17 noviembre 2007

El cometa Holmes

Este año está resultando de lo más espectacular en materia de cometas. Aunque no haya tocado paso del Halley, el más famoso con diferencia, y por ello no haya habido grandes titulares en prensa y televisión, lo cierto es que el espectáculo cometario que nos están brindando los cielos es muy superior al del último paso del cometa que pintó Giotto.

A comienzos de año tuvimos al McNaught, que nos brindó un espectáculo de lo más extraordinario, especialmente a los habitantes del hemisferio sur. Las fotografías tomadas por los aficionados de este magnífico cometa fueron todo un espectáculo visual, y todo ello contemplable a simple vista, sin ayuda de telescopios.

El pasado 24 de octubre el cielo nos sorprendió de nuevo con la erupción del cometa 17P/Holmes. Aunque no fue ni muchísimo menos tan impresionante como el McNaught, lo cierto es que su espectacular aumento de brillo de un día para otro sorprendió a los científicos. Pero para los aficionados de a pie, no representaba un gran interés: apenas un pequeño puntito que había aparecido en el cielo, en la constelación de Perseo. Nada destacable, prácticamente desapercibido a simple vista, y por ello fue una noticia que no comenté aquí, dado que entiendo que, salvo excepciones, los lectores de este blog no soléis ser astrónomos aficionados; y si lo sois, ya habréis accedido a estas informaciones por otros medios. Para el simple aficionado a mirar al cielo, como yo, ver una pequeña estrellita más en el firmamento no representaba un gran espectáculo, a pesar de su innegable interés científico.

La causa del repentino aumento de brillo no está clara. Se especula con que pudo producirse una gran grieta en la superficie del cometa, exponiendo más material al calor del Sol, y aumentando así repentinamente la cantidad de gases generados por sublimación, que resplandecerían al brillo del Sol. Fue algo realmente espectacular en términos cuantitativos, pues su brillo se multiplicó aproximadamente por un millón, consiguiendo hacer visible a simple vista el hasta entonces invisible cometa. Pero ya digo que, como espectáculo visual, quedaba muy lejos del MacNaught o incluso de otros cometas más modestos. Por cierto, que el descubrimiento de la repentina erupción del Holmes se lo debemos a dos aficionados españoles: J.A. Henríquez fue el primero en advertirlo, desde Canarias, seguido pocos minutos despúes por Ramón Naves, desde Barcelona. Enhorabuena a ambos.

Más adelante, los acontecimientos se sucedieron. Algunos días después, el cometa desarrolló una pequeña cola (en principio no la tenía), aunque sólo apreciable con telescopios. Más adelante, entre el 9 y el 10 de noviembre, la cola se desprendió debido a una tormenta solar, un acontecimiento sin precedentes, algo que no se había podido observar hasta entonces. Desde luego, el Holmes estaba siendo el protagonista de las conversaciones en los círculos de expertos y aficionados… pero a simple vista, el cielo seguía siendo más o menos el de siempre (bueno, con una estrella más, pero eso no suele llamar la atención del ciudadano medio).

Pero no terminaron ahí las sorpresas. Aunque no ha vuelto a desarrollar una cola, en los últimos días la coma (la nube de polvo que rodea al núcleo del cometo) ha crecido de forma espectacular, hasta un diámetro de 1,4 millones de kilómetros… ¡más grande que el propio Sol! Evidentemente, esto no quiere decir que brille más que el Sol, ni muchísimo menos, pero sí se ha hecho más visible a simple vista. Ahora aparece como una estrella rodeada de una “neblina” (la coma) que parece “tragarse” a algunas estrellas de su alrededor. Parece que la próxima noche del día 19 será una de las mejores para contemplarlo, junto a la estrella Mirfak (la más brillante de la constelación de Perseo), que aparecerá “tragada” por la nube cometaria.

