06 abril 2011

Sorpresa: SpaceX podría construir un supercohete

Fue ayer la noticia del día, del mes, y quizás del año, al menos en la categoría de lanzadores, si es que finalmente se hace realidad (uno ya es muy mayor para no mostrar cierta reserva ante estos anuncios): la empresa norteamericana SpaceX ha anunciado la próxima introducción del Falcon Heavy, un nuevo lanzador pesado con capacidad para poner hasta 53 toneladas de carga en órbita baja. Una capacidad que lo convertiría en el mayor lanzador existente en la actualidad, por encima del Atlas 5, el Delta IV Heavy o el Ariane 5, por ejemplo. Y por encima también de las capacidades (en cuanto a carga útil) del ya agonizante Space Shuttle. Aunque situado todavía en un nivel que es la mitad de lo que era capaz de levantar el poderoso Saturn V que envió al hombre a la Luna, los datos del Falcon Heavy impresionan: se tratará de un “monstruo” de 27 motores, y su capacidad de 53 toneladas, por lejos que quede de la del mítico Saturn V, no deja de ser espectacular; como ha expresado la empresa en su nota de prensa, este supercohete sería capaz de poner en órbita un avión Boeing 737-200 cargado hasta su peso máximo al despegue, es decir, con combustible y sus 136 pasajeros con su equipaje. Casi ná…

Pero la sorpresa no termina ahí: por si el anuncio por sí solo fuera poco, Elon Musk, co-fundador de Paypal y presidente (casi podríamos decir propietario) de SpaceX, ha anunciado que para finales del año próximo veremos el nuevo cohete en las instalaciones de lanzamiento de Vandenberg, en California, listo para un primer vuelo. Y ya en 2013 ó 2014 podríamos verlo operando también desde Cabo Cañaveral, en Florida.

No sé a vosotros, pero a mí el anuncio me ha dejado prácticamente de piedra. Por una parte, por proceder de una compañía tan joven y podríamos decir inexperta (al menos en cuanto a tiempo metidos en esto) como SpaceX: una compañía fundada en 2002 cuyo primer lanzador, el pequeño Falcon 1, voló por primera vez en 2008, tras tres intentos fallidos anteriores; un segundo desarrollo, el lanzador medio Falcon 9, hizo su primer vuelo (esta vez con éxito a la primera) a mediados de 2010; además de esto, han desarrollado la cápsula Dragon, en principio como respuesta a la petición de la NASA de futuros vehículos no tripulados para reabastecimiento de la estación espacial, aunque podría adaptarse también para futuros vuelos tripulados.

Como decía, la primera sorpresa es que una compañía con la trayectoria de SpaceX (rapidísima, pero corta) se embarque en un proyecto de esta envergadura. Pero casi más sorprendente es que lo haga en un contexto en el que el mercado de las grandes cargas no parece ser el dominante en estos momentos. Pongamos como referencia el Ariane 5, que en su versión más potente alcanza una capacidad de 12 toneladas en órbita de transferencia a geoestacionaria (equivalente a unas veintitantas en órbita baja), frente a las 53 en órbita baja previstas para el nuevo Falcon Heavy; si ya el Ariane 5 es capaz de poner en órbita, a menudo mediante lanzamientos dobles (dos satélites en un solo lanzamiento) los habituales satélites comerciales, parece extraño que vaya a existir una necesidad que justifique el Falcon Heavy en un futuro próximo, por mucho que siga aumentando el peso de los satélites enviados al espacio.

Podríamos pensar que SpaceX aspira a introducirse en el sector de la exploración tripulada del espacio, quizás presentando a la NASA un cohete con capacidad para sustituir al transbordador espacial en su misión de llevar astronautas a la ISS, o incluso en misiones de espacio profundo (para esto se queda corto, pero se podría suplir con un lanzamiento doble). Pero, aunque esto no es en absoluto descartable, y de hecho es una de las posibilidades planteadas por la empresa a medio plazo, no parece ser el argumento principal para su desarrollo. De hecho, su capacidad de 53 toneladas, aunque alta, queda aún lejos de la deseada por la NASA para un posible lanzador pesado, la cual se ha establecido inicialmente entre las 70 y las 100 toneladas; pero también es cierto que “más vale pájaro en mano que ciento volando”, y disponer de un lanzador operativo con capacidad de 53 toneladas frente a la simple aspiración de tener uno “mejor” algún día, puede ser un argumento a favor de que la NASA llegue a contratar los servicios de SpaceX para vuelos tripulados. Aquí el factor tiempo puede jugar un papel decisivo.

