad. Y es que me temo que estos temas nos siguen interesando a cuatro gatos, aunque esté en juego nuestro avance tecnológico y el apoyo a nuestra propia infraestructura industrial. En fin…
Bueno, resumiendo: que me alegro de que por fin alguien se dé cuenta de que no sólo de sol y playa vive nuestro país, y que hay que impulsar la industria de vanguardia si queremos aspirar a algo más en el contexto internacional. A ver si seguimos por este camino… (
Foto: ESA)