08 agosto 2007

Pues parece que sí... que el Ares tiene problemas

...y se los contagia al Orión. O viceversa...

Ya hablamos por aquí de ciertos rumores sobre problemas de desarrollo del conjunto Ares-Orión, relacionados con el peso: según esos rumores, la potencia del Ares sería insuficiente para soportar la masa estimada para la nave Orión. Estos rumores fueron rápidamente desmentidos por la NASA, pero lo cierto es que parece que algún problema serio de peso debe haber según lo que se ha filtrado en los últimos días.

Y es que el nuevo rumor (en ambos casos procedente de círculos próximos a la NASA o sus subcontratistas, en este caso Lockheed Martin) plantea que los problemas de sobrepeso del Orión son tan serios, que la NASA habría decidido renunciar a su idea inicial de hacerlo aterrizar sobre tierra firme, restringiendo el diseño a amerizajes sobre el mar, de forma análoga a los anteriores proyectos espaciales norteamericanos que utilizaron cápsulas (Mercury, Gemini y Apollo). De esta forma se pueden eliminar los sistemas finales de amortiguación del aterrizaje (airbags eran lo previsto para la Orión) aprovechando la "elasticidad" del agua, ahorrándose un peso considerable.

De acuerdo a dichos rumores, la NASA ya habría solicitado a Lockheed Martin (empresa a cargo del diseño de la nave Orión) que procediera con dichos cambios. La noticia sin confirmar se extendió rápidamente por la comunidad espacial (todo apunta a una filtración desde Lockheed) y la NASA se ha apresurado a aclararlo, aunque sin desmentirlo; en una declarción muy breve, se declara que "La NASA no ha abandonado el concepto de las reentradas sobre tierra. La decisión aún no ha sido tomada". A la pregunta directa "¿Ha retirado la NASA el requisito de que el Orión realice aterrizajes terrestres rutinarios en lugar de en el océano? ¿Ha ordenado la NASA a Lockheed Martin que lleve a cabo estos cambios en el diseño del Orión?", Scott Horowitz, Administrador Asociado de la NASA y a cargo de la Dirección de Misión de Sistemas de Exploración ha declarado: "No. Se está estudiando, es parte de las evaluaciones para ver qué efectos sobre el peso tiene cada requisito, incluyendo el aterrizaje nominal sobre tierra".

Es decir, se desmiente que se haya tomado ya la decisión, pero se reconoce que es una opción en estudio para ahorrar peso. Lo cual viene a confirmar que hay serios problemas de sobrepeso en el desarrollo del proyecto, si se ha llegado a plantear una alternativa tan drástica como ésta.

Y es que la opción de aterrizar sobre tierra firme no es ninguna tontería, y su eliminación restaría muchos enteros a las prestaciones de la futura nave Orión. Porque entre aterrizar sobre territorio norteamericano o en medio del Pacífico, hay mucha diferencia.

Esa diferencia está, fundamentalmente, en el coste, directamente asociado a la enorme logística necesaria para un rescate sobre el mar. Para cada misión Apollo, toda una flotilla de barcos, aviones y helicópteros era necesaria para asistir a las misiones Apollo a su vuelta a la Tierra, incluyendo un portaaviones. Miles de personas asistían a la operación de rescate, que se prolongaba a lo largo de varios días, desde la partida de la flota del puerto, hasta su retorno al mismo una vez finalizada la misión. No cuesta mucho imaginar que el coste asociado a este operativo era impresionante. Eso sin contar con otros inconvenientes menores, como un mayor retraso en la llegada de los astronautas al centro de la NASA correspondiente y al encuentro con sus familias, por ejemplo.

Por supuesto, si este tipo de recuperaciones se han llevado a cabo anteriormente, pueden seguir realizándose ahora. Pero está claro que uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la exploración espacial es el coste de las misiones, y que disminuir drásticamente el coste por misión es el objetivo último que hay que perseguir si pretendemos llevar a cabo una actividad de exploración espacial seria y mantenida en el tiempo. Ya se renunció a este objetivo en su mayor parte en el planteamiento del programa Ares-Orión cuando se eligió el concepto cápsula-lanzador convencional de cara a unos menores costes de desarrollo iniciales; pero seguir renunciando a otras prestaciones como la de recuperación terrestre no hace sino empeorar cada vez más los costes finales de operación del vehículo, alejándonos más y más de ese objetivo claro común a toda la comunidad espacial, e hipotecando en parte el futuro para los próximos 30 años, más o menos.

