La semana
pasada, unos científicos pertenecientes a un grupo consultivo seleccionado por
la NASA para dar su opinión acerca de futuras misiones, mantuvieron una de sus
reuniones en Washington. Uno de los asuntos estrella fue el debate sobre una
“exótica” propuesta de la NASA acerca de traer un asteroide hasta la órbita
lunar para luego mandar astronautas a explorarlo (sí, si te suena raro y
extravagante, a mí también). Bien, no entraré en más detalles sobre este tema
(si habláramos de todas las propuestas más o menos realistas o más o menos
soñadoras que salen cada año, no daría abasto a publicarlas en el blog). Pero
sí quería hablar un poco sobre estos debates esotéricos, apoyándome en la
genial presentación que hizo uno de los miembros de este comité, Richard
Binzel, Profesor de Ciencias Planetarias del MIT.
Cuando tomó la
palabra, Binzel salió al estrado para presentar su propuesta de exploración: la
misión FARCE, Far Away Robotic sandCastle
Experiment (Experimento robótico de castillo de arena muy lejano).
(Para los
que no andéis muy sueltos con el inglés, al final de esta entrada incluyo la
traducción del texto de la diapositiva)
¿Oigo risas?
¿Pero por qué? ¿Hay algo que os choque en esta presentación? ¡Pero si es lo que
lleva haciendo la NASA y los diferentes lobbies a favor de la exploración
espacial tripulada los últimos 10 años! De hecho, las justificaciones de esta
misión del castillo de arena son básicamente las mismas que llevamos oyendo
durante años para cualquier otra.
No, no estoy
de coña, y es que comparto completamente la ácida crítica realizada por el
profesor Binzel: llevamos años escuchando propuestas sin la más mínima base,
sean del tipo que sean, en una especie de mundo al revés en el cual queremos
justificar de alguna forma poder enviar astronautas a cualquier parte. Porque
sí, eso es lo que queremos: fabricar una nave chula, meter astronautas dentro y
mandarlos lejos. Luego ya veremos lo que hacen por ahí. Así que habrá que
pensar en alguna misión, en algo en lo que puedan entretenerse. Como hacer
castillos de arena en algún mundo muy, muy lejano.
Esto es lo que
lleva haciendo tanto la NASA como los diferentes grupos de aficionados (desde
gente como nosotros hasta fundaciones con presencia institucional) desde hace
años: buscar alguna justificación, la que sea, para mantener el sueño que
arrancó con la visión de Bush en 2004. Porque lo importante es mandar
astronautas allí arriba, tener astronautas volando por el espacio y pisando otros
mundos. ¿Cuáles? Jo, yo qué sé… pues Marte, por ejemplo. Y si no se puede, pues
la Luna. Y si no, pues un asteroide. O lo que sea, ¿qué más da? Si lo único que
importa es verlos en las fotos y en la tele pisando otros mundos. Es excitante.
Mola. Eso es lo que queremos. ¡Joder, ¿pero es que no lo ven, que lo demás es
accesorio?! ¡Invéntate la excusa que quieras, pero envía astronautas allí
arriba ya!
La diapositiva
parece absurda, ¿verdad? Pues no lo es mucho más que el proceso que llevamos
viviendo en la última década. Y no lo digo ahora, a toro pasado: si leéis mis
primeras opiniones sobre la Visión para la Exploración del Espacio, de Bush,
hace 10 años decía exactamente lo mismo, porque la directiva de Bush nació
justamente con este espíritu: mandemos astronautas por ahí, que es lo vistoso y
lo que mola. Ya pensaremos cómo justificarlo científica o técnicamente, seguro
que podrán hacer algo útil. Y si no, qué más da: esto mola. Es guay, o “cool”,
que somos yanquis. Y punto.
Bush empezó
así, con justificaciones sin base alguna en su discurso de lanzamiento de la
“visión”. Luego la NASA intentó buscarle algo más de contenido, y empezaron, a
toro pasado (las instrucciones de ir ya estaban claras) a ver qué podían hacer
si volvían de nuevo a la Luna. Reuniones y más reuniones, todos excitados,
diciendo “que vamos a la Luna, venga, vamos a ver qué aprovechamos para hacer”.
En fin…
Luego la realidad
se impuso: retrasos, problemas técnicos, presupuestos que se disparaban una y
otra vez… y llegó la crisis. La visión, a tomar por culo, con perdón. A muchos
no nos sorprendió, lo raro hubiera sido verla hacerse realidad (aunque confieso
que duró bastante y yo empezaba a tener dudas… si hubieran conseguido avanzar
un poco más, hubiera sido más difícil desmontarlo todo luego). Pero era duro
renunciar al sueño de ver a astronautas dando saltitos por ahí, así que de
nuevo, diferentes comités y grupos y grupúsculos de todo tipo se reunieron una
y otra vez a ver qué misión “barata” se les podía ocurrir en la que siguiéramos
viendo a los astronautas explorando el espacio.
