Uno ya tiene una edad en la que empieza a no sorprenderse de casi nada. Con el tiempo te vas dando cuenta de que nada es blanco ni negro, que nada es totalmente bueno o totalmente malo, y que no todo es lo que parece. Sin embargo, no deja de ser triste encontrarse con hechos como el que voy a relataros aquí.
En el contexto de la historia espacial, siempre se ha puesto a la época soviética como un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas en materia de transparencia informativa. Efectivamente, durante décadas los rusos no sólo ocultaron buena parte de lo que ocurría en su programa espacial (y en muchas otras áreas, por supuesto), sino que a menudo mintieron descaradamente e incluso llegaron a falsificar documentación, como los famosos retoques de fotografías para eliminar a personajes que con el paso del tiempo se habían convertido en personas “non gratas” (lo que daría pie a numerosas leyendas sobre cosmonautas muertos en misiones secretas, demostrando que a menudo lo que se consigue con el secretismo es mucho peor que lo que se pretendía evitar).
Frente a esto, la NASA y los Estados Unidos aparecían como un ejemplo de honestidad y transparencia. Por supuesto, la parte militar siempre ha estado “clasificada” y nunca se ha dado información sobre ello (bueno, ahora, cinco décadas después, empiezan a desclasificarse documentos sobre algunas de las primeras misiones), pero esto parecía lógico, y de todas formas no es lo mismo ocultar algo que mentir sobre ello.
Pues bien, no es así. La NASA también miente cuando le interesa. Y por razones no muy diferentes a las que originaban muchas de las mentiras soviéticas. ¿Recordáis todas esas misiones rusas que se declaraban como “un éxito”, que transcurrían “sin novedad”, y que con el paso de los años se demostró que habían estado repletas de fallos en ocasiones de suma gravedad? Parecía que eso nunca ocurriría con la NASA, ¿verdad? Inocentes…
No me refiero a ocultar algún dato o a intentar suavizar algún problema. Uno puede entender que ciertos incidentes menores ocurridos durante las misiones no se cuenten a la opinión pública; al fin y al cabo, a nadie le agrada exponer los trapos sucios. También se puede entender que se intenten minimizar los problemas de cara al exterior con una sonrisa mientras por dentro se sufren sudores para solucionarlos. Esto se entiende. Pero hablamos de algo mucho más grave, desde mi punto de vista.
No es la primera vez que la NASA miente. Seguro que lo ha hecho muchas veces, pero en el contexto que comentaba arriba, muchas “mentirijillas” pueden considerarse “pasables”. Mintieron, por ejemplo, cuando en 1997 quisieron quitar importancia al grave incendio que tuvo lugar en el interior de la Mir comunicando que su duración había sido de 90 segundos. Cuando el astronauta norteamericano que lo sufrió a bordo volvió a la Tierra y se sintió indignado ante esta mentira, explicando a la prensa que el fuego se mantuvo sin posibilidad de ser extinguido durante 15 minutos, la NASA se justificó diciendo que seguramente alguien había añadido por error un punto entre el 1 y el 5, convirtiendo los 15 minutos en 1,5, es decir, 90 segundos. En fin, se les vio el plumero, pero al menos nunca ocultaron que el fuego había existido.
Pero lo que voy a contaros ahora me parece bastante serio, y para mi supone un importante descrédito para la política informativa de la agencia norteamericana. Se trata del intento de ocultar el grave problema ocurrido durante el aterrizaje de la misión STS-37 del transbordador espacial, el 11 de abril de 1991, habiéndose llegado a tergiversar documentos oficiales para encubrirlo.
Me refiero al informe de la misión, el “Mission Report” que se edita para cada una de las misiones del transbordador espacial. Este informe recoge los principales eventos de la misión, incluidos pequeños problemas, con una extensión que en este caso concreto es de 33 páginas. Se trata de un documento que la NASA ofrece como de acceso público, en lo que parece una fantástica muestra de transparencia informativa, al tratarse de un documento puramente técnico. El problema es que esta transparencia se convierte en una estafa cuando se demuestra que el documento miente flagrantemente.
No creo estarme pasando al decir esto, teniendo en cuenta que en la página 3 del documento (página 8 del pdf disponible a través del servidor de documentos técnicos de la NASA) dice, refiriéndose al aterrizaje, que éste “fue normal en todos los aspectos”. No sabía que ahora se consideraba normal aterrizar fuera de pista porque al piloto le había resultado imposible llegar a alcanzarla.