Está claro que esto lo saben los gestores de la NASA, y por ello, simplemente el hecho de plantearse esta opción demuestra lo graves que deben ser los problemas de sobrepeso del programa. Como decía en la anterior entrada sobre este tema, éste es un mal endémico de la industria aeroespacial, siendo un problema presente en todo programa a lo largo de su desarrollo. Y es lógico que así sea, pues conseguir un diseño óptimo con el mínimo peso es uno de los objetivos claves de esta industria, y por ello el objetivo de peso máximo se plantea como un gran reto desde el principio. Como digo, en todos los proyectos en los que he trabajado siempre ha habido problemas de peso, y siempre ha habido que rediseñar, estrujarse el cerebro y "afilar el lápiz de los cálculos" para conseguir adelgazar el diseño inicial y meterlo dentro de los márgenes aceptables; es lógico. Pero que para conseguirlo haya que renunciar a alguna de las prestaciones recogidas en la especificación original, es algo en principio impensable, que representaría un gran fracaso. Si en la NASA han llegado ya a plantearse este extremo, es que realmente tienen serios problemas en el programa. (Imagen: NASA)

30 julio 2007

Juguetitos veraniegos

El verano es mi época de mirar al cielo. Típico de los aficionados de salón como yo, supongo, demasiado vagos como para salir a mirar las estrellas en medio de una gélida noche de invierno, aunque suela ser cuando mejor se ven. Pero ahora, en veranito, pasarse las horas tomando algo fresquito al aire libre (la terraza o el jardín de casa, por ejemplo) mientras se mira al cielo identificando estrellas y constelaciones (y algún que otro satélite, con destellos de Iridium incluidos) es para mi mucho más agradable que pasarme la sobremesa nocturna tragándome lo que echan por la tele. Aunque tenga ya las estrellas más que vistas (es lo malo de hacerlo desde casa, más o menos siempre en la misma época y a las mismas horas: que siempre ves las mismas), da igual: no sé qué tiene el cielo nocturno, que me encanta recostarme en la silla o la tumbona para mirarlo.

Y es que, como decía, soy un aficionado "de salón". O de terracita, con mi bebida al lado. Lo de mirar por un telescopio me gusta, naturalmente, como a cualquier aficionado, pero soy demasiado vago para plegarme a sus exigencias: para mirar el cielo nocturno decentemente con un telescopio, no basta con gastarte el dinero en uno; además, tienes que estar dispuesto a coger el coche en medio de la noche y hacerte unos cuantos kilómetros en busca de un paraje lo suficientemente alejado de la ciudad como para no tener demasiada contaminación lumínica (en mi caso, que vivo en Madrid, esto supone muchos kilómetros). Además, si quieres "amortizar" el telescopio, tienes que hacerlo en invierno y en verano, con frío y con calor, y quizás trasnochar hasta las tantas en espera de que aparezca esa nebulosa tan maravillosa... En fin, demasiado para mi, lo reconozco: sé que no lo repetiría más de una o dos veces al año, así que me conformo con contemplar las magníficas fotografías de espacio profundo tomadas por astrónomos profesionales (o algunas de aficionados que podrían competir seriamente con éstas). A mi me basta con contemplar el cielo desde mi casa disfrutando de las noches de verano.

Pero incluso si sois como yo, simples "aficionados de salón" (o de terraza), creo que estaréis de acuerdo en que se disfruta mucho más del cielo si sabes lo que estás viendo. Es decir, si identificas el Cisne, Deneb, Vega, Altair (sí, éstas son las que me quedan en línea recta desde mi silla en las noches de verano), Júpiter (tengo que girar la cabeza), Arturo (giro de 180º, un poco incómodo, salvo que dé la vuelta a la silla), etc. La forma clásica de aprender a identificarlas es con un planisferio; hoy día, podemos ponernos al lado el portátil y utilizar alguno de los programas (muchos gratuitos) que nos muestran el cielo desde nuestra silla en tiempo real (aunque la verdad, a mi lo del portátil me rompe "el clima", en cierto modo; el planisferio es más "relajado", menos “intrusivo”). Pero acabo de descubrir "el no va más" en cuanto a sistemas para identificación del cielo nocturno: la "pistola estelar".

Vale, el nombre es un invento mío, y no tiene nada que ver con pistolas láser ni luchas contra soldados imperiales. Tiene otro nombre que no voy a decir por no hacer publicidad gratuita, que no es la intención de este artículo, pero es un cacharro que acabo de descubrir en la red, y que me ha encantado. Útil tanto para aficionados "serios" como para los aficionados "de salón" o terraza como yo, tiene pinta de ser una gozada: basta con apuntar la pistola al elemento que quieras identificar (estrella, planeta, satélite artificial... lo que sea), y el cacharrillo lo reconoce de inmediato y te dice lo que estás viendo. Qué cosas...