Pero, como decía, no parece que SpaceX haya basado su estrategia comercial en esta opción. Al contrario, parece que sus ojos están puestos en el mercado militar, optando a futuras cargas de la Fuerza Aérea Norteamericana, que hoy día es el principal cliente de los Delta IV Heavy y Atlas 5, los lanzadores más potentes del mundo en servicio, pero que quedan por la mitad de la capacidad prometida para el Falcon Heavy.

Sí, lo cierto es que los secretos satélites militares son las cargas más pesadas enviadas al espacio, pero… ¿existe aún nicho de mercado en este sector para la aparición del Falcon Heavy? Ahí están las principales dudas, al menos por mi parte (unidas al cumplimiento del ambicioso calendario anunciado, que también miro con cierto escepticismo), aunque parece que SpaceX piensa que sí. Probablemente su baza no es tan sólo la mayor capacidad de su futuro lanzador, sino una espectacular bajada de costes con respecto a los sistemas actuales. Es decir, SpaceX aspira a arrebatar a Boeing y Lockheed Martin el mercado pesado que dominan en la actualidad a través de una guerra de precios.

El bajo coste ha sido siempre la premisa de esta joven empresa, aunque, con unos primeros lanzadores (Falcon 1 y Falcon 9) aún prácticamente en fase de prototipos, que consiga mantener en el tiempo unos precios sensiblemente reducidos es algo que está por demostrar. Pero ellos parecen convencidos de poder conseguirlo, y anuncian que con el Falcon Heavy reducirán el precio de lanzamiento hasta unos 2000 dólares por kilo puesto en órbita (o 1000 $/libra, para ser más exactos); más o menos la sexta parte de lo que hoy cargan sus competidores. Esto no sólo les haría dominar teóricamente el mercado de los lanzamientos pesados, sino que se espera que el bajo coste podría impulsar dicho mercado, haciéndolo aumentar espectacularmente en volumen.

Lo dicho: el anuncio de SpaceX ha sido toda una sorpresa, y si de verdad consiguen sus objetivos de carga, fechas y coste, el resultado puede ser revolucionario. Hoy por hoy sólo hay palabras, y ya sabemos lo que esto significa en un sector como el de la astronáutica. Pero SpaceX ha demostrado en muy pocos años que puede llegar a medirse con los gigantes aeroespaciales a nivel mundial. Habrá que estar atentos a su evolución. (Imagen: SpaceX)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ariane 5:

LEO: Hasta 21 Ton.

GTO: Hasta 10,5 Ton.

Supongo, Orbita Baja = LEO

JCasado dijo...

Tienes razón, por error puse la carga en órbita de transferencia a geoestacionaria o GTO (12 toneladas para la versión más potente) en lugar de la carga en LEO (que sí, es órbita baja, Low Earth Orbit). Ya está corregido, gracias ;-) En cualquier caso, no afecta al mensaje del texto.

Unknown dijo...

Yo también he pensado que quizá pueda haber algún tipo de "campaña" de transferencia de la capacidad pública americana (NASA) a una compañía privada, como pueda ser SpaceX. Por que tampoco entiendo qué vas a hacer con 53t de carga útil, salvo que vayas a montar una ISS o retomar el reto del alunizaje.

Anónimo dijo...

Quizás cuentan con aprovechar un mercado incipiente de capital privado?
Que hay de esos proyectos de hoteles espaciales?
Estupendo blog.
Saludos!

monsieur le six dijo...

Si los precios son los que prometen, o incluso si fueran el doble, seguirían siendo tan económicos que SpaceX acabaría quizás conquistando todo el mercado de lanzamiento, especialmente a partir de un cierto peso. Eso les dejaría en una posición muy ventajosa, de modo que cualquier proyecto que surgiera iría a parar a ellos con casi total seguridad. Es cierto que esos proyectos, ahora mismo, parecen estar en el aire, sobre todo con la crisis, pero está claro que algo surgirá, y ellos estarán allí para ser contratados.

Eso suponiendo, claro está, que no sea todo una nube de humo para conseguir en el momento presente las subvenciones asociadas a los programas de la NASA, que no sería tampoco de extrañar.

Jimmy Murdok dijo...

Hay que tener en cuenta, que el desarrollo del gigante, pasa por mantener la gran mayoria del hardware actual. La gran introducción es el sistema de redistribución de fuel, que permite el incremento de tiempo de funcionamiento del core principal.

El resto hablamos de un cohete que ya existe. Poner en órbita este monstruo sería dar un golpe demoledor al resto de compañías. Y una vez tengamos el caballo, ya aparecerán jinetes. Desde Bigelow, Nasa, Militares.

Además una demostración así, afianzará su posición para llevarse contratos de Falcon 9.