El informe no habla en ningún otro lugar de los problemas sufridos durante la fase de aproximación y aterrizaje. A esta fase, que generó momentos de gran tensión tanto en tierra como a bordo del Atlantis, el informe le dedica un único párrafo de 5 líneas en la página 3, con las horas de toma de contacto con tierra y el comentario de que “fue normal en todos los aspectos”. Señores, esto para mi es una flagrante mentira, y que luego me ofrezcan este documento técnico magnánimamente como prueba de transparencia, me parece una tomadura de pelo. ¿Qué credibilidad le doy a toda esta información suministrada “abiertamente” por la NASA a partir de ahora?
No me extenderé mucho sobre los problemas de la misión STS-37 durante su aproximación y aterrizaje a la Base Aérea de Edwards, porque requerirían un artículo específico (está hecho, y saldrá en el número de octubre de Espacio), pero os diré brevemente que, debido a una combinación de fuertes vientos en la zona de aterrizaje, mala comunicación entre el control de la misión y la tripulación, y algún pequeño fallo humano adicional del piloto, la tripulación del Atlantis se encontró en la fase final de la aproximación con su aparato cayendo a tierra sin posibilidad alguna de alcanzar la pista de aterrizaje. La toma de contacto con el suelo se produjo 1600 pies antes de la cabecera de pista (casi 500 metros), y no terminó en catástrofe gracias a que se producía sobre la perfectamente llana extensión de un lago seco. De haberse producido este mismo problema en la pista pavimentada del Centro Espacial Kennedy, en Florida, es muy posible que la misión hubiera terminado en desastre. Todo esto lo sabemos gracias a que lo ha revelado el que fuera entrenador de vuelo de los astronautas para la fase de aterrizaje en aquella época, Daniel Deger. También la revista Aviation Week mencionó muy brevemente el problema tras la finalización de la misión, a través de unas breves declaraciones del comandante a su corresponsal, pero sin dar ningún tipo de detalle. Por parte de la NASA, no parece que nunca haya habido información oficial del incidente. No puedo asegurarlo al 100%, ya que en 1991 Internet no era lo que es hoy día, y para comprobar exhaustivamente la prensa de aquella fecha tendría que meterme en alguna hemeroteca norteamericana (cosa que, lógicamente, no me resulta muy práctico); pero el hecho de que no aparezca reflejado en ninguna publicación posterior, en ninguna recopilación de accidentes o incidentes, y que sea tan desconocido para la mayoría de los aficionados, me hace pensar que, efectivamente, la NASA nunca informó de ello. Desde luego, lo que sí puedo asegurar es que, a día de hoy, no he podido encontrar ningún documento público de la NASA sobre aquella misión (y hay bastantes) que refleje el incidente.
Para los lectores más “frikis”, os comentaré que hay algunas pequeñas discrepancias entre lo publicado en su día por Aviation Week y las declaraciones más recientes de Daniel Deger al respecto de la misión STS-37. Son datos que no he podido incluir en el artículo de Espacio por razones de extensión, pero que comentaré aquí para los interesados: según Aviation Week, la toma de contacto con el suelo se realizó a 600 pies de la cabecera de pista, mientras que según Deger fue a 1600 pies; puesto en contacto con Deger para comentarlo, él me confirma que 1600 pies es la cifra correcta, y por su vehemencia me inclino a pensar que lo de Aviation Week pudo ser una errata. Otra discrepancia está en la velocidad de toma de tierra, que para la revista fue de 167 nudos y para Deger de 157 (siempre muy por debajo del mínimo establecido, en cualquier caso); personalmente, no sabría por quién decantarme en este dato.
Ha habido algún otro caso similar, aunque ha podido corregirse sin llegar a estos extremos. Sabemos de al menos otra misión (STS-31) que sufrió serios problemas para alcanzar la pista, y que sólo lo consiguió después de que el piloto “estirase” al máximo la senda de planeo a costa de disminuir su velocidad por debajo de los límites marcados por los procedimientos. Tampoco esto había sido revelado oficialmente por la NASA, pero uno puede entender que un caso así no salga a la luz, y hasta que se pueda considerar como un aterrizaje más o menos “normal” (el piloto no diría lo mismo, pero bueno, al menos se consiguió salvar la situación y se aterrizó en la pista sin mayor problema). Pero un aterrizaje 500 metros antes de la cabecera de pista, como el del Atlantis en la misión STS-37, no es normal por mucho que intenten convencerme de ello. ¿Que afortunadamente el suelo era como un espejo y no pasó nada? Pues sí, menos mal. Pero no creo que eso le convenza a nadie de que el aterrizaje ha sido normal; vamos, ni borracho…
Como decía al comienzo de esta entrada, es muy triste encontrarse con algo así. No ya por el hecho de haberlo intentado ocultar, que puede ser disculpable, sino por presentar los hechos de forma tergiversada en un documento oficial. Lo más triste para mí es que ya nunca me sentiré seguro confiando en un documento oficial de la NASA. Porque estoy convencido de que casos como éste son la excepción… ¿pero cómo saber si el documento que te interesa, el que estás utilizando tras una larga búsqueda para documentarte sobre algún oscuro asunto de la historia de la exploración espacial, es una de estas excepciones?