Bueno, el cacharro tiene bastantes más usos, que los aficionados serios sabrán valorar, pero esta simple utilidad de satisfacer la curiosidad de los trasnochadores veraniegos de jardín ya casi justifica su precio. Es algo caro para un capricho, pero tampoco es una cifra exagerada para un aparatito que hubiera parecido mágico hace unas décadas: lo he visto por 400$ en Internet, lo que no me parece excesivo.

Aunque parezca que voy a hacer propaganda del cacharro (que no), comentaré algunas de sus características más curiosas (puede que no sean las que destacaría un astrónomo amateur, pero quizás sí las más atractivas para uno “de salón”): por ejemplo, el cacharro “habla”, y, si quieres, hasta te cuenta la mitología asociada con las estrellas o constelaciones que estás mirando. Es decir, lo mismo que hago yo con mi hija (la historia de Casiopea, Andrómeda y Perseo le encanta), y es que eso de mirar al cielo conociendo los mitos griegos asociados con los nombres de los objetos estelares, tiene mucho más encanto. Pero bueno, además de mitología, también te da datos científicos del objeto, te muestra fotografías detalladas, etc. Toda una base de datos sobre el objeto a tu disposición sólo con apuntar hacia él.

Claro que también funciona al revés: es decir, si estás buscando a Marte y no sabes ni por dónde empezar, basta con decírselo al cacharro y luego apuntar a alguna parte del cielo al azar; el propio aparatito te irá indicando hacia dónde debes moverlo hasta dar con el objeto buscado.

¿Y cómo funciona esta maravilla? Pues igual que los “buscadores de estrellas”, o “star trackers” que equipan los vehículos espaciales más modernos. Digo los más modernos, porque hace unos años eran mucho más elementales, con mucha menos capacidad que este aparatito. Es decir, se trata de un sensor óptico capaz de identificar patrones de puntos de luz y compararlos en tiempo real con su base de datos del cielo; cuando consigue “encajar” los puntitos de luz que está “viendo” con el mapa que tiene en su memoria, ya no hay ningún problema en identificar cualquiera de los objetos percibidos por su sensor. Además, se le añade un sistema GPS para que sepa exactamente en qué lugar de la Tierra y a qué hora lo estás usando, permitiéndole saber exactamente cuál es el cielo visible desde esa posición en ese momento. Una serie de acelerómetros, sensibles a la aceleración gravitatoria de nuestro planeta, le sirven también para determinar la posición en la que está apuntando, facilitando sensiblemente la operación de “encajado” entre lo que percibe y su base de datos; una ayuda con la que no cuentan los “star trackers” de las sondas espaciales, naturalmente.

Como decía, las modernas sondas utilizan sistemas similares para calcular su posición en el espacio a lo largo de su trayectoria. Antiguamente (y en este caso la “antgüedad” se remonta a tan sólo algunos lustros) los buscadores de estrellas eran mucho más simples, y se limitaban a ser sensores que, previamente apuntados en la dirección aproximada de una estrella brillante (Sirio o Canopus, las dos más brillantes del cielo por ese orden, eran algunas de las más utilizadas), conseguían identificarla principalmente por su brillo; si se apuntaban en una dirección demasiado alejada de la estrella prevista, simplemente no “sabían” lo que veían. Luego, con el desarrollo de la informática y los sensores ópticos tipo CCD, los sistemas evolucionaron a lo que comentamos aquí: un software compara el patrón de puntos percibido con el almacenado en su base de datos, hasta encajarlo, permitiendo conocer de inmediato a qué estrellas se está apuntando. Maravillas de la tecnología, hoy a disposición de los aficionados serios y “de salón” por un precio razonable. Qué cosas…

25 julio 2007

Espionaje de salón


Ya no hace falta fichar por la CIA, el FSB (sucesor del KGB) o el Mossad para poder contemplar las nuevas armas de los países potencialmente hostiles en imágenes de satélite: basta con tener un ordenador con acceso a Internet, y entrar en Google Earth.

Como lo oís: la última generación de submarinos nucleares chinos armados con misiles balísticos ha sido revelada al mundo vía Google Earth. En una de las fotografías que componen el mosaico de imágenes de este servicio de Google, tomada por el satélite comercial Quickbird, podemos contemplar con apreciable claridad las formas de este flamante sumergible de la armada china, oficialmente inexistente hasta la fecha. Basta con que introduzcamos las coordenadas 38º 49' 4,40" N y 121º 29' 39,82" E, y ahí lo tenemos, en todo su esplendor.

Es de suponer que estas imágenes sólo han revelado el submarino a la opinión pública, y que los principales servicios de inteligencia internacionales ya disponían hace algún tiempo de sus propias imágenes de alta resolución tomadas por sus satélites espía. Y también es de suponer que el asunto no es un tema de seguridad nacional para los chinos, pues en esos casos se suelen tomar las precauciones necesarias para evitar que objetivos secretos caigan bajo las cámaras de unos satélites cuyas órbitas y momentos de sobrevuelo son perfectamente conocidos. Pero la cosa no deja de tener su gracia, y muestra cómo ha cambiado el mundo y el acceso a la información en los últimos años.

