...y se los contagia al Orión. O viceversa...
Ya hablamos por aquí de ciertos rumores sobre problemas de desarrollo del conjunto Ares-Orión, relacionados con el peso: según esos rumores, la potencia del Ares sería insuficiente para soportar la masa estimada para la nave Orión. Estos rumores fueron rápidamente desmentidos por la NASA, pero lo cierto es que parece que algún problema serio de peso debe haber según lo que se ha filtrado en los últimos días.
Y es que el nuevo rumor (en ambos casos procedente de círculos próximos a la NASA o sus subcontratistas, en este caso Lockheed Martin) plantea que los problemas de sobrepeso del Orión son tan serios, que la NASA habría decidido renunciar a su idea inicial de hacerlo aterrizar sobre tierra firme, restringiendo el diseño a amerizajes sobre el mar, de forma análoga a los anteriores proyectos espaciales norteamericanos que utilizaron cápsulas (Mercury, Gemini y Apollo). De esta forma se pueden eliminar los sistemas finales de amortiguación del aterrizaje (airbags eran lo previsto para la Orión) aprovechando la "elasticidad" del agua, ahorrándose un peso considerable.
De acuerdo a dichos rumores, la NASA ya habría solicitado a Lockheed Martin (empresa a cargo del diseño de la nave Orión) que procediera con dichos cambios. La noticia sin confirmar se extendió rápidamente por la comunidad espacial (todo apunta a una filtración desde Lockheed) y la NASA se ha apresurado a aclararlo, aunque sin desmentirlo; en una declarción muy breve, se declara que "La NASA no ha abandonado el concepto de las reentradas sobre tierra. La decisión aún no ha sido tomada". A la pregunta directa "¿Ha retirado la NASA el requisito de que el Orión realice aterrizajes terrestres rutinarios en lugar de en el océano? ¿Ha ordenado la NASA a Lockheed Martin que lleve a cabo estos cambios en el diseño del Orión?", Scott Horowitz, Administrador Asociado de la NASA y a cargo de la Dirección de Misión de Sistemas de Exploración ha declarado: "No. Se está estudiando, es parte de las evaluaciones para ver qué efectos sobre el peso tiene cada requisito, incluyendo el aterrizaje nominal sobre tierra".
Es decir, se desmiente que se haya tomado ya la decisión, pero se reconoce que es una opción en estudio para ahorrar peso. Lo cual viene a confirmar que hay serios problemas de sobrepeso en el desarrollo del proyecto, si se ha llegado a plantear una alternativa tan drástica como ésta.
Y es que la opción de aterrizar sobre tierra firme no es ninguna tontería, y su eliminación restaría muchos enteros a las prestaciones de la futura nave Orión. Porque entre aterrizar sobre territorio norteamericano o en medio del Pacífico, hay mucha diferencia.
Esa diferencia está, fundamentalmente, en el coste, directamente asociado a la enorme logística necesaria para un rescate sobre el mar. Para cada misión Apollo, toda una flotilla de barcos, aviones y helicópteros era necesaria para asistir a las misiones Apollo a su vuelta a la Tierra, incluyendo un portaaviones. Miles de personas asistían a la operación de rescate, que se prolongaba a lo largo de varios días, desde la partida de la flota del puerto, hasta su retorno al mismo una vez finalizada la misión. No cuesta mucho imaginar que el coste asociado a este operativo era impresionante. Eso sin contar con otros inconvenientes menores, como un mayor retraso en la llegada de los astronautas al centro de la NASA correspondiente y al encuentro con sus familias, por ejemplo.
Por supuesto, si este tipo de recuperaciones se han llevado a cabo anteriormente, pueden seguir realizándose ahora. Pero está claro que uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la exploración espacial es el coste de las misiones, y que disminuir drásticamente el coste por misión es el objetivo último que hay que perseguir si pretendemos llevar a cabo una actividad de exploración espacial seria y mantenida en el tiempo. Ya se renunció a este objetivo en su mayor parte en el planteamiento del programa Ares-Orión cuando se eligió el concepto cápsula-lanzador convencional de cara a unos menores costes de desarrollo iniciales; pero seguir renunciando a otras prestaciones como la de recuperación terrestre no hace sino empeorar cada vez más los costes finales de operación del vehículo, alejándonos más y más de ese objetivo claro común a toda la comunidad espacial, e hipotecando en parte el futuro para los próximos 30 años, más o menos.