En los inicios de la exploración espacial, se ponía la transparencia de la NASA, sacando a la luz los problemas de sus misiones, como un ejemplo de buen hacer frente al secretismo soviético. Ello le dio a la NASA una gran credibilidad, y lo que inicialmente podía parecer una debilidad, al ser el mundo entero testigo de sus fracasos, se convirtió en realidad en una gran fortaleza que le proporcionó un gran prestigio. La NASA se dio cuenta de esto, y convirtió la transparencia informativa en su bandera.
Ahora, parece que esta organización ha caído en el mismo grave error que su antiguo rival, intentando ocultar los problemas de cara al exterior para dar una imagen de buen hacer y armonía, aunque sea a costa de falsear el contenido de un documento técnico. Esa transparencia informativa que iniciaron en su día se les ha vuelto en contra cuando han querido empezar a ocultar información; no podían dejar sin publicar un “Mission Report”, porque lo habían hecho siempre, era una de sus muestras de transparencia, y no hacer público uno demostraría que había algo que ocultar. Así que se mantuvo la política de apertura, pero falseando el contenido. Esto es una traición a toda la tradición de la organización, y a toda la opinión pública. Con actuaciones como ésta, toda la credibilidad que ganaron en su día la han perdido.
Pero no es sólo eso. No sólo es que con estas actuaciones la NASA pierda la credibilidad y la honestidad que tradicionalmente se le han atribuido, lo cual ya es suficientemente grave por sí solo. Es que, además, creo que pretender ocultar los problemas es un gran error. Y ellos deberían saberlo más que nadie. Como decía antes, la NASA se engrandeció en los comienzos del programa espacial precisamente cuando la gente pudo ver los problemas, las enormes dificultades que encerraba el vuelo espacial, con sus riesgos y sus fracasos, y cómo se fueron solucionando. Si se quiere de verdad apasionar a la gente con la astronáutica, se conseguirá mucho mejor presentando ésta como lo que es, una actividad tremendamente compleja y repleta de riesgos que se van sorteando con esfuerzo, y no como un camino de rosas que se recorre de forma rutinaria y sin incidentes, que es lo que parece que se quiere hacer ver desde la década de los 80-90. Para mí, esto es un error. Y si además se lleva al extremo comentado aquí de caer en la deshonestidad, rozando la falsedad documental, se convierte en un grave error que podría echar por tierra todo el prestigio y la credibilidad conseguidos a lo largo de los 50 años de vida de la organización. Sin embargo, por suerte pare ellos (triste suerte), el interés por la actividad espacial es tan escaso hoy en día que al final estas revelaciones terminan pasando totalmente desapercibidas. (Imagen: Disney)
En el contexto de la historia espacial, siempre se ha puesto a la época soviética como un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas en materia de transparencia informativa. Efectivamente, durante décadas los rusos no sólo ocultaron buena parte de lo que ocurría en su programa espacial (y en muchas otras áreas, por supuesto), sino que a menudo mintieron descaradamente e incluso llegaron a falsificar documentación, como los famosos retoques de fotografías para eliminar a personajes que con el paso del tiempo se habían convertido en personas “non gratas” (lo que daría pie a numerosas leyendas sobre cosmonautas muertos en misiones secretas, demostrando que a menudo lo que se consigue con el secretismo es mucho peor que lo que se pretendía evitar).
Frente a esto, la NASA y los Estados Unidos aparecían como un ejemplo de honestidad y transparencia. Por supuesto, la parte militar siempre ha estado “clasificada” y nunca se ha dado información sobre ello (bueno, ahora, cinco décadas después, empiezan a desclasificarse documentos sobre algunas de las primeras misiones), pero esto parecía lógico, y de todas formas no es lo mismo ocultar algo que mentir sobre ello.