Por ejemplo, no puedo evitar pensar cómo la forma en que durante décadas se ha contado la historia de la exploración espacial podría haber sido muy distinta de haber existido Google Earth a finales de los años 70. En aquella época, los Estados Unidos sabían, a través de sus satélites espía, que la URSS preparaba un gran lanzador (el N1) para competir con ellos en la llegada a la Luna. Pero no les convenía revelar lo que sabían (nunca conviene que el enemigo sepa lo que sabes de él, ni los medios que tienes para saber lo que sabes), de modo que nunca se reveló. Dado que los soviéticos también lo ocultaron para no tener que reconocer su derrota, durante décadas la opinión pública creyó que los rusos nunca habían intentado llegar a la Luna. ¡Qué distinto habría sido si todos los aficionados hubieran podido contemplar al N1 y/o sus plataformas de lanzamiento en Baikonur a través de Google Earth!

En cualquier caso, la revelación del submarino chino justifica el recelo con el que varios países miran a este magnífico servicio de Google. El gobierno indio ya protestó hace algún tiempo por lo que consideraban un peligro para su seguridad nacional. Por otra parte, no son del todo escasas las imágenes de Google Earth censuradas para evitar que muestren ciertas instalaciones militares o de alguna otra delicada índole: unas veces más claramente, y otras de forma más imperceptible, es relativamente frecuente encontrar en Google Earth pequeños recuadros grisáceos “planos”, donde un fragmento de la imagen ha sido sustituido por una simple mancha de color neutro que en un primer vistazo se camufla con el entorno (y no me refiero a zonas para las que se carece de imagen, no: hablo de casos claros de censuras de contornos muy definidos). Supongo que estas censuras se realizan a instancias de los diferentes gobiernos de las naciones afectadas, y en ocasiones podemos ver casos en nuestro propio territorio, aunque acabo de comprobar que estas censuras cambian con el paso del tiempo: por ejemplo, la Base Aérea de Gando, en Gran Canaria, podía contemplarse totalmente censurada (con sus límites bien definidos, en una operación clara de maquillaje que dejaba al margen el adyacente aeropuerto civil) cuando lo miré por curiosidad hace un par de años, en las coordenadas 27°55'57"N 15°23'14"W del mencionado servicio del todopoderoso buscador de Internet. Curiosamente, hoy dicha censura no existe para esta base aérea; ¿se intentaba ocultar algo en especial en aquella fotografía que ya no está presente en la actual? Lo ignoro, pero demuestra que Google Earth preocupa a los gobiernos. Seguro que con paciencia encontráis más ejemplos de estas censuras; si alguno conoce algún caso, os invito a comentarlo aquí.

En cualquier caso, y volviendo al tema inicial del submarino chino, la conclusión es que ya no hace falta arriesgarse a ir a la cárcel por jugar a los espías, como Roberto Flórez García; basta con rebuscar con paciencia en Google Earth. No nos pagarán por los secretos que revelemos, pero, al menos, es bastante más seguro…

NOTA: Ya sé que ésta noticia no puede calificarse como muy espacial en sentido estricto, pero al fin y al cabo se basa en imágenes tomadas por un satélite. No olvidemos que uno de los principales usos de la actividad espacial es dar servicio a la sociedad, y Google Earth es un ejemplo claro. Y qué leches, la noticia tenía su gracia…

Alas Rojas, colectivizado

Para los que cojáis vacaciones en agosto, ya tenéis la lectura del verano, aunque os obligue a manteneros delante de la pantalla del portátil mientras tomáis el sol en la playa: Alas Rojas, el mejor libro en español sobre la Carrera Espacial, centrado sobre todo en el programa lunar soviético, ha sido "colectivizado", como no podía ser menos con esa temática, y ahora puede leerse de forma totalmente gratuita en internet.

Es todo un regalo de su autor, Manuel Montes, editor también del blog y boletín semanal Noticias del Espacio, que nos ofrece con motivo del 50º aniversario del lanzamiento del Sputnik. Así que, los que hayáis sido tan rácanos o vagos como para no comprarlo por los míseros 10 euros (creo que hace unos años era incluso menos) por los que ha estado a la venta durante los últimos años, a pesar de todas las recomendaciones, ahora ya no tenéis excusa para no leerlo. Pero, sobre todo, esperemos que esto sirva para que muchas personas que no conocían siquiera la existencia del libro den con él a través de sus búsquedas en Google y puedan adentrarse así en la apasionante historia de la Astronáutica.

