Se me ocurre escribir esta entradilla al leer que en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, han distribuido una circular entre los empleados pidiéndoles no utilizar un determinado tipo de porta-tarjetas de identidad, por haberse detectado que puede convertirse en una peligrosa fuente de FOD. La noticia no tiene el más mínimo interés, pero se me ha ocurrido que podría hablar un poco sobre la lucha contra el FOD en la industria aeroespacial, algo muy poco conocido fuera de los círculos especializados.
¿FOD? ¿Qué es eso? ¿Fiebre de Origen Desconocido? ¿Female Orgasmic Disorder? No, sin duda esas cosas también merecen atención, pero en terminología aeroespacial, cuando hablamos de FOD nos referimos al “Foreign Object Damage”, o daños por objetos extraños. Hace referencia al peligro que pueden suponer pequeños objetos olvidados durante la fabricación del aparato para la operación de éste.
Supongo que en medicina, aunque no usen esta expresión, podríamos hablar de algo similar: todos hemos oído hablar de algún caso en el que un cirujano olvida alguna gasa o, en ocasiones hasta algún bisturí, en el interior de algún paciente al que operaba. Así que creo que todos entenderemos que si se puede olvidar algo así dentro de un ser humano, mucho más fácil será olvidarse herramientas o tornillos dentro de una estructura aeronáutica cuando la estás fabricando.
Imaginaos el peligro que podría suponer, por ejemplo, un martillo olvidado en el interior de un ala cuando el avión está en vuelo: a cada maniobra, el martillo se movería de un lado para otro golpeando todo lo que encuentre a su paso. Si la estructura es metálica, sufrirá sin duda, pero si es de fibra de carbono (un material cada vez más extensamente utilizado en la industria aeroespacial), puede provocar peligrosos daños estructurales (el carbono es resistente pero frágil). Eso por no hablar de los daños que podría provocar a conducciones hidráulicas, o a cables eléctricos; o la posibilidad, simplemente, de que termine bloqueando alguna parte móvil, impidiendo su funcionamiento.
Afortunadamente, no se usan muchos martillos para fabricar aviones o vehículos espaciales, pero si en lugar de en martillos pensáis en remachadoras, llaves, o cualquier otra herramienta, veréis que la diferencia es escasa. Para minimizar los riesgos, en todas las plantas de montaje de estructuras aeroespaciales (y en los talleres de mantenimiento) se lleva un cuidadoso control de las herramientas, comprobando al final de cada turno que no se ha perdido ninguna en el interior de las estructuras montadas. Pero si controlar herramientas es fácil, no lo es tanto controlar otros elementos como tornillos, tuercas o remaches, de los cuales suele haber miles de unidades circulando por el taller. Aunque sin duda no es tan grave dejar un tornillo suelto dentro de un ala como dejar un martillo, a la larga los efectos pueden ser igualmente peligrosos, por el continuo golpeteo, o la posibilidad de atascar mecanismos o conductos. Imaginaos ahora si la tuerquecilla olvidada no está dentro de un ala sino en el interior de un motor: los resultados podrían ser catastróficos.
Por ello, incluso con estos pequeños elementos se tiene también un especial cuidado cuando se trabaja en este sector. En estructuras pequeñas es habitual agitarlas un poco a ver si suena algo suelto por dentro una vez montadas. Lógicamente, un ala no puedes agitarla con las manos, pero se inspecciona también en busca de posibles elementos perdidos. Una vez localizados, se extraen, aunque en alguna ocasión hay otras soluciones: si por alguna razón ya es imposible sacarlos (y hay casos), la solución puede ser inmovilizarlos: un pegote de sellante y ese collar de remache rebelde quedará íntimamente unido al revestimiento del avión durante toda su vida. Problema arreglado.
En astronáutica, el problema se agrava: a las consideraciones anteriores hay que añadir el hecho de que, una vez en órbita, cualquier pequeño objeto olvidado durante la fabricación es susceptible de salir volando por donde menos te lo esperas. A pesar de las extraordinarias medidas de limpieza y de control de FOD que existen en la construcción de vehículos espaciales, no es extraño encontrar declaraciones de astronautas que hablan de cómo, una vez alcanzada la órbita terrestre, han visto pasar por delante de sus ojos alguna arandela o algún tornillito olvidado por los equipos de montaje. En estos casos, el peligro no es sólo de golpeteo o bloqueo de otros elementos, sino incluso el de inhalación por parte de los astronautas, en el caso de elementos de muy pequeño tamaño. Como podéis ver, en el caso del FOD, cualquier precaución es poca; incluso como para suspender el uso de ciertos tipos de porta-tarjetas. (Foto: Airbus)
¿FOD? ¿Qué es eso? ¿Fiebre de Origen Desconocido? ¿Female Orgasmic Disorder? No, sin duda esas cosas también merecen atención, pero en terminología aeroespacial, cuando hablamos de FOD nos referimos al “Foreign Object Damage”, o daños por objetos extraños. Hace referencia al peligro que pueden suponer pequeños objetos olvidados durante la fabricación del aparato para la operación de éste.