Pues bien, no es así. La NASA también miente cuando le interesa. Y por razones no muy diferentes a las que originaban muchas de las mentiras soviéticas. ¿Recordáis todas esas misiones rusas que se declaraban como “un éxito”, que transcurrían “sin novedad”, y que con el paso de los años se demostró que habían estado repletas de fallos en ocasiones de suma gravedad? Parecía que eso nunca ocurriría con la NASA, ¿verdad? Inocentes…
No me refiero a ocultar algún dato o a intentar suavizar algún problema. Uno puede entender que ciertos incidentes menores ocurridos durante las misiones no se cuenten a la opinión pública; al fin y al cabo, a nadie le agrada exponer los trapos sucios. También se puede entender que se intenten minimizar los problemas de cara al exterior con una sonrisa mientras por dentro se sufren sudores para solucionarlos. Esto se entiende. Pero hablamos de algo mucho más grave, desde mi punto de vista.
No es la primera vez que la NASA miente. Seguro que lo ha hecho muchas veces, pero en el contexto que comentaba arriba, muchas “mentirijillas” pueden considerarse “pasables”. Mintieron, por ejemplo, cuando en 1997 quisieron quitar importancia al grave incendio que tuvo lugar en el interior de la Mir comunicando que su duración había sido de 90 segundos. Cuando el astronauta norteamericano que lo sufrió a bordo volvió a la Tierra y se sintió indignado ante esta mentira, explicando a la prensa que el fuego se mantuvo sin posibilidad de ser extinguido durante 15 minutos, la NASA se justificó diciendo que seguramente alguien había añadido por error un punto entre el 1 y el 5, convirtiendo los 15 minutos en 1,5, es decir, 90 segundos. En fin, se les vio el plumero, pero al menos nunca ocultaron que el fuego había existido.
Pero lo que voy a contaros ahora me parece bastante serio, y para mi supone un importante descrédito para la política informativa de la agencia norteamericana. Se trata del intento de ocultar el grave problema ocurrido durante el aterrizaje de la misión STS-37 del transbordador espacial, el 11 de abril de 1991, habiéndose llegado a tergiversar documentos oficiales para encubrirlo.
Me refiero al informe de la misión, el “Mission Report” que se edita para cada una de las misiones del transbordador espacial. Este informe recoge los principales eventos de la misión, incluidos pequeños problemas, con una extensión que en este caso concreto es de 33 páginas. Se trata de un documento que la NASA ofrece como de acceso público, en lo que parece una fantástica muestra de transparencia informativa, al tratarse de un documento puramente técnico. El problema es que esta transparencia se convierte en una estafa cuando se demuestra que el documento miente flagrantemente.
No creo estarme pasando al decir esto, teniendo en cuenta que en la página 3 del documento (página 8 del pdf disponible a través del servidor de documentos técnicos de la NASA) dice, refiriéndose al aterrizaje, que éste “fue normal en todos los aspectos”. No sabía que ahora se consideraba normal aterrizar fuera de pista porque al piloto le había resultado imposible llegar a alcanzarla.
El informe no habla en ningún otro lugar de los problemas sufridos durante la fase de aproximación y aterrizaje. A esta fase, que generó momentos de gran tensión tanto en tierra como a bordo del Atlantis, el informe le dedica un único párrafo de 5 líneas en la página 3, con las horas de toma de contacto con tierra y el comentario de que “fue normal en todos los aspectos”. Señores, esto para mi es una flagrante mentira, y que luego me ofrezcan este documento técnico magnánimamente como prueba de transparencia, me parece una tomadura de pelo. ¿Qué credibilidad le doy a toda esta información suministrada “abiertamente” por la NASA a partir de ahora?