Gracias a Manel, por este regalito estival.


23 julio 2007

Un recuerdo solidario

Acabo de llegar de vacaciones, y empezaba a acumular ideas para artículos del blog. Tenía ya un par de ellas, cuando, revisando correos acumulados tras estos días de asueto, he llegado a uno que me ha cambiado el ánimo totalmente, y me ha hecho relegar esos artículos para otro momento. Y, aunque sé que resultará un tema sin interés para la mayoría, siento la necesidad de contarlo aquí.

La mujer de David S.F. Portree, Martha, ha muerto en un accidente de tráfico cerca de su domicilio de Flagstaff, Arizona. Su hija Samantha, de 4 años, iba con ella en el coche, resultando gravemente herida, con diversas fracturas (de cráneo incluidas) y conmoción cerebral. David no iba en el coche.

David es un reputado historiador espacial norteamericano. Pero, aunque no he llegado a conocerlo personalmente, era casi como un amigo, o al menos podría decir que un gran conocido. Frecuentamos foros de charla sobre el espacio, y hemos charlado (vía mail) sobre estos temas, dentro y fuera del foro, en varias ocasiones. De hecho, le he mencionado en este blog en un par de ocasiones, e incluso en una de ellas dediqué un artículo entero a una divertida anécdota contada por él. Sus opiniones, tanto sobre temas espaciales como sobre muchos otros temas (incluso política, más o menos, aunque con un norteamericano siempre hay sus matices) coinciden en gran medida con las mías, y también coincidimos en otras cosas: tenemos edades parecidas, y los dos tenemos (teníamos) familias similares: una esposa unos pocos años más joven, y una niña de 4 años en su caso, 5 en el mío. Además, David es simpático, dicharachero (al menos por escrito), discutidor incansable e incisivo, siempre con buen humor, un tío majo que hace sus pinitos hablando español... En fin, alguien con quien congenias aunque no lo conozcas directamente. Y al haberme enterado del trágico accidente... en fin, podéis imaginaros que me he sentido completamente identificado con su situación, me ha llegado a lo más hondo.

Martha y Samantha circulaban tranquilamente por una recta cuando un coche que venía en sentido contrario se cruzó a su carril, probablemente por somnolencia del conductor. El choque fue frontal, muriendo los tres ocupantes del coche contrario, y la mujer de David. Su hija se salvó, con las múltiples heridas comentadas, gracias a su sillita de seguridad. Podía habernos pasado a cualquiera de nosotros, a la familia de cualquiera. Sé que suena a tópico, pero me ha impresionado mucho.

Probablemente la mayoría no conocéis a David Portree, pero sentía la necesidad de compartir la noticia, como si de algún modo me sirviera para solidarizarme con él. Es un buen historiador y amante de la exploración espacial, pero, sobre todo, me parece que es una buena persona. No quiero ni imaginarme por lo que tiene que estar pasando.

Afortunadamente, parece que tras una temporada en la UCI y con dudas sobre posibles secuelas psíquicas, su hija finalmente acaba de abandonar el hospital. Ahora ambos tendrán que enfrentarse a una nueva vida. Les deseo todo lo mejor.

27 junio 2007

Rumore, rumore, rumore...

No es del todo infrecuente en el mundo de la información, que se lancen rumores o filtraciones más o menos llamativas, y que luego no se les haga un seguimiento para comprobar si finalmente se han confirmado o no. Desgraciadamente, muchas veces cuenta más la espectacularidad de la noticia, aunque no esté confirmada, que su posterior confirmación o, menos aún, rectificación.

No me gusta dar pábulo a este tipo de rumores o noticias sin confirmar, pero lo he hecho aquí en dos ocasiones, cuando la fuente me ha parecido de la suficiente confianza, y siempre avisando que se trata de eso, de noticias pendientes de confirmación. Ha sido en las entradas "El Ares tiene problemas" y en "Desesperados, estúpidos, o ambos"; la primera era más bien un rumor (aunque con toda la pinta de proceder de una filtración interna de la NASA), y la segunda, claramente, una filtración (la fuente de ambas es un antiguo empleado de la NASA que debe mantener importantes contactos en el seno de la agencia).

Desde entonces, he intentado mantenerme alerta sobre estos temas, en busca de una confirmación o de lo contrario; y, la verdad, como decía al principio, la cosa no resulta del todo fácil, pues una vez "hecha saltar la liebre", es difícil volver a leer algo sobre el tema. Pero bueno, con persistencia, se suele llegar al fondo del asunto. Y eso es lo que quiero comentar aquí, pues me gusta ser riguroso en las informaciones y no quedarme al nivel del rumor.