No llega a ser el magnífico espectáculo del McNaught, pero lo cierto es que el cielo no deja de darnos sorpresas este año. Así que recordadlo cuando sagáis a la calle por la noche: mirad hacia arriba, a ver si véis al Holmes. Que espectáculos así no ocurren todos los días. (Foto: Doug Zubenel)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso tu comentario acerca de que los aficionados a la astronáutica no lo son a la astronomía, porque lo contrario (como es mi caso) sí es más común. ¿Quizá para los "astronáuticos" la astronomía les parece una ciencia menor? Y sin embargo, y en cuanto uno se mete en líos de telescopios, ordenadores, computerizaciones, etc, la ingeniería y la técnica, aunque sea a una escala menor, participa de la astronomía. Por otro lado el objeto de estudio de la astronáutica suele ser muy frecuentemente astronómico, como las sondas a los cometas (Giotto, Vega, Deep Impact), planetas, etc.

O quizá sea por algo mucho más prosaico: pocas ganas de pasar frío en invierno y soportar mosquitos en verano...:)

Saludos

JCasado dijo...

Creo que me he expresado mal. Yo no digo que los aficionados a la astronáutica no lo sean a la astronomía; supongo que habrá de todo, y de hecho, creo que la mayoría sí lo son. Yo, al menos, sí lo soy. Pero una cosa es ser aficionado a la astronomía, y otra es ser astrónomo aficionado. Eso yo no lo soy, por pura vagancia. Y creo que muchos de los lectores de este blog tampoco (aunque habrá otros que sí, naturalmente).
Efectivamente, el tema, al menos en mi caso, es prosaico: pereza. Los mosquitos, el frío, trasnochar... y sobre todo, tener que hacerse tropecientos kilómetros para huir de la contaminación lumínica, los que vivimos en grandes ciudades. Ya lo comenté hace poco, aquí: http://fjcasadop.blogspot.com/2007/07/juguetitos-veraniegos_30.html. Me considero eso, un aficionado a la astronomía... de salón :-) Me gusta leer sobre ello, disfrutar con las fotos de espacio profundo "profesionales", etc... pero soy vago para pegar el ojo al telescopio. Tengo uno baratito (porque sabía que nunca amortizaría uno caro), con el que disfruto mirando a Júpiter de vez en cuando, y poco más. Así que, como digo, soy aficionado a la astronomía, pero no astrónomo aficionado. Y supongo que como yo hay muchos...

¡Saludos!

JCasado dijo...

Ah, y otra cosa: por supuesto que no considero la astronomía y la astrofísica una ciencia "menor", todo lo contrario. De hecho, creo que la astronáutica debe estar a su disposición, servir a los fines de dichas ciencias. La astronáutica por sí sola, para divertirse flotando en el espacio, no tendría sentido, desde mi punto de vista.

Anónimo dijo...

En el ámbito de los astrónomos aficionados (dejo aparte a los aficionados a la astronomía, vaya lío) sí que es destacable la dicotomía entre quienes ven el instrumental como un medio y entre quienes lo ven como un fin en sí mismo. Es decir, hay para quienes un telescopio o un motor de seguimiento fotográfico son herramientas para hacer buenas observaciones o astrofotografías, y su objetivo último y fundamental es la consecución de estos fines (me incluyo entre ellos). Para otros, empero, si bien aparentemente compran un telescopio para observar el cielo como fin quedan tan fascinados por la maquinaria, su letanía de ajustes, correcciones, puesta de accesorios, montajes y desmontajes, mejoras, etc, que diríase que el objetivo de conseguir logros a través de ellos queda en un plano secundario, mientras que la atención por el instrumental pasa a ser preferente. Y entre estos he hallado los principales aficionados a la astronáutica, quizá por las vinculaciones "ingenieriles" entre ambas.

¿A qué venía todo esto? Ah, sí, al cometa Holmes :)

Hilda Sanchez De Litto dijo...

excelente fotografía, es la del cometa, no?