No me extenderé mucho sobre los problemas de la misión STS-37 durante su aproximación y aterrizaje a la Base Aérea de Edwards, porque requerirían un artículo específico (está hecho, y saldrá en el número de octubre de Espacio), pero os diré brevemente que, debido a una combinación de fuertes vientos en la zona de aterrizaje, mala comunicación entre el control de la misión y la tripulación, y algún pequeño fallo humano adicional del piloto, la tripulación del Atlantis se encontró en la fase final de la aproximación con su aparato cayendo a tierra sin posibilidad alguna de alcanzar la pista de aterrizaje. La toma de contacto con el suelo se produjo 1600 pies antes de la cabecera de pista (casi 500 metros), y no terminó en catástrofe gracias a que se producía sobre la perfectamente llana extensión de un lago seco. De haberse producido este mismo problema en la pista pavimentada del Centro Espacial Kennedy, en Florida, es muy posible que la misión hubiera terminado en desastre. Todo esto lo sabemos gracias a que lo ha revelado el que fuera entrenador de vuelo de los astronautas para la fase de aterrizaje en aquella época, Daniel Deger. También la revista Aviation Week mencionó muy brevemente el problema tras la finalización de la misión, a través de unas breves declaraciones del comandante a su corresponsal, pero sin dar ningún tipo de detalle. Por parte de la NASA, no parece que nunca haya habido información oficial del incidente. No puedo asegurarlo al 100%, ya que en 1991 Internet no era lo que es hoy día, y para comprobar exhaustivamente la prensa de aquella fecha tendría que meterme en alguna hemeroteca norteamericana (cosa que, lógicamente, no me resulta muy práctico); pero el hecho de que no aparezca reflejado en ninguna publicación posterior, en ninguna recopilación de accidentes o incidentes, y que sea tan desconocido para la mayoría de los aficionados, me hace pensar que, efectivamente, la NASA nunca informó de ello. Desde luego, lo que sí puedo asegurar es que, a día de hoy, no he podido encontrar ningún documento público de la NASA sobre aquella misión (y hay bastantes) que refleje el incidente.
Para los lectores más “frikis”, os comentaré que hay algunas pequeñas discrepancias entre lo publicado en su día por Aviation Week y las declaraciones más recientes de Daniel Deger al respecto de la misión STS-37. Son datos que no he podido incluir en el artículo de Espacio por razones de extensión, pero que comentaré aquí para los interesados: según Aviation Week, la toma de contacto con el suelo se realizó a 600 pies de la cabecera de pista, mientras que según Deger fue a 1600 pies; puesto en contacto con Deger para comentarlo, él me confirma que 1600 pies es la cifra correcta, y por su vehemencia me inclino a pensar que lo de Aviation Week pudo ser una errata. Otra discrepancia está en la velocidad de toma de tierra, que para la revista fue de 167 nudos y para Deger de 157 (siempre muy por debajo del mínimo establecido, en cualquier caso); personalmente, no sabría por quién decantarme en este dato.
Ha habido algún otro caso similar, aunque ha podido corregirse sin llegar a estos extremos. Sabemos de al menos otra misión (STS-31) que sufrió serios problemas para alcanzar la pista, y que sólo lo consiguió después de que el piloto “estirase” al máximo la senda de planeo a costa de disminuir su velocidad por debajo de los límites marcados por los procedimientos. Tampoco esto había sido revelado oficialmente por la NASA, pero uno puede entender que un caso así no salga a la luz, y hasta que se pueda considerar como un aterrizaje más o menos “normal” (el piloto no diría lo mismo, pero bueno, al menos se consiguió salvar la situación y se aterrizó en la pista sin mayor problema). Pero un aterrizaje 500 metros antes de la cabecera de pista, como el del Atlantis en la misión STS-37, no es normal por mucho que intenten convencerme de ello. ¿Que afortunadamente el suelo era como un espejo y no pasó nada? Pues sí, menos mal. Pero no creo que eso le convenza a nadie de que el aterrizaje ha sido normal; vamos, ni borracho…
Como decía al comienzo de esta entrada, es muy triste encontrarse con algo así. No ya por el hecho de haberlo intentado ocultar, que puede ser disculpable, sino por presentar los hechos de forma tergiversada en un documento oficial. Lo más triste para mí es que ya nunca me sentiré seguro confiando en un documento oficial de la NASA. Porque estoy convencido de que casos como éste son la excepción… ¿pero cómo saber si el documento que te interesa, el que estás utilizando tras una larga búsqueda para documentarte sobre algún oscuro asunto de la historia de la exploración espacial, es una de estas excepciones?
En los inicios de la exploración espacial, se ponía la transparencia de la NASA, sacando a la luz los problemas de sus misiones, como un ejemplo de buen hacer frente al secretismo soviético. Ello le dio a la NASA una gran credibilidad, y lo que inicialmente podía parecer una debilidad, al ser el mundo entero testigo de sus fracasos, se convirtió en realidad en una gran fortaleza que le proporcionó un gran prestigio. La NASA se dio cuenta de esto, y convirtió la transparencia informativa en su bandera.