Pues bien, tras esta pesada introducción, os confirmo que, lamentablemente, el NIAC (Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA) se cierra. Bueno, más o menos... porque se evita utilizar ese término, aunque el resultado sea el mismo.

Es curioso que desde que Keith Cowing anunciase el cierre el pasado 20 de marzo (con rápido eco en publicaciones de prestigio como New Scientist, o periódicos generalistas como The Guardian) apenas ha vuelto a oirse nada sobre el tema. Incluso consultando periódicamente la propia página del NIAC, parecía como si nada estuviese pasando (bueno, pasadas unas semanas publicaron enlaces justamente a las noticias de New Scientist y otros que hablaban del cierre, pero nada más). Pero finalmente parece que el tema se aclara: entrando en la página del NIAC, ahora aparecen anuncios de cancelación de petición de propuestas a universidades, y de cancelación de becas para estudiantes. Leyendo los anuncios en detalle, se indica que "no NASA support will be available for NIAC after August 31, 2007", y que como consecuencia se cancelan estas actividades por falta de fondos. Todo es muy aséptico, y se evita hablar de cierre del instituto, pero la cosa está clara: todo se para, y se dice claramente que a partir del 31 de agosto no habrá soporte por parte de la NASA, que era la única fuente de financiación del NIAC. Blanco y en botella, aunque no se diga "leche". No obstante, se deja abierta una puerta (para mi, más bien otra forma de suavizar la noticia, simplemente), al decir que el personal del NIAC está buscando fuentes de financiación alternativas y que, si se encontrasen, se podría retomar parte de la actividad; vamos, que se ha parado el instituto, pero no se ha echado a la calle a sus empleados (funcionarios de la NASA), y supongo que mientras les buscan un hueco por ahí les habrán dicho que intenten buscarse la vida a ver si consiguen que alguien les pague sus investigaciones. Una forma de cerrar el NIAC con el menor ruido posible.

En cuanto al otro tema, el de los problemas de desarrollo del Ares, ya desmentí la parte desmentible en la actualización que hice al final de la entrada, y poco más se sabe a día de hoy. Lógicamente, un proceso de desarrollo como éste nunca es público, y los problemas siempre surgen en todo proyecto; estoy convencido de que, si el proyecto mantiene su apoyo a nivel político, al final todos los problemas se solucionarán y se tendrá un lanzador como es debido. Que fuera mejor solución, más barato o más efectivo buscar un diseño que partiese totalmente de cero en lugar de intentar adaptar parte de los aceleradores del Shuttle, ya es otra cuestión, y, sin un análisis detallado, es algo más abierto a la especulación que otra cosa. Por otra parte, ahora se rumorea que, ante una posible victoria demócrata en las próximas elecciones, podría haber serias tentaciones de apoyar la idea inicial de utilizar un lanzador pesado convencional como el Atlas V o el Delta IV, previamente adaptados para su uso tripulado… Eso si no se cancela toda la “visión de Bush”, claro… El tiempo nos dirá.

21 junio 2007

Marte en la Tierra

¿Quieres viajar a Marte? Pues ahora tienes la oportunidad de participar en lo más parecido que pueda haber durante muchos años: la simulación de una misión a Marte aquí, sobre la Tierra.

Se trata de una iniciativa de la Agencia Espacial Europea en colaboración con Rusia, en la que seis voluntarios serán aislados durante casi dos años (520 días, tiempo previsto para una misión de este tipo) en una casi perfecta simulación de lo que sería una misión a Marte: comerán comida de astronauta, se hallarán aislados del exterior, no dispondrán de duchas, e incluso sus comunicaciones "con Tierra" sufrirán retrasos de hasta 40 minutos, como sucedería en una misión real. Durante toda la estancia realizarán labores propias de astronautas, como el tiempo obligatorio de ejercicio diario, realización de experimentos, y mantenimiento de "su nave"; se simulará también, incluso, la realización de exploraciones sobre la superficie marciana por espacio de 30 días, antes de iniciar "el viaje de vuelta". Hasta se incluye un simulador de módulo de aterrizaje en el que los voluntarios vivirán durante esos 30 días en que tendrán que permanecer sobre el supuesto planeta rojo. Excepto por la ingravidez y la radiación espacial, será lo más parecido a una misión real. Bueno, y sin las vistas de Marte y del espacio... (lástima).