“Pues ir a la Luna es caro y nos han cancelado
el megacohete que lo haría posible, pero con el cohetillo que parece que nos
van a dejar construir podríamos ir a un asteroide”. Pues hala, todos con la
idea del asteroide. Marte, ni en sueños. Repetir lo de la Luna (no preguntes
para qué, aguafiestas) ya también nos lo han jodido. Pero si al menos pisamos
un pedrusco… algo es algo… Venga, todos a ver cómo defendemos esto.
Y así llevamos
año tras año.
¿Qué tiene
esto de malo? ¿Es que no sería útil enviar astronautas a un asteroide? Pues a
ver, dejadme que os responda con otra pregunta: ¿sería útil tener en casa un
coche que también volara y navegara? Pues sí, claro que sí. Y molaría un huevo,
con perdón. Pero, ¿merecería la pena? Valdría un pastizal, y podríamos hacer lo
mismo por otros medios (volar en una línea aérea, navegar en un yate alquilado
en vacaciones…). ¿Cuántos optaríamos por el supercoche-barco-avión si
tuviéramos que pagarlo nosotros, teniendo en cuenta que, realmente, no lo
necesitamos, por muy “cool” o fardón que sea?
Pues eso mismo
es lo que está pasando, desde mi punto de vista. Y el de Richard Binzel, por lo
que veo.
Binzel ha
puesto el dedo en la llaga de la forma más visual posible, al parodiar con su
diapositiva la forma en que se están haciendo las cosas. Y es que es absurdo
decidir primero lo que se va a hacer (enviar astronautas allí arriba) y pensar
luego para qué. La ciencia funciona (o debe funcionar) al revés: analicemos qué
objetivo científico es realmente interesante, realmente útil para el avance de
nuestro conocimiento, y veamos luego la forma de llevarlo a cabo. Sea con
astronautas, con robots o con un telescopio. Lo que realmente se necesite. Si
conseguimos presupuesto, claro, que esa es otra... Pero así debería funcionar
el mundo. Lamentablemente, incluso en las mecas del conocimiento técnico y
científico como el MIT, el JPL o la NASA, muchas veces se actúa por otras
motivaciones. De forma irracional. Simplemente, porque mola. Aunque no queramos
reconocer que ésta es la verdadera motivación.
APÉNDICE: Traducción del texto de la diapositiva
Experimento robótico de castillo de arena muy
lejano (FARCE)
Estudio conceptual: Una nave robotizada (A) llega al objetivo. Construye
un castillo de arena (B). (Algunos detalles técnicos y de presupuesto omitidos.
Pero somos muy listos. Confía en nosotros).
(¡Próximamente!: convincentes
animaciones con astronautas)
Desarrollo de tecnologías clave para el vuelo
espacial tripulado
·
Superar
los retos que suponen las operaciones de precisión en gravedad baja.
·
Opciones
flexibles de misión: la Luna, Marte, asteroides.
·
Aplicable
a la Defensa Planetaria y Recursos Espaciales.
Involucración de la comunidad científica
·
Selección
del lugar y desarrollo de la plataforma instrumental.
·
Oportunidades
para socios internacionales.
Compromiso a nivel popular y beneficios para las
partes interesadas
·
Educativo:
Actividad popular terrestre trasladada al espacio.
·
Concurso
de diseño de castillos de arena: ¡Diversión para toda la familia!
·
Oportunidades
comerciales, incluido el turismo espacial.
·
Futuros
“selfies” con icónicos castillos de arena.
No
es una misión científica, pero tiene beneficios científicos claros
·
Comprender las propiedades del regolito en
diferentes mundos, incluyendo su profundidad, cohesión y distribución del
tamaño de las partículas.
·
Significativos avances en capacidades de toma de
muestras científicas.
·
Oportunidad para estudiar las propiedades
térmicas del subsuelo.
·
La estabilidad del castillo como prueba del
ambiente sísmico.
·
La erosión del castillo revela las condiciones
medioambientales locales.
Con capacidad de
innovación constante:
Seguiremos haciendo diapositivas hasta que a alguien le guste algo.
Alternativamente:
Apoyar un plan sostenible con objetivos convincentes útiles para el interés
nacional por medio de metas cuidadosamente estudiadas y priorizadas.
(¡Bravo,
Richard!)