Ahora, parece que esta organización ha caído en el mismo grave error que su antiguo rival, intentando ocultar los problemas de cara al exterior para dar una imagen de buen hacer y armonía, aunque sea a costa de falsear el contenido de un documento técnico. Esa transparencia informativa que iniciaron en su día se les ha vuelto en contra cuando han querido empezar a ocultar información; no podían dejar sin publicar un “Mission Report”, porque lo habían hecho siempre, era una de sus muestras de transparencia, y no hacer público uno demostraría que había algo que ocultar. Así que se mantuvo la política de apertura, pero falseando el contenido. Esto es una traición a toda la tradición de la organización, y a toda la opinión pública. Con actuaciones como ésta, toda la credibilidad que ganaron en su día la han perdido.
Pero no es sólo eso. No sólo es que con estas actuaciones la NASA pierda la credibilidad y la honestidad que tradicionalmente se le han atribuido, lo cual ya es suficientemente grave por sí solo. Es que, además, creo que pretender ocultar los problemas es un gran error. Y ellos deberían saberlo más que nadie. Como decía antes, la NASA se engrandeció en los comienzos del programa espacial precisamente cuando la gente pudo ver los problemas, las enormes dificultades que encerraba el vuelo espacial, con sus riesgos y sus fracasos, y cómo se fueron solucionando. Si se quiere de verdad apasionar a la gente con la astronáutica, se conseguirá mucho mejor presentando ésta como lo que es, una actividad tremendamente compleja y repleta de riesgos que se van sorteando con esfuerzo, y no como un camino de rosas que se recorre de forma rutinaria y sin incidentes, que es lo que parece que se quiere hacer ver desde la década de los 80-90. Para mí, esto es un error. Y si además se lleva al extremo comentado aquí de caer en la deshonestidad, rozando la falsedad documental, se convierte en un grave error que podría echar por tierra todo el prestigio y la credibilidad conseguidos a lo largo de los 50 años de vida de la organización. Sin embargo, por suerte pare ellos (triste suerte), el interés por la actividad espacial es tan escaso hoy en día que al final estas revelaciones terminan pasando totalmente desapercibidas. (Imagen: Disney)
12 comentarios:
Interesante, esperaré a comprar ESPACIO. Después de haber visto los documentales de History Channel o Discovery, sobre la Cosmonáutica ruso/soviética es apreciable el máximo grado que le dedican a los errores, fallas y mentirijillas como dices, dejando a un lado o minimizando los logros y éxitos. Si te das cuenta, son más los "expertos" occidentales dando su opinion que los mismos rusos de quienes se podría obtener datos de primera mano. Al conocer la lengua rusa he encontrado muchas mentiras en las versiones occidentales. No olvides que ir al espacio y poner satélites en órbita es un muy lucrativo negocio ¿Por que nunca dicen que el Cohete Protán es el que brinda mayor seguridad y costos más bajos? obvio. Por eso yo desconfío totalmente de la información en inglés sobre Rusia, su cosmonáutica y otras cosas, es más, a veces es justamente lo opuesto que ha sucedido, el más reciente ejemplo: la guerra ruso-georgiana. Mucha información sólo está en ruso; si pensamos que sabiendo inglés es suficiente, estaremos condenados a obtener sólo un punto de vista... del que ya desconfio. Por eso ya no veo esos canales ¿Que otras mentiras me dirán de temas que yo no conozca? Felicidades por tu bitácora.
Estoy de acuerdo contigo, anónimo. La prensa norteamericana, que es la que controla el percal pondrá a parir a los rusos. Yo no sé para qué hay una ISS si depués se meten aguijonazos cada dos por tres..
Por otra parte, con esas cosas uno ya empieza a desconfiar de que el hombre ya fuera a la Luna.. ;)
Ahora en serio, es extraño que partiendo de la nada en la década de los 60, en 10 años se pasara de no saber lo que es un cohete a estar en la Luna, y ahora, que se supone que esa tecnología está más que investigada (porque ya se utilizó) y que exista toda una industria espacial ya en marcha, haya que esperar ¡15 años mínimo! para VOLVER a la Luna con tecnología muy parecida. Es raro ¿no?
Fox Mulder, soy anónimo del primer comontario; así es, aunque en lo personal nunca he dudado de la legada del Hombre a la Luna, me sorprendería mucho descubrir que no sucedió, pues se me hace imposible sostener una mentira tan grande. Si`hasta donde sé hay retraso en el Proyecto Ares, creo que tiene que ver más con rediseños de sistemas, y desde luego con la actual crisis económica, que si avanza se puede ir olvidando Ares por unos 20 años o para siempre. Saludos.