La oferta está abierta a cualquier ciudadano de los países miembros de la ESA que participan en los programas ELIPS o Aurora (España está entre ellos) que cumpla los siguientes requisitos básicos:

- Tener entre 25 y 50 años
- Buena salud y alta motivación
- Altura inferior a 1,85 m, y un índice de masa corporal entre 20 y 28.
- Formación y experiencia laboral en medicina, biología, ingeniería de sistemas de soporte vital, informática, ingeniería electrónica o ingeniería mecánica.
- Hablar con fluidez inglés o ruso (siendo deseable el conocimiento de ambos)
- No ser fumador ni bebedor

El candidato deberá estar disponible durante todo el proceso de estudio, que además de los dos años de la "misión" incluirá aproximadamente un año más de estudios posteriores; no obstante, se es libre de abandonar en cualquier momento, aunque lógicamente no es lo deseable. Durante el periodo de estudio se recibirá una remuneración "acorde con los estándares internacionales por participación en estudios clínicos". La simulación se llevará a cabo en unas instalaciones construidas expresamente para el experimento en los alrededores de Moscú.

La prueba será como un “Gran Hermano” pero en serio y sin piscina. El objetivo principal es observar cómo se desarrolla la simulación, los posibles problemas psicológicos, médicos o técnicos que puedan aparecer.

Sinceramente, tengo que expresar mi admiración hacia quienes se presenten voluntarios para una prueba como ésta. Porque al fin y al cabo, se van a pasar penalidades, aislados del mundo exterior, sin contacto con familia y amigos durante dos años, comiendo alimentos poco apetitosos y lavándose con paños húmedos, todo ello durante dos largos años sin la recompensa de un viaje espacial. Eso sí, entiendo que los elegidos para esta prueba tendrán grandes posibilidades de seguir trabajando para la ESA en el futuro, y posiblemente hasta estén en una buena posición para acceder a futuros puestos de astronauta. Y eso puede ser un buen aliciente para más de uno.

Los interesados podéis acceder a las bases y formularios para ofrecer vuestra candidatura aquí. Tenéis hasta septiembre de este año.

Y si no os apetece la simulación de la misión a Marte o tres años os parecen demasiado, pero os podría interesar pasar un añito en la base antártica europea de Concordia, también podéis ofrecer vuestra candidatura aquí. En este caso, se buscan únicamente candidatos con experiencia en el campo de la medicina, y el plazo finaliza a finales de julio.

Así que ya sabéis, si no tenéis nada mejor que hacer en los próximos años, ¡Marte-en-Moscú y la Antártida os esperan! Y recordad que Pedro Duque llegó a astronauta respondiendo a una oferta pública similar a ésta… (Foto: NASA)

15 junio 2007

El avión espacial de Astrium

Me voy a mojar. Es arriesgado hacerlo con tan poca información (prácticamente nula, una simple nota de prensa sin datos técnicos), pero creo que no me equivocaré mucho si afirmo que el presente anuncio de Astrium de su vehículo suborbital no es más que publicidad vacía. Al menos, por el momento, y en la configuración ilustrada.

No me extenderé sobre la noticia, que podéis leer en profundidad en el blog de Manuel Montes (Noticias del Espacio), o también de su fuente directa, Astrium, o en SpaceRef. Para quien no quiera leer mucho, se trata de un anuncio de un nuevo vehículo suborbital por parte de la empresa aeroespacial europea Astrium (la parte espacial de EADS) y el diseñador de interiores Marc Newson. Su objetivo serían los vuelos privados suborbitales, y anuncian que el diseño estará "terminado" en 2008 y que, si se diera entonces el visto bueno, el primer vuelo podría realizarse en 2012.

Bueno, pues mal empezamos: difícilmente podrán terminar el diseño en 2008 si aún no se le ha dado el banderazo de salida. El diseño de un vehículo como éste (o un "simple" avioncito similar, sin pretensiones espaciales) requiere de un mínimo de unos 3-4 años y de la participación de cientos (muchos cientos) de personas. Evidentemente, una empresa como Astrium no lanza un proyecto así sin un sólido análisis de mercado previo e incluso una cartera de clientes potenciales que den viabilidad al concepto. Y no, estoy seguro de que no hemos llegado aún a eso. Así que, si acaso, lo que tendrán para 2008 será justamente el "concepto" preliminar con el que iniciar un estudio de mercado y un análisis de viabilidad. Nada más. De diseño terminado, nada de nada. No me hace falta saber mucho más para poder asegurarlo.

Hablando, pues, de forma precisa, podríamos traducir la frase a que si en 2008 se diera el visto bueno al proyecto, daría comienzo el proceso de diseño con el objetivo de hacer el primer vuelo en 2012. Bien, eso podría ser. Justito, pero sí: es el plazo mínimo actual para tener un primer prototipo aeronáutico, más o menos. Aunque tratándose de un vehículo tan novedoso como el propuesto (mitad avión, mitad cohete), parece una declaración un tanto osada.