Supongo que en medicina, aunque no usen esta expresión, podríamos hablar de algo similar: todos hemos oído hablar de algún caso en el que un cirujano olvida alguna gasa o, en ocasiones hasta algún bisturí, en el interior de algún paciente al que operaba. Así que creo que todos entenderemos que si se puede olvidar algo así dentro de un ser humano, mucho más fácil será olvidarse herramientas o tornillos dentro de una estructura aeronáutica cuando la estás fabricando.
Imaginaos el peligro que podría suponer, por ejemplo, un martillo olvidado en el interior de un ala cuando el avión está en vuelo: a cada maniobra, el martillo se movería de un lado para otro golpeando todo lo que encuentre a su paso. Si la estructura es metálica, sufrirá sin duda, pero si es de fibra de carbono (un material cada vez más extensamente utilizado en la industria aeroespacial), puede provocar peligrosos daños estructurales (el carbono es resistente pero frágil). Eso por no hablar de los daños que podría provocar a conducciones hidráulicas, o a cables eléctricos; o la posibilidad, simplemente, de que termine bloqueando alguna parte móvil, impidiendo su funcionamiento.
Afortunadamente, no se usan muchos martillos para fabricar aviones o vehículos espaciales, pero si en lugar de en martillos pensáis en remachadoras, llaves, o cualquier otra herramienta, veréis que la diferencia es escasa. Para minimizar los riesgos, en todas las plantas de montaje de estructuras aeroespaciales (y en los talleres de mantenimiento) se lleva un cuidadoso control de las herramientas, comprobando al final de cada turno que no se ha perdido ninguna en el interior de las estructuras montadas. Pero si controlar herramientas es fácil, no lo es tanto controlar otros elementos como tornillos, tuercas o remaches, de los cuales suele haber miles de unidades circulando por el taller. Aunque sin duda no es tan grave dejar un tornillo suelto dentro de un ala como dejar un martillo, a la larga los efectos pueden ser igualmente peligrosos, por el continuo golpeteo, o la posibilidad de atascar mecanismos o conductos. Imaginaos ahora si la tuerquecilla olvidada no está dentro de un ala sino en el interior de un motor: los resultados podrían ser catastróficos.
Por ello, incluso con estos pequeños elementos se tiene también un especial cuidado cuando se trabaja en este sector. En estructuras pequeñas es habitual agitarlas un poco a ver si suena algo suelto por dentro una vez montadas. Lógicamente, un ala no puedes agitarla con las manos, pero se inspecciona también en busca de posibles elementos perdidos. Una vez localizados, se extraen, aunque en alguna ocasión hay otras soluciones: si por alguna razón ya es imposible sacarlos (y hay casos), la solución puede ser inmovilizarlos: un pegote de sellante y ese collar de remache rebelde quedará íntimamente unido al revestimiento del avión durante toda su vida. Problema arreglado.
En astronáutica, el problema se agrava: a las consideraciones anteriores hay que añadir el hecho de que, una vez en órbita, cualquier pequeño objeto olvidado durante la fabricación es susceptible de salir volando por donde menos te lo esperas. A pesar de las extraordinarias medidas de limpieza y de control de FOD que existen en la construcción de vehículos espaciales, no es extraño encontrar declaraciones de astronautas que hablan de cómo, una vez alcanzada la órbita terrestre, han visto pasar por delante de sus ojos alguna arandela o algún tornillito olvidado por los equipos de montaje. En estos casos, el peligro no es sólo de golpeteo o bloqueo de otros elementos, sino incluso el de inhalación por parte de los astronautas, en el caso de elementos de muy pequeño tamaño. Como podéis ver, en el caso del FOD, cualquier precaución es poca; incluso como para suspender el uso de ciertos tipos de porta-tarjetas. (Foto: Airbus)
2 comentarios:
Muy interesante. Por cierto, ¿dónde habías leído esa noticia? ¿Puedes recomendar algún blog o página de noticias interesante (aunque esté en inglés)?
Bueno, la noticia era apenas un párrafo, informando simplemente del comunicado que se había hecho circular por el KSC sobre el uso de porta-tarjetas. No recuerdo en este momento de dónde lo saqué, leo multitud de cosas diariamente de diferentes fuentes. Si lo que te interesan son noticias en general, en español es muy bueno el blog de Manuel Montes, Noticias del Espacio (http://notesp.blogspot.com). En inglés tienes, entre otros, space.com, o spacedaily, por ejemplo. También el Florida Today y otros periódicos generalistas publican noticias con frecuencia. Y luego páginas más personales, foros...
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