Está claro que esto lo saben los gestores de la NASA, y por ello, simplemente el hecho de plantearse esta opción demuestra lo graves que deben ser los problemas de sobrepeso del programa. Como decía en la anterior entrada sobre este tema, éste es un mal endémico de la industria aeroespacial, siendo un problema presente en todo programa a lo largo de su desarrollo. Y es lógico que así sea, pues conseguir un diseño óptimo con el mínimo peso es uno de los objetivos claves de esta industria, y por ello el objetivo de peso máximo se plantea como un gran reto desde el principio. Como digo, en todos los proyectos en los que he trabajado siempre ha habido problemas de peso, y siempre ha habido que rediseñar, estrujarse el cerebro y "afilar el lápiz de los cálculos" para conseguir adelgazar el diseño inicial y meterlo dentro de los márgenes aceptables; es lógico. Pero que para conseguirlo haya que renunciar a alguna de las prestaciones recogidas en la especificación original, es algo en principio impensable, que representaría un gran fracaso. Si en la NASA han llegado ya a plantearse este extremo, es que realmente tienen serios problemas en el programa. (Imagen: NASA)
Ya hablamos por aquí de ciertos rumores sobre problemas de desarrollo del conjunto Ares-Orión, relacionados con el peso: según esos rumores, la potencia del Ares sería insuficiente para soportar la masa estimada para la nave Orión. Estos rumores fueron rápidamente desmentidos por la NASA, pero lo cierto es que parece que algún problema serio de peso debe haber según lo que se ha filtrado en los últimos días.
Y es que el nuevo rumor (en ambos casos procedente de círculos próximos a la NASA o sus subcontratistas, en este caso Lockheed Martin) plantea que los problemas de sobrepeso del Orión son tan serios, que la NASA habría decidido renunciar a su idea inicial de hacerlo aterrizar sobre tierra firme, restringiendo el diseño a amerizajes sobre el mar, de forma análoga a los anteriores proyectos espaciales norteamericanos que utilizaron cápsulas (Mercury, Gemini y Apollo). De esta forma se pueden eliminar los sistemas finales de amortiguación del aterrizaje (airbags eran lo previsto para la Orión) aprovechando la "elasticidad" del agua, ahorrándose un peso considerable.
De acuerdo a dichos rumores, la NASA ya habría solicitado a Lockheed Martin (empresa a cargo del diseño de la nave Orión) que procediera con dichos cambios. La noticia sin confirmar se extendió rápidamente por la comunidad espacial (todo apunta a una filtración desde Lockheed) y la NASA se ha apresurado a aclararlo, aunque sin desmentirlo; en una declarción muy breve, se declara que "La NASA no ha abandonado el concepto de las reentradas sobre tierra. La decisión aún no ha sido tomada". A la pregunta directa "¿Ha retirado la NASA el requisito de que el Orión realice aterrizajes terrestres rutinarios en lugar de en el océano? ¿Ha ordenado la NASA a Lockheed Martin que lleve a cabo estos cambios en el diseño del Orión?", Scott Horowitz, Administrador Asociado de la NASA y a cargo de la Dirección de Misión de Sistemas de Exploración ha declarado: "No. Se está estudiando, es parte de las evaluaciones para ver qué efectos sobre el peso tiene cada requisito, incluyendo el aterrizaje nominal sobre tierra".
Es decir, se desmiente que se haya tomado ya la decisión, pero se reconoce que es una opción en estudio para ahorrar peso. Lo cual viene a confirmar que hay serios problemas de sobrepeso en el desarrollo del proyecto, si se ha llegado a plantear una alternativa tan drástica como ésta.
Y es que la opción de aterrizar sobre tierra firme no es ninguna tontería, y su eliminación restaría muchos enteros a las prestaciones de la futura nave Orión. Porque entre aterrizar sobre territorio norteamericano o en medio del Pacífico, hay mucha diferencia.