Pero bueno, en el fondo todo eso es lo de menos. Porque empezaba esta entrada diciendo que todo esto me parece simple publicidad vacía, del tipo de los prototipos de coches futuristas que de vez en cuando nos anuncian los grandes constructores automovilísticos y que nunca se hacen realidad: publicidad para llamar la atención sobre la marca, y poco más. Y voy a explicar por qué creo esto:

No sólo dudo que una empresa sólida como Astrium se vaya a aventurar en un territorio tan verde como el del turismo suborbital sin una sólida base; esto es más propio de pequeños y osados empresarios privados que de grandes empresas asentadas que no necesitan arriesgar tanto. Pero es que, además, el concepto ilustrado en los artículos que se han visto hasta ahora es poco menos que inviable.

¿Qué vemos en esas ilustraciones? Pues básicamente un pequeño reactor de negocios, con algunas ventanillas en el techo y echando fuego por la cola, que surca el espacio. Algo más propio de una película barata de ciencia-ficción que de sólida ciencia e ingeniería reales.

Y es que el avioncito pintado ¡tiene turbofans! Dos turbofans de los típicos de la aviación comercial, situados en la cola, así, a pelo, sin carenar "ni ná". Volando en hipersónico con su toma subsónica al aire, ahí, tan pancha. Hombreee... Un ejercicio artístico chulo, pero una aberración desde todos los puntos de vista. Sí, geniales para despegar, levantar al avioncito hasta una altura adecuada, y todo lo que quieras... hasta que se encienda el cohete. Y no será porque no se han hecho estudios similares, de combinación de turbofans, turborreactores y estatorreactores con motores cohete... pero no así, leches.

¿Y qué me decís del ala? No hay una clara vista en planta, pero parece una ala ligeramente aflechada, y de una apreciable envergadura, genial para un avión de negocios, pero a la que ya me gustaría a mi ver cómo aguanta una reentrada... Saltaría hecha añicos a poco que se iniciase la misma, incapaz de aguantar los esfuerzos aerodinámicos a esas velocidades. (ACTUALIZACIÓN: en el video que enlazo al final se ve claramente que es... ¡un ala recta! sin flecha ni ná, pá qué... ah, y de centrarla en el centro de gravedad ya ni hablamos, ¿a quién le importan esas pijadas cuando el resultado es tan "chulo"?)

En fin, un ejercicio penoso, que demuestra a las claras que el supuesto diseño que se terminaría en 2008 no pasa de lo que se entiende por diseño en el mundo industrial y de la publicidad: un ejercicio artístico sin ninguna base técnica. Es decir, lo que parece que hace Marc Newson, el supuesto socio para esta aventura: proyectos decorativos, más o menos.

En fin, al menos parece que el tema del turismo suborbital se ha puesto tan de moda como para que empresas con el renombre de Astrium lo utilicen para promocionarse. Pero la próxima vez, que pongan a alguien que sepa a supervisar lo que pintan sus artistas gráficos... Porque el resultado es realmente penoso. (Imagen: EADS-Astrium)

21 mayo 2007

Perdí el slot

A los que pudiérais estar interesados en la biografía de Von Braun que anuncié por aquí como "inminente" hace un par de meses, os comunico que habrá que tener paciencia. Utilizando terminología aeronáutica, "hemos perdido el slot", y como sucede en los vuelos, ello nos lleva a un retraso indeterminado en la publicación.

La inmensa mayoría ya lo conocéis, pero si alguno no tiene claro esto del slot en aeronáutica, lo explico: a los aviones comerciales, el control de tráfico aéreo les asigna un "slot" (una "ranura", un cierto espacio temporal determinado) tanto para despegar como para aterrizar en un determinado aeropuerto. Si por algún retraso no previsto el avión pierde la oportunidad de despegar durante dicho slot, le tocará esperar un tiempo indeterminado hasta que se le pueda asignar otro; en zonas con mucho tráfico, donde todos los slots adyacentes ya están asignados a otros vuelos, esto puede suponer una espera de muchas horas, aunque el retraso que lo originó pudo ser, por ejemplo, de 30 minutos.

Pues bien, esto ha pasado con el libro sobre Von Braun: por "causas ajenas a nuestra voluntad", como suele decirse, hubo unos pequeños cambios de última hora que hicieron perder "el slot" en la imprenta frente a otros títulos; luego se añadieron más imprevistos, y el resultado es que sigue ahí, en espera de su turno, cuando en realidad debería haber salido el mes pasado.

Lo siento por haber "levantado la liebre" sin motivo, la verdad es que lo anuncié pensando que era algo inminente, pero no contaba con los imprevistos. En condiciones normales, no me importaría nada este retraso, si no fuera porque lo había anunciado y al final se ha quedado en nada (de momento, claro...). En fin, ya os avisaré de nuevo cuando finalmente salga a la luz. A día de hoy, no puedo deciros cuándo puede ser...

Saludos, y disculpas.