Estoy de acuerdo con los comentarios sobre los rusos; efectivamente, son muchos los errores que aún hoy día se leen sobre el programa espacial de aquel país. Desgraciadamente, no sé ruso (ya me gustaría, pero a estas alturas y con el escaso tiempo libre que me queda, me temo que he renunciado a ello), pero aún así no es difícil descubrir muchos errores y exageraciones en la documentación occidental sobre su programa espacial.
Sobre el último comentario de foxmulder, no es nada raro: es cuestión de pasta, así de sencillo. En los 60, el presupuesto de la NASA era más de 10 veces superior al actual (que se dice pronto), y estaba casi totalmente centrado en la misión lunar (ahora la décima parte de ese presupuesto hay que repartirla entre decenas de proyectos). Por supuesto, hoy existe una tecnología más que suficiente para ir a la Luna, lo que falta es la voluntad política que hubo entonces para poner el dinero necesario para desarrollarla en un plazo corto.
En cuanto a los retrasos del Ares, primero comentaré que a día de hoy no hay tanto retraso (al menos oficialmente): sobre la fecha inicial, el retraso declarado es sólo de un año, bastante poco en un proyecto de estas características (aunque ya veremos en qué queda finalmente). Efectivamente, hay problemas de desarrollo, como en cualquier proyecto de ingeniería, eso es de lo más normal. Pero, aunque al final la crisis le afectará, de momento no creo que pueda decirse que lo hace activamente: el proyecto se desarrolla con los presupuestos asignados por la NASA, que a su vez ya le fueron asignados por el Congreso para este año. Otra cosa es que en años venideros dichos presupuestos puedan verse afectados a la baja por la crisis, lo cual por supuesto podría afectar muy negativamente al proyecto, pero eso por ahora es especular.
Hola Javier. Conocía los "problemas" en el aterrizaje de la STS-37, pero como indicas en tu post, pensaba que el error había sido de sólo 600 pies. La cifra de 1600 pies me ha dejado helado, porque, como bien comentas, si el Atlantis hubiera aterrizado en el KSC hubiese sido un evento desastroso, no sé si LOC (Loss of Crew) pero seguro LOV (Loss of Vehicle).
La máquina propagandística de la NASA es muy fuerte y aunque se agradece su transparencia, no debemos olvidar que la información que ofrece está ligeramente manipulada a su favor, lo que es hasta comprensible. Por ejemplo, en ningún documento oficial de la NASA se menciona que sin la participación rusa (con las naves Soyuz y Progress) la ISS debería ser abandonada. Lo que no es de ningún modo aceptable es la mentira, por supuesto.
Un saludo.
En el fondo, la cifra es lo de menos, en cierto modo. Sí, ya sé que te refieres a que con 600 pies aún aterrizaría dentro de la zona preparada previa a la cabecera de pista, mientras que a 1600 pies no, con lo cual la diferencia en cuanto a daños sería grande. Pero cuando digo que es lo de menos me refiero a dos cosas: por una parte, porque en ambos casos el Mission Report estaría mintiendo, al presentar el aterrizaje como "normal", algo totalmente falso aunque hubiera sido 600 pies antes; y por otra parte porque que fuera 600, 1000, 1600 ó 2000 pies antes de la cabecera era ya cuestión de suerte, algo casi aleatorio en función de que el viento hubiese soplado un poquito más o un poquito menos, de que el piloto hubiese tocado sus mandos un poquito distinto... el problema estaba ahí en cualquier caso, y era grave.
Sinceramente, a pesar de todo no pondría la mano en el fuego por los 1600 pies: como digo aquí, lo consulté personalmente con Daniel Deger y él lo corrobora, pero es sólo una persona, y cualquiera puede equivocarse. Pero como decía antes, para mi el dato no cambia nada o casi nada los hechos: que hubo un problema gordo, muy serio, y que la NASA no sólo lo ha ocultado en su documentación, sino que la ha "falseado", desde mi punto de vista.
Por cierto, enhorabuena por tu blog. Lo descubrí por casualidad hace algunos años, pero reconozco que no lo frecuentaba. Hoy lo he ojeado y me parece espléndido. Te añado a mis enlaces. ¡Saludos!