Esa diferencia está, fundamentalmente, en el coste, directamente asociado a la enorme logística necesaria para un rescate sobre el mar. Para cada misión Apollo, toda una flotilla de barcos, aviones y helicópteros era necesaria para asistir a las misiones Apollo a su vuelta a la Tierra, incluyendo un portaaviones. Miles de personas asistían a la operación de rescate, que se prolongaba a lo largo de varios días, desde la partida de la flota del puerto, hasta su retorno al mismo una vez finalizada la misión. No cuesta mucho imaginar que el coste asociado a este operativo era impresionante. Eso sin contar con otros inconvenientes menores, como un mayor retraso en la llegada de los astronautas al centro de la NASA correspondiente y al encuentro con sus familias, por ejemplo.
Por supuesto, si este tipo de recuperaciones se han llevado a cabo anteriormente, pueden seguir realizándose ahora. Pero está claro que uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la exploración espacial es el coste de las misiones, y que disminuir drásticamente el coste por misión es el objetivo último que hay que perseguir si pretendemos llevar a cabo una actividad de exploración espacial seria y mantenida en el tiempo. Ya se renunció a este objetivo en su mayor parte en el planteamiento del programa Ares-Orión cuando se eligió el concepto cápsula-lanzador convencional de cara a unos menores costes de desarrollo iniciales; pero seguir renunciando a otras prestaciones como la de recuperación terrestre no hace sino empeorar cada vez más los costes finales de operación del vehículo, alejándonos más y más de ese objetivo claro común a toda la comunidad espacial, e hipotecando en parte el futuro para los próximos 30 años, más o menos.
Está claro que esto lo saben los gestores de la NASA, y por ello, simplemente el hecho de plantearse esta opción demuestra lo graves que deben ser los problemas de sobrepeso del programa. Como decía en la anterior entrada sobre este tema, éste es un mal endémico de la industria aeroespacial, siendo un problema presente en todo programa a lo largo de su desarrollo. Y es lógico que así sea, pues conseguir un diseño óptimo con el mínimo peso es uno de los objetivos claves de esta industria, y por ello el objetivo de peso máximo se plantea como un gran reto desde el principio. Como digo, en todos los proyectos en los que he trabajado siempre ha habido problemas de peso, y siempre ha habido que rediseñar, estrujarse el cerebro y "afilar el lápiz de los cálculos" para conseguir adelgazar el diseño inicial y meterlo dentro de los márgenes aceptables; es lógico. Pero que para conseguirlo haya que renunciar a alguna de las prestaciones recogidas en la especificación original, es algo en principio impensable, que representaría un gran fracaso. Si en la NASA han llegado ya a plantearse este extremo, es que realmente tienen serios problemas en el programa. (Imagen: NASA)
3 comentarios:
hola, solo quería preguntar una cosa no relacionada con el artículo y que hace tiempo que tengo curiosidad. ¿Por qué antes de un paseo espacial han de disminuir la cantidad de nitrógeno en sangre? Siento de antemano que tenga que escribirlo en los comentarios de un post que no tiene relación.
Se me acaba de ocurrir que podría abrir un hilo nuevo titulado "Consultorio", o "Preguntas y respuestas", para estas ocasiones... A ver si lo llevo a cabo.
La razón por la que los astronautas deben seguir determinados procedimientos para eliminar el nitrógeno de su sangre de forma previa a una salida al espacio, es para prevenir los efectos negativos que tendría su ebullición ante el cambio de presión. Es la misma razón por la que los submarinistas deben realizar paradas de descompresión durante su ascenso a la superficie desde las profundidades.
La razón es que los trajes espaciales están presurizados a un valor de aproximadamente un tercio de la presión atmosférica habitual (la presente dentro de la ISS y del Shuttle). Pasar bruscamente de una presión mayor a una inferior haría hervir el nitrógeno en la sangre, con efectos que van desde una sensación similar a la borrachera, hasta la muerte.
Puedes leer más sobre el tema buscando en Google (prueba con "descompresión", por ejemplo). Saludos.
Muchísimas gracias, estaría muy bien que habrieses un consultorio o algo, una especie de foro creo yo. Saludos.
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