Hola, enhorabuena de nuevo por el blog. Muy acertada esta entrada (cualquier cosa sobre la normalidad de un aterrizaje con semejante cálculo de vientos es de risa) y me lleva a pensar a la errática y "corregida" política de la NASA sobre las fotografías tomadas por las misiones tripuladas (que cuando accidentalmente incluían zonas "sensibles" se convertían en un problema mal gestionado). Sólo quería añadir que, en el caso del STS-37, al menos la información (incluso con su trampa) sí estaba disponible, y creo que hace tiempo. Es curioso como llega a algunas webs de la NASA: "NASA images" etiqueta, no creo que recientemente, algunas de las fotos del aterrizaje como "just after main landing gear (MLG) and nose landing gear (NLG) touchdown approximately 632 feet before threshold". En cualquier caso, es verdad que es en otras webs externas donde se detalla el incidente (supongo que muchos habremos visto la entrada de la wiki, que igual es más reciente) y que las cosas, se pongan como se pongan, están como las contáis. En fin. Esperemos que con el crecimiento de las posibilidades de acceso a este tipo de informaciones, la NASA esté a la altura y se corrija. No sólo en esto...
Curioso, efectivamente. Supongo que si alguien le echase en cara esto a la NASA, contestarían que ellos nunca han negado lo que ocurrió en el aterrizaje de la STS-37. De hecho, el propio comandante de la misión lo declaró en su día al reportero de Aviation Week (aunque no esto no cuente exactamente como declaraciones oficiales de la NASA). Pero lo cierto es que luego en los documentos que quedan para la posteridad, documentos destinados justamente a recoger los detalles de la misión y las incidencias, como el Mission Report, se dice que "el aterrizaje se produjo con normalidad". Realmente curioso, por no decir otra cosa...
En primer lugar, enhorabuena por tu blog Javier, lo leo desde hace tiempo. También por tu artículo en Espacio.
Es un tema complicado. Opino que este tipo de cosas sólo perjudican a la propia NASA, y lo que no termino de entender es que a estas alturas aún no se den cuenta de ello. ¿De verdad piensan que estos hechos no salen nunca a la luz? ¿Tan importante eran las consecuencias de su publicación como para ocultarlo oficialmente? Y lo peor de todo es que desprestigia a la propia NASA y alimenta las fantasías de muchos que se cuestionan el programa Apolo, etc, etc.
Juan Antonio Fernández
-The Mars Society España-
Totalmente de acuerdo. De todas formas, la verdad es que pensando sobre estas cosas, últimamente vengo rumiando un pensamiento que creo que daría para un debate. Y es que, sin querer en absoluto justificar este intento de ocultación, que considero un gran error y hasta casi una afrenta a la opinión pública, por el intento de engaño que supone "falsear" el Mission Report, lo cierto es que quizás hoy día nuestra sociedad fuerza en cierto modo que sucedan estas cosas.
Me refiero a cómo reacciona la sociedad y los medios últimamente cuando se publican estas cosas. Y es que a menudo, en lugar de entenderlo como un fallo más o menos lógico en una actividad compleja, se convierte en la excusa para atacar sin el menor miramiento (y a menudo sin la más mínima justificación) a la organización donde se ha producido. Hoy, ante cualquier incidente o accidente, lo primero es pensar en culpables, en negligencias, en malas prácticas en general, así de primeras. La "presunción de inocencia" en estos casos se convierte de inmediato en una "presunción de culpabilidad". Tenemos un ejemplo reciente en nuestro país con todo lo que se ha dicho alrededor del accidente de Spanair en Barajas... En este contexto, por supuesto que no se justifica lo que ha hecho la NASA, pero lo cierto es que se puede entender cierto temor a exponerse a las iras y críticas a menudo irracionales de la opinión pública y los medios sensacionalistas (que cada vez más, van siendo casi todos).
Repito, no lo justifico, y no hay más que ver lo duramente que lo critico en el texto, pero lo cierto es que deberíamos reflexionar sobre cómo últimamente la sociedad reacciona frente a los accidentes, que, por unas causas o por otras, son algo que no conseguiremos eliminar nunca.
Saludos.
Te entiendo Javier, pero creo que no debemos perder el norte. Si la presunción de inocencia se convierte en presunción de culpabilidad, es un error de la sociedad que hay que corregir y de ninguna manera aceptar. Si la NASA es atacada por la prensa amarilla, debería aprender a responder de forma seria y coherente y no callar, o peor aún, mentir por miedo. Para algo tiene tantos portavoces y relaciones públicas.
Juan Antonio Fernández
-The Mars Society España-
Totalmente de acuerdo, ya decía que con eso no intentaba justificarlo. Era un pensamiento "al margen", estoy de acuerdo contigo.
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